El catoptransporte, también conocido como transporte por medio del cristal, era bastante común en Marvilia. Cada espejo era un portal que daba acceso al Continuo de Cristal, una red de caminos que permitía a cualquier marviliano entrar por un espejo y salir por otro. Había espejos enfocados que conducían a lugares específicos (como la esquina de vía Marvilia con la calle Tyman). Los espejos desenfocados permitían a los viajeros elegir su destino, siempre y cuando hubiera en el sitio adonde deseaban viajar otro espejo que los reflejase al exterior. Un pasaje de In Regnum Speramus dice: «Así como un cuerpo sumergido tiende a subir a la superficie, un cuerpo que penetra en un espejo desea ser reflejado hacia el exterior». Se necesitaba práctica para permanecer en el interior del Continuo y dominar los principios básicos de navegación. Un viajero inexperto podía entrar en un espejo de su propia casa, con la intención de visitar a un amigo que vivía en el otro extremo de la ciudad, y acabar reflejado al exterior por el espejo de su vecino.
—Eh… Usted perdone.
Entonces quizás el viajero entraría en el espejo de su vecino, sólo para salir por el del vecino de su vecino, y así sucesivamente, hasta llegar a casa del amigo que vivía en el otro extremo de la ciudad. Con algo de tiempo y experiencia, aprendería a realizar el desplazamiento en un número menor de pasos. Recorrer distancias largas en el Continuo resultaba complicado, prácticamente imposible excepto para los viajeros más experimentados. Por otro lado, los trayectos cortos no requerían una preparación extraordinaria.
No obstante, el espejo de los aposentos privados de la Reina no comunicaba con el resto del Continuo. Era un cristal enfocado, una salida de emergencia para la familia real y sus amigos más cercanos. Depositaba al usuario en lo más profundo de un bosque. El espejo de destino se encontraba bien oculto tras un arbusto de lo más discreto.
Una vez dentro del Continuo, Alyss volvió atrás la mirada y vio la imagen trémula de su madre, cada vez más pequeña entre las superficies relucientes y cristalinas junto a las que avanzaban Somber y ella. Genevieve estalló en mil fragmentos de forma irregular que salieron volando en todas direcciones —«¡mamá!»—, y luego la oscuridad lo invadió todo. Parecía que había llegado el final. Un vacío negro se expandía tras ellos, como cuando alguien destruía un espejo enfocado y el camino a un destino concreto se borraba por completo.
¿Adónde la llevaba Somber? ¿Adónde, adónde, adónde?
El vacío ganaba terreno, cada vez más cerca, y de repente… Alyss despertó, aún en brazos de Somber, con la mejilla golpeteando contra el hombro de él. El sueño de portal era un efecto secundario del catoptransporte entre los jóvenes y los inexpertos. Alyss y Somber ya no estaban en el Continuo; corrían por un bosque sumido en tinieblas. Alyss no veía absolutamente nada de lo que tenía delante o detrás, y ni siquiera habría caído en la cuenta de que se hallaban en un bosque si no hubiese oído el susurro de los árboles que los rodeaban. Comenzó a llover con rayos y truenos. Arreció el viento. ¿Cómo podía ver Somber por dónde iba?
Desde lo alto les llegó lo que sonaba como alaridos de almas en pena.
—Rastreadores —dijo Somber, más para sí que para Alyss.
Sí, rastreadores, que alertaban a quien los perseguía sobre su posición. Y es que no cabía la menor duda de que alguien los perseguía. Somber lo oía aproximarse a ellos a toda velocidad a través del sotobosque, desgajando ramas y esparciendo el agua de los charcos en su atropellada carrera.
Después de lo que a Alyss le pareció una eternidad, el bosque Susurrante dio paso a un extenso claro, y al final llegaron al borde de un precipicio. Ella tardó un segundo en percatarse de dónde estaba: en la pared de roca que se alzaba sobre el estanque de las Lágrimas que ella y Dodge habían contemplado hacía sólo un rato. Cómo le habría gustado que Dodge estuviese a su lado ahora. El agua estaba oscura y turbia. De pronto, lo comprendió todo.
—Nadie regresa jamás —murmuró, mirando el estanque con tristeza.
—Pero tú regresarás —aseguró Somber—. Tienes que regresar.
En ese momento, el Gato irrumpió en el claro y se lanzó sobre ellos, con los brazos extendidos. Somber saltó. El Gato enganchó con una zarpa la manga del vestido de cumpleaños de la Princesa y se la arrancó, pero fue todo cuanto consiguió. Alyss de Corazones, agarrada con fuerza a Somber Logan, se precipitó hacia la superficie del estanque.