13

2057 Espacio Profundo

D

esde hacía semanas, el Lancer había estado inundado por el uniforme rugido sordo de los impulsores. La piedra enorme, ornamentada, sobrepasó la lóbrega estrella, lejos de Isis, preparándose para que la propulsión por antorcha de fusión tomase el relevo.

—¿Nigel? Nikka me dijo que te encontraría aquí. Nigel se volvió para toparse con Ted Landon entrando en la sala panorámica.

—¿Echando un último vistazo?

—Hum.

—No te he visto por Control últimamente. Nigel se giró de nuevo para mirar a Ra.

—Hubiera estado entorpeciendo.

—Mira, sé que no comulgas con las órdenes de la Tierra, pero seguro que puedo confiar en ti para que te prestes donde tu talento es necesario, especialmente…

—Sí, de acuerdo, como miembro de un equipo y todo eso. —Cruzó los brazos.

—No asistes a las charlas de la comunidad. Creíste que no iba a reparar en ello, ¿verdad?

—No lo había pensado, la verdad.

—Bueno, lo hice, y estuvo muy mal que tu punto de vista no estuviese mejor representado allí.

—No hubiera supuesto ninguna diferencia. La Tierra llama «¡Adelante, muchachos!». Y allá vamos.

Ted permitió que un destello de irritación cruzase su cara.

—Vale, convengo en que aquellas discrepancias fueron muy proforma, pero…

—Escucha. —Nigel pulsó su muñeca. Una disonancia lenta aunque intrincada llenó la sala panorámica, pareciendo salir de la imagen mural misma—. Están emitiendo su arte, su historia, todo.

—Bueno, sí, pero en forma de mitos e historias y un montón de detalles indescifrables que…

—Eso puede comprenderse, con tiempo. Particularmente si operamos en la superficie, donde podamos desarrollar algunos signos visuales que ayuden a solventar los equívocos.

—Necesitamos ver la pauta de todo esto, Nigel. Eso significa explorar más de un sistema. Sea lo que fuere que ocurrió aquí, pasó hace mucho. Precisamos una línea sobre la imagen general, otras estrellas…

—Estaba deseoso de quedarme atrás. Un pequeño equipo podría…

—Podría morirse de hambre, sí. No habrá una expedición de apoyo durante décadas, puede que más. No puedo prescindir de tripulantes.

—Han estado llamando durante mucho tiempo. Ahora hemos establecido contacto, y entonces como un relámpago lo cortamos. Imagina lo que les supondrá eso a ellos —señaló Nigel.

—Claro, e imagina lo que esos Vigilantes podrían hacernos a nosotros. El Lancer comporta más de lo que puedo arriesgar sólo para…

—Echar una mano a unos piojosos desdichados y no obtener nada a cambio.

—¡Maldita sea! Eres un mal perdedor, ¿no?

—Exacto, ahora que lo mencionas. Hay un largo camino hasta la próxima parada, y tengo que ir lo desee o no.

Ted se tocó los incisivos y los frotó escrupulosamente arriba y abajo, obviamente calculador.

—Te pondré al cargo de nuestra conexión de radio continua con los EM. Nigel resopló.

—Un regalo. Lo aceptaré, pero sabes muy bien que recibiremos condenadamente poco con el ruido de la antorcha de fusión.

Ted se encogió de hombros.

—De ellos es la responsabilidad.

—Los de matemáticas ya han determinado que somos el primer contacto que los EM han hecho. Si lo interrumpimos, incluso por un tiempo, el golpe a su…

—Nigel, la decisión está tomada.

—Por un puñado de expertos.

—En esencia, sí. ¿Se te ocurre algo mejor? No podemos gobernar el Lancer como un barco con teatro a la ventura. Todo el mundo se alegra una enormidad de alejarse con bien de los Vigilantes.

—Algo me dice que no son un peligro significativo…

—¡Cambias de actitud! Curioso, recuerdo que fuiste tú quien nos advirtió que no nos posáramos en ese Vigilante, y ahora estás…

—Como estaba a punto de decir, no es significativo a menos que sean provocados.

—¿Por qué? ¿Por docenas de muertos…?

—Es un presentimiento.

—No puedo gobernar una nave con presentimientos —repuso Ted agriamente—. Necesito tu ayuda para procesar el alimentador de datos que estamos empezando a recibir de las lentes gravitacionales de la Tierra. Puedes dejar a un lado tus presentimientos.

