Capítulo Diez

Era la última reunión de personal de esa noche. Amaury estaba cansado y sin fuerzas. Podía sentir que a Gabriel no le iba mucho mejor. Usar sus poderes los desgastaba demasiado.

Las sillas de la sala de reuniones se habían dispuesto de manera que Yvette pudiera ver la cara de todos y registrarlos en su mente. Tanto Amaury como Gabriel, estaban junto a ella, a un lado, mientras Ricky estaba en el podio y respondía las preguntas que le hacían después de su discurso estándar sobre los incidentes.

—Eso es justo lo que necesitamos, la policía escarbando en nuestro pasado —murmuró uno de los empleados. Un murmullo colectivo se extendió por la habitación.

Ricky levantó la mano para pedir silencio—. Entiendo sus preocupaciones. Tengan la seguridad que no daremos información a la policía mientras no se presenten con una orden judicial apropiada. Como todos sabemos, muchos de nosotros tenemos antecedentes poco brillantes. Pero eso está en el pasado. Hemos salido de esto y nos hemos reformado.

Amaury se dio cuenta de que Ricky usó el nosotros colectivamente. Él era un orador extraordinario, siempre consciente de lo que la gente quería, él sabía cómo ganarlos. Muchos de los guardaespaldas de Scanguards eran criminales reformados, y aunque Ricky no era un ex convicto, dar a entender que él era uno de ellos, fue un movimiento inteligente de relaciones públicas.

—Estamos juntos en esto. Por una manzana podrida, no se echa a perder todo el lote. Yo creo en ustedes muchachos. Sin ustedes Scanguards no existiría. Sin ustedes, el mundo sería menos seguro —continuó con su perorata para levantarles el ánimo—. La compañía necesita que se mantengan fuertes y vigilantes. Si sospechan de algún delito, les insto a que vengan a mí.

Amaury escaneaba a la multitud y trataba de filtrar las diversas emociones que rebotaban por toda la habitación. Su cabeza estaba a punto de explotarle, pero como siempre no lo permitiría. Las emociones que le bombardeaban eran lo que esperaba: miedo, ira, terror, incredulidad.

—No podemos permitir que estos incidentes destruyan a la empresa. Demasiadas personas dependen de nosotros. Muchos puestos de trabajo se perderían. Todos tenemos familias que dependen de nosotros. No vamos a defraudarlos.

—¿Hay alguna pista? —Surgió una pregunta de la audiencia.

Ricky sacudió la cabeza—. No estamos al tanto de cualquier información que la policía considere confidencial. Llevaremos a cabo nuestra propia investigación interna, y para ello contamos con su colaboración. Muchos de ustedes conocían a Edmund y Kent. Así que tengo que pedirles un favor: si piensan que había algo extraño que pasaba con ellos antes de estos incidentes, cualquier cosa que pueda ser considerado extraño, o si saben de algún problema que tuviesen, por favor háblenlo conmigo en confianza. No tengan miedo a represalias. Si quieren permanecer en el anonimato, voy a respetar su solicitud.

—¿Habrá una recompensa?

Amaury frunció el ceño. Típico, siempre había alguien que quería obtener una ganancia de una situación como esta. Se enfocó en las emociones del hombre.

—Al momento no hemos decidido nada. Pero todos saben cómo trabajamos. La empresa no se olvidará de su contribución. Somos dependientes unos de otros, y velamos por los nuestros.

Él realmente tenía que darle la mano a Ricky; pudo dar un giro positivo de la nada. Los hombres en la multitud se veían mucho más relajados ahora, que cuando comenzó la reunión. Una gran parte de su ansiedad había desaparecido, y sus emociones se habían calmado. Sin embargo, habían unos cuantos exaltados con los cuales tratar.

—No puedo darme el lujo de mezclarme en esto. Estoy en libertad condicional —gritó un tipo grande, levantándose de su asiento. Las cabezas se volvieron hacia él.

—Bueno, no eres el único —intervino otro, desde el otro lado de la habitación— así que, cállate.

—¿Quieres verte con esto? —Le dijo provocativamente el que tenía la libertad condicional, con los dientes apretados y los puños en alto.

Ricky puso a la gente bajo control—. Por favor, señores. No hay necesidad de lo físico. ¿Se imaginan el papeleo con el que tengo que lidiar, con sólo llenar los formularios de compensación de los trabajadores? Por favor. Piensen con la cabeza. Ninguno de nosotros puede darse el lujo de estar metido en esto, pero lo estamos. Nosotros no lo elegimos, pero tenemos que lidiar con esto. Exhorto a todos a mantener la cabeza fría. Nuestro primer deber es hacia nuestros clientes que se pondrán nerviosos, y con mucha razón. Si alguno de ustedes pierde la calma, nuestros clientes se darán cuenta. Si desean renunciar a su función, es mejor que me lo hagan saber.

