EL FARO DE ALEJANDRÍA

JULIO CÉSAR (siglo I a. C.)

La guerra civil, III, 112

El faro se encuentra en una isla y es una torre altísima, obra de admirable arquitectura, llamada así por el nombre de la isla. Y esta isla es la que, situada frente a Alejandría, forma su puerto; pero los antiguos reyes construyeron en el mar un muelle de novecientos pasos, uniendo la isla a la ciudad mediante este estrecho puente. Sobre la isla se hallan casas de particulares, que forman un poblado tan extenso como una ciudad; y la nave o embarcación que por impericia o pollina tempestad se aparte un poco de su ruta, por lo general es asaltada por los habitantes y por los piratas. En cualquier caso, sin el permiso de quienes ocupan el faro ninguna nave puede entrar en el puerto debido a la estrechez del paso.

Las pirámides de Giza, grabado, 1837, Florencia, Archivio Alinari.

LOS PIRAMIDÓLOGOS

UMBERTO ECO

«Sobre los usos perversos de la matemática» (2011)

La expedición napoleónica a Egipto hizo que las pirámides fuesen más accesibles a los científicos y se dio inicio a una serie de reconstrucciones y mediciones, en especial de la pirámide de Keops, en cuya cámara real no se había hallado ninguna momia de faraón (ni ningún tesoro) y, si bien era más razonable considerar que desde la llegada de los musulmanes las pirámides habían sido objeto de saqueo, se empezó a suponer que la pirámide de Keops no era en absoluto, o no era solamente una tumba, sino un enorme laboratorio matemático y astronómico cuyas mediciones debían transmitir a la posteridad un saber científico poseído por los antiguos constructores y perdido más tarde, un saber que tal vez ignoraban incluso los egipcios puesto que, según algunos piramidólogos, los constructores originales venían de mucho más lejos en el tiempo y en el espacio, y tal vez de otro planeta.

Según nuestros conocimientos actuales, las medidas de la pirámide de Keops son de 230 m aproximadamente de lado (con ligeras diferencias entre un lado y otro, debidas también a la erosión de las piedras y al hecho de que ya no existe el revestimiento de losas lisas, que se llevaron los musulmanes para construir mezquitas) y 146 m de altura. No hay duda de que la pirámide está orientada según los cuatro puntos cardinales (con una aproximación inferior a una décima de grado) y parece que a través de uno de sus corredores de entrada se podía distinguir la que en la época de su construcción era la estrella Polar. No es un hecho nada sorprendente, ya que los antiguos eran observadores atentos del cielo y, desde Stonehenge a las catedrales cristianas, se prestaba mucha atención a los problemas de orientación.

El problema era, en cualquier caso, establecer cuáles eran las unidades de medida utilizadas por los egipcios puesto que, si se tradujese a unidades actuales una determinada longitud de metros o centímetros 666, sería muy arriesgado pensar que los egipcios pretendían expresar el número apocalíptico de la Bestia, puesto que esa misma longitud expresada en antiguos codos no habría tenido ninguna connotación.

A principios del siglo XIX, un tal John Taylor, que por otra parte no había visto nunca las pirámides sino que se basaba en dibujos hechos por otros, descubrió que dividiendo el perímetro de la pirámide por el doble de la altura (o bien dividiendo la longitud de la base por la altura y multiplicando el resultado por dos) se obtenía un valor muy similar al pi griego. Gracias a este descubrimiento, Taylor calculó que la relación entre la altura y el perímetro era igual a la relación entre el radio polar terrestre y su circunferencia.