Capítulo Doce

Nina se dio cuenta de su excitación. Era difícil pasarlo por alto. Con cada movimiento de su boca, los gemidos de Amaury se hacían más fuertes y más frecuentes, y sus caderas se impulsaban más fuerte. Ella estaba satisfecha de sí misma, acerca de cómo en estos momentos, podía reducir a este vampiro lujurioso, a un hombre sin cerebro. Lo único que él escuchaba en ese momento, era su deseo. Todos sus otros sentidos estaban adormecidos.

Exactamente como lo había planeado. Bueno, casi. Ella no había planeado disfrutarlo tanto. Nunca antes el cuerpo de un hombre la había excitado, al igual que su cuerpo casi divino lo había hecho. Pero a pesar del deseo que encendía en ella, tenía que hacer lo que debía. De lo contrario todo era en vano.

Después de su encuentro con los amigos de Amaury, ya había tachado esta noche como un completo desastre… hasta el momento que había empezado a besarla. En ese momento, un plan se había formado en su mente. Estaba inclinada a usar esta oportunidad, para obtener más información de él. Ella podía convertir esta noche catastrófica, en una positiva.

En dicho proceso disfrutaría de su increíble cuerpo, no lo había esperado. La culpa que este sentimiento enviaba a través de su corazón, era difícil de negar. Sin embargo, ella trató de justificarse.

Le dio a su erección una última y larga lamida sobre su cabeza bulbosa. Ah, pero él sabía bien. Sexy, caliente, masculino. Su olor picante hacía que su sexo se apretara con violencia y su vientre protestó cuando lo soltó.

—Ven aquí, necesito estar dentro de ti. —Amaury la miró y extendió su mano para agarrar sus hombros.

Ella sacudió la cabeza—. ¿No te dije que mantuvieras los ojos cerrados y las manos en la cabecera de la cama?

—¿Todavía?

—Sí. No he terminado contigo. —No, todavía no. Ella no estaba en posición todavía. Necesitaba unos quince segundos más.

Chérie, me estás matando.

Si él supiera. Como un buen chico, cerró los ojos y puso sus manos de nuevo en las barras de la cabecera, claramente esperando sentir más placer. Y en otras circunstancias, ella habría aprovechado la oportunidad de convertirlo en un salvaje con su boca. Exclusivamente para la satisfacción sexual, por supuesto, sin ningún tipo de emociones, se dijo.

Pero ahora era el momento de actuar. Mientras su boca le daba pequeños besos en su abdomen y le lamía el ombligo, metió la mano en el bolsillo de su chaqueta. Sus dedos tocaron la fría cadena. Era consciente de que iba a oír el ruido, pero ella sabía cómo distraerlo.

—Tu cuerpo es increíble. Tan duro, tan sexy. —Nina dejó salir un gemido falso y sintió que él respondía con un gemido silencioso. Ella aprovechó el momento para sacar la cadena de plata de su bolsillo. Por un segundo, se preguntó si su información era correcta, de que un vampiro no podía romper una cadena de plata, pero ya era demasiado tarde para echarse hacia atrás. Tenía que ejecutar su plan.

Lamiendo su camino hacia el norte, su lengua lamió sus pezones duros, donde se quedó durante unos segundos. Puso su boca en su pezón con fuerza y lo chupó con avidez, luego le clavó los dientes. Lo mordía con cuidado, sólo lo suficiente como para aumentar su excitación y llevarlo al límite.

Infligiendo la misma tortura en su otro pezón, ella se levantó y se montó sobre él. Al instante sus caderas se ondularon, y su duro pene la presionó contra su centro de placer. Maldita sea, era bueno sentir su dureza. Ella sintió que su cuerpo se derretía, cuando la humedad entre sus muslos aumentó. Sus bragas estaban empapadas de deseo. Si tan sólo pudiera sentirlo en su interior, una sola vez, tal vez acabaría con el deseo que sentía en esos momentos. Tal vez el deseo se iría, tal vez su vientre dejaría de apretarse en respuesta a sus movimientos.

¡No!

Nina soltó su pezón y se trasladó más arriba, besándolo al lado de su cuello, que él amablemente le ofrecía, como si Amaury quisiera que ella lo mordiera a él. Qué raro concepto, morder a un vampiro, sin embargo, claramente vio la imagen ante ella: sus dientes hundiéndose en su carne. El líquido rojo pintando sus labios, rodando sobre su lengua, corriendo por su garganta. Ella parpadeó y la visión desapareció.