Ricky miró a la multitud, pero nadie habló—. Supongo que esto quiere decir, que todos seguimos haciendo lo que se supone que debemos hacer. Proteger a nuestros clientes, hacer nuestro trabajo. Saldremos de esto, se los prometo. Buenas noches, caballeros. Tengan cuidado.

Ricky dirigió a Amaury y a Gabriel una mirada silenciosa. Amaury asintió con la cabeza. Había tenido tiempo suficiente para profundizar en las emociones de los empleados, pero nada de importancia había ocurrido. Todas las emociones parecían razonables para la situación. Sin embargo, había algunos miembros del personal, a los cuales quería examinar más de cerca.

Cuando la sala se despejó y se calmó la charla, los vampiros se congregaron en una esquina.

—¿Encontraron algo? —preguntó Ricky.

—Vi sus memorias, pero no había nada que conectara a cualquiera de ellos, a Edmund o Kent. Sí, algunos conocían a uno o incluso a los dos, pero no pude ver incidencias que me llevaran a creer en algún juego sucio. A menos que alguien estuviera bloqueando mi acceso hacia ellos —reconoció Gabriel.

—¿Pueden hacer eso? —preguntó Amaury con sorpresa. Siempre había asumido que el don de Gabriel era infalible.

—Los seres humanos no pueden. Pero cualquier vampiro puede ser capaz de hacerlo. No todo el mundo me puede bloquear, pero algunos de los vampiros podrían tener poderes suficientes, para al menos bloquearme parcialmente o enmascarar sus recuerdos, de modo que no pueda acceder a ellos lo suficiente. ¿No tienes tú ese problema con tu poder?

Amaury negó con la cabeza y supo al instante que estaba mintiendo. Había conocido a una persona, cuyas emociones no pudo leer, pero estaba seguro de que era una casualidad. Además, ella era un ser humano—. No, puedo sentir a cualquiera… humano o vampiro.

Y después de las largas sesiones con los empleados, estaba completa y totalmente vacío y exhausto. Necesitaba desesperadamente el sexo, para mantener su cabeza sin explotar. Miró su reloj. Los clubes nocturnos todavía estarían funcionando en ese momento. Tenía que alimentarse, y necesitaba continuar a la búsqueda de Nina.

—Bueno, bien por ti. —Si Gabriel supiera. Bueno no era el atributo que Amaury asociaba con su don—. ¿Sentiste algo de tu lado?

—Sentí algunas personas con problemas de culpa, posiblemente a alguien con sentimientos de decepción y de miedo, pero no pude determinar con precisión qué pasaba. —Él miró a Gabriel—. Tu don es mucho más preciso que el mío.

El don de Amaury estaba abierto a la interpretación, y esta vez no podía basarse en conjeturas. Esto era muy importante para todos ellos. Por eso, era necesario que el don de Gabriel complementara al suyo.

—Tendremos que entrevistar a algunos de ellos en forma individual. Muéstrame la lista, Ricky —exigió.

Ricky sacó la lista del personal y se la entregó. Amaury hizo rápidamente algunas notas al lado de varios nombres.

—Vamos a preparar algo para mañana por la noche.

Ricky miró la lista—. Está bien, junto con los otros de las reuniones anteriores, suman once. ¿Yvette?

Yvette había estado en silencio durante todo el tiempo. Ahora carraspeó y dijo—: Me gustaría participar en las entrevistas con Amaury.

Amaury levantó las cejas, pero no protestó. Si quería ver más de cerca a los hombres que había elegido, que así fuera—. Gabriel, seremos los tres entonces. —Por lo menos con Gabriel allí, Yvette y él no se pondrían instantáneamente a pelear.

—¿Dónde está Quinn? —preguntó Yvette de repente.

—Probablemente afuera. Se suponía que debía asegurarse de que todo el mundo saliera del edificio. Vamos —ordenó Gabriel—. Es hora de reunirse con Zane.

***

Esta era la tercera noche consecutiva que Nina estaba en problemas con un vampiro. Tal vez no estaba hecha para esto después de todo. Y este era un hombre de aspecto malvado. Su cabeza estaba rapada, su cuerpo no tenía un gramo de grasa, y la había inmovilizado contra la pared exterior de las oficinas de Scanguards, en el centro.

Su boca torcida en una mueca, estaba a sólo unos centímetros de su rostro, mientras su brazo presionaba contra su cuello haciendo que la respiración fuera prácticamente imposible.

