Nina tomó otro sorbo de su cerveza, antes de volver a mirar al hombre que había estado acercándosele durante los últimos minutos. Desde la barra tenía una buena vista de lo que pasaba en el club nocturno. Hasta ahora, había visto a varios hombres que se ajustaban a la descripción que Benny le había dado, pero no parecían mostrar ningún reconocimiento cuando ella los miraba.
Y si la información de Benny era correcta, entonces el hombre que estaba buscando, sabía quién era ella y mostraría algún signo de reconocimiento. Eso era con lo que contaba. Sería la única manera de que ella lo reconociese. Eso, y si él la atacaba. Afortunadamente, el club estaba lleno y el ataque no pasaría desapercibido.
Mientras tanto, tenía que eludir al hombre que estaba sentado a su lado. No era que no fuera atractivo, pero ella no estaba de humor para coquetear, tampoco quería perder el tiempo cuando estaba en la búsqueda de ese bastardo despreciable, implicado en la muerte de Eddie.
—Parece que el que estás esperando, te dejó plantada. —El hombre en el asiento del costado, le dio una sonrisa de sabelotodo.
—¿Qué te hace pensar que estoy esperando a alguien? —Tal vez debería moverse a una ubicación diferente en el club, para alejarse de este tipo cabeza hueca que no reconocía un «no» por respuesta.
—Has estado mirando a cada hombre que ha venido aquí en la última media hora. A mí me parece que estás esperando a alguien. No vale la pena, si él deja a una linda mujer como tú, esperándolo tanto tiempo. ¿Qué pasaría si otra persona reclamara su recompensa en su lugar?
Ahora, el hombre acababa de cruzar el umbral de molesto a espeluznante. Ella le lanzó una mirada petrificante—. Nadie va a reclamarme, no es que sea de tu incumbencia.
Nina se apartó de él.
—Yo diría que alguien ya lo ha hecho. —Un segundo después sintió la mano en su brazo. Nina sacudió la cabeza hacia atrás y le apartó el brazo fuera de su control. Ella captó la forma en que inhalaba bruscamente, como si él la estuviese oliendo.
—¡Es mejor que te muevas, antes de que patee el trasero!
En lugar de sentirse ofendido por su arrebato, le contestó con una amplia sonrisa. Fue entonces cuando ella lo miró por primera vez, y realmente se fijó en él.
¡Oh Dios, no!
Él era uno de ellos. Estaba sentada al lado de un vampiro sin darse cuenta, porque había estado demasiado preocupada por encontrar el tipo que Benny le había descrito.
—Ah, así que finalmente estamos poniéndonos al día. Estaba empezando a aburrirme con este juego.
Esta noche era un fracaso. Ella tenía que salir mientras pudiera. Lo bueno es que había demasiada gente alrededor para que él pudiera realmente hacerle daño. Podría cubrirse con los seres humanos inocentes a su alrededor para escapar. Si era inteligente, no iba a correr el riesgo de exponerse en un lugar público.
—No sé lo que quieres decir. —Era la mejor manera, seguir con la negación por el tiempo que pudiese. Tal vez se daría por vencido.
—No estoy de acuerdo… para mi gusto, sabes demasiado. ¿Por qué tú y yo no tenemos una pequeña charla? —Puso su mano sobre su brazo, esta vez agarrándola más fuerte. Ella trató de quitárselo de encima, pero él la atrajo hacia sí, oliéndola de nuevo.
Un segundo después sintió ser separada de él, por unas manos fuertes. Ella se apretó contra el duro pecho que reconoció al instante. Aunque no pudo ver a Amaury detrás de ella, Nina vio la reacción en la cara del vampiro delante de ella. Él estaba enojado, por decir lo mínimo.
—Luther. —Le dijo Amaury con estruendosa voz, calmando sus nervios más de lo que esperaba. Dejó que su espalda se relajara en él.
—Amaury. Tanto tiempo sin verte.
¿Los dos se conocían? Supuso, siendo los dos vampiros y todo. Probablemente era un mundo pequeño. Tendría que haberlo adivinado.
—No sabía que estabas de regreso en la ciudad. —La declaración de Amaury, sonaba como una acusación.
—¿Qué, no hay Comité de Bienvenida para un viejo amigo? Por lo menos tu novia aquí, fue muy amable. Estoy seguro de que se habría vuelto incluso más agradable. —Él le dirigió una mirada sugerente.
¡En sus sueños!
Al instante los brazos de Amaury se apretaron a su alrededor, y su rugido sonó en sus oídos—. Si la tocas otra vez, no saldrás de aquí con vida.
Ella nunca había escuchado tal amenaza en la voz de Amaury.
—Todavía cogiendo a humanas. Ya veo, pude olerte en ella.
—Nina, nos vamos. —Él la giró, tirando de ella fuera de la banqueta alta del bar y la empujó detrás de él, donde ella no podía ver lo que estaba pasando. El ruido en el club le impidió oír qué otras sutilezas se estaban intercambiando.
Al ver la cara enfurecida de Amaury cuando se volvió hacia ella, se deshizo de esa incertidumbre. Tal vez lo mejor era que no escuchara más de lo que se decía. Ella no tenía necesidad de añadir nuevas palabras a su vocabulario.
Amaury fue menos que gentil mientras la jalaba a través del mar de gente hacia la parte posterior del club. Si había leído su rostro correctamente, se había ganado probablemente la nalgueada que le había prometido. Ahora que había dejado detrás a Luther, parecía que había trasladado su ira a ella. Sus dedos se enterraron en su muñeca, mientras la arrastraba detrás de él, al parecer en una misión.
