Luther le ponía los pelos de punta. La frialdad en su mirada, hacía a Nina temblar en su interior. El gris de sus ojos parecía de hielo mientras la miraba a ella y a Delilah fijamente, sin ninguna expresión en ellos. ¿Todavía tenían emociones, o era su corazón un páramo helado?
Un escalofrío pasó por el calabozo con su presencia. Nina se estremeció y sintió a Delilah tomar su mano para tranquilizarla. Pero incluso sabiendo que tenía un aliado de su lado, no hizo disminuir lo espeluznante de su visita.
—Por fin ha llegado el momento. Nunca me hubiera imaginado que sería tan fácil al final. Y que Amaury te entregara a mí en bandeja, no tiene precio.
—Sabes que van a venir por nosotras —afirmó Delilah, su voz sonaba con una certeza infalible, firme y sin temblar.
Luther torció la boca en una sonrisa—. Estoy esperando por ellos. Me prometí que no se perderían sus muertes. Quiero que atestigüen el momento en que mueran… para que sientan dolor, agonía, desesperación. Para conocer el exacto momento en que su tristeza los agarre.
Detrás de él, Johan lanzó un gruñido de obvio acuerdo. Nina le lanzó una mirada oculta. ¿Había alguna manera de rodearlos y escapar? Después de haber visto cómo su propio hermano había salido con tanta rapidez, descartó la idea como imposible.
—¿Dónde está Eddie? —Nina tuvo una sensación de malestar en su estómago. No lo había visto desde su enfrentamiento, ese mismo día. Deseaba saber lo que estaba pasando por su cabeza. ¿Le había llegado a Eddie algunas de sus palabras al corazón y había cambiado su opinión sobre Luther?
—Haciendo los últimos preparativos.
Con la respuesta de Luther, una dolorosa punzada se esparció por su estómago. ¿Cómo podía su hermano ser cómplice de un asesinato a sangre fría?
—No permitirá que me maten. Soy su hermana. —Su protesta le dio a Luther una risa amarga.
—¿De verdad crees que sabe lo que está haciendo? Lo he elegido, porque es muy impresionable. Sigue ciegamente a la primera persona que le muestra una manera de salir de su miseria. Me he asegurado de que nunca pueda volver a lo que era. Me pertenece.
—Nadie es dueño de Eddie.
Eddie era demasiado terco para dejarse controlar por alguien. Después de haberse convertido en un vampiro, no podía haber cambiado esa terquedad. Nina había estado en el extremo receptor, unas cuantas horas antes.
—Ha cambiado. El poder que ahora siente correr por sus venas, es el poder que viene con ser un vampiro. Él no sabe todavía cómo controlarlo. Me tiene a mí como guía. Yo soy su padre, y él hará lo que yo quiera.
—¡No! —gritó Nina—. Yo no lo permitiré.
Luther dio un paso hacia ella—. Al ver que estarás atada en unos pocos minutos, no veo cómo podrás detenerme. Voy a alcanzar mi meta. Sus hombres perderán a sus compañeras, al igual que yo perdí la mía. Pagarán por lo que me hicieron. Y tu hermano me va a ayudar, porque lo controlo.
La dureza de su tono, se estrelló a través de sus huesos. Nina sabía que sólo había una manera de detenerlo. Diciéndole la verdad—. Tú no sabes lo que realmente le pasó a tu esposa.
Delilah le apretó la mano dolorosamente, tratando de detenerla. ¿Por qué estaba todo el mundo tan concentrado en ocultarle toda la verdad, cuando era lo que podía salvarlos?
Gruñó, y sus colmillos sobresalieron de su mandíbula apretada—. Sé cada minuto de su agonía final.
—Tú no sabes la verdad.
Sintió otro tirón de la mano de Delilah.
—La verdad es lo que yo digo que es.
Luther se dio la vuelta y se alejó hacia la puerta, Johan sobre sus talones. Antes de que pudiera decir nada más, Delilah le gritó—: Samson y Amaury, te matarán si nos haces daño.
Luther le lanzó una mirada de hielo de reojo—. Oh, estoy contando con eso. Vivian me está esperando.
Con un ruido sordo, la puerta se cerró detrás de ellos.
—Oh Dios, él está más loco de lo que yo pensaba. Está dispuesto a morir. —Por primera vez la voz de Delilah denotaba miedo.