Capítulo Dieciocho

Amaury miró la cara de inquietud de Nina. Ella sabía lo que venía, era toda una mujer. Él no la defraudaría.

—Todas las promesas necesitan una muestra. Esta es la mía. —Llevó su mano hacia su impaciente pene, presionando su palma abierta, sobre su carne dura. Incluso a través de la tela de sus pantalones, sintió su calidez y suavidad. Su toque hizo a su corazón acelerarse nuevamente.

La mujer lo estaba volviendo loco, y si los vampiros podían tener ataques al corazón, seguramente le causaría uno. Al verla atrapada por Luther… él tenía que sacar esa imagen de su mente.

—¿Es eso en lo único que puedes pensar? —Su voz era más dulce y suave ahora.

Se permitió inhalar su aroma femenino. ¿Estaba usando jabón de vainilla o se trataba del propio olor único que producía su cuerpo? Sólo una bocanada, catapultó sus sentidos a toda marcha.

—Al parecer, cuando estoy contigo, eso es lo que hay en mi mente. —Y no era una mentira.

—¿No puedes esperar hasta que estemos de regreso en tu casa?

—Evidentemente, no. —Su pene se tensó contra su mano, mientras lo torturaba apretándolo. Zorra. Descarada. Seductora.

Cuando la había arrastrado a este cuarto, había planeado tener sexo por estar enfado con ella, pero ahora, no sentía su enojo contra ella. Bueno, siempre podía tener sexo enfadado con ella en otro momento, dado que seguramente lo haría enojarse por algo más, muy pronto. Su obediencia nunca duraba mucho tiempo.

Sin embargo, mientras Nina ronroneaba como un dulce gatito, lo cual seguramente no era, iba a aprovechar tomarla sin el miedo de que sus garras lo dañaran. No es que su placer no aumentaría por unos pocos rasguños. O unas cuantas mordidas.

—¿Prefieres la mesa o el sofá? —Debería por lo menos darle la opción, antes de finalmente tomarla. Después de todo, él era de la vieja escuela y francés.

Echó un vistazo a la mesa, al sofá, y luego a él. Había un malvado brillo en sus ojos, enviando una onda de choque a través de su espalda. Dios, ella estaba en realidad contemplando la mesa, ¿no?

—¿Qué se sentirá mejor?

No pudo reprimir una sonrisa—. Chérie, no importa cómo o dónde te tome, será lo mejor que hayas tenido. —Estaba absolutamente seguro de eso.

—¡Amaury, estás tan lleno de mierda!

Ahora tenía que demostrar algo. No era alguien que diera marcha atrás, ante algún desafío—. ¿Por qué no arreglamos esta pequeña discusión cuando tengas todos los hechos? —Oh, sí: él le demostraría esos hechos centímetro a centímetro, caricia a caricia.

Amaury la levantó del suelo y la llevó hasta el sofá, tomando un mantel limpio de uno de los estantes. Antes de soltarla, extendió el paño blanco sobre el sofá. Vio su cara de sorpresa. ¿Había pensado que iba a cogerla en el sofá sucio, sometiéndola a Dios sabe qué gérmenes?

—Nina, tienes mucho que aprender acerca de mí.

—Entonces vamos a empezar con la lección ahora mismo. —Lo atrajo hacia ella, con los brazos rodeando su nuca. Ahora hablaba su idioma.

—¿Qué te gustaría aprender? —Le rozó los labios contra su mejilla, luego mordisqueó el camino a lo largo de su mandíbula. Nina era más suave que una mujer vampiro, su fragancia tentadora, atrayéndolo. El aroma de la sangre desviaba su conciencia y lo drogaba. Recordó el sabor de la misma, desde el momento en que había lamido sus heridas. Cómo quería experimentar el mismo momento nuevamente, una y otra vez hasta sentirse borracho de su sangre.

—Todo —le dijo.

Amaury la miró a los ojos, y su iris marrón intenso, brillaba como el fuego. Nadie lo había mirado nunca de esa manera, cautivándolo tan fácilmente, robando su cordura. Como se dio cuenta que su mirada cayó hacia su boca, no pudo evitar lamerse los labios. Estaba babeando por probarla.

Deliberada y lentamente, movió la cabeza más cerca de ella, hasta que sus labios casi se tocaron. Su aliento se mezcló con el suyo, y aspiró su aroma. Empujando sus labios sobre los de ella, se tocaron y sintió su suspiro. Cómo un toque tan suave podía crear tanto calor en su cuerpo. Ninguna mujer había tenido ese efecto en él, como si estuviera quemándolo sólo con tocar su piel.

