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Sentado en su cocina en el barrio de Árbær, Konráð bebía vino tinto mientras pensaba en su visita a Magnús, en Borgarnes. Helena Eyjólfsdóttir cantaba «Borgin segur» y la melodía lo envolvía en un grato sosiego. Estaba cansado después de un largo día, tras conducir desde Borgarnes y haber hecho elucubraciones sobre el punto en el que estaba la investigación. Había hecho considerables progresos y estaba decidido a visitar al día siguiente al otro hermano, Hólmbert, el enfermo de alzhéimer, a pesar de que Magnús le advirtiera de que no le serviría de mucho. Estaba convencido de que uno de los últimos pasos que dio Thorson fue intentar ponerse en contacto con Hólmbert. Tras haber reconstruido los últimos días de la vida de Thorson, Konráð quería saber si llegó a conseguirlo.

Rósamunda sufrió una experiencia traumática, posiblemente en casa del diputado, y se negaba a ir allí mientras trabajaba en el taller de costura. El diputado estuvo de viaje en el norte durante la temporada en que Hrund desapareció. Ambas tenían una edad similar y a las dos su agresor les dijo que contaran que habían sufrido el misterioso ataque de unos elfos. ¿Cabía la posibilidad de que el diputado estuviera involucrado de algún modo en el caso? ¿Thorson había llegado a la misma conclusión? ¿Por qué, una generación después, continuaba escarbando en el caso? Según Petra, el anciano quedó sobrecogido al enterarse de que Rósamunda se negaba a ir al domicilio del diputado. Algo relacionado con los antecedentes del caso, con la investigación llevada en su momento, debía haberle causado aquella reacción. Probablemente él conocía el caso mejor que nadie y había conseguido atar algunos cabos que hasta ahora permanecían sueltos.

Konráð no sabía mucho acerca del diputado y consultó en Internet su carrera. Poco después de la proclamación de la República en Þingvellir en 1944, dejó la política y adquirió una empresa de importación que ya estaba en funcionamiento y era una de las más grandes del país. Se decía que supo aprovechar sus conexiones políticas durante los años del racionamiento, cuando las divisas escaseaban y las importaciones estaban sometidas a toda clase de limitaciones. Toda su vida fue una persona destacada entre los afiliados y afines de su partido hasta su fallecimiento, a una edad avanzada, a finales de los años setenta. La empresa pasó a manos de su hijo Hólmbert. Por lo visto, el diputado sentía más simpatía por él que por otros hijos suyos.

Habían encontrado su modo de hacer dinero en la vida y estaban contentos con ello, se decía Konráð mientras salía de la cocina para poner otro disco de Helena. De camino abrió una nueva botella de vino tinto y luego volvió a sentarse en la cocina, deleitando sus oídos con la dulce voz de la cantante. Miró por la ventana, orientada hacia el oeste, y contempló la puesta de sol sobre la ciudad mientras pensaba en cómo los conflictos internos relacionados con el dinero y las propiedades podían dividir a las familias y en lo lamentable que resultaba esa situación. Los hermanos Magnús y Hólmbert, únicos descendientes del diputado que quedaban con vida, llevaban décadas sin dirigirse la palabra debido a disputas sobre cuestiones económicas. Aun después de que Hólmbert cayera gravemente enfermo, Magnús no veía ninguna razón para encontrarse con él, escudándose en la excusa de que ya era demasiado tarde.

Konráð buscó también información sobre Hólmbert en Internet. Averiguó que había dirigido la empresa honorablemente junto a su padre, haciéndola crecer y ampliando su radio de acción de forma que ahora tenía acciones en empresas de productos pesqueros, compañías aéreas y una cadena de material de construcción. Hólmbert cursó Derecho en la Universidad de Islandia pero no llegó a terminar la carrera. A finales de la guerra viajó a Estados Unidos y allí obtuvo una serie de permisos y estableció relaciones comerciales que le fueron de gran utilidad a la hora de consolidar la empresa. Su mujer vivía todavía, formaba parte de la junta directiva de la empresa y era conocida por sus labores humanitarias en Cáritas y la Cruz Roja. Hólmbert también participó temporalmente en política, incluso llegó al Parlamento, como su padre, y fue ministro durante dos gobiernos antes de volcarse por completo en la dirección de la empresa. Era miembro de honor en distintas organizaciones empresariales y el presidente le había otorgado algunas medallas honoríficas.

