Capítulo Quince

Nina vio como Amaury sumergía su cabeza entre sus piernas, su melena oscura ocultaba su rostro. Había alcanzado a ver sus ojos, justo antes de que sintiera su boca en ella. La lujuria desenfrenada estaba grabada en ellos. Nunca había visto a un hombre tan determinado.

Que Dios la ayudara si alguien entraba en el ascensor ahora, porque estaba segura que nada lo distraería de su tarea, nunca se había sentido tan vulnerable en toda su vida. Tenía la intención de permitirle cualquier cosa que quisiera, siempre que significara placer.

Ella se sorprendió por la suavidad con la que este gran hombre, este poderoso vampiro, veneraba su cuerpo. No esperaba el tipo de delicadeza que su lengua estaba ejerciendo sobre ella, no de él, quien fácilmente hubiera podido aplastarla con su peso.

La forma en que su lengua lamía sus pétalos, era casi una reverencia. Sus movimientos eran tan lentos, tan atentos, como si estuviera captando todos los detalles para su memoria. Como un cartógrafo que dibuja un mapa de un continente recién descubierto, para poder encontrar su camino de regreso.

Amaury murmuró algo en su piel que no pudo entender. Sin embargo, se hizo eco de las reverberaciones dentro de su cuerpo, enviando escalofríos a través de sus células. Nina arqueó sus caderas para obligarlo a aumentar la presión sobre sus sensibles órganos.

Su respuesta fue un gemido codicioso—. Paciencia —fue todo lo que dijo antes de que la punta de su lengua, discutiera con el pico de sensibilidad de su deseo. Lo rodeó como un guerrero de un carro, luego tomó su henchida protuberancia entre sus labios y tiró de ella. Como un rayo, la deliciosa sensación, la atravesó.

Un gemido desesperado escapó de sus labios—. ¡Oh, Amaury, oh, Dios! —Su reacción parecía estimularlo, darle un nuevo propósito. Una vez más, rodó su lengua sobre su sensible clítoris, tentándola aún más con un toque leve como el de un fantasma. Ella necesitaba más.

Nina metió las manos en su pelo y le sacó la cara de su sexo. Sus ojos azules la miraron—. ¡Más fuerte!

Él negó con la cabeza, una sonrisa maliciosa se formó en sus labios. ¿Iba a dejarla frustrada una vez más? ¿Estaba jugando con ella? Ella lo mataría si lo hacía.

—No quiero que esto termine tan pronto. Tu sabor me enloquece.

Ella dejó escapar un suspiro de alivio cuando leyó su deseo, no sólo en sus palabras, sino también en sus ojos. Llevó su boca nuevamente a su centro húmedo, pero esta vez le abrió las piernas más ampliamente y separó sus pliegues con los dedos. Usó su lengua como una lanza introduciéndola y ella la acogía.

Su aliento caliente hacía arder su punto central como el interior de una caldera. Y luego agregó más combustible. ¿Estaba él intentado que esta caldera estallara?

Sintió que su dedo la invadía y él retiró su lengua, para permitirle viajar de regreso a su descuidado pequeño montículo. Con movimientos determinados lo convenció de nuevo a darle su atención.

Nina nunca había estado con un hombre que tuviera tanto talento y estuviera tan decidido a complacerla. Sus encuentros sexuales, habían sido en su mayoría, medios para un fin, el pago por algo o simplemente una huida. Y muchas veces totalmente insatisfactorio, al menos para ella. Los hombres por lo general tomaban lo que venían a buscar. Pero a nadie le había realmente importado si ella encontraba su propia liberación. Por eso, siempre había encontrado más fácil fingir. Y, además, nunca se había sentido lo suficientemente segura con nadie, como para realmente liberarse.

Sin embargo, Amaury parecía decidido a demostrarle que un hombre podía ser lo suficientemente desinteresado, como para hacer que una mujer se sintiera bien. Al menos por un rato.

—¿Por qué?

Cuando de repente la miró, se dio cuenta de que había hablado en voz alta—. ¿Por qué, qué?

—Esto.

Él pareció comprenderlo al instante—. Porque tú lo necesitas. Y porque no puedo pensar en otra cosa que preferiría más que hacerte terminar con mi boca.

