Fue cuestión de suerte que justo cuando Amaury estuviera atado en la cama con una erección que podría noquear a un toro, tenía que pedir ayuda a su único amigo gay, para que viniera a soltar sus ataduras. Perfecto.
—¿Amaury? —La voz de Thomas contestó a través del receptor.
Tragó saliva antes de hablar—. Thomas. Necesito tu ayuda.
—Claro, ¿qué necesitas?
Amaury frunció el ceño—. Estoy medio atado aquí. ¿Te importaría venir y ayudarme a salir de este aprieto?
—¿Qué aprieto?
—Estoy atado. —Apretó la mandíbula y cerró los ojos en un intento de respirar, a través del dolor.
—Sí, ya lo dijiste. ¿Pero qué aprieto?
Si esto alguna vez salía a la luz, Amaury sería el hazmerreír en el mundo de los vampiros.
—Ese es el aprieto. Estoy atado.
Hubo un silencio en el otro extremo, a continuación, una risa ahogada—. Oh, tengo que ver eso. Estaré allí en veinte minutos.
El clic en la línea confirmó que Thomas había colgado. Amaury podía imaginar en esos momentos, la sonrisa en el rostro de su amigo. Miró el reloj. Eran pasadas las cuatro de la mañana.
Thomas fue fiel a su palabra. Veinte minutos más tarde Amaury escuchó la llave en la cerradura y a su amigo entrar con sus botas pesadas de motociclista. Por razones de seguridad, todos ellos tenían llaves de repuesto de sus respectivos hogares.
Sin mucha suerte, Amaury intentó cubrirse con las sábanas enredadas, pero estaban torcidas debajo de él, y no llegaban a su cintura. Maldijo entre dientes. Un momento después, su amigo, vestido con su cuero habitual, entró por la puerta y lo examinó en toda su gloriosa desnudez.
—Esto sí que es un espectáculo que no había tenido el placer de…
Amaury le lanzó una mirada de fastidio. Era embarazoso ser examinado por un hombre gay, aunque él fuera uno de sus amigos—. Ni siquiera lo pienses.
—No me extraña que las mujeres siempre estén detrás de ti. —Thomas claramente había examinado su erección.
Amaury sacudió la cadena, tratando de distraer su atención—. ¿Te importaría? —pronunció a través de los dientes apretados.
Thomas se acercó y sacó los guantes de motorista de su chaqueta de cuero—. Yo sabía que te gustaban las cosas raras, ¿pero plata? —Él chasqueó la lengua mientras se ponía los guantes de color negro.
—Esto no fue de mi propia elección.
—Rezad, dicen. —Se rio su amigo.
—Yo no beso y después lo digo. —Presionó los labios Amaury, en una fina línea—. ¿Vas a liberarme o has venido a mirar?
—Pensé que podía mirar hasta que me dijeras cómo te metiste en esto. Tengo tiempo. Ha sido una noche tranquila. Además, estoy aburrido.
Thomas claramente se estaba divirtiendo a sus costillas. Su amigo se sentó en el borde de la cama, y al instante Amaury se movió en la dirección opuesta.
—Cúbreme con la sábana, y tal vez te diga lo que pasó.
—Tal vez no te la dé. Duele, ¿eh?
—La sábana —insistió Amaury cortante.
—¿Qué parte es la que deseas cubrir? —Sonrió Thomas de oreja a oreja.
Amaury le dio una mirada amarga, antes de que Thomas finalmente cumpliera, acercándole la sábana enredada.
—Y no quiero tus manos acercándose a mi pene.
—¿Qué hay de mi boca?
—¡Thomas!
—Estoy bromeando. Deberías ver tu cara. Vamos entonces, habla. —Thomas colocó la sábana sobre la parte inferior del cuerpo de Amaury—. ¿Cuál de tus mujeres vampiro te jugó esta broma? Debe haber sido buena, dada la erección que todavía tienes.
Amaury se encogió—. No la conoces.
—Conozco a todas las mujeres vampiro en esta ciudad, no tan íntimamente como tú lo haces, por supuesto, pero sí conozco a cada una de ellas.
—No la conoces.
Thomas agarró la sábana, como quitándosela a Amaury de nuevo.
—Deja eso ahí —le advirtió Amaury, e hizo un gesto a la sábana que Thomas utilizaba para chantajearlo.
