Escena III

RITA, DOÑA IRENE, DOÑA FRANCISCA

Sale RITA por la puerta del foro con luces y las pone encima de la mesa.

DOÑA IRENE.— Vaya, mujer, yo pensé que en toda la noche no venías.

RITA.— Señora, he tardado porque han tenido que ir a comprar las velas. Como el tufo del velón la hace a usted tanto daño…

DOÑA IRENE.— Seguro que me hace muchísimo mal, con esta jaqueca que padezco… Los parches de alcanfor al cabo tuve que quitármelos; ¡si no me sirvieron de nada! Con las obleas me parece que me va mejor… Mira, deja una luz ahí, y llévate la otra a mi cuarto, y corre la cortina, no se me llene todo de mosquitos.

RITA.— Muy bien. (Toma una luz y hace que se va).

DOÑA FRANCISCA (Aparte, a RITA). —¿No ha venido?

RITA.— Vendrá.

DOÑA IRENE.— Oyes, aquella carta que está sobre la mesa, dásela al mozo de la posada para que la lleve al instante al correo… (Vase RITA al cuarto de DOÑA IRENE). Y tu, niña, ¿qué has de cenar? Porque será menester recogernos presto para salir mañana de madrugada.

DOÑA FRANCISCA.— Como las monjas me hicieron merendar…

DOÑA IRENE.— Con todo eso… Siquiera unas sopas del puchero para el abrigo del estómago… (Sale RITA con una carta en la mano, y hasta el fin de la escena hace que se va y vuelve, según lo indica el diálogo). Mira, has de calentar el caldo que apartamos al medio día, y haznos un par de tazas de sopas, y tráetelas luego que estén.

RITA.— ¿Y nada más?

DOÑA IRENE.— No, nada más… ¡Ah!, y házmelas bien caldositas.

RITA.— Sí, ya lo sé.

DOÑA IRENE.— Rita.

RITA (Aparte). —Otra. ¿Qué manda usted?

DOÑA IRENE.— Encarga mucho al mozo que lleve la carta al instante… Pero no, señor; mejor es… No quiero que la lleve él, que son unos borrachones, que no se les puede… Has de decir a Simón que digo yo que me haga el gusto de echarla en el correo. ¿Lo entiendes?

RITA.— Sí, señora.

DOÑA IRENE.— ¡Ah!, mira.

RITA (Aparte.).— Otra.

DOÑA IRENE.— Bien que ahora no corre prisa… Es menester que luego me saques de ahí al tordo y colgarle por aquí, de modo que no se caiga y se me lastime… (Vase RITA por la puerta del foro). ¡Qué noche tan mala me dio!… ¡Pues no se estuvo el animal toda la noche de Dios rezando el Gloria Patri y la oración del Santo Sudario!… Ello, por otra parte, edificaba, cierto. Pero cuando se trata de dormir…