Nina se sentía diferente. El sexo nunca la había afectado como ahora. Si ella no supiera que Amaury era un vampiro, habría pensado que era un mago. Extrañas sensaciones revoloteaban en su cabeza, haciéndola sentir mareada. Sensaciones de posesión, afecto, y satisfacción, invadían su pensamiento. ¿Eran estos sus pensamientos? ¿Por qué estaba pensando de pronto en esos términos?
Después de todo, esto era sólo sexo. Sabía de los hombres lo suficientemente bien, como para darse cuenta de que incluso si encontraban una pareja que pudiera satisfacer sus necesidades sexuales, no significaba que no se desviarían y tratarían de encontrar variedad con otra persona. Ella no era ingenua.
Nina trató de quitarse de encima esas extrañas emociones. Tal vez su nivel de azúcar en la sangre era bajo y tenía que comer. Eso explicaría por qué se sentía tan mareada. Por supuesto, un alucinante orgasmo como el que había tenido, gracias a la habilidad tremenda de un súper sexy vampiro, también podía causar mareo, se dijo.
Ella levantó la cabeza del pecho de Amaury para poder mirarlo. La había tirado encima de él, tendiéndola sobre su cuerpo, momentos después de que su clímax lo había sacudido violentamente. Nunca había visto a un hombre perder el control, como lo había hecho. Como si hubiera derribado todas las paredes, toda la protección, toda pretensión.
—Me mataste —dijo sin abrir los ojos, su boca producía una sonrisa.
—Eso fue muy bueno. —Nina restó importancia a su vida sexual. No caería en la trampa de convertirse en una novia pegajosa ahora. De seguro lo haría correr más rápido, que si ella lo persiguiera con una estaca. Claro, le había dicho cosas maravillosas… que quería ser suya… pero eso era por el calor de la pasión. Nunca podía poner mucha atención a lo que un hombre decía en la cama.
Los ojos de Amaury se abrieron de golpe, y él la inmovilizó con una mirada intensa—. ¿Bastante bueno? —Los músculos de su pecho se agolparon bajo ella—. ¿Eso es todo lo que tienes que decir?
Oh, ahora estaba en problemas. El hombre quería escuchar algo más que un «muy bueno» por sus esfuerzos. Nunca pensó que se convertiría en tal gavilán por no recibir elogios acertados.
—Bueno, fue muy bueno.
Levantó su cabeza en alto—. ¿Muy bueno?
Evidentemente, «muy bueno» no era suficiente tampoco.
—¿Qué te parece «espectacular», «fuera de este mundo», «alucinante»? —él le expresó.
El corazón de Nina le dio un vuelco. ¿Él había sentido lo mismo?
—Dios mujer, ¿estás tratando de hacerme sentir un complejo de inferioridad?
Su exasperado resoplo la hizo reír. Hacerlo enojar resultaba ser muy divertido—. ¿Complejo de inferioridad? ¿Tú? No creo que podría tener éxito, aún si lo intentara. Estás simplemente demasiado lleno de ti mismo.
Un segundo más tarde se encontró debajo de él, atrapada entre él y el colchón, una posición que cada vez, disfrutaba más—. Lleno de mí, ¿eh? —Amaury puso su pene ya hinchado contra ella—. ¿Tendré que mostrarte de nuevo, lo que se siente estar llena de mí?
No había la menor duda en su mente, de lo que quería decir.
—¿Estás seguro que necesito otra demostración?
Su aliento se rozó por su mejilla—. Chérie, te voy a dar todas las demostraciones que necesites, hasta que estés lista para admitir, que satisfago todas tus necesidades. —Sus caderas se movían, poniendo su enorme pene en su sexo. Nina se movió contra él, por lo que su erección se deslizó sobre su clítoris aún sensible. Un suspiro cortado se le escapó.
—Dime —vaciló— cuando mi pene te toca así, ¿quieres que vaya lento, o prefieres que lo haga fuerte y rápido?