¿Qué pasaría cuando finalmente la tomara, se enterrara en ella? ¿El calor lo destruiría? ¿Herviría su sangre?

Sus labios se separaron por debajo de él, pidiendo, no, rogando por su invasión. No había necesidad de conquistar lo que era dado libremente. No haría la victoria menos dulce, por el contrario, cuando permitió que su lengua explorara su boca enredándola con la suya, sintió que se multiplicaba por diez. Un beso dado tan abiertamente, era un regalo al cual apreciar. Un regalo que él casi nunca tenía.

Amaury pasó la lengua por sus dientes, trazando el interior de sus mejillas y se batió en duelo con la de ella. Con movimientos largos y profundos, tentó esos sonidos entrañables de placer en ella. Los recibía gustoso, supo que cada uno era la respuesta directa a su toque, un estímulo para continuar, una confirmación de lo que quería.

Él no le dio respiro, inclinó la cabeza para una penetración más profunda, no podía conseguir satisfacerse de su sabor. Rara vez había encontrado el besar solamente, tan gratificante. Pero la descarada tenía una forma de responderle el beso, que lo dejaba volando en el espacio. Los besos siempre habían sido sólo un avance hacia el sexo, pero con ella podía fácilmente convertirse en el evento principal.

Nina apretó su cuerpo contra el suyo, sus manos se sujetaban como abrazaderas en su nuca, obligándolo a acercarse más. ¿Tenía miedo de que se detuviera, cuando le sería imposible dejar de lado su lengua de seda y sus suaves labios? Gatita tonta. Como si Cyrano pudiera dejar a Roxanne. Cuando sus labios estaban juntos en forma tan perfecta, sus lenguas bailando en perfecta armonía, y sus respiraciones mezcladas para convertirse en el más embriagador perfume francés, se complementaban entre sí, no había cómo dejarla ir.

Amaury se dejó caer de espaldas sobre el sofá y la llevó con él, poniéndola encima. Sus manos fueron a su espalda, luego se deslizaron más abajo, para descansarlas sobre las olas de su atractivo derrière. Apretando su firme trasero en sus manos, hizo producir un fuerte gemido en ella. Cómo le gustaba una mujer que respondía con tanta libertad.

Sus manos vagaron, y se encontró con el cierre de su corta falda y la bajó. Deslizándose debajo de la tela, empujó la falda por sus caderas y hacia debajo de sus piernas, dejando al descubierto el trasero para sus manos. La pequeña tanga, apenas proporcionaba una barrera a su contacto, pero sin embargo, tenía que salir. Era la piel la que quería. Piel desnuda, suave. Su calidez y delicada suavidad, saludaban a sus necesitadas palmas, acogiendo los dedos que investigaban.

Su atención lo desvió de la tarea, cuando sintió sus manos desabrochando su camisa, sus movimientos apresurados, impacientes.

Nina se sentó, montándolo—. Quítatela. —Su voz era fuerte, sus ojos se veían vidriosos, sus pupilas dilatadas entre sus párpados entreabiertos. Él se liberó de su camisa, con un rápido movimiento.

—Tú también. —Empleando la velocidad de vampiro, él tiro la blusa de ella, para que se uniera a la suya un segundo después en el suelo. Sus pechos brillaban como faros en la penumbra de la habitación. Sin duda, la probada estaba a la orden. Habían pasado demasiadas horas desde que había lamido sus sensibles pezones.

Amaba enterrar la cabeza en medio de sus senos, siendo protegido por la suavidad de ellos, tomando el olor de su piel. ¿Qué hombre, vampiro o no, podría resistirse a su redondez tan perfecta?

Sus labios encontraron su pezón, succionándolo ávidamente, primero uno y luego el otro. Ninguno sería descuidado. Se sentía como un niño con hambre, que no podía obtener lo suficiente de la generosa comida que le ofrecían. Tales pechos necesitaban más que una lamida superficial y pocas vueltas de su lengua.

Con los dedos, tiró de los pequeños capullos, haciéndola gritar. Ella echó la cabeza hacia atrás y arqueó la espalda, ofreciéndole sus pechos para que continuara su sensual asalto. Él sintió su peso en ambas manos, y nuevamente cayó sobre uno de sus pezones, la lengua seguía adelante, su propio gemido profundo, proporcionó el grito de batalla.