Todo iba bien, hasta hace unos minutos. Ella había visto a los empleados abandonar el edificio después de la reunión de personal. Desafortunadamente, Benny se había escapado, antes de haberla ayudado a identificar a su contacto. Ello le hizo pensar a Nina que su informante había visto al hombre salir entre los empleados en ese momento y decidió que era más seguro irse. No es que él hubiera venido con ella voluntariamente, en primer lugar. Ella había tenido que utilizar la persuasión violenta para lograr que él viniese con ella.

Obviamente, la comadreja tenía un mejor instinto de auto preservación que el que tenía Nina, de lo contrario en estos momentos no sería la que se encontrara en las garras de un vampiro calvo. La cadena de plata que llevaba en el bolsillo de la chaqueta no era de ninguna utilidad para ella ahora… no sería lo suficientemente rápida como para envolvérsela alrededor de su cuello, incluso si se las arreglaba para liberarse de su control. Y a pesar de que estaba armada con una estaca, estaba en su bolsillo interior y en ese momento era de difícil acceso para ella. Tenía que jugar una estrategia diferente.

—¿Quién eres tú?

Sí, su voz sonaba tan dura como él se veía. Sin lugar a dudas.

Ella abrió la boca, pero no salió ningún sonido. Él estaba aplastándole la tráquea.

—¡Habla!

Era fácil para él decirlo. Él no era el que se estaba quedando sin aire. Ella abrió la boca y levantó el brazo apuntando hacia su cuello. Un segundo después, él aflojó el apretón en su cuello, pero sólo un poco. Nina tosió al instante.

—Ahora habla rápido.

—Me estaba metiendo en mis propios asuntos. —Si él pensaba que ella hablaría así de rápido, nunca había conocido a alguien tan testarudo como ella.

Él negó con la cabeza—. No en mi territorio, no es así. Has estado espiándonos. ¿Quién eres tú?

—Estaba dando un paseo, eso es todo.

Él empujó su muslo contra ella en un alarde de dominio físico. Ella no se dejó intimidar por eso fácilmente, bueno, al menos no iba a admitirlo.

Rondando es la palabra que estás buscando, creo.

De reojo ella escaneó su entorno para ver a algún transeúnte, pero se habían quedado solos. Ya era muy tarde esa noche, y el distrito financiero estaba desierto. Los restaurantes ya estaban cerrados, y no había clubes nocturnos en las cercanías.

—Este es un país libre.

—Para algunas personas tal vez.

Él era diferente a los dos vampiros con los que había peleado la noche anterior. Pudo haberla matado una docena de veces desde que la capturó, sin embargo, sólo tenía la intención de interrogarla. Le daba la esperanza de que no había sido enviado por el mismo hombre que le había mandado a los otros dos vampiros.

—Oye, no tengo líos contigo. Si este es tu territorio, hermano, me saldré de tu visión, ¿eh? —Ella hizo todo lo posible para sonar como la jerga de las pandillas callejeras. Si podía convencerlo de que era sólo una delincuente de bajo nivel y no espiaba a los vampiros, tal vez la dejaría ir.

—¿Qué quieres?

Como si ella se lo fuese a decir. Demonios, el tipo era insistente.

—¡Zane!

Su cabeza giró hacia la voz detrás de él. Varias figuras se acercaban a ellos, todas se veían a contraluz, en las sombras. Grandioso, más vampiros. Sus posibilidades de supervivencia acababan de disminuir de forma exponencial.

—¿Qué está pasando? —preguntó la misma voz. El hombre apareció a la vista. Lo primero que vio Nina, fue la gran cicatriz que se extendía desde el mentón hasta el extremo de su oído. Horripilante. Se podría decir que en algún momento del pasado, había sido buenmozo, pero la fea cicatriz había puesto fin a eso.

—¡Este hombre acaba de atacarme! —Tal vez podría crear cierta confusión y apelar al sentido de caballerosidad de alguno de ellos hacia una mujer. No es que tuviera muchas esperanzas. Ellos sólo serían pisoteados.

—¿Nina?

Ahora bien, había una voz que definitivamente reconocía.

Amaury salió a la vista, con una mirada aturdida en su hermoso rostro. Maldita sea, el hombre seguía siendo tan hermoso como la noche anterior. No lo había imaginado.

—¿La conoces? —Cara cortada con una cola de caballo, le preguntó.

—Zane, déjala ir. ¡Ahora! —le ordenó Amaury al vampiro que todavía la mantenía fuertemente sujetada. Zane no mostró ninguna intención de soltarla. Por el contrario, se sentía, como si la apretase más.

