Cubierta de Edgar Rice Burroughs, Pellucidar, ilustraciones de Frank Frazetta, 1978.

Cubierta de The Eye of Balamok, de Victor Rousseau, 1920.

Una de las epopeyas más populares sobre este tema fue la serie de Pellucidar, creada por Edgar Rice Burroughs, que del libro al cómic pobló las historias de Tarzán con los dinosaurios subterráneos de Verne, animales prehistóricos y razas inteligentes que habitan en el interior del globo, iluminado por un pequeño sol y por sus pequeños planetas. La serie empezó con En el corazón de la Tierra (1914) y se prolongó en varios volúmenes, entre los que se encuentra precisamente Pellucidar (1915).

El geólogo ruso Vladímir Afanasévich Obručev se inspiró tal vez en Burroughs o en Verne para contarnos en Plutoniia (1924) la historia de una Tierra hueca llena de animales prehistóricos; siguiendo las huellas de Burroughs, Victor Rousseau había publicado en 1920 El ojo de Balamok, que se desarrolla en un centro de la Tierra iluminado por un Sol central que los habitantes no pueden mirar sin riesgo de morir.

Resulta imposible enumerar todas las obras narrativas inspiradas en ese mito, pues solo en la narrativa inglesa Cynthia Ward (2008) enumera unos ochenta títulos, y Guy Costes y Joseph Altairac (2006) registran y comentan más de dos mil doscientos títulos en varias lenguas. Sin embargo, muchas obras no son fruto de la fantasía novelesca, sino que se inspiraron en hipótesis formuladas seriamente. En 1818, el capitán J. Cleves Symmes escribió a varias sociedades de estudiosos y a todos los miembros del Congreso de Estados Unidos afirmando que estaba dispuesto a demostrar que la Tierra estaba vacía y que su interior era habitable. Sostenía que en la naturaleza todo está vacío —los cabellos, los huesos, los tallos de las plantas— y por tanto también debía estar vacío nuestro planeta, que estaba compuesto de cinco esferas, todas ellas habitables tanto por fuera como por dentro. En los dos polos aparecen unas aberturas circulares, una especie de bordes rodeados de un círculo de hielo y, una vez superado el hielo, encontramos un clima templado.

Symmes no dejó nada escrito, pero recorrió Estados Unidos dando conferencias, y a él se atribuye el modelo de su universo, hecho de madera, que todavía se encuentra en la Academy of Natural Sciences de Filadelfia.

Aunque la teoría de Symmes era absolutamente insostenible, no se abandonó con facilidad. El personaje tenía fama de ser un héroe de la guerra de 1812 contra los ingleses y consiguió muchos seguidores, además de inspirar un buen número de ensayos y artículos, gracias también a la mediación de su hijo Américo Vespucio.[25]