El sudor caía como perlas, por su frente. Se hacía difícil respirar, con la viva imagen que él proyectaba—. ¿Tengo que tomar una decisión en este momento?
Sus caderas se movían en movimiento circular, dibujando su erección por encima de su centro de placer, una vez más—. No. Puedes dejar que me haga cargo de ti, como yo lo crea conveniente.
—¿Eres siempre tan posesivo?
—Posesivo… ¿moi? —Sonrió descaradamente—. Definitivamente es una novedad para mí.
Amaury puso sus caderas hacia atrás y lentamente se deslizó por su húmedo canal. Nina involuntariamente se arqueó contra él, dándole la bienvenida a su fuerte pene que la llenó.
—¿Siempre tienes que estar arriba?
—No siempre, pero ahora quiero ver tu cara cuando te haga terminar. No hay nada más atractivo que ver cómo tus ojos se tornan soñadores. —Remarcó su palabra con un empuje de su pene—. Y tus labios abiertos. —Otro empuje—. Tus mejillas ruborizarse. —Él se fue más profundo.
—Creo que entiendo tu punto —gruñó ella. Él tenía una forma de respaldar sus explicaciones con ejemplos.
—Por supuesto, también hay mucho que decir para otras posiciones —él se movió y sacó su erección, dejándola en pleno deseo.
—¿Por ejemplo?
Tiró de ella y con maestría la volcó sobre su estómago—. Tal como la vista de tu sexy derrière cuando te coja por detrás.
Palmeó su redondo trasero, enviando un escalofrío que recorrió todo su cuerpo.
—Creo que todavía me debes una nalgueada —anunció Amaury.
—¿Por qué? —Ella sonaba demasiado ansiosa en sus propios oídos. ¿Se daría cuenta él de eso?
—Me sacaste el dedo la noche anterior. Esa falta de respeto no se puede tolerar.
—Entiendo. —Nina levantó su trasero un poco hacia él, anticipándose—. Fui mala.
—Realmente mala —confirmó Amaury—. Pero no soy cruel.
Una ola de decepción la invadió. ¿No la iba a castigar? Ahora que ya había conseguido entusiasmarla con eso—. ¿No?
—No. Así que por cada golpe que soportes sin protestar, serás recompensada.
—¿Cómo? —Se hizo eco de su voz en la pequeña habitación. El golpeteo de su corazón llegó a sus oídos, casi ensordeciéndola.
—Eso me corresponde a mí decidir. —Acariciaba sus manos sugestivamente en el trasero, antes de que se deslizara a lo largo de su canal y luego recorriendo sus pliegues femeninos. Un dedo se sumergió en su calor, estrangulando un gemido de su garganta. Nina apretó los músculos para mantenerlo, pero tan pronto como él la había invadido, se le escapó.
***
Amaury miró el cuerpo desnudo de Nina, las olas de su atractivo y sexy derrière, arqueadas hacia él. Verdaderamente había encontrado oro. Su compañera de vínculo de sangre no sólo era hermosa y fuerte, sino que también le gustaban las mismas diversiones en la cama, que le gustaban a él.
Su pecho se hinchó de orgullo cuando él la miró y contempló su destino. Ella lo había aceptado, tomado de su sangre y se había unido a él. El saber que ella sería suya para siempre, no se podía comparar a ninguna otra cosa que jamás hubiese experimentado.
Empezaría la relación en forma correcta, haciendo valer su derecho sobre ella y mostrándole lo que podía esperar en los siglos venideros: alucinante sexo, total devoción y su protección hasta la muerte. Había que empezar con una explosión, o más bien, una nalgueada.
Amaury la estiró para que quedase sobre sus manos y rodillas. Un momento después, su mano plana conectó con su carne, haciéndola sacudir el trasero. Sólo un gemido suprimido salió de sus labios.
