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ENROSCAS tus piernas en la base de la plataforma petrolífera poco antes de que el mar se vea agitado por el más poderoso de los temblores. Pones el lanzabengalas en bajo poder. Has decidido salvar a la ballena.

¿Qué cuernos estás haciendo? —inquiere Grancorazón.

La bengala sale disparada hacia la ballena y la asusta. Se aleja y con sus movimientos casi aplasta a Grancorazón.

La bengala pierde potencia y se apaga.

¿Te das cuenta de lo que acabas de hacer? —pregunta Grancorazón indignado—. ¡Esta plataforma petrolífera se derrumbará y los peces muertos flotarán en un radio de kilómetros y kilómetros! La operación de limpieza costará muchos millones y cuando concluya será demasiado tarde para el sistema de vida de esta zona.

El mar se encrespa, la tierra tiembla y la base se comba. ¡Si no sales pronto de este embrollo nunca llegarás a Saturno!

Sabes que cuando te encontrabas en Washington estabas sobre la pista correcta. En consecuencia, cuando el delfín te da la espalda, franqueas la barrera del tiempo…

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