A comienzos de la primera década del siglo, el hijo del matrimonio tomó el relevo en la empresa. Por aquel entonces, Hólmbert ya tenía cierta edad y Konráð supuso que, además, ya habrían hecho aparición lapsos de memoria y otros síntomas de su enfermedad. Entonces le vino a la mente lo que Magnús le contó en Borgarnes sobre el viaje de su padre en el norte en la misma época en que se decía que la joven Hrund se había quitado la vida y se planteó una nueva pregunta que debería haberle realizado a Magnús pero que se le pasó por alto. Miró el reloj. Quizá no fuera demasiado tarde para llamar.

Encontró el número en Internet, cogió su móvil y lo marcó. Volvió a consultar el reloj y pensó que probablemente Magnús estaría durmiendo y su pregunta bien podía esperar hasta el día siguiente. Estaba a punto de colgar cuando alguien respondió al otro lado de la línea.

—¿Sí? —oyó decir a Magnús.

—Perdona que te llame a estas horas —dijo Konráð—. Espero no haberte despertado.

—¿Quién es?

—Soy Konráð, hoy te he hecho una visita. ¿Estabas dormido? Puedo esperar hasta mañana.

—¿Qué… por qué llamas?

—Es por un detalle en el que he estado pensando desde que nos despedimos.

—¿Sí?

—Me has dicho que tu padre se encontraba de viaje en el norte del país cuando desapareció la chica.

—¿Sí?

—¿Habló en alguna ocasión de algo relacionado con el caso, algo que escuchara allí en la región que tuviera que ver con la joven?

—No, no… salvo eso de los elfos, quizá.

—¿Eso te lo contó él?

—Sí, él y mi hermano.

—¿Tu hermano?

—Sí, Hólmbert.

—¿Cómo conocía él el caso?

—Bueno, él estaba con mi padre cuando ocurrió. Ellos dos nos lo contaron. Luego, lógicamente, ya escuché más cosas cuando fui yo también a la región…

—¿Hólmbert también estaba en el norte cuando desapareció la chica?

—Sí, fueron juntos. Era el ojo derecho de mi padre y a veces se lo llevaba con él en viajes así. Tú me…

La comunicación se interrumpió y Konráð no escuchó lo que Magnús le decía.

—Perdona, no te he oído, mi móvil se está quedando sin batería, ¿podrías…?

—… y llamó aquí un hombre hace poco preguntando por lo mismo —explicaba Magnús—. Por Hólmbert y mi padre mientras estaban en el norte. Me has hablado de un hombre que tú pensabas que pudo visitarme. Creo que podría tratarse de ese hombre. El que llamó. Se me había olvidado.

—¿Quieres decir que Thorson, o sea, Stefán, te llamó por teléfono?

—Sí, el tal Stefán. Decía que estaba investigando algo en relación con aquella región del norte y unos sucesos extraños y entonces salió el nombre de esa chica en la conversación y le dije… me preguntaba sobre todo acerca de Hólmbert, por algún motivo que no llegué a entender.

—¿Y qué le dijiste?

—Lo mismo que a ti, que Hólmbert estuvo con mi padre en el norte. Quizá no fui del todo exacto cuando me hablaste de la tal Rósamunda. En casa conocíamos el caso porque un conocido y pariente lejano nuestro llamado Jónatan estaba involucrado en él de una manera que nunca nadie supo explicarme. No estaba bien hablar del tema, era un secreto de familia.

—¿Así que decidiste no darme esa información?

—No suelo hablar de esas cosas con desconocidos —dijo Magnús.

—¿Quién era Jónatan?

—Un estudiante universitario. Lo atropelló un coche y murió. Yo no lo conocía mucho, pero mi hermano Hólmbert y él eran amigos. Y ya no tengo nada más que contarte. Buenas noches.