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os trajes estaban colgados de abrazaderas que oscilaban suavemente. Hizo girar uno en un arco hasta que quedó prendido sobre la plataforma autoajustable. Retrocedió hasta su presa envolvente. Se tendió hacia adelante para meter los brazos en las mangas y luego introdujo la cabeza por el anillo del cuello. Se ciñó a él, un acto que para Nigel siempre acarreaba la impresión de estrecharle la mano a un cadáver. Se enderezó y la cremallera le cerró el pecho. Los cierres del cuello chasquearon y encajaron. El traje estaba dotado de aislamiento térmico total y pesados calefactores, percibida su gravidez como un manto.

Se dirigió al sector de los equipamientos con un tobillo resintiéndose del peso añadido. Había un bastidor hexagonal en la vaina de lanzamiento. Contenía los seis flotadores para el próximo saco. Nigel desprendió las correas del saco, por lo que el bastidor quedó solo. Extrajo los dos flotadores centrales y trepó al espacio vacío.

El equilibrio resultaría afectado. Miró en torno buscando algo voluminoso. Su vista se detuvo en el filtro médico, depositado y olvidado hacía horas.

¿Por qué no? Un objeto infernal, recuerdo de horas incontables pasadas en sus acoplamientos. Este era el último acto, aunque tal vez el objeto todavía podía mantenerle alerta, suprimiendo la náusea si regresaba. Y necesitaba lastre. Fue a buscarlo y lo ancló a la sección media del armazón, moviéndose con toda la premura de que fue capaz.

Muy bien. Era hora de partir.

Giró los controles manuales y se echó hacia atrás. Un transportador llevó el armazón hasta la escotilla. Halló un medio de prender el cinturón del traje al bastidor. Nigel tecleó instrucciones para su traje según se cerraba la escotilla a sus espaldas. El aire huyó, bajó la presión, se protegió…

Se abrió la compuerta exterior. Uuoomp. El bastidor salió despedido de la plataforma. El aire irrumpió en una ráfaga de burbujas y el rugido le llevó al exterior, dando tumbos. Los flotadores se soltaron y empezaron a inflarse. Él giró, ingrávido, convertido en el eje de fuerzas rotatorias en tanto que el traje crujía, se le taponaban los oídos y se alzaba a su alrededor una lluvia de burbujas cual una bandada de pájaros centelleantes. Luego descendió la oscuridad.

Se enderezó y vio la nave debajo, destellante. Los flotadores se balancearon y le succionaron hacia arriba. No había tenido en cuenta el equilibrio de la flotabilidad y comprendió ahora que resultaba demasiado ligero.

¿Qué demo…? Debe tratarse de un error. Nikka vuelve allí comprueba el

Se estaba alejando deprisa de la rielante bola de luz. Mucho más abajo, los fuegos candentes del reactor pétreo enrojecían el agua. Desde esta perspectiva, eran productos tecnológicos de notable similitud.

¿Se han soltado las bolsas? ¿Cómo ha ocurrido? Debe ser

Nikka respondió.

Creo que no. Espera.

Ted opina que deberíamos apartarnos de esto. No te preocupes por el equipamiento, debe tratarse de una avería de la presión. En cualquier caso, deberíamos largarnos deprisa y dejar que Exobiología se ocupe de esto.

Estaba ascendiendo demasiado rápido. El armazón, arrastrando tan poco peso, se precipitaría sobre la capa de hielo. Nigel se percató repentinamente de que el traje podía resistir presiones extremas, pero no ajustarse velozmente a rápidos cambios de profundidad. Si continuaba ascendiendo…

Carlos, ¿dónde se encuentra? No puedo

Nigel sintió un pitido en los oídos. Alzó la vista hacia los flotadores, que se hinchaban mientras ascendían. La oscuridad le envolvía ahora con el alejarse de la nave por debajo. No se atrevía a mostrar una luz estando tan cerca, pero la necesitaría para liberar uno de los flotadores. Apenas podía ya distinguir su volumen.

¿Quieres decir que crees que él…?

El traje resultaba grande y engorroso en el agua y tuvo que tantear los resortes del brazo izquierdo. Destapó el extremo y levantó el brazo. El tercer botón debería de ser…

Una brillante línea azul hendió el agua. La desplegó en abanico, dejando detrás ondulantes volutas de vapor. El cortador láser vaporizó una fina columna y dio con un flotador. La bolsa se arrugó, se tornó marrón…

Se rompió. El aire salió en tromba. Nigel volvió a disparar, al flotador opuesto. El haz hizo bullir el agua inaudiblemente. Abrió una senda estrecha, recta, de un azul fantasmal, con un halo de vapor. Si se agotaba la energía antes de…

¡Es una insensatez! Mierda seca, el viejo bastardo va a

Ese traje puede resistirlo, pero escúchame, maldita sea. Haz girar los proyectores para que podamos seguirle el rastro.

El segundo flotador estalló. El rayo se paseó por su interior y perforó un agujero en la parte superior. Nigel se sintió caer y, posteriormente, el bastidor perdió velocidad, cayendo aún. Equilibrio.

Llamaré a Ted, él

Más tarde. ¿Ves algo? Debería haber la luz de un traje. Prueba con el rastreador.

Algo va mal. No detecto nada. No veo

No puede hallarse tan pronto más allá del alcance.

Mira por ti misma. Su código aparece inoperativo. Debe de haberlo manipulado antes de marcharse.

