Para acabar aún cráneo solo en lo oscuro lugar cerrado frente colocada sobre una tabla para comenzar. Mucho tiempo así para empezar el tiempo que se borra lugar seguido de la tabla ya después. Cráneo pues para acabar solo en la oscuridad el vacío sin cuello ni rasgos sola la caja último lugar en lo oscuro el vacío. Lugar de los restos donde antaño en lo oscuro de tarde en tarde un resto relucía. Resto de los días del día nunca una luz como la suya tan pálida tan débil. Se vuelve a poner pues así a hacerse todavía para acabar aún el cráneo lugar último en lugar de apagarse. Allí se alza por último de repente o poco a poco y mágico un resplandor plomizo se sostiene. Siempre un poco menos oscuro hasta el gris final o repentinamente como en conmutador arena gris muy lejos bajo un cielo mismo gris y sin nubes. Cráneo lugar último oscuridad vacío dentro fuera hasta de pronto o poco a poco este día plomizo paralizado al fin apenas levantado. Cielo gris sin nubes arena gris muy lejos mucho tiempo desierto para comenzar. Arena fin como polvo ah pero polvo en efecto profundo para engullir los monumentos más altivos que fue por lo demás aquí o allá. Allí en fin mismo gris invisible a cualquier otro ojo el expulsado tieso de pie entre sus ruinas. Mismo gris todo el pequeño cuerpo de la cabeza hasta los pies hundidos por encima de los maléolos solos los ojos claros supervivientes. Los brazos siguen haciendo cuerpo con el tronco y una con otra las piernas hechas para huir. Cielo gris sin nubes polvo océano sin pliegues falsas lejanías hasta el infinito aire de infierno ni un soplo. Mezclados con el polvo van hundiéndose los despojos del refugio de los que un buen número apenas ya si afloran. Todo primer cambio finalmente un fragmento se desprende y cae. Caída lenta para ese algo tan denso que se recibe como corcho en agua y se hunde apenas. Así para acabar haciéndose va aún el cráneo lugar último en lugar de apagarse. Cielo gris sin nubes lejanías sin fin aire gris sin tiempo de los ni para Dios ni para sus enemigos. Allí aún finalmente lejanías sin fin inesperados surgidos recortándose sobre el gris dos enanos blancos. Primero y por un tiempo blancura sin más captada desde lejos en el aire gris jadean paso a paso en el polvo gris unidos por unas parihuelas blancas vistas también desde arriba en el aire gris. Lentamente rozan el polvo hasta tal punto las espaldas están encorbadas y son largos los brazos por relación a las piernas y se hunden los pies. Blanqueados como uno solo mismas soledades se parecen tanto que el ojo los confunde. Se encuentran frente a frente y a menudo se alternan tan bien que por turno abren la marcha andando hacia atrás. Al que la cierra corresponde saber el cuidado de gobernar un poco como por pequeños toques el timonel el esquife. Si tuerce hacia el norte o cualquier otro punto cardinal el otro tanto en seguida hacia las antípodas. Si uno se detiene y el otro alrededor de ese pivote hace girar las parihuelas doscientos grados y ya están los papeles invertidos. Blancura de hueso del paño visto desde arriba y de las angarillas proa y popa y de los enanos hasta la cima del enorme cráneo. De tarde en tarde movidos al unísono sueltan las parihuelas para cogerlas de nuevo en seguida finalmente lo mismo sin tener que bajarse. Son las angarillas para basura de irrisoria memoria para las angarillas tres veces más largas que la cama. Arqueando el paño ora a proa ora a popa a merced de las permutaciones una almohada señala el lugar de la cabeza. En el extremo de los brazos las cuatro manos se abren como una sola y las parihuelas tan cercanas ya al polvo se posan en él sin ruido. Extremidades desmesuradas comprendiendo ahí los cráneos piernas y troncos menudos brazos desmesurados rostros menudos. Finalmente los pies como uno solo se separan el izquierdo delante el derecho detrás y el portante parte de nuevo. Polvo gris a lo lejos bajo un cielo gris sin nubes y de repente allí donde solo polvo posible esta blancura que descifrar. Queda por imaginar si puede verla el expulsado último entre sus ruinas si jamás podrá verla y si creer que sí. Entre él y ella a vista de pájaro el espacio no va disminuyendo sino que acaba solamente de aparecer último desierto que atravesar. Pequeño cuerpo último estado rígido de pie como delante entre sus ruinas silencio y fijeza de mármol. Primerísimo cambio finalmente un fragmento se destaca de la ruina madre y con caída lenta hoya el polvo apenas. Polvo que por haber tragado tanto ya no traga y tanto peor para lo poco que aún aflora. O solamente pesadez digestiva como antaño en las boas a cuyo término un último bocado dejará sitio limpio por fin. Enanos blancura lejana venida de ninguna parte inmóvil en el aire gris allí donde polvo sólo posible. Porte inmemorial y soledades como uno solo avanzan retroceden aquí y allá se detienen vuelven a ponerse en camino. El que cara a la marcha se detiene a veces y levanta como puede la cabeza como para escrutar el vacío y quién sabe corregir el rumbo. Luego nueva partida tan suave que el ojo no la ve hasta después partida a la buena de Dios cabeza baja párpados cerrados. Levantado mucho tiempo hacia los rostros horizontales el ojo no obtiene más que dos pequeños óvalos sin mirada aunque fije su atención y cada vez más cerca. Remate de la bóveda ciclópea surgida en vuelo del frente bomba blanca hacia el cielo gris la almohadilla de habitabilidad o amor de hogar último cambio ya finalmente espalda al cielo el expulsado cae y queda extendido entre sus ruinas. Pies centro cuerpo rayo cae de un montón como cae la estatua cada vez más rápido el espacio de un cuadrante. Muy vivo el ojo capaz de descubrirlo en adelante mezclado con las ruinas mezcladas con el polvo bajo un cielo abandonado por sus buitres. Aunque inaudible siempre el aliento no le ha abandonado y hace estremecerse al exhalarse una nada de polvo. Hoyos lapislázuli de los ojos siempre que al contrario de la muñeca la caída no ha cerrado ni aún invadido el polvo. Ya no cuestión en adelante que nunca tenga que creerlos ante esta blancura a lo lejos donde polvo y cielo se confunden. Blancura ni en tierra ni en el cielo de los enanos como al límite de su pesar las parihuelas depositadas atravesando los blancos cuerpos de mármol. Ruinas silencio fijeza de mármol pequeño cuerpo postrado en posición de firmes órbitas abiertas con fondo azul limpio. Como desde el tiempo de la caída los brazos hacen cuerpo con el tronco y una con otra las piernas hechas para huir. Caído desde un montón con toda su pequeña estatura rostro al frente como empujado en la espalda por una mano amiga o por el viento pero el aire está inmóvil. O venido de un poso de vida al cabo de un largo trecho a pie cae cae sin temor ya no podrás volverte a levantar. Cráneo funerario todo va a quedar fijado ahí como para siempre parihuelas y enanos ruinas y pequeño cuerpo cielo gris sin nubes polvo no pudiendo ya más lejanías sin fin aire de infierno. Y sueño de un recorrido por un espacio sin aquí ni otra parte donde nunca se acercarán a ni se alejarán de nada todos los pasos de la tierra. Que no pues para acabar aún poco a poco o como en el conmutador la oscuridad vuelve a hacerse en fin esa cierta oscuridad que sola puede cierta ceniza. Por ella que sabe un final aún bajo un cielo misma oscuridad sin nubes ella tierra y cielo de un final último si debiera nunca haber uno si fuese absolutamente necesario.
(1975)