Al escuchar sus sencillas palabras, algo se apretó en su vientre, el envío de una onda similar a una descarga eléctrica atravesó su cuerpo. Cálida y placenteramente. ¿Era el saber que él quería hacer esto, lo que creaba esta excitación? ¿O era simplemente la forma en que lo había dicho: como si fuera la única respuesta posible?

Antes de que ella pudiera decir algo más, él tenía de regreso la lengua, lamiendo sus pliegues húmedos separándolos, explorándolos, tentándolos. Los colmillos de un vampiro estaban justo donde ella era más vulnerable, sin embargo, sus defensas no se encendieron, ninguna advertencia que debiera haberle dicho que no le permitiera lo que estaba haciendo. Y al mismo tiempo, no sentía la punzada habitual del miedo, disparando la adrenalina por sus venas ante la alerta de peligro.

Porque en ese momento parecía ser sólo un hombre con lujuria, no un vampiro, no un luchador. Podía dejar de resistirse. Él la atraparía, Amaury, el hombre.

—Sí, Amaury. —Ella hablaba más para sí que para él, diciéndole a su cuerpo que estaba a salvo, que estar con él era bueno.

Puso las manos debajo de su trasero y la levantó. Su lengua penetró más profundamente y sus gemidos se hicieron ecos con los suyos. Nina enterró las manos en su cabellera de seda oscura y lo sintió estremecerse. Sus músculos se tensaron con las sensaciones que enviaba a través de su cuerpo, llevándola cada vez más alto. Ella se empujaba contra su boca, sintiendo su lengua aumentar la presión sobre su clítoris, pero no lo suficiente.

—Muérdelo.

Un leve gruñido fue la respuesta a su demanda a gritos. Un instante después, sintió los dientes rozar su piel sensible, luego el tirón de sus labios, con suavidad, después un poco más firme.

—Por favor.

Sus dientes se cerraron alrededor de su vulva henchida y presionaron su piel, no rompiéndola, pero era exactamente lo que necesitaba. Con un gemido sin aliento, saludó a las olas que se estrellaban sobre ella y abrumaban sus sentidos. La lengua de Amaury suavizó el lugar que había mordido tan cautelosamente, sólo intensificando su clímax.

***

El cuerpo de Nina se sacudió en sus brazos, los músculos se contraían y relajaban en una rápida sucesión. Amaury lamió la crema que su orgasmo liberaba, haciéndose adicto a su sabor. Cuando su cuerpo se calmó y su orgasmo disminuyó, él la acunó en sus brazos, apretándola contra su cuerpo desnudo.

Nunca había visto una imagen más dulce que el cuerpo satisfecho de Nina. Lo llenó de una sensación desconocida de orgullo. La palma de su mano, alisaba sus rizos antes de viajar por su espalda y establecerse en las mejillas suaves de su derrière. Y qué lindo pequeño trasero era, al igual que el resto de ella. Cuando ella estaba acurrucada contra él, con la mejilla apoyada en su pecho y sus brazos alrededor de su cuerpo, ella no se veía como la luchadora ruda que había conocido. De repente, ella era muy suave.

Él sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo.

—Tienes frío. Vamos a sacarte de este piso helado.

—Antes de que alguien nos vea.

—No hay posibilidad de que eso ocurra —le anunció Amaury.

Sin esfuerzo, la levantó del suelo, encontró la llave en el pantalón y entraron en el apartamento.

Él no se molestó en recoger la ropa que había esparcido. Llevar a Nina en sus brazos, era una tarea mucho más importante.

Ella miró el apartamento y luego el piso del ascensor, dándose cuenta por supuesto, que era privado.

—¡Rata! ¡Me hiciste pensar que pudimos ser sorprendidos ahí!

Se encogió de hombros, pero por dentro se reía—. Eso no te detuvo para que te desnudaras.

Ni siquiera sintió el golpe en su hombro. Era casi una caricia.

—Me puedes bajar ahora.

De ninguna manera. El cuerpo de ella se sentía demasiado bien y su pene tenía sus propias ideas de cómo continuar la noche. Y, francamente, por una vez, su pene y él estaban en perfecto acuerdo.

—¿Preferirías hacer el amor en el sofá o en la cama? —Personalmente preferiría llevarla a su cama, pero si estaba más cómoda en un lugar que en otro, no tendría problemas con su elección.

