Capítulo Ocho

La puerta se estrelló contra el rostro de la comadreja y lo tiró hacia atrás a la cocina de su mal ejemplo de apartamento. El lugar apestaba. Nina trató de ignorar los malos olores a tabaco rancio, moho, y alimentos en mal estado, y se concentró en el hombre frente a ella.

Con una sacudida furiosa de su pie, cerró la puerta detrás de ella. Su informante se tapó la nariz ensangrentada y le dio una mirada de asombro. Ella le había dado una fuerte patada en sus testículos, y lo dobló. ¿Quién era el sexo débil ahora?

—Ya basta —le rogó.

Odiaba golpear a personas que eran más pequeñas que ella, pero esta vez no tuvo misericordia. La había vendido a los vampiros, y necesitaba saber por qué.

—Ahora, vamos a hablar —le anunció. Nina sabía que Benny tenía un extraño sentido de lo que él consideraba la verdad, y la única manera de sacarle la verdad, sería a golpes. Algo que estaba definitivamente con el ánimo de hacer esa noche.

Todavía agarrándose los testículos, su rostro se retorcía de dolor, Benny levantó una mano en señal de rendición. Nina no se dejó engañar. En el momento en que se recuperara, él lucharía de nuevo. Pero ella no lo dejaría recuperarse… esta vez no.

Ya se había dado cuenta de que Amaury no podría estar detrás del ataque contra ella. Después de todo, el vampiro Cara de Culo, casi lo había matado, y Amaury no se había visto con el más mínimo remordimiento o enojo, cuando ella había matado al chupa-sangre con la estaca. A menos que él hubiese hecho todo esto para engañarla y hacerla confiar en él… lo cual no tendría ningún sentido. Ella rechazó la idea por completo.

Benny se enderezó. Sin dudarlo, ella apretó su mano golpeándole el estómago, los músculos de su estómago sin entrenamiento, no proporcionaban ninguna resistencia real.

—¡Uf! —Gruñó él mientras caía hacia atrás, y cayó contra el mostrador de la cocina. Los utensilios se esparcieron por el suelo.

—Hay más de donde vino. Ahora quiero una respuesta.

Él le dio una de sus falsas miradas inocentes, y levantó las cejas con fingida sorpresa—. ¿Qué respuesta? No me has preguntado nada todavía.

—No te hagas el tonto o te voy a convertir en un eunuco. —Alguien como Benny, debería ser sacado definitivamente de la reserva genética. Darwin le daría las gracias por ello.

Benny miró a su alrededor. Ella notó que su mirada se concentraba en un juego de cuchillos de cocina que estaban a su alcance.

—Yo no haría eso si fuera tú —le advirtió en voz baja.

Nina sabía que no la escucharía. Él no era precisamente el más inteligente y, obviamente, todavía no había aprendido que la desobediencia le haría ganarse más lesiones.

Al momento en que Benny tomaba el cuchillo del mostrador y le apuntaba, Nina ya había sacado su propio cuchillo de su bolsillo. Nunca salía de casa sin él.

—Benny, Benny —le regañó y sacudió la cabeza en señal de desaprobación.

Él le dio una sonrisa presumida, viendo su cuchillo comparado con el de ella.

—Creo que tengo el más grande.

¡Típico hombre!—. El tamaño no siempre importa. Es lo que haces con eso, lo que cuenta.

—Ven y atrápame, Nina. —Con su mano libre, le hizo un ademán para que se acercara. El idiota había visto muchas películas malas, y claramente se imaginaba que era el próximo Rambo… bueno, el próximo Rambo realmente pequeño, sin los músculos o el cerebro de todos modos.

—¿Por qué lo hiciste? —ella le preguntó.

Benny le dirigió una mirada indiferente—. ¿Por qué no? No pagas precisamente muy bien cuando se trata de la información que deseas. Un hombre tiene que vivir.

