Capítulo 28

Sólo trece periodistas y la gente de la televisión se atrevieron a quedarse por la noche en la zona acotada que la policía había reservado para los medios. Durante un tiempo estuvieron pasándose cerveza y cigarrillos, sabedores de que no habría acción hasta el día siguiente, si es que la había. La policía se había quedado en exclusiva con aquella mujer, y las malas lenguas decían que uno de ellos tenía buenas razones para hacerlo.

Poco después de la media noche un ruido los despertó. Alguien llegaba andando. Denis Renard estaba alerta. Trabajaba para una famosa revista francesa, y había decido que sería el primero en sacar una fotografía decente de Sara Farnese. En la oscuridad frunció el ceño a aquella figura aparecida de pronto, haciendo preguntas, pidiendo ayuda como si se la mereciera.

—¿Para quién trabajas? —le preguntó.

El tipo le iluminó la cara con una linterna. No era muy alto, pero tenía buena planta. Lo suficiente como para no andarse con tonterías con él.

—Para la revista Time.

Denis se tumbó boca abajo sobre la hierba seca y murmuró algo entre dientes. Los que mentían eran los más peligrosos. Time. Como si a esa publicación fuera a interesarle una historia como aquella. Aquel tío olía a oportunista que apestaba. Seguro que llevaba una de esas pequeñas cámaras digitales en el bolsillo a la espera de la primera oportunidad que se presentara. No podía perderlo de vista. Puso la alarma del reloj a las seis y veintidós. La hora del amanecer.

Cuando sonó, el tipo aquel había desaparecido y Denis lanzó un juramento. Él iba a ser el primero en capturar la imagen de esa mujer, y nadie se le iba a cruzar en el camino. Y menos un jeta de la revista Time.