Era ahora o nunca. Actuó rápidamente. Le tomó sólo dos segundos amarrar sus muñecas con la cadena y formó un gancho seguro en la cabecera de la cama, antes de oír su rugido llenar la sala.

Con la velocidad del rayo, se levantó y fue golpeada por su furiosa mirada.

—¿Qué carajo? —Su voz era un fuerte trueno y retumbó a través de su cuerpo.

Amaury sacudió la cadena, y su carne se quemaba donde la plata tenía contacto con su piel. El olor a carne y vellos quemados llegó a su nariz mientras observaba su rostro distorsionarse de dolor.

—Cuanto menos te muevas, menos te vas a lastimar. —Bien, las cadenas aguantaban. Los latidos de su corazón se desaceleraron un poco, agradecida que el metal de plata funcionara. Por lo menos algo esa noche funcionaba como ella quería.

—¡Eres una puta malvada!

—Hey, ¡modales! —reprendió—. Ahora… vamos a hablar. —Finalmente tenía la sartén por el mango. Ella tenía que usarlo a su favor ahora y mantener la cabeza clara.

—¡Suéltame! —dijo tratando de salirse de la cadena de nuevo, pero no podía romperla. Por el contrario, parecía cavar más profundo en la carne. Ella notó su tensión en las mandíbulas, como alejando el dolor.

—No creo que estés en posición de darme órdenes en estos momentos.

Le mostró los colmillos y sus ojos brillantes de color rojo.

—Oh, parece que el vampiro feroz está enojado. —Y viéndose aún más sexy que antes. ¿Era eso posible? Un escalofrío agradable recorrió su espalda y se enroscó alrededor de su cuello. Sus pezones se endurecieron involuntariamente.

¡Traidores!

—Nina, te lo advierto. Quítame esta cadena, o lo lamentarás mucho…

Amaury podía gruñir con esa voz sexy, todo lo que quisiese. Ella no lo liberaría.

—Amenazas huecas. Ya basta, Amaury. Has perdido, he ganado. Eres tan fácil de distraer. No deberías dejar que tu pene te domine.

Ella miró hacia abajo, a donde sus cuerpos aún estaban tocándose. Su pene estaba tan duro como siempre y seguía presionándola. Con su dedo le tocó la cabeza y perezosamente manchó una gota de humedad sobre ella. La cabeza suave y aterciopelada, temblaba bajo su tacto, inclinándose hacia ella, pidiendo más atención.

—¡Basta! —Su orden fue emitida con voz ronca, seguido de un gemido apenas contenido. Le complacía que aún atado y en agonía, la deseara. Podría trabajar con eso.

—No quieres decir eso. Creo que quieres que continúe. —Si las circunstancias fuesen diferentes, ella lo capturaría en su boca de nuevo y lo volvería salvaje, hasta que él perdiera la razón. Y entonces ella lo excitaría de nuevo y lo montaría hasta que él ya no pudiera más. Pero las circunstancias eran lo que eran. Él era el enemigo, y tenía que tratar con él ahora.

—¿Qué quieres de mí? ¡Maldita sea! —Parpadeó y dejó los ojos cerrados por un segundo, mientras dejaba escapar un fuerte suspiro. Le echó un vistazo a la mano, donde se habían formado ampollas, como si el ácido se estuviera quemando a través de su piel.

—Quiero respuestas.

Sus ojos estaban fijos en ella, y pudo sentir su mente trabajando. Oyó una voz en su cabeza, invadiéndola.

Libérame.

Nina sintió que estaba tratando de controlar su mente, se echó hacia atrás, negándose a escucharlo, tratando de ignorarlo. Cabrón escurridizo, estaba usando su poder sobre ella.

¡Fuera de mi cabeza!

De repente sus ojos se volvieron azules de nuevo, y él la miró con asombro.

—Me estás bloqueando. ¿Pero cómo?

Hizo caso omiso a su pregunta, no es que ella tuviese una respuesta de todos modos. Todo lo que había hecho era empujar contra él, negándole la entrada. Era incapaz de explicar cómo funcionaba—. Necesito respuestas. Podemos hacer esto de forma fácil o por las malas. ¿Cómo va a ser?

