7

L

a cosa-Fanny se quedó mirándole. Oyó unos ruidos metálicos de algo que se movía y descubrió al Mantis, que descollaba por encima de los altos arbustos y quedaba a la vista.

La cosa-Fanny no podía hablar. La rosa se agitaba cada vez que ella movía la cabeza e inclinaba sus brillantes ojos en callada interrogación.

La piel (su piel, pensó Killeen, pero apartó este pensamiento) aparecía arrugada y de un color más tostado. Los rasgos de su cara todavía conservaban parte de su sabiduría y de su ironía. Y los ojos, ágiles y chispeantes, se daban cuenta de todo con una evidente inteligencia.

Pero no podía hablar. La rosa la silenciaba.

Killeen advertía que Arthur luchaba con lo que recibía del Mantis. De alguna manera, el Mantis superaba la fría y reflexiva voz de Arthur, forzándola a transmitir directamente su mensaje. Arthur se entrelazaba con la invasión mental para reducirla a términos comprensibles para Killeen.

Debes comprenderlo, esta es una forma de arte que el Mantis está desarrollando con inesperados resultados. Dice el Mantis que hay mucha excitación en todos los ámbitos de la comunidad mec, a causa de esta combinación de la vida vegetal y de la carne.

Killeen no dijo nada. Unas oleadas de picores le atravesaron la piel como si hubiera tocado ortigas. Miraba hacia la cosa-Fanny, tratando de averiguar a qué distancia estaba.

El Mantis cree que con estas expresiones artísticas puede tender un puente entre las formas mecs y la vida puramente orgánica, que está en decadencia y de la que los humanos se saben los últimos representantes. Quiere incorporar a las suyas nuestras características y nuestros panoramas interiores. Esta creación, por ejemplo, contrasta el patetismo de la sencilla rosa y su efecto silenciador con el de una mente ruidosa; es un concepto poético que aquí se integra de forma específica. Y lo que es más, el impacto mental de la mujer-planta al parecer es satisfactorio, en algunos aspectos, para la sensibilidad de los mecs.

Killeen dio un paso en dirección a la cosa-Fanny; lleno de asombro y de curiosidad. Advirtió que las manos de ella no terminaban en dedos, sino en unos capullos de rosa que empezaban a abrirse.

Compréndelo, esta no es más que una de las posibles utilizaciones de las mentes y de las formas humanas. La galería que antes tuvimos la oportunidad de contemplar era otro ejemplo: allí hay unas complejas formas de arte obtenidas mezclando temas orgánicos e inorgánicos que reflejan los pensamientos íntimos de cualquier ser que las observe; es un arte interactivo que trasciende de las especies.

—Es decir, que aquello no era una factoría. Estábamos asaltando una galería de arte…

Killeen observó con atención al Mantis cuando este se detuvo, descollando sobre los arbustos. Tenía los conos enfocados para vigilarle.

La cosa-Fanny alargó lentamente una mano terminada en capullos de rosa hacia Killeen. Sus ojos relucían. La mano le llamaba.

El Mantis sabe que los humanos no comprenden qué intención tiene la civilización mec respecto de ellos. Los humanos resultan interesantes precisamente porque en ellos ha tomado cuerpo la más alta expresión del reino mortal. Saben que han de acabar algún día. Los mecs no se acabarán. Cuando los mecs son recolectados, como lo fue el Especialista, se conserva alguna parte de ellos. Luego, esto se incorpora en formas mec posteriores. Jamás ha existido un camino parecido para los humanos, dejando aparte las ilusiones de la religión. Es decir, hasta que las formas burdas y atontadas de los Aspectos y Rostros aparecieron. Pero nosotros, los Aspectos, somos unos reducidos y vacíos ecos de nuestras anteriores personalidades.

Killeen vio que la cosa-Fanny intentaba dar un paso hacia él. Se movía con rigidez, los músculos se abultaban y movían, pero apenas lograban hacerla avanzar. Parecía como si su sistema de huesos y músculos trabajara en sentido contrario, como si algunas partes del cuerpo se resistieran a la voluntad del resto.

La tragedia de la vida humana es esta muerte eterna a la que debe enfrentarse. Aquí, dice el Mantis, este problema queda resuelto. Al dar la muerte definitiva a un humano, se le concede la vida eterna. Es el acto moral más elevado. Cosechar es sembrar para conservar. Y este también es el papel del Mantis, que es un artista y conservador de las formas orgánicas en vías de extinción.