El contacto con su capullo duro y erecto, envió más sangre a su pene ya duro como una roca. El calor quemaba a través de él. Luego cerró los labios a su alrededor y lo chupó. Su erección sumó otros centímetros y dio gracias por no llevar ropa interior para limitar su expansión.

De repente sintió su mirada en él y miró hacia arriba.

—Estás aún con demasiada ropa.

Amaury la desmintió diez segundos más tarde, después de haberse librado de sus pantalones, situado debajo de ella, ahora desnudo. Su pene se erguía imponente donde ella lo montaba, lo suficientemente cerca como para sentir el cosquilleo de su nido de rizos rubios. Salvaje y natural.

Captó su mirada, mientras ella examinaba su erección. ¿Fascinada o asustada? Él no estaba seguro. ¿Era demasiado grande para ella?

Un dedo tentativo rozó la cabeza de su pene, donde ya había humedad. El besarla había hecho eso, como si fuera un adolescente sin experiencia.

—Eres grande.

Chérie, vamos a hacerlo a tu ritmo. Me llevas dentro cuando estés lista, un centímetro a la vez. —Por eso la quería arriba. Si estaba abajo de él, nunca sería capaz de abstenerse de sumergirse en ella. Demasiado rápido, sin darle la oportunidad de adaptarse a su tamaño.

Atrajo su cabeza y la llevó hacia sus labios, dándole un beso. Mientras se inclinaba sobre él, su pene se frotó contra su estómago, y la pequeña zorra lo tentaba aún más, moviéndose arriba y abajo a lo largo de él, frotando su sexo contra su miembro.

El olor de la excitación de Nina llenaba la habitación y lo drogó. No estaba seguro de cuánto tiempo aguantaría, le palmeó el trasero y le acarició la piel desnuda. Deslizó una mano a lo largo de su grieta, encontrándose con su calor húmedo. Ella calmó al instante sus movimientos y se inclinó hacia su mano, ofreciendo sus pliegues femeninos, invitándolo a sus caricias.

Amaury pasó el dedo por su caliente canal, antes de deslizarlo en su interior. Su tensión era embriagadora. Cómo iba a exprimir su pene hasta el final con sus músculos. Él estaba ansioso. Un profundo gemido, salió de su pecho. Sería suya, pronto.

Cuando la sintió separarse de él, no quería dejarla ir, pero ella se sentó. Se levantó sobre sus rodillas y él puso sus manos automáticamente sobre sus caderas para soportar su peso. Con cuidadosa lentitud, ella se centraba sobre su pene. Nina se agachó más hacia abajo, hasta que la punta de su pene tocó su húmedo sexo. Los latidos de su corazón se duplicaron. ¡Cómo quería llevarla más hacia abajo! Pero apretó los dientes para contenerse.

—Tan húmeda para mí.

Otro centímetro más y su cabeza bulbosa, se apretaba contra su entrada, forzando y apartando los labios inferiores para acomodarlo. Su respiración se volvió pesada, sus hermosos pechos se movieron al unísono cada vez que inhalaba y exhalaba. Su canal se amplió ligeramente, y avanzaba más hacia abajo.

Los músculos de su interior lo apretaban y apretó los dientes. La sensación era demasiado deliciosa, casi dolorosa, sabiendo que tenía que quedarse quieto y no moverse, cuando lo único que quería era empujar sus caderas hacia el cielo y llenarla.

Amaury miró su rostro en busca de signos de molestia, cuando ella cerró los ojos y de repente se abalanzó sobre él, sumergiendo sus casi veintitrés centímetros de pene duro como mármol, en su apretado cuerpo.

¡Mierda, lo estaba matando!

Estaba a punto de llegar al clímax, a segundos de eyacular, al igual que un chico de doce años. Como un muchachito que nunca había sentido el cuerpo de una mujer antes.

Su fuerte y áspero gruñido, se hizo eco con el gemido de Nina. Cuando sintió su movimiento, al instante cerró las manos en sus caderas y la mantuvo en su lugar.

—Todavía no. —Su voz no sonaba como si fuera de él. Se concentró en su respiración, y trató de aminorar sus fuertes latidos del corazón.

Cuando sus labios se curvaron hasta formar una pícara sonrisa, le dio una palmada en su derrière, para advertirle que no intentara nada. Con lo que no contaba, era que el eco de la suave palmada, llegaría a su pene una fracción de segundo más tarde, enviando una sensación de ondulación a través de su cuerpo, la cual estuvo a punto de robar su control.

