Amaury esquivó otro de los golpes de Luther, y metió su puño contra su brazo, por un momento bloqueando a su oponente, lo cual le permitió sacar su daga de plata con la otra mano.
Él usó su pierna para patear las piernas de Luther por debajo de él y lo sintió tropezar. Sin dudarlo, Amaury lo aplastó contra la pared detrás de él y levantó el puñal para clavárselo.
Por haber casi matado a su compañera, Luther tenía que morir. Sólo entonces la bestia dentro de Amaury se apaciguaría.
¡No! ¡Detente, Amaury!
La voz de Nina invadió su mente, y dudó por un segundo.
Por favor, si me amas, no lo mates.
De reojo vio un movimiento y se volvió. Nina salió corriendo hacia él.
—No te muevas, o estás muerto —le advirtió a Luther y mantuvo presionado el puñal en la garganta. La plata quemaba en la piel de su oponente.
—¡Amaury! ¡No lo mates, por favor, no! —se oyó el llamado de Nina.
Su interior se retorcía. ¿Por qué iba a querer salvar a Luther cuando él había estado planeando matarla? No podía ser cara o cruz a la vez. Amaury la miró durante un largo tiempo, tratando de buscar sus ojos por una respuesta. ¿De qué lado estaba ella?
Detrás de ella, aparecieron Samson y Delilah, y un segundo más tarde algunos de los otros. La lucha parecía haber terminado, pero el fuego seguía ardiendo.
Amaury sintió a Luther rendirse bajo su agarre, claramente dándose cuenta de que había perdido. La mano de Amaury temblaba, ansiosa de terminar lo que había empezado.
—No —le advirtió Nina—. O no eres mejor que él.
—¿Por qué debería dejarlo vivo? —preguntó, evitando su mirada y en su lugar enfocándose en la garganta de Luther, donde la daga de plata quemaba su piel. Él sólo tenía que presionar un poco más para terminar con su vida, para hacerle pagar por el dolor que le había causado.
Recordó ver a Nina en el podio y el pánico que se había apoderado de él, cuando se había dado cuenta que las esposas eran de plata, hizo latir su corazón en un ataque violento. Podría haberla perdido para siempre.
—Tú no eres su juez. —Derivaba la voz calmada de Nina en sus oídos.
—No, pero seré su verdugo.
—Entonces yo seré su abogado defensor.
Amaury la miró fijamente, con la boca abierta—. ¿Qué quieres decir? Es culpable. Todos sabemos eso.
—Vamos, acaba de una vez —de repente interrumpió Luther.
—No —dijo Nina, dando un paso adelante—. Hay circunstancias atenuantes.
Incluso el rostro de Luther se contrajo en un gesto confuso.
—¿Circunstancias atenuantes? —repitió Amaury. Él se dio cuenta que Delilah alcanzó el brazo de Nina. Las dos mujeres intercambiaron una mirada.
—Él tiene que saber —dijo Nina en voz baja.
Una sensación de temor se apoderó de Amaury, cuando Nina lo miró a los ojos—. Si tú y Samson le hubieran dicho en aquel entonces, esto nunca habría sucedido.
—Mantente fuera de esto —le advirtió Amaury. Esto era entre hombres. Él y sus colegas se ocuparían de Luther, de la única manera posible. Secuestrar e intentar asesinar a las compañeras de un vampiro requería el único castigo posible: la muerte.
—Quinn, llévate a las mujeres de aquí —le ordenó. Cuando Quinn miró a Samson para su confirmación, su jefe asintió con la cabeza.
—¡No, yo no me voy! —Nina reforzó su protesta con las manos en sus caderas y ampliando su postura. Su pequeña luchadora, estaba lista para pelear con él. Sin embargo, Amaury no se lo permitiría, no esta vez.
—Te dije…
Nina lo interrumpió, ahora con una voz furiosa—. Escuché lo que dijiste. Y como Rhett le explicó a Scarlet: «Francamente querida, me importa un bledo. Voy a decir lo que tengo que decir, y nadie me detendrá». —Nina le dio una mirada desafiante.
Maldita sea, su mujer tenía bolas. Y las utilizaba para desafiarlo. Si él no estuviera tan ocupado con su cuchillo en la garganta de Luther, la agarraría y la doblaría por encima de sus rodillas, para darle, una bien merecida nalgueada.
Nadie más que Samson, realmente se había puesto firme ante él. Y eso que era un vampiro rudo de más de un metro noventa, no la delicada mujer humana cuyos puños temblaban en su cintura. No, él no había perdido eso. Nina estaba nerviosa, pero al mismo tiempo estaba dispuesta a seguir con todo eso. Tenía que admirarla, aunque no estuviera de acuerdo con ella en ese momento.
Amaury atrapó a Samson abriendo la boca para hablar, pero fue detenido por Delilah. Un movimiento suave de la cabeza y un toque de su mano en su brazo, lo detuvo.
—Luther —Nina se dirigió al vampiro en el extremo de la cuchilla de Amaury—, te desprecio por lo que trataste de hacerme a mí y a Delilah, pero puedo entender el dolor en ti. Pero tú debes saber, que ni Amaury ni Samson fueron la fuente de ese dolor. Fue Vivian, que no quiso convertirse, a pesar de que se le dio la elección.
