Capítulo Treinta y uno

La camioneta se detuvo a media cuadra de la bodega. Oliver apagó el motor. Él vigilaría, mientras los vampiros entraban.

—Este es el lugar —dijo Samson.

—¿Estamos seguros? —preguntó Amaury, mirando por la ventana.

Gabriel asintió con la cabeza—. Se ve exactamente igual que en la memoria de Paul Holland. Esta es la base de Luther. Paul no podía mentir sobre ello, incluso si quisiera. Luther debió haber sido más cuidadoso con lo que le permitió ver. Ahora, iremos por él. —La cicatriz en su rostro palpitaba.

—Todos ustedes saben qué hacer. Pongámonos en posición. Gabriel es el que manda —ordenó Samson.

—Equipo de comunicación encendido. —Gabriel tocó el pequeño dispositivo que sobresalía de su oreja. Los demás hicieron lo mismo—. Probando.

Amaury escuchó el sonido de la voz de Gabriel en su auricular. Todo funcionaba bien.

Salieron con dificultad de la camioneta, Amaury estiró las piernas y miró a su alrededor. El barrio era industrial y estaba en el otro lado de las vías del tren, por no decir el lado equivocado de las vías. A pocas cuadras hacia abajo estaba la Bahía de San Francisco, y un par de cuadras hacia arriba el barrio de Potrero Hill. Las calles estaban desiertas. Era mejor así. Nadie llamaría a la policía, una vez que la pelea comenzara.

Amaury se puso tenso. Terminaría pronto, de eso dependerían muchas cosas para él. ¿Nina estaba realmente del otro lado, o era un peón como Paul Holland lo había sido? ¿Tal vez la habían atraído algunas promesas que Luther le había hecho y que nunca cumpliría? En poco tiempo sabría la verdad, y le daba miedo.

Todo su futuro dependía de la verdad. Nunca la dejaría. Ella era su compañera y él era el responsable de su vida ahora, así como ella de la suya.

—¿Listos? —Dijo la voz de Ricky desde atrás.

Distraídamente, asintió con la cabeza—. Tan listo como pueda llegar a estar.

El grupo se separó, cada par se dirigió a su lugar preestablecido, cubriendo los diferentes puntos de entrada del edificio. Ricky y Amaury caminaron, uno al lado del otro, deslizándose en silencio hacia la entrada lateral.

Cuanto más se acercaban a la puerta de entrada, más preocupado estaba Amaury. Se suponía que debía ayudar al grupo detectando las emociones de alguien en el interior, pero ahora ni siquiera podía sentir lo que Ricky estaba sintiendo. Y el hombre estaba caminando justo al costado de él.

Habían pasado más de dos horas desde que había tenido sexo con Nina, y su don «o como lo quieran llamar», todavía no había regresado. El sexo nunca había bloqueado su capacidad por tanto tiempo, antes. A lo mucho él debía estar sin percibir emociones durante media hora, pero nunca tanto tiempo como ahora. Si no lo hacía reaparecer en los próximos minutos, él y sus amigos estarían en grave desventaja.

—¿Todo el mundo en su lugar? —Resonó la voz de Gabriel, alto y claro en el oído de Amaury.

—Zane y yo estamos en la parte de atrás —fue la respuesta de Yvette.

—Thomas y yo, listos —dijo Samson.

—Amaury y yo estamos en posición. Listos cuando ustedes lo estén. —Ricky lo miró.

—¿Alguna actividad desde el interior, Amaury? —preguntó Gabriel por el auricular.

¿Qué haría en ese caso, mentir o decir la verdad?—. No hay nada desde el interior.

—¿Qué quieres decir? Detalles por favor.

—Quiero decir que no puedo sentir nada. —Amaury reconoció que se estaba poniendo irritable.

—¿No hay nadie en el interior? —preguntó Samson para aclarar.

Amaury resopló—. Ni una puta idea, ¿de acuerdo?

Ricky le dio una mirada sorprendida. Varias voces llegaron a través del auricular, al mismo tiempo, antes de que la voz de Samson estallara.

—Explícate, Amaury.

El auricular se quedó en silencio—. No he sido capaz de sentir las emociones de nadie desde que hice el vínculo de sangre con Nina. Incluso antes de eso, las cosas se estaban volviendo borrosas «casi como apagones». Creo que he perdido mi don. —Estaba seguro al momento de hablar. Todo había empezado poco a poco, la primera vez que conoció a Nina. Y aunque al principio su incapacidad para percibir las emociones se había limitado sólo a ella, se había extendido lentamente, cada vez un poco más.

Cada momento adicional que había pasado con Nina, había borrado más de su mal llamado don. La liberación temporal que sólo había sentido inmediatamente después del sexo, se había extendido más y más, mientras más contacto había tenido con Nina.

Ahora se daba cuenta que mediante el vínculo con ella, había golpeado el último clavo del ataúd con el que enterraría a su odiado don.

Todo había terminado. Su maldición no iba a volver. Su capacidad psíquica se había perdido.

Y todo lo que podía pensar era en cuán libre y feliz de pronto se sentía.

—Maldición, en el momento justo —murmuró Ricky.

—¡Basta! —Ordenó a Samson—. Vamos a tener que prescindir de él entonces. Nos las arreglaremos. Gabriel, a tus órdenes.

—Prueben sus puntos de acceso —instruyó Gabriel.

