El desorden en que se encontraba el reino no se prestaba a grandes celebraciones, de modo que Alyss dispuso que su coronación fuese breve y austera. La única concesión que hizo a la pompa fue retransmitir el acontecimiento en las vallas patrocinadas por el gobierno y los cristales anuncio de Marvilópolis. Quería que al pueblo le quedase claro que tenía una nueva Reina. En ninguna de las vallas o carteles volverían a aparecer ofertas de recompensas para marvilianos que traicionaran a los defensores de la Imaginación Blanca, ni publicidad de los numerosos productos e inventos de Roja.
La flamante Reina y su séquito —Dodge, Jacob, Somber, Molly, el general Doppelgänger, la torre y el caballero— se retiraron a la cúpula de observación del monte Solitario después de la coronación.
—¿Qué es eso? —preguntó Molly la del Sombrero con una mueca al ver un objeto grande y peludo que ocupaba cierto espacio cerca de un panel telescópico.
La morsa se bamboleaba por la sala con una bandeja, ofreciendo copas de vino a los presentes.
—Ah, sí, es la Peluca Bestia —dijo—, un juguete del Valet de Diamantes. ¿Nunca había visto usted una Peluca Bestia antes?
—Es muy fea. No me gusta —respondió Molly.
La morsa se mostró de acuerdo. En efecto, era muy fea.
Con el tiempo, un nuevo palacio de Corazones se edificaría en el lugar donde antes se alzaba el viejo, y en su jardín destacaría la tumba del juez Anders, así como monumentos dedicados a la reina Genevieve, el rey Nolan y los numerosos y valientes alysianos que perdieron la vida durante el tiránico reinado de Roja. Sin embargo, no convenía bajar la guardia durante la reconstrucción de Marvilia. Había que dar caza y destruir a los vitróculos y los naipes soldado si no se encontraba la manera de reprogramarlos. Aunque quizá los principios de la Imaginación Blanca volverían a prevalecer en el reino, seguiría habiendo problemas, como en la época de Genevieve. Los seguidores de la Imaginación Negra tendrían que estar controlados; los miembros de la población adictos al cristal artificial o a los estimulantes de la imaginación tendrían que ser rehabilitados; aquellos que se habían enriquecido mediante prácticas comerciales ilícitas tendrían que abrazar un código profesional más ético o de lo contrario cerrar sus negocios.
—Reina Alyss.
—¿Sí?
Era Somber Logan. Al parecer, le costaba encontrar las palabras.
—He dado… consagrado mi vida a vuestra protección y la de vuestra madre. He hecho todo cuanto estaba en mi mano, y si en alguna ocasión no fui capaz de cumplir con las responsabilidades de mi puesto…
—Has hecho más de lo que cualquier reina razonable podría pedir.
El hombre de la Bonetería hizo una reverencia en señal de agradecimiento.
—Y deseo continuar a vuestro servicio, pero quisiera haceros una petición poco ortodoxa. Me gustaría… pedir una licencia temporal.
«De modo que el hombre no está tan embebido en su trabajo, después de todo, y quizá tenga intereses y afectos fuera de él». Alyss lo recordó sentado junto al fuego la noche en que ella logró ejercer el control sobre su imaginación por primera vez; el aspecto tan normal que presentaba sin sus armas. «Sí, le hará bien vivir durante un tiempo como un marviliano normal, no como el legendario Somber Logan, sino como un hombre».
—Esperaba que restablecieras la Bonetería —dijo.
—Y lo haré, mi Reina, en cuanto me reincorpore al servicio activo. —Contempló la posibilidad de exponerle sus motivos (la pérdida de cierta mujer que no había tenido ocasión de llorar), pero le falló la voz. La pena le paralizó la lengua por unos instantes.
—¿Quién cuidará de mí mientras tanto? —preguntó Alyss. Somber dirigió la vista a Molly la del Sombrero.
—Ahí tenéis toda la protección que necesitáis.
Molly sonrió de oreja a oreja, gratamente sorprendida, y se levantó el sombrero.
—Somber, además de un miembro de la Bonetería, eres un hombre, y si necesitas un tiempo para encargarte de asuntos personales, lo tendrás. Licencia concedida.
—Gracias, reina Alyss.
Se excusó para retirarse, y Molly, casi botando de gusto, lo siguió a través de la sala. ¡La guardia personal más joven que había tenido una reina! La chica acribilló a Somber a preguntas mientras Alyss echaba un vistazo a Jacob Noncelo y el general Doppelgänger, que estaban enzarzados en un debate sobre si el zumo de bayas de escarujo era o no bueno para la salud. El caballero blanco apoyaba al preceptor, mientras que la torre se puso de parte del general, no porque a ninguno de los dos milicianos le importase el tema, sino porque disfrutaban viendo discutir a los dos renombrados marvilianos. Entonces los ojos de Alyss se posaron en Dodge, que estaba solo frente a un panel telescópico, contemplando las ruinas del palacio de Corazones. La Reina se le acercó.
—Lo reconstruiremos —le aseguró. Dodge asintió con la cabeza.
—No nos olvidaremos de nadie, Dodge. Ni del juez Anders, ni del naipe soldado más humilde; de nadie.
Él asintió de nuevo.
—Te debo un agradecimiento —dijo, dando unas palmaditas al AD52 que llevaba sujeto al muslo con correas.
—Me alegro de que tu orgullo no te haya impedido usarlo.
—Debería haberlo usado más.
Ella entendió a qué se refería. Había matado al Gato, pero, sobre todo, el Gato había escapado. Sólo el tiempo diría si el enfrentamiento de Dodge con la bestia había bastado para aflojar el nudo de Imaginación Negra que le rodeaba la garganta, sacarle las espinas de odio que le habían dado un motivo para vivir durante tanto tiempo. Alyss esperaba que él fuera capaz de superar la ira. Anhelaba que el muchacho que había conocido en otra época se encarnase en el cuerpo del hombre.
«Quizá lleguemos a conocernos otra vez, a resucitar el amor que había entre nosotros; un amor que, aunque éramos muy jóvenes, no tenía nada de infantil». El diente de galimatazo que él le había regalado… «Lo llevaré al cuello para demostrarle que no me he olvidado y que todavía siento algo por él. Será una especie de amuleto para ahuyentar sus impulsos más oscuros».
Apartó la vista de Dodge Anders y atisbo su imagen reflejada en un espejo. Se acordó del momento en que, cuando estaba en el laberinto, se encontró en aquella misma sala y vio, en lugar de su reflejo, el rostro de Roja, que le devolvía la mirada desde ese mismo espejo. Pero ahora, su propia imagen tembló y se desvaneció. En lugar de ella, aparecieron Genevieve y Nolan, abrazados, sonriendo orgullosos. Su presencia parecía indicar que el progreso del reino, la sublevación triunfante de los alysianos, los éxitos y fracasos que les deparaba el futuro…, todo se había originado en ella, en la fuerza y la sabiduría que latían en el interior de Alyss, la Reina más poderosa que Marvilia había conocido.
—Todo está en tu cabeza —dijo Genevieve.
—Lo sé —respondió Alyss, y a pesar de los sinsabores del pasado y de la incertidumbre del futuro, ella no habría renunciado a ese momento por nada—. ¿No es maravilloso?