En respuesta, sus piernas de repente se levantaron golpeando su espalda, empujándola hacia adelante sobre su pecho, poniéndola cabeza a cabeza con él. Su boca se movió hacia adelante, y se apoderó de sus labios. Pero él no la mordió. Su lengua recorrió sus labios, exigiendo la entrada. ¿De verdad creía que la engañaría con tanta facilidad? Ella apretó los labios, negándoselo.

—Libérame, y no te haré daño. —Amaury hizo una pausa—. A excepción de una pequeña nalgueada.

Nina se levantó apoyándose en sus hombros y se puso en posición vertical, lejos de su boca tentadora y su olor embriagador. La idea de ser nalgueada por él como una niña traviesa, le envió un escalofrío que recorría su cuerpo.

—Tentador, pero no, gracias. Prefiero mantener la ventaja.

—Te lo advierto, Nina. Te arrepentirás más tarde. —Su voz era un gruñido ahora. Había algo salvaje en él, algo tan animal, que debería tenerle miedo. En cambio, quiso responderle con uno de sus propios gruñidos. Ella sacudió la cabeza para detener sus pensamientos errantes y claramente estúpidos.

—No habrá más adelante.

—¿Qué quieres?

—Venganza, justicia. Eso es lo que quiero.

Él respondió con una mirada sorprendida—. Yo no te he herido. No he hecho nada que no querías que hiciera.

—Has tomado lo que era más querido para mí. Tú y tus amigos, han alejado a Eddie de mí.

—¿Eddie? ¿Quién es Eddie? —Las arrugas de su frente, eran testigos de su falta de comprensión. Parecía totalmente desorientado.

—Lo ves. Tú ni siquiera sabes, son tan insensibles con la vida humana, que ni siquiera recuerdan lo que hicieron. Es sólo otra vida humana, ¿no? Otro que no contaba. ¿Cuántos otros existen además de Eddie, que ni siquiera puedes llevar la cuenta?

Le dio un puñetazo en el pecho, pero él apenas se estremeció.

—Maldita sea, Nina, no tiene sentido. ¿Quién demonios es Eddie?

—Era. Quién demonios era Eddie. Eddie está muerto. Y es por ustedes. —Debido a que trabajaba para ellos y de alguna manera, se había enredado con ellos. Hasta que se deshicieron de él de alguna manera.

—Yo no he matado a nadie. Tienes al vampiro equivocado.

Nina negó con la cabeza—. Tengo al correcto. Él estaba trabajando para ustedes, tú y Samson. Él era un guardaespaldas de Scanguards. Todo lo que hizo fue trabajar para ustedes, ¿y qué le hicieron? Lo traicionaron, lo usaron.

El reconocimiento se vio en sus ojos—. Edmund Martens. Estás hablando de Edmund.

Finalmente, estaba empezando a entender. Ya era hora.

—Mató a su cliente y luego se suicidó —dijo Amaury—. Fue así. Pregúntaselo a la policía. Tienen la evidencia. Ni Samson ni yo, tenemos nada que ver con su muerte.

—Ustedes lo obligaron a hacerlo. Lo obligaron, bajo coacción. Uno de ustedes le tendió una trampa. —Su Eddie nunca hubiera matado a nadie, y menos a sí mismo.

—Eso es una locura. Yo apenas lo conocía. No hicimos nada contra él. Ninguno de nosotros, ni yo ni Samson.

Amaury estaba haciendo tiempo, y ella no lo podía aceptar.

—Eddie no era un asesino. Él no podía hacerle daño ni a una mosca. Sí, robó, engañó, porque tenía que hacerlo. Tuvimos que hacerlo. No teníamos otra cosa. Pero él no era un asesino, él no era malo. Era gentil y amable. —Ella sintió las lágrimas en sus ojos.

—Escucha, Nina. Tal vez tú no conocías a tu novio muy bien, pero él…

Ella lo interrumpió—. ¿Novio? ¡Eddie no era mi novio, era mi hermano! Mi hermano menor. Cuidaba de él. Me preocupaba por él. —Ella lo conocía mejor que nadie. Había cuidado de él, después de que se habían escapado de su hogar de crianza. Y luego, cuando finalmente había logrado conseguir un trabajo real con Scanguards, había cuidado de ella, para que pudiera volver a la escuela y recibir una educación. Pero todo se había terminado ahora. Debido a que se había mezclado con los vampiros.

