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¿Por miedo a humedecer el ojo de una viuda

prefieres consumirte en solitaria vida?

Si al fin mueres así, sin dejar progenie alguna,

será el dolido mundo tu esposa afligida.

El mundo, cual vïuda, lamentará con llanto

que no dejases copia después de haber partido,

mientras otras vïudas pueden guardar, en tanto,

en los ojos del hijo la imagen del marido.

Verás: cuánto en el mundo un pródigo malgasta,

aunque cambie de sitio al mundo bien le hace;

belleza disipada, en cambio, siempre acaba,

y quien no la aprovecha con ella se deshace.

Ningún amor alberga por los demás el pecho

que tan abyecto crimen contra sí mismo ha hecho.[9]