—¿Es nueva en la ciudad?
Otro tirón en la sábana. Amaury negó con la cabeza, luego miró a su amigo a los ojos—. No es un vampiro.
Thomas soltó la sábana.
—¿No es una…? Oh, Amaury, ¿qué demonios estás haciendo? ¿Una humana? ¿Te has dejado atar por una humana? ¿Estás loco?
Probablemente.
—Escucha. Ya pasó. Sobreviví. Se acabó. —Cuanto menos lo hiciese sonar como una gran cosa frente a su amigo, mejor—. Ahora quítame la cadena.
Thomas levantó la mano—. Un momento. No tan rápido. ¿Limpiaste su memoria antes de que se fuera?
—No tuve la oportunidad. —La verdad es que ni siquiera había pensado en ello, así de drogado había estado por el deseo que había tenido. Y, además, sospechaba que no habría funcionado. De alguna manera Nina, había sido capaz de resistir su control mental. Nunca había conocido a un ser humano que fuese inmune a ello. Este hecho lo intrigaba aún más. ¿Por qué era Nina tan diferente?
—Tengo que recordarte sobre…
—Sí, sí. No estoy sordo. Primero Samson, después Gabriel, ahora tú. Conozco las reglas. Pero esto es diferente.
Su amigo levantó una ceja— ¿Cómo es eso?
—Ella sabe quiénes somos. Lo sabía incluso antes de conocerla.
—¿Qué? —La incredulidad y el pánico salieron de Thomas con creces.
—Está bien, pero esto se quedará entre tú y yo. Yo me ocuparé de esto, pero los demás no pueden saberlo. ¿Estás conmigo?
Sus miradas se cruzaron hasta que finalmente Thomas asintió con la cabeza.
—Ella es la hermana de Edmund. El guardaespaldas que mató a un cliente el mes pasado —explicó Amaury.
—¡Ah, mierda! —Saltó Thomas.
—Exactamente. Ha estado husmeando. Piensa que Edmund no pudo haber hecho esto, que fue obligado o algo así. De alguna manera ella descubrió lo que somos, y nos culpa. Quiere venganza.
¿Cómo los había descubierto?, Amaury no lo sabía aún. Francamente, ni siquiera había intentado preguntárselo, por haber estado obsesionado con meterla en la cama.
—Mierda, podría haberte matado. ¿Por qué no lo hizo?
Amaury podría aventurar una conjetura. Después de todo, la forma en que le había chupado el pene, le decía que estaba al menos un poco afectada por el encuentro.
—No sé.
—¿No lo sabes? —Thomas sonaba escéptico, mientras se aventuró a mirar nuevamente en el lugar donde la erección de Amaury, estaba abultando la sábana.
—Está bien. Hay algo entre nosotros, pero es puramente sexual.
¿A quién engañaba? Lo que sea que había entre él y Nina iba más allá del sexo. Si hubiera sido sólo sexo, él la habría cogido en un callejón y le habría limpiado la memoria a toda prisa. Ese era el procedimiento con todas las demás mujeres. Lo cual le recordaba: no había tocado otra mujer desde que había conocido a Nina.
—Amaury, estás tan lleno de mierda. —Sacudió la cabeza—. Será mejor encontrarla, antes de que ella cause aún más caos. —Thomas utilizó sus manos con guantes para aflojar la cadena de plata y desatarlo.
Amaury quedó con sus muñecas heridas. Se veían como si un perro las hubiese mordido, la hemorragia en sangre viva, sólo parcialmente cubierta por piel.
—¡Mierda!
—Te lo mereces. —La reprimenda de Thomas dolía aún más que el efecto de la plata.
—Ayúdame a encontrarla, y yo me ocuparé de ella. No debería ser tan difícil. Entra a la verificación de antecedentes. Estoy seguro de que el archivo de Edmund tiene algo sobre ella.
Thomas señaló hacia sus heridas—. Necesitas sangre. —Él sacó un frasco del bolsillo interior de su chaqueta de cuero y se lo entregó.
Amaury vaciló, pero lo tomó. Después del fiasco con la señora Reid, no estaba preparado para poner a ninguna otra persona en peligro. La culpa lo seguía carcomiendo. Y su amigo tenía razón: necesitaba sangre para curarse.
Tomó varios tragos y le regresó el frasco vacío—. Gracias. Deja que me vista. Mi computadora está encendida. ¿Puedes comenzar?