—¿Tu hermano? Oh, chérie, lo siento mucho.

Amaury sonaba tan real, que quería creerle. Pero ella no le creyó. Con un gesto impaciente de su mano, le impidió decir algo más.

—Tú y tus amigos, son los responsables. Lo convirtieron. Hicieron algo para controlar su mente, al igual que lo intentaste conmigo hace un minuto. Lo obligaron a hacerlo. Y ahora vas a pagar por ello.

Ella sacó una estaca de su bolsillo. Los ojos de Amaury se abrieron, cuando enfocó la mirada en el arma en su mano.

—No puedes estar hablando en serio.

—Muy en serio. —Pensó que era su deber obtener justicia para su hermano. Él habría hecho lo mismo por ella.

—Nina, tu hermano no va a volver, incluso si me matas.

Ella lo sabía—. Pero me sentiré mejor cuando lo haga.

Amaury negó con la cabeza—. No, no lo harás. Si es cierto lo que dices, que tu hermano no era un asesino, ¿qué te hace pensar que tú lo eres? Están cortados con la misma tijera.

Sus ojos azules parecían querer penetrarla. No quería escucharlo por más tiempo, porque sus palabras, comenzaban a sonar verdaderas.

—Eres un vampiro, ya estás muerto. No sería como matar a un ser humano.

—Yo no estoy muerto. Mi corazón late, mi sangre corre por mis venas. Yo respiro. —Amaury empujó sus caderas contra ella, haciéndola muy consciente de la parte de él, que estaba más viva que el resto—. Estoy vivo, y tú lo sabes.

Eso lo explicaba, con sangre corriendo a través de sus venas y su corazón palpitante, por supuesto que su cuerpo estaría caliente, no frío. Pero de todos modos—. No importa. Tú eres responsable. Tendrás que pagar, al igual que tus amigos. Todos ellos tendrán que pagar por eso. Él era sólo un niño.

—Ninguno de nosotros le hizo daño a tu hermano. Pero sé que algo acerca de esta situación apesta. Es por eso que trajimos refuerzos. Estamos investigando esto. Nina, créeme, estamos tratando de llegar al fondo de esto. Estamos tan preocupados por esto, como lo estás tú. Tratamos de averiguar quién le hizo daño.

—Más como ocultándolo debajo de la alfombra.

—No. Sabemos que algo está mal, y estamos haciendo todo lo posible para averiguar qué es. Necesitamos un poco de tiempo. Por favor, confía en mí. Te ayudaré a averiguar quién le hizo esto a Eddie. Puedo encontrar quién es el responsable.

Sus ojos se lo estaban pidiendo, pero ella no podía confiar en él. Tan pronto como lo dejara en libertad, el voltearía las cartas y la castigaría. No, ella no podía volverse atrás en estos momentos. Ya había ido demasiado lejos.

Agarró la estaca con más fuerza—. Alguien tiene que pagar por su muerte.

—Alguien lo hará, chérie, te lo prometo. Pero no hagas esto. —Su voz era más suave, como un susurro. Demasiado suave para un vampiro, demasiado gentil para un asesino—. Te vas a odiar por herir a una persona inocente. Te puedo ayudar. Vamos a trabajar juntos. Yo puedo protegerte. No querrás estar ahí afuera por tu propia cuenta. Quien quiera que sea el responsable, es peligroso. Por favor.

***

Amaury no entendía lo que le estaba ofreciendo a ella, pero la mirada triste en el rostro de Nina, lo desgarró en lo más profundo. De repente parecía más pequeña y vulnerable, no como la asesina que estaba tratando de ser. A pesar de la estaca en su mano, él sabía que ella tenía un buen corazón.

Y a pesar de la agonía en que se encontraba, quería ayudarla. El metal de plata estaba dolorosamente comiendo su piel, las ampollas que al principio se habían formado, ahora se rompían, abriéndose, por lo que otro contacto con la plata, lo haría aún más doloroso. Trató de moverse lo menos posible para limitar los efectos del metal nocivo en un área más pequeña, pero era difícil no moverse a medida que la sensación de ardor se hacía peor.