—¿A dónde vamos?
El corredor por el cual la apresuró, era oscuro y daba hacia un tramo de escaleras. Sin responder a su pregunta, le hizo una seña de que lo siguiera, hasta llegar a una puerta en el nivel superior. La abrió. Ella vio la escritura en la puerta: SOLO EMPLEADOS, antes de que él la tirara hacia el interior y cerrara la puerta detrás de ellos.
La habitación parecía servir como vestuario para el personal. Había un viejo sofá, varias sillas y una mesa. Sobre las estanterías en las paredes del lugar, había suministros y ropas varias.
Escuchó el cierre de una cerradura.
—¿Qué demonios estabas haciendo allí? —La voz de Amaury podría haber dejado en vergüenza a cualquier trueno.
—No es asunto tuyo. —No iba a ceder. Él no tenía derecho a decirle qué hacer, sólo porque lo había dejado tocarla íntimamente. Nina levantó la barbilla y lo miró. Sus ojos eran de color rojo deslumbrante. Oh, sí, él estaba definitivamente muy enojado con ella.
Sus fosas nasales abriéndose y cerrándose y su pecho jadeando con cada respiración que tomaba. Si no hubiese visto la dulzura que tenía escondida debajo de su áspero exterior, realmente lo vería como un monstruo. Su cuerpo imponente se cernía sobre ella, como si estuviera tratando de intimidarla.
—Te dije que te quedaras en mi casa y me esperaras.
—No puedes darme órdenes. Yo puedo hacer lo que quiera.
—No, si eso significa que estás poniéndote en peligro.
—Yo no estaba en peligro.
Resopló en señal de sarcasmo, y luego dio un paso más cerca y la apoyó contra la pared—. Ah, ¿no? Entonces, déjame decirte algo acerca de Luther. No hay nada más peligroso que él. A partir de ahora no saldrás por tu cuenta. Tus días de investigar la muerte de tu hermano, han terminado.
—No tienes derecho…
Apretó su cuerpo contra el suyo, sujetando sus manos contra la pared—. Me escucharás ahora mismo. Yo haré la investigación a partir de ahora. Te voy a ayudar, pero ya no te cruzarás en el camino de cada maldito vampiro de esta ciudad. ¿Está claro?
—Oblígame. —Si pensaba que sólo podía intimidarla con palabras ásperas, tendría que hacerlo mejor que eso. No le tenía miedo.
—Mírame.
Amaury presionó su pene contra ella. Maldita sea, ¿todos los vampiros tenían siempre que estar tan duros, o esta era una anomalía?
—¿Qué? Esa es tu solución para todo, ¿no? Someter a la pequeña mujer.
Era enorme. Enojarse obviamente lo había hecho excitarse. Ella no se quedaba atrás. El enorme poder que tenía sobre ella, hizo que su interior se derritiera. Eso, y el embriagador aroma masculino que era puramente de Amaury, y que si fuese embotellado, se vendería por una fortuna.
—Eso es correcto. —Inhaló bruscamente—. Y al parecer está funcionando.
¿Tenía que darse cuenta de que su cuerpo estaba en tanta sintonía con el de él? ¿Que todo lo que tenía que hacer era presionar sus músculos tensos contra ella, para provocarle una reacción sin sentido?
Él soltó una de sus muñecas y dejó caer su mano al pecho, donde el pezón ya se había endurecido, con la mera sugerencia de que iba a tocarla.
—No voy a dejar lo que estoy haciendo. Ni por ti ni por ningún otro. —El hecho de que su cuerpo se desmoronaba, no significaba que su mente estuviese débil también.
Amaury saludó su desafío, con una sonrisa desenfadada—. No esperaba nada menos de ti. Pero no voy a dejar que lo hagas sola desde ahora. Tú, chérie, no te irás de mi lado hasta que todo esto termine.
—¿Qué estás tratando de hacer? ¿Encarcelarme? —Nina levantó la barbilla con desafío.
—Parece una idea interesante. Podría encadenarte a mi cama. Como ya sabemos, no eres ajena a la esclavitud.
Su obscena sugerencia, le envió una punzada a través de su estómago ante tal expectación. Sintió un poco de humedad que descendía de su vagina y empapaba su ropa interior. Él se había visto delicioso cuando estaba todo atado. Se lamió los labios secos.
—Tienes que hacer algo más que encadenarme a la cama, si quieres que ceda. —Por lo menos, primero tendría que conseguir que gritara de placer, antes de que ella volviera a considerar una especie de rendición.
—¿Cómo qué?
Podía pensar en algunas posiciones de antemano.
Pero en lugar de eso dijo—: Hazme una promesa.
Entre sus cejas se creó un pliegue profundo.
—Yo no soy el tipo de hombre que hace promesas, en caso de que no te hubieras dado cuenta.
¿Realmente la había entendido mal, o estaba tomándole el pelo?
—Oh, por favor, ni siquiera insinúes que estoy interesada en ti para algo más que una rápida cogida —le dijo.
O dos, o tres.
—Quiero que me prometas que harás todo lo posible, para limpiar el nombre de mi hermano.
Ella lo miró a los ojos. Eran de un azul profundo de nuevo, hermosos y pecaminosos.
—Está bien. Tienes mi promesa. Yo te ayudaré. Con una condición.
—¿Qué condición? —Ella retuvo su aliento. Había algo en la forma ardiente en que la veía, que hacía que su corazón se saltara una o dos palpitaciones.
—Vamos a cerrar el trato ahora mismo.