Sobre el terreno multicolor había gravilla arenosa, ramas grises en descomposición procedentes de los arbustos, y hasta algunas piedras alargadas y con manchas. Los detalles eran muy realistas. Killeen estudió con atención el terreno que le separaba de la cosa-Fanny. El Mantis estaba demasiado lejos para poder llegar con rapidez hasta ellos.

La limitación más grave de los seres orgánicos es su incapacidad para reprogramarse de acuerdo con sus deseos, aun sabiendo que su conducta podría ser más eficiente o productiva. Sin embargo, están sujetos a los burdos imperativos de impulsos químicos y a las instrucciones que tienen imbuidas. El Mantis comprende que fue la evolución la que seleccionó muchas de estas a causa de las presiones darvinianas, y valora el papel de lo orgánico en la expresión de las leyes subyacentes del universo. Pero todavía hay otro fallo en las formas orgánicas, y es que sus instrucciones de comportamiento están contenidas en el hardware, cuando sería más adecuado que estuvieran en el software. Es muy probable que los instintos daten sólo de unos pocos millares de años. El Mantis…

—Pero ¿qué es esto… para qué sirve?

La cosa-Fanny dio un tembloroso paso. Los músculos trabajaban por debajo de la piel multicolor. Los brazos se juntaban cómo si quisiera utilizar las manos encapulladas y no lo lograra.

Era asombroso ver cómo, al suprimirle la boca, una cara quedaba casi sin expresión.

Con todo, hay algunas porciones del universo de los sentidos humanos donde los mecs no pueden penetrar. Algunos mecs creen que esto está relacionado con la extraordinaria capacidad de resistencia de los humanos. Otros, como el Mantis, creen que esta aparente dificultad en realidad es un rico terreno para la experimentación y el arte. Por esta razón crean esculturas como la que viste antes y la que ahora está frente a nosotros.

—¡Esto no es una maldita escultura! ¡Esto es Fanny!

Una Fanny cuya piel se movía con febriles contracciones y temblores. Como si unas presiones profundas estuvieran luchando en su interior.

Alberga mucho de la Fanny original. ¿Acaso no reconoces sus características, los movimientos de su cuerpo?

—Aquello no… Ella… Ella era…

El Mantis quiere saber tu concepto de la Fanny original. Este es un punto crucial. Los artistas mecs, de los cuales el Mantis es la culminación, consideran que en estas construcciones falta algo.

—Fanny está muerta. Esto es una… una reproducción.

Pero esto se siente íntimamente Fanny. Cuando el Mantis atacó, tuvo mucho cuidado en captar cada una de las características de ella. Dedicó al completo su red de grabación y de percepción para extraer la verdadera naturaleza de Fanny. Por eso pudiste herir tan fácilmente al Mantis. Estaba absorto en su trabajo.

—Supuse que había matado a este maldito artefacto —masculló Killeen con amargura. Observó que la cosa-Fanny se esforzaba por dar otro dificultoso paso. No podía apartar sus ojos de aquel ser.

Resulta muy difícil destruir a una inteligencia de compendio, incluso si se emplean los métodos de destrucción minuciosa de todas las partes, que inventaste después. El verdadero asiento de la inteligencia está repartido de un modo sagrado entre los mecs que están alejados y fuera de tu alcance.

—¿Quieres decir como aquel peón que nos atacó a Toby y a mí…?

Sí, se trataba de una parte del Mantis. Quería extraeros por completo a ti y a Toby, pero no tuvo tiempo suficiente. Sin embargo, gracias a aquella conexión el Mantis supone que la comunicación contigo va a resultar más fácil que con los otros humanos. El Mantis se disculpa por cualquier dolor o molestia que te haya podido ocasionar. No le gusta. Incluso encuentra inmoral la creación de conflictos internos dentro de los seres.

—¿Qué significa esto?

Killeen confiaba en que podría mantener al Mantis ocupado en la tarea de hacer pasar sus mensajes por el estrecho cuello de embudo que representaban las capacidades de Arthur. Aquello quizá le distraería de los planes que proyectaba Killeen. Tal vez.

Los mecs no perciben el dolor como tal. Lo que más se acerca a ello es la percepción de una contradicción irreductible en sus estados internos. Y de esto es de lo que quiere librarte.

—Muy amable por su parte —dijo Killeen, y preguntó con sarcasmo—: ¿Es aquello de allí una «contradicción de sentimientos»?

Al parecer, lo que pretende es unirte a él de alguna manera, pero hay otros factores esenciales que se lo impiden.