En lugar de una respuesta, sus mejillas tenían un hermoso color rosa. ¿Podría hacerla sonrojar aún más?

—¿En la cocina o el baño tal vez? ¿En la azotea?

Sí, su rubor podría ir incluso un tono más profundo. Y la hacía lucir aún más sexy. ¿Cómo podría aún ruborizarse después de lo que había permitido que él le hiciera en el ascensor, y lo que había hecho con él la noche anterior?, no lo podía entender.

Bajó su rostro cerca del de ella, mirando sus hermosos ojos marrones—. Está bien que admitas que has disfrutado lo que acabamos de hacer. No le diré a nadie que esta feroz asesina tiene un lado suave.

Nina lo miró a los ojos y no se inmutó—. Entonces creo que no diré que este vampiro no es tan recio y malvado, como lo hace parecer.

¡Por supuesto que era recio! ¡Y malvado! Él debería ser temido por lo que era y por lo que podía hacer. ¿Estaba sugiriendo que era débil? Dejó escapar un gruñido bajo.

—Sí, sí. Puedes gruñir todo lo que quieras, vampiro grande y malo.

¿Se estaba burlando de él?

—¿Quieres grande y malo? Te voy a dar grande y malo.

Con un determinado modo de andar, Amaury la llevó a su habitación y la dejó caer sobre la cama. Por un momento se quedó allí, mirándola. Entonces se tocó su erección, moviéndola sugestivamente.

—¿Qué tan grande lo quieres?

Nina parecía fascinada cuando lo miró, sus ojos pegados a su pene que se mantenía en posición vertical. Estaba ansioso por llenarla, hundiendo su pene palpitante, hasta que ella no pudiera aguantar más.

Su boca formó una sola palabra—. Grande.

Los brazos de ella lo atrajeron hacia ella, y él ajustó su cuerpo en ella. Se sentía bien, atrapada debajo de él. No sería capaz de escapar a menos que él lo permitiera. Afortunadamente escapar parecía ser, lo que estaba más alejado de su mente. ¿O por qué más podría envolver sus piernas alrededor de él y tirarlo hacia su centro?

Amaury aceptó gustoso su abierta invitación, al igual que su pene que ya se apretaba contra su muslo. El contacto piel con piel, fue suficiente para disparar una ola de calor a través de él.

En el fondo oyó el leve ruido de un timbre, pero lo bloqueó. Por una vez, maldijo sus sentidos agudizados. No quería distraerse del cuerpo flexible en sus brazos, de los dedos suaves explorándolo, del dulce aroma que lo envolvía.

Nina se merecía toda su atención. Y la tenía. Por un momento, cerró los ojos y bloqueó todo lo demás. Con alegría se dio cuenta que las emociones no lo bombardeaban. Su mente estaba clara. Estaba en paz.

Cuando abrió los ojos, su mirada chocó con la suya.

—¿Qué ocurre?

Sintió una punzada de alarma en su voz y sacudió la cabeza, sonriendo—. ¡Nada! Absolutamente nada. —Por primera vez en siglos. No había dolor. No había emociones extrañas. Era sólo él, por sí mismo.

—¿Estás esperando algo?

Pícara impaciente.

—Sí, que te calles chérie.

Amaury amortiguó la protesta con sus labios. Su erección se apoyó en contra de su suave centro erótico, y le dio un empujón hacia adelante, en búsqueda de su humedad. Contraída… oh su entrada se sentía contraída. ¿Sería capaz de tomarlo?

¿Por qué no se había masturbado antes? Si bien la masturbación, no haría nada para bloquear las emociones y el dolor en su cabeza, por lo menos no la tendría tan hinchada. En ese momento, él estaba a punto de estallar.

Su pelvis se inclinaba hacia él, pidiendo en silencio la penetración, pero él se echó hacia atrás. No podía hacerle daño. Estaba demasiado grande. No. Debía prepararla mejor. Tal vez otro orgasmo la ayudaría a relajar sus músculos tensos. O mejor, cogerla primero con los dedos estirando su estrecho canal. Él no quería que asociara el hacer el amor con el dolor. Ya había tenido que trabajar su aversión a los vampiros. ¿Ahora iba a tener dolor porque su pene era demasiado grande? No podía hacer eso. No. Ella lo odiaría. Y por alguna razón, no era el tipo de emoción que quería que ella tuviese por él.