Todo lo que podía hacer, era distraerse a sí mismo. Amaury se concentró en Nina y vio un destello en sus ojos, que reconoció como duda. No estaba segura que su acción estuviera en lo cierto. Tenía que usar sus dudas para llegar a ella.

—Déjame que te bese y te haga sentir mejor. —Él había sentido cómo su cuerpo había reaccionado a él, y dudaba de que hubiese fingido todo. No era muy buena actriz—. Por favor, sabes que mi cuerpo no miente. Y tampoco el tuyo. ¿De verdad crees que hubieras disfrutado el tocarme y besarme, si realmente pensaras que yo era culpable? Confía en tus instintos.

Sus propios instintos le decían que era buena, y que sólo la desesperación la había llevado a tomar estas medidas extremas. De alguna manera iba a llegar a ella. Tenía que intentarlo.

—Antes de que Zane te capturara esta noche, tuvimos una reunión de personal. Mis colegas de Nueva York y yo, estamos tratando de averiguar quién sabe algo sobre lo que le pasó a tu hermano. Tenemos algunas pistas. —No eran realmente pistas, sólo corazonadas. Él había sentido algunas cosas extrañas en varios de los presentes del personal y había seleccionado a los que entrevistaría por separado.

—¿Qué pistas?

Había un interés en sus ojos ahora. Estaba avanzando algo.

—Algunos indicios de que ciertos individuos no nos están diciendo toda la verdad. Hay algo oculto, y lo encontraremos, confía en mí. Encontrar la verdad es tan importante para nosotros, como lo es para ti.

—Lo estás diciendo sólo para calmarme.

Sus labios carnosos entreabiertos. Lo que daría por besarla ahora mismo. Ella le creería entonces.

Amaury negó con la cabeza—. Si no podemos averiguar quién está detrás de esto, la empresa se irá a la ruina. Vamos a perder a nuestros clientes. Nadie quiere ser protegido por guardaespaldas que son inestables. Samson pasó años construyendo la empresa y por eso es lo que es hoy en día. ¿De verdad crees que tiraría todo por la borda, solo para manipular a su personal de cometer un asesinato?

Se dio cuenta que la expresión de sus ojos cambió. Algo estaba logrando en ella. ¿Se estaba dando a entender?

—Tú sabes lo que soy, ¿y te he hecho daño? No. Porque yo no soy así. No lastimo a las mujeres.

Bueno, las nalgadas no cuentan como daño de todos modos, sobre todo cuando la otra parte lo animaba.

—Soy un vampiro, y me besaste. Me permitiste tocarte y compartiste tu pasión conmigo. —Dejó caer la mirada hacia su boca—. Tienes los labios más suaves que he probado jamás. Ninguna mujer ha encendido este tipo de deseo en mí. Tu boca sobre mí, me dio más placer del que nunca había sentido antes. Nina, no puedes decirme que no sentiste eso. No fingiste. Era real. Ahora voy a mostrarte el mismo placer. Por favor, déjame hacerte el amor.

Amaury buscó sus ojos en busca de signos de aceptación, y deseaba poder haber percibido sus emociones, pero su corazón no daba a conocer sus emociones para que él pudiese leerlas. Nunca tuvo que aprender a leer las caras de la gente, nunca tuvo que hacerlo, porque su don siempre le dio todo lo que necesitaba saber. Ahora se arrepentía de su ineptitud.

Nina sacudió su cabeza como para sacarse algún pensamiento.

—No. No puedo. No puedo traicionar a Eddie. Era todo lo que tenía. Él era el único que siempre se preocupaba por mí.

De repente ella se levantó de un salto fuera de la cama. Amaury trató de sacudir la cadena, pero el metal de plata lastimaba su piel. Se mordió sus labios, para no gritar de dolor. ¡Mierda! Sus muñecas se sentían como si hubieran sido sumergidas en la freidora.

—Nina, me preocupo por ti. No te vayas.

Sin otra palabra, dio media vuelta y salió de la habitación.

—Nina, ¡vuelve!

Ella no respondió. Oyó sus pasos cruzando la sala de estar. Entonces abrió la puerta de entrada.

—Nina, ¡maldita sea! ¡Vuelve y termina lo que has comenzado!