—Buena chica —elogió él, centrándola en sí mismo detrás de ella, empujando su pene en la entrada de su caliente canal. Sus pliegues rosa brillaban como pétalos de flores, después de una lluvia de primavera, y su crema recubría la cabeza de su pene, mientras se deslizaba unos centímetros de profundidad y luego se detuvo. Nina intentó dar un giro hacia él para tener más, pero él la mantenía en su lugar.
—No, Nina. Sólo obtendrás todo lo que te mereces. —Apretó los dientes, tratando de luchar contra la estrechez con la que ella le apretaba la punta de su pene. Su única esperanza era que iba a durar el tiempo suficiente para hacer que ella terminara. Tenía serias dudas por la forma en que se sentía en ese momento. Se sentía como un joven inexperto, que eyaculaba en el momento en que sentía un toque femenino.
—Más —exigió Nina con una profunda voz. Dios, cómo lo encendía con sólo un sonido. Como la llamada de una sirena.
Amaury le respondió con una nalgueada rápida en su otro lado. Un poco más fuerte esta vez, dejando una débil marca impresa de la palma de su mano. Sentía que el movimiento se extendía hasta su pene, ya que sus músculos se apretaban en torno a él. Envió un delicioso escalofrío a sus bolas, que al instante apretó. Con el mismo movimiento, ella se movió hacia atrás metiéndosela más profundamente.
Amaury nalgueó su trasero de inmediato, para ponerla en conocimiento de su desaprobación—. Basta, Nina. —Y por si acaso le dio una nalgueada una vez más, por la izquierda, luego a la derecha. Ella gemía sobre el colchón.
Su mano tomó su cabello y estiró su cabeza hacia arriba—. Déjame escucharte. No tengas vergüenza en admitir que te gusta fuerte. —De hecho, a él le gustaba, el saber que Nina quería lo que tenía para ofrecer.
Su pene estaba a medio camino dentro de ella, y él no tenía la fuerza de voluntad para sacarlo. Las vibraciones que cada nalgueada le enviaban a su pene y a sus bolas, era demasiado para resistirlo. Con cada movimiento su centro lo apretaba más fuerte y lo atraía más y más profundo.
—¡Maldita sea, Amaury, hazlo de nuevo! —Su zorra estaba salvaje para él, como a él le gustaba. Ahora estaba lista.
—Esa es mi chica. —Con la siguiente nalgueada ardiente a su delicioso derrière, condujo su pene hasta su base, sus bolas golpeando contra su pubis. Se dio cuenta de que terminaría demasiado pronto. Serpenteando su brazo por delante de ella, dejó caer su mano en la unión de sus muslos y encontró su núcleo sensible de placer.
Amaury se humedeció los dedos con su crema y estiró hacia arriba su hinchado botón, tirando de él con suavidad. En respuesta, sus músculos se apretaron alrededor de su pene. Maldición, estaba apretado.
—Demonios Nina, me estás matando.
Dejó escapar el murmullo de una risa y recibió su siguiente empuje con mayor ferocidad. Él le pagó pellizcando su clítoris en la misma instancia, arrancando un grito incontrolado de su garganta. La pequeña seductora estaba tratando de robar su control, pero ella no lo conocía lo suficientemente bien aún, como para darse cuenta de que no se permitiría terminar, antes de que él la hiciera llegar al éxtasis.
—Ven a mí bebé… deseas esto —Nina le tentó.
—¡Tú primero!
Amaury bajó la cabeza hacia su cuello y hundió sus labios en su piel, besándola, a medida que él continuaba la tortura en su hinchado clítoris con sus dedos. Sus dientes rasparon contra su cuello, provocando un escalofrío en ella.
—No es justo —se quejó y gimió.
—Todo se vale en la guerra y el amor.
¿En el amor?
No tenía tiempo para pensar. Un momento después, un visible estremecimiento la atravesó, y entonces él lo sintió, las ondas viajaban a través de ella, golpeando su cuerpo. Con un gemido triunfal, se introdujo en ella de nuevo y cayó en el clímax, buscando eyacular en su tembloroso cuerpo, robándole todos sus sentidos.