Un rugido instantáneamente salió del pecho de Luther, mientras él trataba de agarrar a Nina—. ¡Estás mintiendo! —Luchó contra Amaury—. ¡Vas a pagar por esa mentira!
La patada de Luther cayó en la ingle de Amaury antes de que pudiera evitarlo. El dolor atravesó el cuerpo entero de Amaury, haciendo que su mano soltara el puñal de plata, antes de doblarse. Luther se escapó de su control y se abalanzó sobre Nina. Un grito asustado escapó de sus labios.
A pesar del dolor y las náuseas contra las que su cuerpo luchaba, Amaury saltó sobre Luther. Con horror vio a su enemigo agarrar a Nina por el hombro.
—¡No! —Un grito desgarró la noche, y Amaury se dio cuenta de que era el suyo.
Tenía que salvar a Nina.
Sus amigos fueron más rápidos. En cuestión de segundos, Zane y Samson habían alejado a Luther de ella y lo habían restringido.
Como un hombre salvaje, Luther echó una mirada a su alrededor, mirando a uno y luego a otro, después de regreso a Nina.
—¡Estás mintiendo! ¡Admítelo!… ¡Estás mintiendo! —exigió.
Nina sacudió sus rizos de miel, con la cara triste—. Me gustaría que fuera una mentira.
Amaury notó que una solitaria lágrima se desplazaba desde los ojos de Nina, corriendo por su mejilla. Luther también lo había visto.
—¡No! —Salió un grito violento del pecho de Luther, y resonó en la noche—. ¡No! ¡No!
Un momento después, Amaury lo vio sucumbir. Todo el cuerpo de Luther, se derrumbaba mientras caía de rodillas—. Oh Dios, no.
Samson se dirigió a sus hombres—. Quinn, tú e Yvette, lleven Delilah y a Nina de regreso a casa. Tenemos que hacernos cargo de las cosas aquí.
Quinn asintió con la cabeza.
Amaury se dio cuenta de que Nina enviaba una mirada de interrogación primero a Eddie, y luego, en dirección a Luther. Dio un paso. Con su voz baja, se dirigió a ella.
—Eddie estará seguro con nosotros. Te lo prometo.
—¿Y Luther? —preguntó.
—No vamos a matarlo. Sin embargo, será castigado.
Durante un largo momento ella lo miró y asintió. Hizo un gesto a Quinn e Yvette, y los dos se llevaron a las mujeres. Amaury siguió a Nina con la mirada. ¿Habría un futuro con ella?
Cuando se volvió, vio a Samson en cuclillas al lado de Luther, con una mano en su hombro.
—No podíamos decírtelo, lo siento. —Las palabras de Samson, fueron pronunciadas en voz baja.
—Yo la amaba. —La voz de Luther estaba cargada de lágrimas.
Amaury entendía su dolor demasiado bien. Se dio la vuelta. Samson tenía que hacer frente a Luther. No le quedaba nada de fuerzas. Le costaría lo suficiente para pasar las próximas horas y arreglar las cosas bien con Nina.
—¿Qué pasará ahora? —preguntó Ricky a su lado.
Amaury levantó la vista—. Luther tendrá que ir ante el consejo. Tendrá que enfrentar un juicio por haber creado nuevos vampiros. Y por los asesinatos de los seres humanos y los guardaespaldas que murieron.
—¿Crees que podemos mantener a Eddie y a Kent fuera del proceso? —preguntó Ricky.
—Van a tener que declarar, pero estarán libres de culpa. Estaban bajo la influencia de Luther al momento de cometer los asesinatos, lo que significa que los crímenes los hizo Luther.
—¿Qué pasará con él?
—No sé, pero sé que el consejo es justo. Ellos analizarán el motivo.
Amaury volvió a mirar a Samson, que había ayudado a Luther a levantarse.
—¿Estás listo? —preguntó Samson.
Luther miró primero a Amaury luego a Samson. Había algo que Amaury no podía reconocer, pero podía ver algo en la mente de Luther trabajando.
—Quiero decirle adiós a Vivian.
Con un guiño de Samson, Zane soltó el brazo de Luther y le permitió a su vez llegar hacia el mausoleo. Amaury vio que el odio brillaba en los ojos de Luther y se dio cuenta al instante que esa no sería una despedida de amor a su esposa muerta.
Sin saber por qué, pero actuando completamente por instinto, Amaury saltó sobre Luther. Pero ya era demasiado tarde. En el momento en que lo alcanzó y lo golpeó contra el suelo, la mano de Luther había sacado ya, un pequeño dispositivo electrónico de su bolsillo.
—¡El detonador! —gritó Samson detrás de él.
Amaury luchó con Luther, tratando de levantar el dispositivo de la mano de su oponente. Luther fue más rápido. Su pulgar oprimió el botón.
Una fracción de segundo después, el mausoleo fue sacudido por una implosión. Las paredes cedieron y se derrumbaron, antes de hundirse unas contra las otras. Una nube de polvo se levantó de entre los escombros.
El lugar donde Vivian descansaba, no estaba más.