Desde su ventajosa ubicación en el balcón interior, Amaury LeSang dio una mirada sobre las cabezas de la multitud en el club nocturno de moda. El mar de cuerpos se balanceaba al ritmo del fuerte y monótono techno. Su ojo experto examinaba a la gente contoneándose unos contra otros, buscando encontrar una mujer que necesitara compañía.
Demasiadas emociones le venían de golpe a la mente en ese lugar abarrotado, razón por la que prefería su propia compañía a la de la multitud.
Un rayo de dolor lo asaltó.
…Nunca debería haber salido con ese idiota…
…La saco a bailar, o tal vez le hablo a su amiga primero…
…Idiota. Como si me importara. Le demostraré…
Bloquear al azar los sentimientos de las personas en la pista de baile, se hacía cada vez más difícil y doloroso mientras más tiempo pasaba ahí. Se sentían menos como palabras y más como puñaladas que cortaban en él… no una detrás de la otra, sino todas a la vez… El impacto derribaría de bruces a un hombre débil.
Pero Amaury era más fuerte que otros.
Se centró en las mujeres que parecían no estar acompañadas. Todo lo que necesitaba era una mujer solitaria que aceptara su atención. Alguien que estuviese en el club para acostarse. Él estaba más que dispuesto a hacerles el favor.
Allí divisó una modesta morena. No solamente se sentía sola, estaba desesperada por el toque de un hombre.
Él bajó las escaleras y se metió en la pista de baile, dejándose guiar por los sentimientos que escuchaba de ella. La mujer se sacudía al ritmo de la música y lo miró cuando él se detuvo frente a su ligero cuerpo.
Amaury le lanzó una de sus sonrisas más encantadoras. Combinada con su atractivo aspecto moreno y ojos azules, la mayoría de las mujeres no podían resistirse a él, un hecho que siempre utilizaba sacándole la máxima ventaja.
Baila conmigo.
Él movió sus labios y envió su pensamiento hacia su mente. Ella creería que él le había hablado, cuando en realidad no podría haberlo escuchado por el estruendoso ruido de la música.
Ella sonrió y asintió con la cabeza. Un sí un poco tímido, pero no obstante de aceptación. Colocándole un brazo en su cintura y el otro alrededor de su hombro, la atrajo hacia él. Su cabeza le llegaba sólo hasta el pecho, era por lo menos 30 centímetros más baja que él.
Dejándose llevar por el ritmo de la música, Amaury movió su cuerpo contra el de ella. Ella se amoldó a él, mientras él disfrutaba la sensación de su cálida piel a través de su escasa ropa… sus muslos rozándose, sus caderas oprimiéndose.
Rodeado por la multitud de personas, la presión en su cabeza aumentaba, y el dolor punzante en sus sienes, se intensificó. Como una migraña incapacitando a un ser humano, el dolor regía sus acciones. Sin embargo, él luchó para no sucumbir a sus demandas todo el tiempo que pudiese, presionando constantemente los límites de su prisión mental.
A Amaury no le gustaba particularmente bailar, y esta definitivamente no era la música de su preferencia, pero se obligó a bailar con ella una canción entera, antes de hacer su jugada.
—Quiero estar a solas contigo —le susurró al oído, inhalando el aroma natural de su reluciente piel. Él podría, por supuesto, cogerla ahí mismo en la pista de baile, pero entonces tendría que hacer más control de daños, algo que no estaba de humor para realizar.
Enfatizó sus palabras deslizando la mano por su trasero y acariciando sus nalgas redondeadas. Cuando ella le echó una mirada tímida con sus ojos entreabiertos, él leyó el deseo en sus ojos, así como el de su mente. Ella no era muy bonita, excepto por sus carnosos labios para chuparle el pene, pero estaba dispuesta. Disposición era todo lo que él necesitaba. No tenía otras expectativas.
Su pene ya estaba completamente erecto, haciendo que sus pantalones se levantaran como una tienda de campaña. Con la mano en la parte baja de su espalda, la guio a través de la multitud, recogiendo a su alrededor emociones al azar.
La envidia de una extraña, lo atravesó.
…¿Ella atrapó a ese galán? No es nada justo. ¡Está buenísimo!
