Por razones obvias, no existe un censo fiable de la población que habita en los subterráneos de Manhattan. No obstante, el estudio Rushing-Bunten de 1994 revela que viven 2.750 personas en la pequeña zona limitada en el suroeste por la Penn Station y en el noreste por la Grand Central Terminal, población que asciende a 4.500 personas en los meses de invierno. Basándome en mi propia experiencia, considero que tal estimación es bastante moderada.
Análogamente, no se dispone de un registro de los nacimientos y defunciones que se producen en las comunidades establecidas bajo Nueva York. Sin embargo, dada la desproporcionada cantidad de drogadictos, delincuentes, ex reclusos, disminuidos psíquicos y desequilibrados mentales que tienden a instalarse bajo la superficie, es evidente que las condiciones de vida de ese mundo son en extremo difíciles y peligrosas. La gente expone muy diversas razones para apartarse de la sociedad y recluirse en los túneles de ferrocarril y otros espacios subterráneos: mayor intimidad, seguridad, profunda marginación social. Se ha calculado que la esperanza de vida de una persona, una vez que ha descendido bajo tierra, es de aproximadamente veintidós meses.
L. HAYWARD
Casta y sociedad bajo Manhattan
(de próxima aparición).