Una novela de esta extensión no es posible sin la ayuda de muchas personas del pasado y del presente. Gracias a todos los historiadores clásicos por ocuparse de tomar nota detallada de su tiempo y gracias a todos los historiadores modernos por sus estudios, su trabajo y su dedicación.
Gracias a mi familia: a mi esposa y mi hija por ceder parte de su tiempo para que pudiera seguir escribiendo, con frecuencia, más allá de lo racional y por resistir mis historias de la antigua Roma durante semanas, meses, años y seguir queriéndome como compañero o como padre. Gracias a mi madre Amparo, a mi padre Isidro, y a Melinda y a Pedro y al resto de mi familia por apoyarme.
Gracias a Javier por su paciencia al leer un primer borrador de esta novela y compartir conmigo sus impresiones que, sin duda, han ayudado a mejorar el texto final. Gracias a Carlos García Gual (catedrático de Griego de la Universidad Complutense de Madrid), Salvador Pons (catedrático de Lengua Española de la Universidad de Valencia) Alejandro Valiño (catedrático de Derecho Romano de la Universidad de Valencia), Jesús Bermúdez (catedrático de Latín de la Universitat Jaume I) y a Rubén Montañés (profesor asociado de Griego de la Universitat Jaume I) por su ayuda, su tiempo y su paciencia con todas mis dudas, por revisar o proporcionar traducciones, por sugerirme documentación y bibliografía o por indicar modificaciones y correcciones. Los aciertos que pueda encontrar el lector en esta novela se deben en gran medida a la ayuda de estas personas; los errores que pudiera haber son sólo responsabilidad del autor.
Gracias a todo el equipo editorial de Ediciones B, a Faustino Linares, a Ricardo Artola y Ramón Ribo, a Verónica Fajardo, a Carmen Romero, Desirée Baudel, Francisco Navarro y Andrés Laína; a Samuel Gómez por las magníficas cubiertas, y a Antonio Plata por el diseño de los mapas, y a todas las personas involucradas en la edición y la promoción de la novela; y gracias a los comerciales por su distribución y a todo el resto de departamentos de la editorial, ya que todos, de una forma u otra, están contribuyendo a la difusión de las tres novelas de la trilogía sobre Escipión. Gracias también a José Sanz por mantener y diseñar la web www.santiagoposteguillo.es. Además, un millón de gracias a los libreros y a los miles de lectores cuyo creciente interés en mis relatos ha hecho que éstos se conozcan y se difundan cada vez más.
Y un agradecimiento muy especial a Lucía Luengo, mi editora, por creer en mí como escritor y por tener fe en esta trilogía desde un principio muy por encima de mis propias expectativas. Gracias también a Alberto por sugerir el capítulo 133.
Y no seré yo quien le traicione una vez más: gracias a Publio Cornelio Escipión por existir y por tener una historia tan absolutamente extraordinaria que contar.