Amaury examinó a la mujer cuyo lujurioso y celoso sentimiento había capturado. Estaba claro que quería tomar el lugar de la morena. Siempre podría regresar para otra porción, si fuese necesario.
Sólo unos minutos más y se sentiría mejor. Su pecho crecía anticipando tal hecho, mientras inhalaba profundamente y aceleraba el paso, dirigiendo a la morena a través de la salida lateral.
El callejón estaba tranquilo y oscuro. A un lado se hallaban varias tarimas con cajas apiladas a diferentes alturas. Amaury dio una rápida mirada por la zona para asegurarse de que estaban solos. Un pordiosero estaba cerca de la entrada del callejón, rebuscando en los contenedores de basura.
Piérdete.
Amaury comprobó que el hombre obedeciera su orden no verbal y desapareciera de su vista, antes de jalar a la mujer hacia la esquina detrás de las cajas.
—¿Qué estás haciendo? —dijo ella riéndose.
—Besándote. —Él bajó la cabeza hacia la suya—. Tienes los labios más hermosos que he visto.
El cumplido funcionó. Sus labios no encontraron ninguna resistencia cuando los aplastó con los suyos, presionándolos en un beso exigente. Su lengua se deslizó a través de sus labios entreabiertos y se batió en un duelo con la de ella en cuestión de segundos.
Sin dudarlo, él puso su mano sobre sus pechos y los acarició a través de la fina tela, jugando con su sensible pezón hasta que la punta se puso dura. La había leído correctamente: anhelaba su toque, tanto así, que arqueó sus pechos contra su palma y le exigió más.
—Oh, nena —murmuró contra sus labios—. Eres tan dulce. —Por experiencia sabía, que las mujeres respondían mejor cuando las acciones físicas iban acompañadas de caricias verbales.
Su cuerpo lo acogió, mientras él movía su mano en una especie de túnel debajo de su corta falda y encontró su camino hacia la tanga. Sus dedos se deslizaron a través de sus rizos, llegando a sus pliegues húmedos.
Amaury capturó el gemido que lanzó. No tomaría mucho tiempo. Se dio cuenta de lo hambrienta de sexo que ella estaba y dejó que sus dedos hicieran su magia. La acariciaba, rodando su clítoris entre sus dedos pulgar e índice, podía sentir su excitación aumentar. Haría que valiera la pena para ella.
El aroma de su excitación llegó a sus fosas nasales, y lo inhaló profundamente. El olor le ayudó a ahogar las emociones que lo bombardeaban desde dentro y fuera del club. Pero no era suficiente. Continuaba sintiendo pulsadas de dolor en su cabeza.
Sin soltar su pequeña protuberancia de placer, deslizó un dedo en su canal húmedo. Sus músculos estaban deliciosamente contraídos. Nadie había visitado su vagina en un largo tiempo.
Moviendo su dedo hacia atrás y adelante, con la ayuda de su descenso abundante, Amaury la estimuló hasta llevarla al punto culminante de su excitación. Era lo menos que podía hacer, a cambio de lo que ella haría por él en unos pocos minutos.
Se quedó sin aliento cuando agregó un segundo dedo, y él supo que ella estaba cerca. Unas cuantas caricias hábiles más y ella terminó, lloviendo más crema en su mano, mientras sus músculos se estremecían una y otra vez.
—Mm —canturreó él en su oído—. ¿Estás bien, cariño? —Su orgullo masculino estaba satisfecho, pero el resto de él no lo estaba, al menos no todavía.
—¡Oh, Dios, sí! —respondió ella, jadeando.
—Apuesto a que me puedes hacer sentir bien, también. Déjame sentir tu boca sobre mí nena.
Sin esperar su respuesta, él abrió sus pantalones y dejó que su pene sobresaliera. A pesar de su peso, se mantenía erguido. Lentamente, le tomó la mano y la guio para que se envolviera alrededor de su pene. Manos suaves, que no se cerraban completamente alrededor de él… mucha carne, demasiado voluminoso.
—Lo tienes tan grande.
Amaury negó con la cabeza. Él era perfectamente proporcionado, pero al ser del tamaño de un jugador de fútbol americano, también significaba que su pene era extra grande.