Flotando, en una ausencia de espacio y luz y peso. Era como el tiempo pasado en la mesa, desconectado del hastío del mundo. Estar en el vacío tenebroso del espacio se asemejaba mucho a esta huera negrura absorbente. Sus movimientos resultaban parsimoniosos, entorpecidos por las aguas invisibles. Ningún sonido. Cuando sus botas golpearon los tubos se produjo un retumbar no metálico, sino sordo. Colgaba cómodamente del armazón y aguardó a que ocurriese algo.

Mira, Ted está a la escucha. Dice que está demasiado ocupado para preocuparse por este vejestorio. Hay noticias procedentes de la Tierra, parecen malas. Va a comenzar una nueva asamblea dentro de unos minutos.

No pueden dejarle ahí afuera. Llama a los equipos que están en la superficie para que hagan descender más sumergibles y

Nikka, soy Ted. He de admitir que Nigel tenía razón sobre una cosa, al parecer… Me refiero a la Regla de Walmsley y demás. Eso debe de ser un Vigilante y Operaciones me indica que está mostrando signos de actividad ahora, probablemente en respuesta a nuestros equipos de superficie, por tanto

Entonces envía algunos sumergibles, maldita sea.

Mira, ocurren demasiadas cosas al mismo tiempo, Nikka. En este instante no tengo tiempo de buscara ese bastardo. Deja que se cueza

Lo ha hecho para ganar tiempo, ¿no lo entiendes?

Es una jugada estúpida que nos embrolla aún más.

Ted, apelo a

Está actuando como un energúmeno por nada. ¡Estoy harto de toda esta mierda! Tal vez pensó que conseguiría el respaldo de alguna simpatía de esta manera, pero no va a causar mella aquí, te lo puedo asegurar sin temor a equivocarme.

Percibió la corriente llevándole más lejos de ellos. Esta era la mayor distancia a que había estado nunca, el límite natural. Era mejor hacerlo de esta forma, a la aventura.

Voy a sacaros tan pronto como pueda y si él no está, pues no está. Eso es.

Llevará horas.

Vale. Puedes buscar durante un rato. La asamblea comienza dentro de diez minutos, en cualquier caso. Pero te lo advierto… Mira, si está a la escucha todavía podrá enterarse de esto. Nigel, lo has hecho, el último

Ignoró la estentórea voz. Algo más inmediato le perturbó.

Rizadas corrientes. Encendió un pequeño fosforescente del casco. Las barras del bastidor aparecieron a su alrededor, amarillas y lóbregas.

Nada en las proximidades. Un tirón, una nueva dirección…

Algo refulgió. Creció. Una bola de nubes rojizas. Adquiría tamaño, se acercaba con rapidez. Había actividad dentro. Motas en las nubes. Puntos a la deriva. Trató de calcular el tamaño, pero sin perspectiva…

El color. Un rojo candente, moribundos rescoldos.

Se asió a los tubos del armazón cuando la jaula trepidó y dio un bandazo. ¿Dónde había visto…?

Las motas no iban a la deriva sin norte. La nubes de hecho eran vertientes, y los puntos caminaban sobre ellas, despacio, en medio de torbellinos de polvo. Eran grandes, imponentes, con cuatro piernas uniformemente articuladas.

EM.

Pero no las bestias de enorme cabeza que conocía. Estos eran delgados, altos y gráciles en sus graves andares.

Pero no eran EM. No, sin las cabezas de disco radial y el rudimentario caparazón que alojaba las vísceras modificadas.

Estos eran como los EM habían sido con anterioridad. Antes de que la lluvia de asteroides aplastara su biosfera. Antes de que tuvieran que rehacerse a sí mismos para convertirse en algo que los Vigilantes tomarían, tal vez, por máquinas.

Se hallaban dentro de una bola inmensa, de cinco kilómetros de anchura. Dentro había colinas, arroyos, nubes de polvo y altos bosques azules y castaños. Le recordó a aquellos juguetes de la infancia que, agitados, mostraban una escena invernal donde caía la nieve. Sólo que aquí el líquido estaba en el exterior, y dentro bullía un mundo confinado de aire y crecimiento. La concha de la esfera brillaba, proyectando luz rojiza en el interior. Por encima de ella, masas oscuras. ¿Lastre? ¿Estabilizadores?

Comenzó a menguar. Las corrientes le estaban arrastrando, alejándole.

Disparó el rayo láser por encima de su cabeza, trazando un arco azul. Una de las altas figuras en movimiento pareció detenerse y mirar al exterior.

¿Le habían visto? ¿Sabían lo sucedido a su raza en el mundo nativo? Estaba deformada y era hostigada, pero aún seguía adelante…

Por supuesto, algo sabían. Debían de ser los vestigios de una época anterior, de un tiempo en el cual su mundo envió naves a explorar las estrellas próximas. Se habían refugiado en esta luna.

¡Tan cerca! Él conocía a sus descendientes, podía contarles que el mundo nativo seguía incólume. Si pudieran hacer una señal, algún gesto a través del abismo.

El mundo rojo empequeñeció rápidamente. Volvió a hacer señas, desamparadamente, y se apoyó desmayadamente contra el filtro médico. La oportunidad había pasado por su lado.

Cerró los ojos y dejó pasar el tiempo.

La imagen de las altas y graves criaturas se desvaneció lentamente.