Su viejo dilema… el dinero. Nina era consciente que nunca podía pagar lo suficiente por las cosas que necesitaba. Desde la muerte de Eddie, apenas se había mantenido a flote. Su hermano había sido la principal fuente de ingresos, y ella había regresado a la escuela para mejorar sus posibilidades de conseguir un buen trabajo. Pero ahora, tenía que vengarse de él, claramente no tenía tiempo para obtener un empleo o continuar con la escuela. Ella apenas tenía tiempo suficiente para averiguar dónde podía robar las cosas que necesitaba para sobrevivir. Los pocos ahorros que tenía se habían agotado.

—Pequeña rata. —Nina dio dos pasos hacia él con los brazos estirados a los lados, lista para el combate—. Adelante, dame un golpe. El ganador se lleva todo.

—Vete a la mierda —le respondió.

Ella le dio otra mirada rápida. Ya era hora de mostrarle a este pequeño idiota, que no debía meterse con ella.

De repente, Benny se lanzó con un grito hacia ella. Ella se movió a un lado y lo esquivó por un pelo. Su costado golpeó contra la pared y ello recrudeció el dolor de sus costillas ya golpeadas, pero no tenía tiempo para pensar en ello. Giró sobre sus talones y lo encaró, mientras se lanzaba sobre ella nuevamente. Su brazo bloqueó el cuchillo, justo a tiempo.

—¿Estás listo para darme una respuesta? —Ella gruñó apretando los dientes.

—Todavía no me has ganado —replicó Benny y se hizo hacia atrás, sólo para intentar clavarle el cuchillo otra vez.

Nina dio lo mejor que tenía. Ella evitaba puñalada tras puñalada, tal como él se escapaba de sus intentos de hacerle daño. Durante un tiempo estuvieron parejos.

Se sentía agotada. El dolor en sus costillas, obstaculizaba su flexibilidad. Quizá debió haber aplazado su enfrentamiento con Benny, hasta que ella se hubiese recuperado. Esa noche no estaba en las mejores condiciones. La lucha con esos dos vampiros la había desgastado demasiado, y el resistirse a Amaury había hecho el resto.

La siguiente puñalada de su oponente, cayó en el blanco. La herida en su brazo era sólo una herida superficial, pero el dolor resultante no fue tan fugaz como la puñalada lo había sido.

—Maldito bastardo —le gritó, y se lanzó hacia él completamente furiosa. El dolor le proporcionó otra inyección muy necesaria de adrenalina, recargando sus baterías.

Mientras le apuntaba con su cuchillo, su pierna le dio una patada bien situada en la espinilla, haciéndolo perder el control. Él se dobló. Ella aprovechó el segundo de ventaja y le dio un corte en la mano, haciendo que suelte el cuchillo.

—¡Perra! —gritó él.

Nina le agarró la mano lesionada y se la retorció, poniéndolo de espaldas y presionándolo con su rodilla y puso su cuchillo en su cuello. Su cuerpo se estremeció. Bien… él debería tenerle miedo.

—Tal vez ahora estás listo para hablar. Tienes diez segundos.

Sus costillas latían de dolor, y sólo tenía unos minutos más de energía, antes de que se viniera abajo. A ella se le acaba el tiempo.

—Me van a matar si hablo.

—¿Adivina qué?… Yo te mataré si no lo haces. Yo estoy aquí. Tienes dos opciones: morir ahora o morir después —le ofreció y esperaba que el idiota fuera lo suficientemente inteligente, para elegir después.

Benny respiraba con dificultad. —Está bien. Sólo no me hagas más daño.

—Habla rápido. Mi mano está temblando, y quién sabe qué pasará si se me desliza el cuchillo —le advirtió.

—Cuando hice preguntas por ahí por ti, este hombre se me acercó, dijo que me pagaría el triple de lo que tú me pagaste, si te enviaba a esa trampa.

—¿Quién fue?

—No sé. No me dio su nombre. Me pagó en efectivo allí mismo. Yo no le pregunté nada.

—Eso no basta. ¿Por qué?

—¿Por qué, qué?

—¿Por qué quería deshacerse de mí?

Los hombros de Benny se movieron como si estuviera tratando de encogerse de hombros—. Dijo algo acerca de que estabas poniendo tus narices en algo que no era de tu incumbencia.