—Es del tamaño perfecto para tu hermosa boca.
Sin ninguna otra objeción, ella se dejó caer en una de las cajas y movió su boca hacia él. Un segundo después, él sintió que su lengua tentadora tocaba la punta de su erección.
—Oh, sí, nena. Apuesto a que puedes darme la mejor chupada que haya tenido. —El estímulo nunca fallaba.
Su lengua lamió todo el largo de su miembro, antes de que finalmente envolviera sus labios alrededor de su bulbosa cabeza y deslizara sus pliegues hacia abajo, llegando hasta la base.
No había nada mejor, que sentir el calor y la humedad de una mujer alrededor de su pene. Exhaló aliento de sus pulmones ante esa increíble sensación. Él recobró el equilibrio poniendo las manos sobre sus hombros, y comenzó a mover su pene hacia atrás y adelante.
—Oh, demonios nena, eres buena.
Finalmente, fue capaz de olvidar la avalancha de emociones. Solo paz y tranquilidad llenaban su mente. Se relajó mientras la presión en su cabeza disminuía, y los sentimientos que lo invadían se empezaron a alejar.
Amaury miró hacia arriba, y por primera vez esa noche, se dio cuenta de la luz de las estrellas en el cielo nocturno. Hermoso y pacífico, un reflejo de lo que su mente podía llegar a ser. Despejado y sin obstáculos de ninguna niebla o nube, las estrellas velaban sus acciones.
Por muy corta que esta sensación de tranquilidad pudiera ser, era lo que necesitaba para mantener su cordura. Sólo el sexo podía apartar las emociones que sentía, asaltándolo cada minuto de su vida.
La boca de la morena, le funcionó de maravilla. Con cada entrada y cada vuelta de su lengua, el crecía más. Ella lo chupó más profundo en su boca, y él se movía más rápido, olvidando el dolor en su cabeza.
En su lugar, se concentró en el calor húmedo que lo envolvía. La suavidad de una mujer, la promesa de unos momentos de éxtasis. Unos pocos segundos de satisfacción, era todo lo que necesitaba, sabiendo que la felicidad estaba fuera de su alcance, un sentimiento que él nunca podría tener.
—Nena, sí. Ya casi. Oh, sí, chúpamela con más fuerza.
Casi podía sentir el olor de su inminente eyaculación. Tan cerca. Tan deliciosamente cerca.
Amaury sintió una vibración en el bolsillo de su chaqueta. Él la ignoró. Agarrando la base de su pene con una mano y tomándole la parte trasera de su cabeza con la otra, lo presionaba contra su boca más frenéticamente, desesperado por la eyaculación. No podía parar ahora, no cuando estaba a tan solo unos segundos de su objetivo.
Lo necesito. Ahora.
Su pene palpitaba con una necesidad desesperada.
—Aprieta mis bolas —exigió. Su mano tomó sus testículos, enviando el suave toque una sensación de llama ardiente a través de su espalda, mientras sus uñas raspaban la apretada piel de sus bolas.
Su teléfono móvil vibró de nuevo. Esta vez no se detenía. Soltando su pene, Amaury metió la mano en el bolsillo de la chaqueta y tomó el teléfono.
—Ah, carajo —dijo entre dientes cuando echó una mirada al identificador de llamadas.
La mujer se detuvo al instante.
—No, nena, no te detengas —le ordenó y abrió su celular.
—¡¿Qué?! —dijo por el teléfono con voz ronca. Con su otra mano, aun tomándole la cabeza, continuó presionándola contra su pene, mientras ella continuaba chupándolo más profundo en su boca.
—¿Por qué no contestas el teléfono de mierda? —gritó Ricky.
—Idiota. —La interrupción de su colega llegó en mal momento—. ¿Qué quieres?
—Tenemos una crisis. Habrá una reunión en la casa de Samson dentro de quince minutos.
Él sabía que no debía faltar a una reunión con Samson, que era su jefe y su mejor amigo. Y si se trataba de una crisis, alguna mierda estaba pasando.
—Bien.
Amaury cerró el teléfono y lo metió en el bolsillo. Quince minutos eran apenas el tiempo suficiente, pero tenía que terminar esto.
