Estaban perdidos, atrapados. Sin duda alguna los matarían: tenían vitróculos delante, vitróculos a la espalda.
«El Continuo está… ¡está desapareciendo!».
A medida que los espejos del reino saltaban en pedazos, las vías cristalinas que componían el Continuo empezaron a desvanecerse. Los vitróculos que perseguían a Alyss huían a su vez del vacío. Y el vacío ganaba terreno.
«Acabar engullido por la nada significa convertirse en nada».
Al menos no sufrirían; uno no sentía nada al convertirse en nada.
El vacío se echó encima de los vitróculos, devoró primero a la retaguardia y rápidamente avanzó por sus filas. Ya no quedaban vitróculos.
Y el vacío seguía acercándose a toda prisa.
—¿Alguien lleva un espejo de bolsillo? —preguntó Dodge.
Alyss y los demás lo miraron, desconcertados. «¿Un espejo de bolsillo? ¿Por qué pide un…?».
—¡Rápido!
Jacob se llevó la mano a los pliegues de su toga y sacó un espejo no más grande que un ala de lucirguero. Dodge lo cogió. Ningún marviliano había intentado jamás lo que él estaba a punto de hacer. Nunca había habido necesidad.
Sujetó el espejo en un ángulo determinado para que reflejara una pequeña parte del Continuo y la regenerase. Tan velozmente como el vacío se tragaba todo lo que tenían detrás, el modesto espejito creaba un tramo equivalente de Continuo delante de ellos. Pero ¿y ahora qué? ¿Estaban condenados a correr por el vacío, a salvo en aquella parte del Continuo (respecto al que Jacob, de haber estado en una situación más tranquila, habría señalado que en rigor ya no era un Continuo, pues no comunicaba con nada, y que sin el espejo de bolsillo ni siquiera continuaría existiendo)? ¿Estaban destinados a permanecer atrapados en aquel prisma móvil, moviéndose de un lado a otro a través de la nada hasta que muriesen de hambre o el cansancio ocasionase que a Dodge se le cayese el espejo de las manos?
«¿Qué es eso? ¿Será…? Lo es. Una salida».
Debía de quedar por lo menos un espejo intacto en el reino. Ante ellos, en el vacío, a escasa distancia, había una vía de cristal que no conducía a ningún sitio. En el punto en que antes se unía a la arteria principal del Continuo, ahora se acababa sin más.
—¡Dodge!
—¡Ya lo veo!
Cambiando sutilmente el ángulo del espejo de mano, Dodge logró desviar la trayectoria del grupo hacia aquella vía. La luz adicional y el baile más enérgico de colores traslúcidos eran como la propia danza de la vida. Dodge, Jacob, Alyss, el general Doppelgänger y Somber, al emerger del Continuo en el mismo orden en que habían entrado, se encontraron en un paisaje semejante a las entrañas abiertas de un volcán, con nubes de humo sulfuroso que se elevaban perezosamente hacia el cielo, y llamaradas que surgían del suelo rocoso entre torrentes de lava burbujeante: estaban en las llanuras Volcánicas.