Nigel sonrió.

—Estoy obteniendo demasiados votos en el congreso de la nave, ¿eh?

—No me preocupa.

—Difícilmente deseo tu puesto, de todas formas.

—Siempre hay una facción que seguirá tu línea de pensamiento. Si pudieras convencerlos…

—¿Convencerlos de qué? No estoy maniobrando contra ti, Ted.

—Si la gente a la que influencias no comulga con nuestra política general, será decisivo.

—Ja, ja. La ciencia es así. Llena de incorregibles.

—Esto no es ciencia. Es de liderazgo de lo que estamos hablando.

—Tal vez el mejor modo de dirigir sea no hacer nada.

—¿Qué demonios significa eso?

—No ves a ese Vigilante sacando conclusiones precipitadas.

—No lo veo haciendo nada.

—Exacto. La paciencia es una estrategia, también.

—Me estoy hartando de tenerte aquí, Nigel.

—Estás al final de una larga fila. Toda mi carrera ha estado plagada de ese tipo de cosas.

—Eres insoportablemente desdeñoso al respecto.

—A mi edad tienes que serlo.

—¡Eres un engreído, eh!

—No estás recibiendo el mensaje, Ted.

—¿Cuáles?

—¿Por qué no congenio con los americanos? Expresémoslo de este modo, no estamos hablando de política exterior, estamos hablando de política alienígena. Escucha esa canción de los EM durante un momento.

—Sí. Indescifrable sin computadoras.

—Dudo que las computadoras solas lograsen resolver el enigma. Dudo de que el Vigilante lo hiciera.

—Ha tenido tiempo.

—Exacto, pero no las hormonas.

—¿Y bien?

—Puede que en absoluto esté allí para descifrar. Piensa en el diseño de algo semejante. Ha de durar millones de años. Claro, puede repararse a sí mismo sin límites, pero ¿quién repara a los reparadores? No se puede confiar únicamente en la redundancia como seguro. Por lo que la estrategia se vuelve como un topo. Se hace al Vigilante cuidadoso, conservador. No se malgasta energía. No se arriesga daños o materiales.

—¿Entonces por qué intentó eliminarnos a todos, una vez que había matado a unos cuantos?

—Por encima de repeler a los incursores, tal vez haya objetivos más importantes. Quizá tenía algo más que averiguar.

—¿Cómo qué?

—¿De dónde venimos? ¿Qué pretendemos?

—Mira, no hubo tiempo para que ese Vigilante desencadenara aterrizajes en la Tierra. La elemental…

—Concedido. Así que algo lo supo anteriormente.

—¿Qué?

—¿Tal vez el Snark?

—Sabes que la AIE no acepta tu interpretación sobre eso.

—Así es.

—¡Esto es una sarta de especulaciones, Nigel!

—Por una vez, estoy de acuerdo.

—No es válido para minar mi criterio.

—Creo que es a esto a lo que llego. Nigel guardó silencio, contemplando la luz menguante de Isis.

—Mira —dijo Ted para concluir—. Tengo que darme prisa. Medita todo esto, ¿eh? Pásate a echar un trago.

Se marchó deprisa. Nigel había dejado que las suaves notas en aumento de la fuga de los EM inundasen la habitación, pensando que tendrían el mismo efecto en Landon que en él. Otros no parecían escuchar el mismo gemido quejumbroso en los chasquidos ampliamente espaciados y el estruendo sincopado. Los sonidos disminuirían ahora, a medida que el Lancer se impulsaba hasta casi la velocidad de la luz. Acaso podía haber averiguado algo de sus canciones de tiempos largos y vacíos, del fluir de siglos sin variación.

Así pues, el Lancer trazaba ahora una línea a través de la oscuridad, huyendo del Vigilante, que había vencido. En esta extraña estrategia, entrevió Nigel, la información tenía más valor que los meros cuerpos. Estaba en la naturaleza de los seres orgánicos, fraguados por la mano de la evolución. Sobrevivir de momento. Huir. Mientras que el Vigilante podía rastrear al Lancer por su llamarada de fusión. Y, sin importar cuan rápido huyera el Lancer, las comunicaciones a la velocidad de la luz siempre lo aventajarían.