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Y

ace sosegadamente mientras las máquinas le olisquean y hurgan. Nikka explicó:

—Es, sobre todo, fatiga, creen. Pero, además, tu química sanguínea está deteriorada.

—Hum —gruñó Nigel—. Desequilibrio en las pociones antienvejecimiento, sospecho. Me mantuve lejos del montaje médico, una vez que mi treta salió mal.

—Pareces cansado. Pero extrajiste más de esos mensajes EM que los especialistas, así que tal vez valió la pena… ¿Qué está haciendo ahora?

—¿Hum? Administrando píldoras. —El montaje médico empujaba una bandeja hacia él, zumbando. Nikka le preguntó.

—¿Qué es la naranja?

Él se giró envaradamente para verla.

—Ah, la puñetera naranja.

Paz farmacológica. Yace con un tubo de alimentación en la nariz, discos diagnosticadores en los brazos y el pecho, un termómetro y un muestreador en el ano, varias sondas y derivaciones repartidas por el vientre.

—Ese es mi afrodisíaco.

Nikka sonrió, se abrió la puerta y entró Ted Landon. Nigel sonrió débilmente cuando los tres se dedicaron las observaciones acostumbradas de visita de hospital. Ted estaba nervioso. Para despistarle, Nigel le preguntó sobre la investigación.

—¡Oh!, estamos convencidos de que tu idea era acertada —respondió Ted—. Los EM deben haber retocado sus genes para dar lugar a ese semiconductor y al sistema de almacenamiento eléctrico.

—¿Lo hacen parecer natural incorporándolo a una ecología? De forma que lograrán escapar utilizando la radio —inquirió Nikka.

—Tal vez. Algo evitó que los Vigilantes los atacasen.

—Encontraron una escapatoria. Su radio es natural. Los Vigilantes parecen estar dando caza a la tecnología. Ergo, la radio natural es segura.

—Podría ser.

—Tendremos que estudiarlos más para cerciorarnos —dijo Nikka—. Pero da la impresión…

—No temas —declaró Ted tajantemente—. Nos marchamos.

—¡Qué! —masculló Nigel.

—Acabo de recibir una larga proclama desde la Tierra. Tenemos como meta una nueva estrella. Un largo viaje.

—¿Porqué?

—Las cosas han cambiado allá. Ahora hay algo en los océanos. Nuevas formas de vida. —Ted les miró sombríamente—. Parece que alguien ha infectado aquello. Es por eso que la Tierra quiere que sigamos adelante. Que descubramos lo que nos sea posible de los EM, claro, pero que exploremos también otros sistemas.

Nikka dijo despacio:

—No…

—Alguien ha sembrado nuestros océanos. Utilizando astronaves.