Suficiente de nalguearla mientras estuviera dentro de ella. Tendría que recordar eso… y utilizarlo cuando estuviera más acostumbrado a su cuerpo. Pero por ahora, no era una buena idea. No si quería durar más de tres segundos.

En el momento en que quitó las manos de sus caderas, Nina comenzó a moverse. Lo cabalgaba igual que Lady Godiva, sus senos rebotaban arriba y abajo. Se levantaba tan alto como podía, dejando sólo la punta de él dentro de ella, luego se dejaba caer de nuevo. Esta vez le respondió con su propio empuje hacia arriba, duplicando el impacto, casi sacándole el aire. Ella se quedó sin aliento.

Amaury atrajo su torso para recostarla sobre él.

—Aliméntame con esos hermosos senos. —Abrió su boca para recibir el primer pezón que ella guiaba hacia él y lo chupó en su golosa boca, reduciéndolo con su lengua.

—Oh, sí. —Él agradeció su estímulo. Le dio las gracias al dejar caer su mano entre su cuerpo, para encontrar su lugar más íntimo, mientras él continuaba impulsando su pene hacia arriba, moviendo sus caderas en respuesta a las de ella.

Cubierto con la crema de su excitación, su dedo encontró su clítoris, haciendo un círculo y entonces lo movió ligeramente. Su pezón ya duro en su boca, se hacía más rígido. Tan sensible, tan maduro. Al igual que una fruta lista para cosechar.

Sus dientes rasparon en su piel, pero no la mordió. La sintió estremecerse, y detenerse al instante. ¿Había ido demasiado lejos? ¿La había asustado?

Poco a poco le soltó el pezón y la miró. Parecía que estaba en un estado inducido por drogas.

—Hazlo de nuevo.

Amaury se quedó mirándola, sin saber si había oído bien.

—Tus dientes. Hazlo de nuevo.

Capturó su otro pezón, lamiéndolo con su lengua, y luego chupándolo hasta el fondo.

—Por favor —le oyó decir. Ella lo estaba tentando a morderla.

Sus dientes se deslizaron a lo largo de su piel, raspando la superficie, pero sólo ligeramente, sin romper la piel, tentándola. Cuando Nina arqueó la espalda, empujó su pecho hacia él, absorbiendo más con su boca. Al unísono con un movimiento de succión, su pene irrumpía más dentro en ella, una y otra vez. Y al igual que el jinete experimentado que ella había resultado ser, aguantó y se movió al ritmo de él.

Sus dedos jugaban con su clítoris, acariciando, pellizcando, mientras que su boca se movía con sus pezones, haciéndolos pararse como pequeños soldados valientes. Le hubiera gustado no terminar nunca, pero la forma en que sus músculos le apretaban el pene y la forma en que se deslizaba dentro y fuera de ella, cada vez más profundamente, no podía aguantar.

Sus dientes se cerraron sobre su pezón, mientras le daba otro pellizco a su clítoris hinchado, entonces sintió que su canal se apretaba a su alrededor, sintiendo las ondas de su orgasmo golpeándolo y cayendo con ella… sobre el borde y hacia el olvido mientras terminaba: ardiente, sin aliento y con un flujo interminable de su semen llenándola. Había muerto e ido al cielo al mismo tiempo, y el ángel de cabellos dorados lo miraba.

***

Nina dejó caer su cabeza sobre el pecho de Amaury y exhaló. Odiaba admitir que tenía razón, pero esto era mejor de lo que nunca había tenido. Sin lugar a dudas. No le diría eso, nunca. Un hombre podría llegar a engreírse demasiado si lo supiera. Y Amaury ciertamente no tenía necesidad de llenarse de más ego del que ya tenía.

Ella sintió que le prensaba un beso en el pelo. Su súbita ternura, la sorprendió. El hombre tenía demasiadas caras que decididamente, era necesario explorar. Pero estaba demasiado cansada como para hacer más exploraciones esta noche o como para hacerle frente al por qué estaba otra vez durmiendo con el enemigo, en lugar de luchar contra él y sus hermanos vampiros. Mañana iría por ese viaje de culpa.

—¿Me dirás ahora por qué llegaste al club?

Nina levantó la cabeza, cruzó los brazos y apoyó el mentón sobre el pecho de él—. ¿Por qué te importa?

—Estamos trabajando juntos ahora. Así que es mejor que me digas qué está pasando.