Cerró los ojos y se concentró en la sensación de su lengua deslizándose a lo largo de su pene, la suavidad de su boca, y la intensidad de sus movimientos de succión. Una vez más, agarró su erección y le dio más de sí mismo, llenándole la boca con su pene, tanto, que casi se ahoga.
Pero ella seguía. Su boca húmeda tiró de él con fuerza, mientras pasaba su lengua caliente por la parte inferior de su henchido miembro, justo como a él le gustaba.
—Oh, sí, nena. Te gusta mi pene grande, ¿no?
Con su boca ocupada, balbuceó su respuesta la cual resonó en su piel, tentando sus sentidos. El aroma de durazno de su champú, llegó a su nariz. Sintió una capa fina de humedad acumulándose en su cara y cuello. Pequeñas gotas de sudor, corrían a lo largo de los bordes de su pecho musculoso, capturándolos en una fina capa de vello.
Amaury sintió su corazón latir más rápidamente. Sus pulmones bombeaban más oxígeno a través de su organismo, mientras su sangre empujaba a través de sus venas, resonando en sus oídos como un crescendo violento, similar a la Quinta Sinfonía de Beethoven.
Luego sintió la expulsión de su semen, disparado a través de su pene hacia la boca de la mujer con movimientos rápidos y pulsantes.
Su orgasmo fue corto, pero poderoso. Le despejó la cabeza, y durante unos minutos, estaría en paz. No sería capaz de percibir los sentimientos de las personas que entraban en contacto con él, pero sí podría sentir su propio corazón y la sensación de quietud que ello propagaba.
Sólo por unos momentos. Después nuevamente sería invadido por el dolor, el hambre, la ira de todo el mundo, y las emociones que otras personas llevaban consigo mismas. Y probablemente, también percibiría su amor por alguien, que le recordaría las cosas que él no podía sentir. Pero por ahora, estaba en paz.
De mala gana, se salió de la boca de la mujer y puso su miembro todavía medio erecto en sus pantalones.
—Estuviste espectacular —la elogió y le dio un abrazo.
Sus labios brillaban con su semen, y para él, ella se veía hermosa. Amaury le apartó el pelo hacia un lado, exponiendo su hermoso cuello, su piel pálida lo llamaba, como un faro de luz guiando a un marinero hacia su casa. Sus labios tocaron su tierna piel, antes de que su lengua se lanzara a lamerla.
Ella gimió: un sonido tan suave y dulce, que sólo una mujer satisfecha podría liberar—. Ven conmigo a casa.
Amaury agradeció su invitación susurrada, pero no tenía ninguna intención de aceptarla. Quería algo totalmente distinto. Su vena golpeaba contra sus labios, con un movimiento tan sutil, que un ser humano apenas lo notaría, pero sus sentidos eran más agudos que los de un mortal.
Sus colmillos se alargaron, sobresaliendo de sus labios.
—Nena, quiero tomar de ti.
Las puntas afiladas de sus colmillos, se hundieron en su cuello e irrumpieron a través de su delicada piel. Por una fracción de segundo, luchó contra él, pero sus brazos la aprisionaron. Él tiró de ella hacia su cuerpo, aplastando sus senos contra su pecho.
A medida que la sangre bañaba su garganta seca, su pene saltó de nuevo a la vida, pero no tenía tiempo para disfrutarla una segunda vez, aunque todo lo que quería era enterrar su pene en su húmedo calor.
Amaury no tomó mucho de su sangre, sólo lo suficiente para sustentarse. Cuando sintió disminuir su hambre, le soltó el cuello y le lamió las heridas punzantes. Su saliva cerró los dos pequeños agujeros al instante. Por la mañana no tendría señales visibles de su alimentación y ningún efecto secundario.
Luego la miró a los ojos y envió sus pensamientos a su mente.
Nunca me conociste.
Nunca me viste.
No pasó nada.
Vuelve a casa y duerme.
Y ten cuidado…
Nunca dejes que un hombre se aproveche de ti.
Eres hermosa.
Te mereces algo mejor.
Ella tenía los ojos vidriosos, y él sabía que había funcionado. Había borrado toda memoria de él. Si ella lo veía por la mañana en la calle, no lo reconocería. Ni siquiera el fantasma de un déjà vu, quedaría.