—Por cierto, ¿por qué no rompiste la barra de hierro forjado para liberarte? Thomas inclinó su cabeza hacia la cama.
Amaury siguió su mirada y frunció el ceño. La cabecera de su cama era un tapiz entretejido de hierro. Con su fuerza de vampiro, habría sido posible romperla, no tan fácil, pero se podía hacer definitivamente—. Es una antigüedad. La compré hace apenas un mes. —No había necesidad de destruir los muebles que estaban en perfecto estado.
Thomas negó con la cabeza y se dirigió a la puerta.
Amaury agarró su ropa, de donde Nina la había tirado al suelo. En cuestión de segundos estaba vestido. En retrospectiva, se alegró que Thomas fuese el que lo hubiera liberado. Por lo menos no era tan riguroso con las reglas como Ricky o Gabriel. Samson le hubiera dado su merecido. Y ni siquiera quería pensar en la reacción de Zane.
En el momento en que entró en la habitación de la sala, donde albergaba su pequeña oficina en la casa, Thomas había ingresado ya en la verificación de antecedentes de Edmund.
—Aquí, pariente más cercano: Nina Martens. ¿Es ella? —Miró a su amigo en la computadora.
—Sí, ese es su nombre. ¿Cuál es su dirección?
—Ninguna. Sólo un número de teléfono local.
—¿Puedes averiguar dónde está registrado?
Thomas accedió a otra ventana y empezó a teclear. Pasaron los minutos. Amaury se paseaba atrás de su amigo.
—¿Quieres dejar de hacer eso? Me pones nervioso.
Amaury se detuvo a mitad de su paso—. ¿Qué está tomando tanto tiempo?
—Mm. —Otro minuto pasó—. Maldita sea.
—¿Qué?
—Es un teléfono celular. Su domicilio registrado es una casilla de correo.
—Prueba el D.V.M., ella debe tener una licencia de conducir —sugirió Amaury. Tenía que encontrarla, sin importar cómo.
Otra pantalla se abrió. Amaury vio cómo su amigo, un genio de la informática, pirateaba el sistema.
—Aquí estamos. Bienvenido al Departamento de Vehículos Motorizados. —Sonrió ampliamente Thomas. Él estaba en su elemento. Lamentablemente, minutos más tarde tuvo que reconocer su derrota.
—Ella no tiene licencia de conducir, al menos no en California.
—¿Qué? ¿Cómo puede ser eso?
Thomas se encogió de hombros—. Hey, no vive en Los Ángeles, donde hay que conducir para desplazarse. San Francisco tiene transporte público.
—¿Y ahora qué? —Amaury frunció el ceño. No podía darse por vencido.
—Puedo tratar de triangular su teléfono celular, pero no puedo hacerlo desde aquí. Necesito mi equipo de casa. —Miró su reloj de pulsera—. Se está haciendo tarde. Te diré lo que haré. Me voy a mi casa, trataré de averiguar dónde está su teléfono celular y te daré un área aproximada. ¿Crees que puedes trabajar con eso?
Amaury asintió con la cabeza—. Si me envías dentro de un par de cuadras de donde ella está, la encontraré. —Con la sangre aún en sus venas por la noche anterior, él no tendría ningún problema en reconocer su olor si ella estaba cerca.
Thomas lanzó una mirada hacia la parte inferior de Amaury—. Y haz algo con respecto a tu erección, ¿podrías? Es una gran distracción.
Antes de que Amaury pudiera golpearlo en la cabeza, su amigo se había ido.
Para cuando Thomas llamó desde su casa, estaba próxima la salida del sol. Y su amigo tenía malas noticias.
—Su teléfono celular está fuera de cobertura o está apagado.
Amaury maldijo entre dientes.
—Voy a intentarlo de nuevo más tarde. Ya no puedes salir ahora de todos modos. Tendremos que esperar hasta esta noche. Es mejor que te tomes el tiempo y duermas para que sanen las heridas de tus muñecas.
Como si Amaury necesitara una enfermera. Pero no había necesidad de enojar a Thomas con el comentario a punto de salir de sus labios—. Está bien. Llámame tan pronto como sepas dónde está.
Cerró el celular y dejó escapar un grito de frustración. Una vez que la encontrara, iba a ser castigada. Lentamente, severamente y sin piedad.