Ella suspiró—. Está bien. Tengo un mensaje de texto de mi informante, diciéndome que el hombre involucrado en la muerte de Eddie, estaba aquí esta noche.

—¿Crees que estaba hablando de Luther?

Ella rechazó la idea con un movimiento de cabeza—. No. Ese idiota sólo quería engancharme. No se ajustaba a la descripción que me dieron. Desafortunadamente, tú me interrumpiste, antes de que pudiera encontrar al hombre.

—Por suerte, llegué allí a tiempo. Zane te vio en el club, y Quinn me llamó. Estaban siguiendo una pista.

—¿Una pista sobre los asesinatos de los guardaespaldas?

Amaury asintió con la cabeza—. Sí. Creo que uno de los empleados humanos de Scanguards, sabe más de lo que está diciendo. Zane lo siguió al club. Estábamos tratando de averiguar si se iba a reunir con alguien aquí.

—Podría ser la misma persona. Si es un empleado tuyo, tiene sentido.

—¿Por qué?

—Porque me dijeron que estaba en la reunión de personal esa noche en la que tu amigo Zane me sorprendió.

Amaury se levantó a una posición semi-sentada sin dejarla escapar de su abrazo, y arregló la almohada detrás de su espalda. Sus manos se mantuvieron alrededor de su espalda, presionándola contra su cuerpo desnudo.

—¿Estás segura?

—Sí. La información provino del mismo informante. No es que Benny se haya molestado en quedarse. Huyó de allí antes de que pudiera ser atrapado. Serpiente. Sobre todo porque él ya le había vendido mi pellejo a los dos vampiros, con los que estábamos luchando la otra…

—¡Alto! —La interrumpió Amaury—. ¿Después de que él te vendiera la última vez, hiciste caso a otra de sus pistas y viniste al club esta noche? ¿Estás loca?

Nina hizo un gesto despectivo—. Esta vez estaba preparada.

Amaury resopló y sacudió la cabeza en señal de desaprobación—. ¿Preparada? Maldita sea, Nina, tienes que dejar de estar exponiéndote al peligro.

Ella ignoró por completo su reprimenda—. De todos modos, Benny era el único que podía identificarlo. Su descripción podría ajustarse a una gran cantidad de hombres.

—¿Dónde está Benny ahora?

—Si valora su vida, ha dejado la ciudad.

—¿Qué pasaría si ese hombre estaba allí para reunirse con Luther? Sería demasiada coincidencia él mostrándose aquí, que te diera la información para venir al club, y que Zane y Quinn siguieran a nuestro empleado hasta aquí. Yo no creo en las coincidencias.

Nina sintió bajar su mano con ternura sobre su trasero, un gesto que parecía completamente inconsciente, considerando que Amaury parecía preocupado por Luther.

—¿Quién es Luther? Parecía darse cuenta de que yo sabía acerca de los vampiros.

—Eso es probablemente, porque él podía olerme en ti.

—¿Qué? —No le gustaba el sonido de eso.

—Luther y yo tenemos mucho pasado. Él habría sido capaz de detectar mi olor en ti. Lo más probable es que por eso estaba jugando contigo.

Nina frunció el ceño—. ¿Viejos amigos entonces?

Hubo un momento en que pensó haber detectado una pizca de dolor en sus ojos. Pero al instante desapareció.

—No del todo. Solíamos serlo. Por desgracia, me culpa a mí y a Samson de la muerte de su compañera.

—¿Compañera?

—Luther estaba vinculado por sangre, con una maravillosa mujer y era probablemente el vampiro más feliz que había conocido.

—Un momento. No escupas palabras que no entiendo. ¿Qué es «vínculo de sangre»? —Ella trató de apartarse momentáneamente, pero Amaury no la dejó en libertad de su abrazo. En cambio, la hizo acurrucarse aún más cerca de él. A ella no le parecía que Amaury fuera del tipo de los que se acurrucaban.

—Es como un matrimonio, sólo que es para la eternidad. Un vampiro que hace un vínculo de sangre, hace lazos con su compañera de por vida, y están conectados para siempre. Se pueden sentir el uno al otro. Es una conexión muy estrecha entre dos personas.

—Ya veo. —Nina se sentía incómoda oyéndolo hablar sobre el matrimonio y el amor, mientras que él todavía la sujetaba contra su cuerpo caliente. Un cuerpo que hace sólo unos minutos, se había unido con el suyo en una unión tan perfecta, que nunca hubiera sabido que fuera posible.