—¡No me digas que ella es una de tus fulanas! —Una voz femenina la sorprendió. Nina miró hacia esa dirección. Si alguna vez hubo una mujer que podría llamarse una femme fatale, era esta. Pantalones de cuero negro, un colorido top ajustado, senos enormes. Y una cara absolutamente impecable, enmarcada por un pelo corto y negro. Algunas chicas tenían mucha suerte.

—¡Cállate Yvette! Zane, suéltala —Amaury repitió su orden.

—¿Quién es ella? —Zane no estaba claramente dispuesto a ceder.

—No es tu maldito asunto.

—Lo es, si estaba espiando a Scanguards.

—Nina, ¿verdad que no estabas espiando a Scanguards? —Amaury le dio una mirada sutil de complicidad.

—Por supuesto que no. Yo estaba esperándote. —Esperaba que nadie pudiera escuchar el temblor de su voz.

—¿Estás saliendo con una humana? —El vampiro de la colita y la cicatriz, le dio una mirada de amonestación a Amaury—. ¿Puedo recordarte lo que discutimos hace dos noches?

—Yo sé lo que hablamos, Gabriel. No es necesario que me lo recuerdes. Yo me ocuparé de ella.

—¿En serio? —Intervino Yvette.

—Sí, en verdad. —Amaury sonaba muy enojado.

—Mejor que lo hagas. Sin exposiciones. —Gabriel hizo una indicación a Zane para que la soltara. Nina sintió que se oponía a hacerlo. El bastardo obviamente tenía la esperanza de hacerle un poco de daño, y seguía apretándola.

—Creo que prefiero hacerlo yo mismo —insistió Zane—. No creo que pueda confiarse en ti para limpiar su memoria. Eres demasiado parcial.

¿Limpiar su memoria? ¿Cómo iban a hacerlo? ¿Perforándole el cráneo?

Zane y Amaury se dispararon puñales uno al otro. Si las miradas mataran, bueno, por suerte no podían, o por lo menos ella no pensaba que podían. Pero ¿qué sabía ella de qué más eran capaces los vampiros?

—Nina, aléjate de él, y ven hacia acá.

Reprimió el impulso de sacarle el dedo a Zane y estaba encantada de cumplir con la orden de Amaury. Mejor el vampiro que ella conocía…

Se dio cuenta de la mirada que Yvette le dio, cuando finalmente se paró junto a Amaury. Su siguiente comentario no fue ninguna sorpresa.

—¿Es tan buena que estás dispuesto a traicionar a tus amigos? —La mujer dejó correr su mirada sobre el cuerpo de Nina, haciendo que se sintiera como si estuviera sufriendo una inspección que no tenía ninguna posibilidad de aprobar.

—Mantente fuera de esto, Yvette —gruñó.

—Tan buena en la cama, ¿eh? —Yvette le lanzó una fría sonrisa a Nina.

—¡Cuidado!… él tomará lo que quiere y le importa un comino las consecuencias.

Nina estaba perdida de cómo responderle. Se alegró de que ella no tuviera que hacerlo. Gabriel cortó la conversación.

—Es suficiente. Amaury, tú sabes qué hacer. Si no te haces cargo de esta situación, lo haré yo. O peor aún, lo hará Zane. ¿Nos entendemos?

Hubo una leve vacilación de Amaury. Se dio cuenta de cómo sus manos se hacían puño—. Alto y claro.

Se volvió y la agarró del brazo—. Vamos. —La aspereza de su voz, no era un buen augurio para su futuro inmediato.

Nina no tenía idea de por qué simplemente no la había tirado hacia los leones, sino que había tomado su ira sobre sí mismo para sacarla de la precaria situación. Ella lo miraba de reojo mientras luchaba por mantenerse a su lado, su mano todavía la sujetaba alrededor del brazo, de una manera no muy amable.

—¿A dónde vamos? —le preguntó, una vez que estaban fuera del alcance del oído de sus amigos vampiros.

—A algún lugar donde podamos hablar.

—¿Hablar de qué?

Amaury se detuvo y tiró de ella hacia él. La mirada furiosa que le dio, hizo a Nina morderse la lengua—. Los dos sabemos que no teníamos una cita, así que déjate de pendejadas. Tienes suerte de que pude engañar a mis amigos. Pero ahora me debes una explicación.

Una vez más la tiró hacia él.

—¡Más despacio! No puedo seguir tu ritmo.

—Si no quieres que te lleve por encima del hombro, mantén el ritmo.

Nina ignoró el temblor que corría por su espalda.

¡Hombre de las cavernas!