Él no se refería a matarlo.

Su pene estaba totalmente erecto, la pequeña ranura en la punta, lo miraba acusadoramente. Ahora le dolía por el anhelo de estar dentro de ella en busca de su liberación. Y se dio cuenta de que por primera vez, el dolor era diferente. No era el dolor por un orgasmo la razón por la que su cabeza estaba explotando. No, esta vez su cuerpo le dolía deseando una conexión, una conexión con Nina.

Era exactamente lo que necesitaba. Con sus redondos dientes humanos, ella había mordido sus pezones, y en ese instante él esperaba que ella le sacara sangre. Había anhelado que ella lo mordiera otra vez cuando se movió hacia arriba a través de su cuerpo. Cuando deliberadamente le había presentado su cuello, esperando, queriendo, y atrayéndola a beber su sangre. Era una tontería. Nunca le había permitido morderle a ninguno de sus amantes vampiro, nunca había ofrecido su sangre a un ser humano, pero su mordedura tentativa había despertado el deseo en él, no podía explicarlo, sin embargo, quería explorar.

Espera a que te encuentre.

Pero hasta entonces, tendría que encontrar una manera de salir de su situación actual. Romper la cadena no era una opción, aunque no era muy gruesa. El hecho que estuviese hecha de plata, hacía imposible para él hacer ningún daño en ella. Cada vez que la estiraba, solo se enterraba más profundo en la carne.

—¡Mierda! —Amaury maldijo, sintiendo el dolor aún más intensamente ahora que Nina se había ido y no tenía a nadie sino a sí mismo para centrarse.

Amaury miró alrededor de su habitación, tratando de encontrar cualquier cosa que pudiera librarlo de sus cadenas. Él sacudió su cabeza. ¿Cómo podía haberse perdido por completo sin notar que llevaba la cadena y que lo estaba atando? Jamás ninguna mujer, lo había metido en un estado tal, en el que hubiera perdido por completo todos sus sentidos.

En las últimas décadas, rara vez había tenido sexo, sólo por sexo. La única razón por la que había tenido sexo, era para conseguir el alivio del dolor en su cabeza. Pero cuando Nina comenzó a seducirlo, lo único que había pensado era en sentirla y disfrutarla. No porque tuviera que tener relaciones sexuales, sino porque él quería hacerlo. Y eso no había ocurrido en mucho tiempo.

Con el metal de plata comiendo más en sus muñecas, no sólo podía estar ahí y esperar hasta que uno de sus amigos viniera a buscarlo. No había tiempo que perder, o el proceso de curación llevaría días, no horas. Además, su erección no bajaba por sí sola, sobre todo porque su olor todavía persistía en el dormitorio. Tenía que salir y empezar a buscarla.

Amaury miró el teléfono, el cual estaba en la mesita de noche. Estaba a varios metros, fuera del alcance de sus manos. Trató de moverse más cerca, pero la cadena no iría tan lejos. Cuanto más la plata dañaba sus muñecas y disolvía su piel, más comenzaba a maldecirla.

Espera a que ponga mis manos sobre ti, chérie.

¿Y por qué seguía utilizando esa palabra francesa para decirle cariño? Él sacudió su cabeza reconociendo su propia estupidez y puso su mente a trabajar en su situación.

Girando su cuerpo hacia un lado, extendió sus dos piernas hacia el teléfono inalámbrico. Si se desgarraba un músculo por causa de ella, haría que lo masajeara con la lengua, se lo prometió a sí mismo.

La imagen sólo intensificó su erección, que parecía hacerse más gruesa cada minuto.

Con renovada determinación, tomó el receptor entre sus pies y se lo puso sobre la cama. Los dedos de sus pies eran demasiado grandes para marcar los números uno por uno, pero si pudiera presionar el remarcado, llamaría a uno de sus amigos. No estaba seguro de cuál, pero al menos alguien vendría en su ayuda.

El dedo gordo de su pie pulsó el botón, y su sensibilidad auditiva recogió el sonido del timbre. A pesar de que no podía poner la llamada en altavoz, sería suficiente para que él se comunicara.

—Hey, ¿qué pasa?

Grandioso. ¿Thomas? ¿En serio?

Alguien le estaba haciendo una broma a costas de Amaury.