—Él y Vivian estaban esperando su primer hijo, cuando…

—¿Hijo? Pensé que los muertos vivientes, no podían tener hijos. —Amaury le decía las cosas más increíbles de las que ella podía ser capaz de manejar. ¿Los hijos de un vampiro? No… demasiado extraño.

—¿Muertos vivientes? ¿De dónde sacas esas expresiones? La compañera de Luther era un ser humano. Mientras un vampiro tuviera el vínculo de sangre con un ser humano, era capaz de embarazarla. Es la única forma en que un vampiro puede engendrar hijos, si su compañera es una humana.

Su mano acariciaba distraídamente su espalda de arriba a abajo, enviando deliciosos escalofríos por su camino.

—Y sus hijos, ¿qué son?

—Son híbridos. Mitad vampiro, mitad ser humano. Tienen rasgos de ambas especies. Pueden estar en el sol sin quemarse, beben sangre y tienen la fuerza y la velocidad de un vampiro. Pero son inmortales.

—Eso es tan extraño.

Él sonrió—. Es raro. Pero sucede. Luther estaba trabajando con nosotros, con Samson y yo. Estaba trabajando para Scanguards. Él era un gran tipo en aquel entonces. Leal y dedicado. Y amaba a Vivian. Y ella también lo amaba. Pero hubo complicaciones con su embarazo. Una noche comenzó a sangrar. Luther estaba ausente, en una misión. Lo llamamos, pero no pudo llegar a tiempo. Ella estaba perdiendo al bebé, y nosotros la estábamos perdiendo a ella. No había nada que pudiéramos hacer. Cuando Luther regresó, ella ya había muerto. Él nos echó la culpa.

El azul de sus ojos no pudo ocultar la tristeza en ellos.

—¿Pero por qué? Si no pudieron hacer nada.

—Podríamos salvarla, pero teníamos que convertirla en un vampiro.

No había pensado en esa posibilidad—. Oh. ¿No quiso que hicieran eso?

—Sí. Quería estar con ella para la eternidad. Él la amaba.

Amor eterno… era un concepto aterrador, pero extrañamente emocionante.

—Pero si lo sabían, ¿por qué no la convirtieron?

En los ojos de Amaury, había una mirada triste—. Porque ella no quería.

Cayó en cuenta—. ¿Ella no quería?

—No. Nosotros se lo ofrecimos, pero ella dijo que si era un vampiro, no podría tener hijos. Acababa de perder al bebé. Prefería morir.

Nina se apartó de él un poco—. Pero entonces ¿por qué todavía se los reprocha, si fue su elección? No entiendo. Tú y Samson no hicieron nada malo.

—Él no sabe que ella se había negado.

—¿Nunca se lo dijeron? —¿Por qué mantendrían un detalle tan importante para ellos mismos?

—No. ¿Cómo podríamos hacerlo? Él la amaba. ¿Sabes lo que haría con él, el descubrir que su pareja, la mujer que amaba más que a nada en su vida, escogió la muerte en vez de a él?

De pronto comprendió, y lágrimas brotaron en sus ojos—. Oh, Dios mío, ¿por eso tú y Samson decidieron que era mejor que los odiara a ustedes que a ella?

Amaury asintió con la cabeza. Nina tocó su mejilla con una tierna caricia.

—¿Los odiaría lo suficiente, como para querer destruirlos a ustedes y a Scanguards?

—Me temo que eso es posible. —Hizo una pausa—. Creo que será mejor ir a hablar con Samson. Él necesita saber que Luther está en la ciudad.

Ella se sentó—. Sí. Creo que tienes razón. Además, es mejor salir de aquí, antes de que alguien nos encuentre y nos eche.

Amaury le dio una sonrisa pícara—. No creo que eso suceda. Tengo el cincuenta por ciento de acciones del club.

Nina se quedó boquiabierta, luego lo golpeó en el pecho—. ¿Cuántos secretos más tienes bajo la manga?

Levantó sus manos—. No tengo mangas, ¿ves? Estoy desnudo.

Dejó que sus ojos lo miraran, sobre todo su cuerpo—. Puedo ver eso.

—Oh, oh. Mírate. Será mejor que nos vistamos, antes de que te salgas con la tuya nuevamente.

—¿Yo? ¿Me salga con la mía? ¡Dime si no ves la paja en el ojo ajeno y no la viga en el tuyo!

Su respuesta fue una risa ronca y demasiado sexy. Este vampiro, era seriamente peligroso.