Dio un breve paso en dirección a la criatura-Fanny. La rosa se agitaba en el aire. Los músculos saltaban en sus antebrazos. Entornó los ojos. ¿Con dolor?

El Mantis confía en que comprenderás que un programa como este, destinado a conservar un núcleo selecto de nosotros (a pesar de lo ingratos que podamos ser), se efectúa a causa de las más altas motivaciones. El arte es una actividad primaria en la sociedad mec, aunque está muy claro que es una forma muy diferente de los intentos artísticos de los humanos. Los mecs pueden construir superestructuras artísticas que ellos mismos hayan programado, por ejemplo. Pero es en el trabajo experimental, con elementos tales como los humanos y otras especies, donde pueden surgir los trabajos más libres y más importantes. Ellos…

—¿Te refieres a aquellas piernas y brazos que vi allá abajo? ¿Las hacen crecer en granjas?

Se acercó más a la cosa-Fanny.

Aquellos son útiles como biocomponentes, sí. Pero los más finos especímenes de partes corporales se guardan para los trabajos artísticos. Los que viste allí se programaron para un drama que el Mantis quiere representar. Puede tratarse de un montaje teatral de una batalla humana contra los primitivos mecs, tal vez.

Un zumbido distrajo a Killeen mientras daba otro paso hacia adelante. Entonces comprendió que procedía de las fosas respiratorias que aquella cosa tenía debajo de cada pecho. Eran unos lentos mmmmmmm entremezclados con uhhh-hummms. Al parecer quería decir algo.

Otro paso.

La voz del Aspecto prosiguió, fría y despreocupada.

El Mantis quiere que le ayudes en un campo que cae precisamente en la zona en la cual los mecs no han sido capaces de penetrar. Las interacciones humanas más intensas están, al parecer, fuera de su alcance. El Mantis trató de corregir esto mediante la grabación preferente de los humanos más viejos…

—¿Por eso eligió a Fanny?

Un medio paso le permitió poner el pie bajo una piedra triangular tan grande como su mano.

La criatura tarareó con más fuerza, con un ritmo lleno de ansiedad.

Los ojos le suplicaban.

Sí. Este asunto ha resultado ser un problema que le ha irritado desde el inicio de su carrera.

—¿Qué…? —Una súbita sospecha había nacido en Killeen.

El Mantis inició su programa artístico con lo que las Familias llaman la Calamidad. Compréndelo, las ciudades de los mecs habrían destruido las Ciudadelas de todas formas, como parte de sus procedimientos de exterminio de plagas. El Mantis supervisó las operaciones para poder cosechar el mayor número posible de humanos, permitiendo que algunos muriesen sin grabarlos. El Mantis prefería recolectar a los humanos más viejos, más maduros, tal como hizo, supongo que te acordarás de ello, cuando la reunión de los Rook y los Bishop. Pero algunos elementos no se acumulan mejor en los ancianos. Evidentemente, algunas categorías de la vida humana sobreviven únicamente como unos ecos apagados en la memoria. Y por eso el Mantis quiere que…

Vio una oportunidad y la aprovechó. Con un solo movimiento del pie lanzó la piedra al aire y la cogió al vuelo con la mano derecha.

Dos pasos hacia delante.

Los ojos de la cosa-Fanny se abrieron más, pero no hizo ningún movimiento.

Lanzó la piedra con la punta por delante con gran fuerza. Le rompió el cráneo con un ruido sordo.

Killeen se apartó del cuerpo que caía. Cuando se estrelló contra el colchón arenoso, el Mantis se lanzó hacia adelante, pero ya era demasiado tarde.

Entonces se detuvo. Killeen levantó la mirada para observar las lentes impasibles y las antenas, y pensó con intensidad: Esto quería morir. Necesitaba la muerte.

El Mantis no se movió.

Arthur no dijo nada.

Un movimiento. Killeen se volvió.

Toby salió corriendo desde detrás de los erizados arbustos.

—¡Papá!

—¡Corre! —fue cuanto se le ocurrió decir. Toby alargó una mano hacia su padre. Un pie se le quedó atrapado en una raíz. Cayó de bruces, con fuerza. Una fina retícula de grietas se extendió por la espalda de Toby. Killeen oyó los ruidos de unos débiles estallidos.

Las grietas se ensancharon hasta convertirse en unas líneas negras que recorrían en zigzag todo el muchacho.

Antes de que Killeen pudiera moverse, su hijo se rompió en mil pedazos, como si fuera de cristal.