Necesitaba paciencia para llegar a su meta.

El alto timbrazo del teléfono junto a la cama lo sorprendió, pero un momento después, su atención se desvió cuando las manos de Nina lo sujetaban sobre su trasero, intentando obligarlo a sumergirse en ella. Ella era impaciente, sin duda, y era evidente que no tenía idea de cómo su pene podría dañar salvajemente los músculos de su centro de placer, si penetraba en ella sin estar debidamente preparada.

Amaury se apartó y tomó sus brazos, fijándolos al lado de su cuerpo. Otro timbrazo del teléfono ahogó lo que ella quería decir y la hizo detenerse en medio de su comentario.

—Nina, tenemos que tomar las cosas con calma.

Se conectó el contestador automático.

—Estoy demasiado grande. Déjame hacerte…

La voz de la contestadora, llenó la habitación—. Yo no estoy aquí. Sabes que hacer… Bip.

—¿Dónde diablos estás? ¡Se suponía que ibas a estar aquí hace quince condenados minutos!

Amaury se estremeció. Gabriel lo estaba buscándolo. Y no estaba de buen humor.

—Levanta el teléfono de mierda…

Se abalanzó sobre el teléfono, agarrándolo del gancho. Luego, inmediatamente puso su dedo en sus labios, haciéndole un gesto a Nina para que no dijera ni una palabra.

—Gabriel…

La respuesta casi le atravesó el tímpano—. ¡TRAE TU CULO A LA OFICINA!

Maldita sea, se había olvidado de los interrogatorios que se habían programado para esa noche. No era de extrañarse que Gabriel estuviera enojado—. Sí, estoy en camino.

—O tendré que hablar con Samson de la mujer humana de anoche. No le va a gustar.

¿Él lo estaba amenazando?— Te dije que estaba en camino. —Colgó de golpe el teléfono y volvió a mirar a Nina.

—Me tengo que ir, Nina. —Amaury exhaló un suspiro. Podía pensar en cosas mejores que hacer que ir a la oficina ahora mismo.

Ella se sentó—. Bueno, entonces voy a vestirme.

Amaury le impidió levantarse de la cama—. No, quédate. Estamos muy lejos de haber terminado. Estaré de vuelta dentro de tres horas.

—Debería irme.

No. Él la quería aquí cuando regresara para continuar lo que había empezado.

—Por favor, quédate y espérame. Ponte cómoda. Hey, incluso puedes husmear si quieres. —Su departamento no revelaría nada sobre él, que ella ya no supiese.

—¡Yo no husmeo! —La indignación en su voz parecía real.

Le dio un beso en la mejilla—. Muy bien, entonces no lo hagas. Pero quédate. —Su boca siguió hasta sus labios y los capturó. Si seguía así, él llegaría a los interrogatorios con una erección del tamaño de un asta de bandera y generaría más sospechas de sus colegas. No podían saber que todavía no había borrado la memoria de Nina. Y que no tenía intención de hacerlo. Por el contrario, él quería formar muchos nuevos recuerdos con ella.

Amaury se levantó de la cama y tomó ropa limpia de su armario.

—Muy bien, me quedaré.

Sus ojos estaban puestos en él mientras se vestía, y le gustaba la forma en que lo miraba. Un hombre podría acostumbrarse a que una mujer lo mirara así.

—Pero cuando vuelvas…

Él le dio una mirada ilusionada—. ¿Qué?

—No más demoras. Si no tienes sexo conmigo en el momento en que vuelvas, me voy de aquí.

Él sonrió—. Sí, mademoiselle.

Nina le lanzó una almohada, la cual atrapó al instante. Sus reflejos eran tan afilados, como su pene estaba de duro.

Se dirigió hacia la puerta y le dio a su cuerpo una mirada final. Ni siquiera intentó cubrirse con las sábanas. Trataría de volver en dos horas como máximo—. Si tienes hambre, hay algo de coq au vin en el refrigerador.

Antes de que él se volviera y saliera, vio su confusa mirada. Amaury se echó a reír por dentro. ¿Por qué había comida en el refrigerador?, le daría algo en que pensar mientras se había ido. No era un vampiro común y corriente.