La puerta lateral estaba cerrada con llave. Ricky trabajó en la cerradura.

—¿Atrás?

—Abierto —confirmó Zane.

—¿Enfrente?

—Treinta segundos —Thomas hizo una pausa. Entonces— bueno, el frente está abierto.

—¿El lado?

—Ya casi —respondió Amaury, viendo a Ricky. Amaury reconoció el guiño de Ricky, y lo captó— Listo.

—Listos en el techo. Danos quince segundos. Catorce… —La voz de Gabriel se fue perdiendo.

Amaury contó en silencio. Los labios de Ricky se movían con: diez, nueve…, mientras que Amaury se apoderó de su semi-automática con ambas manos. Los segundos tensos pasaron.

Ahora, dijo su amigo y abrió la puerta en silencio. Amaury se movió hacia el interior y se apoyó contra la pared al lado de la puerta, sus ojos exploraron a través de la oscuridad en el interior. Ricky llegó junto a él, un segundo después.

Había un olor a humedad en el almacén, el cual estaba lleno de cajas. Amaury no podía escuchar las pisadas de sus amigos. Bien. Si él no podía oírlos, no podrían hacerlo ni Luther, ni sus hombres. Hizo un gesto a Ricky para que se quedara por un lado, mientras él cruzaba el camino entre las cajas, moviéndose hacia el otro lado.

A pesar de la oscuridad, veía claramente por dónde estaba caminando. Al final del pasillo de la mercancía, se detuvo y miró a su alrededor. Nada. Él le hizo un movimiento con la mano a Ricky, y luego se movió a la vuelta de la esquina.

Pasillo tras pasillo, se abría paso hacia el centro del edificio, con Ricky haciendo lo mismo por el otro lado, hasta que las filas de cajas terminaron, llegando a un espacio vacío en el centro. Un movimiento a su izquierda, lo hizo girar sobre sus talones con su dedo índice en el gatillo de la semi-automática.

—Se han ido. —Samson dio un paso delante de él—. El lugar está vacío.

Sus otros colegas llegaban a la vista, con sus rostros frustrados y decepcionados.

—Nada —confirmó Gabriel.

—Tal vez los recuerdos de Paul no eran tan buenos —insinuó Zane.

Gabriel lo inmovilizó con una furiosa mirada—. Este es el lugar. Ellos estaban aquí.

—Y ahora se han ido. —La voz de Quinn los interrumpió—. Tienen que haber sabido que íbamos a venir.

De repente, varios conjuntos de ojos se posaron en Amaury. Si estaban pensando en lo que sospechaba, iba a haber una pelea. Nina no lo hizo. Dio un paso hacia Quinn—. ¿Qué estás sugiriendo?

Su colega se mantuvo firme—. Sabes muy bien lo que estoy sugiriendo.

—Déjala fuera de esto —dijo Amaury entre dientes y miró a su alrededor—. Eso va para todos ustedes. Ella no lo hizo. Ella no me traicionaría. —Dios lo ayude a él, si lo había hecho.

Tanto Quinn como Zane se acercaron a él, encontrándose con su mirada. No estaban retrocediendo. Amaury amplió su postura, preparándose para una pelea. Defendería a Nina, a pesar de no saber si lo había hecho o no.

—Siempre puede haber otra razón, saben —Yvette dijo en palabras casuales, mientras todo el mundo se daba vuelta hacia ella. Estaba parada ahí, vestida de cuero, apoyada sobre un cajón, pretendiendo revisar los daños de sus uñas. Pasaron varios segundos.

—¿Y vas a compartir esa razón en algún momento con nosotros? —Preguntó Amaury finalmente.

Ella dejó de admirar sus uñas y miró hacia arriba—. Ah, ya veo, tengo la atención de todos.

—Yvette. —La voz de Gabriel sonó como una advertencia.

—¿Alguna vez se preguntaron, por qué se les hizo tan fácil capturar a Paul Holland?

—Continúa —dijo Samson, claramente intrigado.

—Creo que Luther quería que lo atrapáramos para así poder llevarnos a una trampa. Él usó a Paul para darnos información que él quería que tuviéramos, y se aseguró de que Paul sólo viera lo que él quería que viera. Creo que todo fue una trampa.

Gabriel se burló—. Yo no veo a nadie que esté tratando de matarnos aquí, ¿verdad?

—Tal vez ustedes no son los que él quería. Paul afirmó que el plan de Luther era destruir Scanguards, ¿pero qué tal si ese no era su verdadero objetivo? ¿Qué pasaría si no era más que una distracción? Tal vez él nos quería fuera del camino.

—¿Para qué? —preguntó Samson.

—Si él los odia a los dos, tanto como tú dices, obtener venganza destruyendo tu empresa, francamente, no suena como si fuera algo lo suficientemente personal. Podría pensar en algo mucho más personal que la compañía, algo mucho más valioso, o mejor dicho… ¿alguien?

Amaury de repente sintió una punzada en la sien, el tipo de punzada que sentía, cuando las emociones lo invadían, solo que ahora era diferente. Sólo había un pensamiento, proveniente de una sola persona. Nina. Podía sentirla. Pero antes de que pudiera poner el pensamiento de su cabeza en palabras se oyó el grito de Samson.

—¡No! ¡Delilah! —Samson puso su mano en la sien. Él lanzó una mirada de pánico al grupo—. Luther tiene a Delilah.