EL TESTIMONIO DE MARCO POLO

MARCO POLO (1254-1324)

Viajes, 64-68

De Caracoron. Caracoron es una ciudad que tiene tres millas de circunferencia. Es la primera plaza fuerte que los tártaros arrebataron al enemigo al salir de su patrimonio. Os contaré las gestas de los tártaros, de cómo conquistaron al mundo y cómo realizaron su expansión. Los tártaros vivían hacia Poniente en los alrededores de Ciorcia; en esta región había una gran llanura pelada, sin habitaciones ni ciudades ni fortalezas; pero los pastos eran excelentes, los ríos caudalosos. No tenían señor, pero es lo cierto que pagaban un tributo a un señor que en su idioma llamaban Kan, lo que en español significa el gran señor. Y fue este el Preste Juan, del cual hablan todos en el gran Imperio. Los tártaros le daban una renta de diez cabezas de ganado, y adivino que se multiplicaron, y cuando esto vio el Preste Juan, decidió dividirlos en varias regiones. Envió a ellas para regentarlos a sus barones. Y cuando los tártaros oyeron lo que hacía con ellos el Preste Juan montaron en cólera. Emigraron entonces todos juntos y fueron hacia el desierto de tramontana, adonde el Preste Juan no podía alcanzarles ni perjudicarles. Se declararon en rebelión, no pagaron ya sus alcabalas y así quedaron por algún tiempo.

[…] Y sucedió que en el año de 1187 de la Encarnación de Jesucristo los tártaros eligieron como rey a un hombre que en su lengua se llamaba Gengis Kan. Era hombre de gran valor, de buen sentido y valiente como el que más. Y cuando le eligieron rey, todos los tártaros del mundo que se hallaban desparramados en países extranjeros se llegaron a él y le aclamaron como gran señor. Y Gengis Kan mantenía su autoridad franca y llanamente. Los tártaros acudieron numerosísimos, y cuando Gengis Kan vio que había tal multitud, se calzó las espuelas, se armó de arco y coraza y fue a la conquista de otras partes del reino. Y conquistaron ocho jornadas de tierra. Pero como con los vencidos usaba de clemencia y no les hacía daño alguno, se sumaban a sus huestes y proseguían la conquista de otros pueblos. De esta manera conquistaron la multitud de pueblos que habéis oído mencionar, y las gentes, viendo el buen gobierno de este señor y su bondad, se sometían voluntariamente a él. Cuando tuvo como súbditos a tanta multitud de gentes capaces de cubrir la tierra entera, dijo que quería conquistar la mayor parte del mundo. Entonces envió emisarios al Preste Juan, y esto fue en el año 1200 del nacimiento de Cristo. Y le propuso tomar por esposa a su hija. Cuando el Preste Juan oyó que Gengis Kan le pedía la mano de su hija: «¿Cómo no tiene vergüenza Gengis Kan de pedirme a mi hija por mujer? ¿No sabe él, por si acaso, que es mi siervo y vasallo? Volved a él y decidle que antes quemaría a mi hija que dársela por esposa. Decidle también que le condeno a muerte por traidor y desleal a su señor». Luego instó a los embajadores a que se fueran y no volvieran a reaparecer más en su presencia. Partieron los emisarios a toda prisa y no pararon hasta hallarse en presencia de su señor, contándole cuanto les había dicho el Preste Juan, sin omitir palabra.

Y cuando Gengis Kan oyó las palabras violentas que Juan pronunciara contra él, pareciole que de rabia iba a estallársele el corazón dentro del pecho, pues os repito que era un gran señor. Y habló enfurecido a los que le rodeaban, diciendo que todo lo abandonaría, su dominio y señoría, si no le hicieran pagar bien caro al Preste Juan la afrenta que le había hecho, y que pronto le demostraría si era o no su siervo. Y reuniendo a su gente, juntó el mayor ejército que nunca se viera, con todos los armamentos temibles de que disponía, e hizo saber al Preste Juan que iba en contra suya con todas sus fuerzas y que se preparara a defenderse. Cuando el Preste Juan supo que venía contra él con todas sus huestes, dijo con aire socarrón que aquello no era nada, que no eran guerreros y que no había por qué temerles; sin embargo, se preparó con un esfuerzo supremo, no queriendo morir de muerte infame, e hizo convocar a todas las gentes de países extranjeros. Así reunió a un numeroso ejército. Y de este modo se preparaban de una parte y otra. Y Gengis Kan desplegó sus fuerzas en una gran llanura llamada Tangut, que pertenecía al Preste Juan. Y allí sentó sus reales. Y eran sus hombres en tan gran número que no podían contarse. Allí supo con regocijo que el Preste Juan venía a su encuentro y holgose de que fuera en esta bella y ancha llanura donde podía librar una gran batalla; ya le tardaba en luchar cuerpo a cuerpo con él. Y dejemos a Gengis Kan y sus huestes y volvamos al Preste Juan.

Y cuentan que cuando el Preste Juan supo que Gengis Kan venía a su encuentro con toda su gente, caminaron tanto hasta llegar a la llanura de Tangut y asentaron el campamento a la vera del de Gengis Kan, a 20 millas de distancia. Cada ejército descansó para estar dispuesto el día de la batalla.

Y así, prontos a la lucha, esperaban los dos ejércitos. […]

Después de dos días, las dos partidas se armaron y batieron duramente. Y fue la batalla más grande y encarnizada que jamás vio el género humano. Y hubo grandes bajas de una y otra parte, mas al fin venció Gengis Kan la batalla y en ella pereció el Preste Juan y fue desposeído.