Nina negó con la cabeza. Era su deber averiguar lo que le había sucedido realmente a su hermano. No podía aceptar que él fuese un asesino—. Debes saber algo más.

—No. Eso es todo lo que sé.

—Usa tu maldito cerebro —dijo entre dientes y presionó más fuerte su rodilla sobre su espalda. Él gimió.

—Le oí decir a su amigo que él iría a una reunión de trabajo mañana por la noche.

—¿Qué reunión de trabajo?

—Alguna empresa con escáneres o algo así.

Nina parpadeó. —¿Scanguards?

—Sí, sí. Esa era. Dijo que iba a estar en una reunión de personal en Scanguards.

Ella lo sabía. Su intuición había sido acertada. Era alguien de Scanguards, como lo había sospechado. Amaury y sus amigos tenían que estar involucrados—. ¿Qué aspecto tenía?

—Era normal. Alto, moreno.

Amaury era alto y moreno, pero ciertamente no era normal.

—Eso no es muy útil. Creo que tendrás que venir conmigo para identificarlo mañana por la noche.

Benny trató de zafarse de su agarre, pero ella lo presionó. Su protesta fue instantánea—. De ninguna manera. Voy a ser un hombre muerto si lo hago.

—Ya veremos.

Nina sintió que sus fuerzas se reducían. No tenía más tiempo, de lo contrario él le voltearía la tortilla—. Mañana —prometió, antes de que ella lo empujara al suelo y corriera a la puerta.

Corrió escaleras abajo, hacia fuera del edificio, agachándose en la puerta oscura más cercana para recuperar el aliento. Sujetando sus costillas, inhaló y sintió el dolor de sus pulmones rozándole los huesos heridos. El corte en su brazo aun estaba sangrando. Nada que Amaury no pudiera arreglar, pero no iba a regresar a él.

Puede ser que él no hubiese enviado a esos vampiros tras ella, pero uno de sus amigos o colegas lo había hecho. Todos trabajaban juntos. El hecho de que Amaury no estuviera involucrado en todos los detalles, no quería decir que no tenía la culpa.

Él era el enemigo.

Darse cuenta de eso la golpeó más fuerte de lo esperado. Antes, ella sólo sospechaba que había participado, pero ahora estaba más segura en sus suposiciones. Scanguards estaba definitivamente involucrada, lo que significaba que Amaury estaba involucrado. ¿La había engañado todo el tiempo y jugó al rescatador apasionado y preocupado para seguir su agenda? ¿Pero por qué? Había tenido todas las oportunidades para matarla, sin embargo, la había defendido. ¿Por qué?

Con sus últimas fuerzas, llegó a su casa. El apartamento de un ambiente se encontraba en el Barrio Chino. Era oscuro y pequeño. Lo mantenía tan limpio como podía, pero incluso la limpieza no podía distraer el hecho de que el lugar estaba en mal estado. El mobiliario era viejo y gastado, una mezcla de estilos y épocas, pero a ella no le importaba.

Esto era mejor que los hogares de adopción en los que había vivido en su adolescencia. Al menos, ella estaba sola. Nadie vendría a su habitación por la noche. Nadie la miraría. Nina sacó esos recuerdos de su mente. Había sobrevivido. Era lo único que importaba.

Cerró la puerta detrás de ella y le puso la cadena de seguridad. Después de tirar sus zapatos, se desplomó sobre la cama. Estaba demasiado cansada para levantarse hasta el refrigerador para sacar una bolsa de hielo. En cambio, se volvió hacia la imagen que estaba sobre su mesita de noche. La foto de un joven le devolvía su sonrisa, sus hoyuelos eran profundos, su pelo rubio desgreñado.

—Oh, Eddie, estoy sola. ¿Qué voy a hacer?

Cuando las lágrimas se formaron en sus ojos, ella dejó que rodaran por su rostro. En la seguridad de sus propias cuatro paredes se permitió un momento de debilidad, con la esperanza de que las lágrimas alejen su dolor y soledad, pero sabiendo que no lo harían.