Capítulo Veintinueve

Haven rozó los labios contra Yvette, sabiendo que sin duda había perdido los estribos en ese momento. Pero no le importaba más. Cuando Yvette estaba en sus brazos, el mundo parecía correcto a pesar de todo lo que había sucedido. Todavía estaba tratando de digerir el golpe que le habían dado anteriormente: su propia madre lo había usado y a sus hermanos, para obtener poder. Y ella había matado a su padre por ello… el padre que erróneamente había odiado todos esos años. El saberlo había volcado todo su mundo. Si ni siquiera podía confiar más en el amor de una madre, ¿en qué o en quién podría confiar?

Y tal vez por eso ahora lanzó toda la precaución al viento, confiando en la única cosa que nunca le había fallado antes: sus instintos. Y su instinto le decía que necesitaba a Yvette. Lo que era… una criatura que había perseguido durante toda su vida… no le importaba ahora. Porque de pronto, su razón para cazar vampiros no era tan pura como siempre lo había pensado. El vampiro que había matado a su madre y tomado a Katie, lo había hecho para proteger a su propia raza de un poder que pudo haberlos destruido. ¿Podía realmente culparlo por eso? Pero lo más importante, ¿podría perdonar a su madre por lo que había tratado de hacer?

A pesar de lo que Haven había hecho a los miembros de la raza de vampiros, ni Samson, ni ninguno de sus colegas, se habían vengado en él o de Wesley, a pesar de que les hubiera sido fácil. ¿No era hora de mostrar el mismo tipo de perdón hacia ellos? ¿O estaba tratando de crear una razón para permitirse a sí mismo estar con Yvette?

—Haven, no podemos hacer esto —le susurró contra sus labios—. Sólo vamos a causarnos daño el uno al otro.

—No, no nos dañaremos… nos sanaremos. —Haven capturó su boca suave, tirando de su labio superior entre los suyos y lamiéndolo suavemente—. Podemos curarnos el uno al otro.

—Esto es peligroso.

—Lo sé. Entonces seamos valientes. —Suspiró profundamente, y luego tomó aire y junto con él su aroma—. Déjame hacerte el amor. —Era la primera vez que había pronunciado esas palabras. Ninguna otra mujer las había escuchado de él. Sin embargo, con Yvette era lo que quería, hacer el amor, para que sus cuerpos se unieran y se sintieran.

Esta vez, cuando se deslizó dentro de ella, lo hizo poco a poco, olvidándose de la frenética carrera hacia un clímax y permitiendo que los segundos se estiraran a minutos. Él no quería apresurar nada, sino explorarla para que pudiera aprender lo que necesitaba, cómo podría darle placer, y cómo iba a aprender a entenderla. Sus cuerpos estaban entrelazados y sus miradas también, Haven no podía imaginarse haciendo otra cosa, que hacer el amor con Yvette.

Su resbaladizo calor se sentía como en casa, con las manos sobre él como el abrazo tranquilizador, el cual no había tenido por demasiado tiempo. El muro alrededor de su corazón, se fracturó con cada sonrisa y cada gemido de los labios de Yvette. Y el brillo en sus ojos, el deseo que ardía allí para él, era como un ariete contra el vaivén de la puerta de su corazón, golpeándolo para que se abriera. Él no hizo nada para detenerlo.

—Muéstrame tus colmillos, bebé —le animó, con ganas de demostrarle a su vez, que ya no estaba más asqueado por lo que era.

Yvette se echó hacia atrás un poco, con negación en los labios—. No, no puedo…

—Si no me los muestras, voy a lamer tus dientes y me aseguraré de que desciendan.

Sus ojos se ensancharon con sorpresa, pero luego poco a poco, ella abrió los labios. Él alcanzó a ver el blanco de sus colmillos y sintió que su pene se sacudía al verla.

—Dios, eres hermosa. —Haven nunca pensó que llamaría a un vampiro con colmillos extendidos hermoso y que lo diría en serio. Pero lo hizo—. ¿Vas a morderme cuando termine esta vez?

—¿Quieres eso? —Su sorpresa era evidente, como lo era su deseo inmediato de lo que él le ofrecía.

—No he sido capaz de pensar en otra cosa, desde que me mordiste la primera vez.

—Yo tampoco.

El admitirlo encendió su corazón—. ¿Te gusta mi sangre?

—Sí.

—¿Te excita de la misma forma en que me excita a mí?

—Más.

—Imposible.

—Los vampiros tienen los sentidos intensificados.

Nunca había pensado en eso, pero tenía sentido—. Lo que yo daría por los sentidos intensificados en este momento. Pero como no los tengo, prométeme una cosa.

Yvette le dirigió una mirada expectante.

—No te detengas. Quiero sentir todo lo que sientes. —Haven aumentó su ritmo, entrando y saliendo de su concha empapada—. ¿Me lo prometes?

—Prometido —repitió.

Luego sus labios se inclinaron hacia los suyos y la tomó en un beso apasionado, plenamente consciente del filo de sus colmillos y la certeza de que pronto los hundiría en su cuello. Sin embargo, no pudo resistirse tratando de robar su control, lamiendo contra los dientes afilados una vez más. El saber que ella casi perdió el control cuando los había lamido antes, era algo que lo excitaba más que cualquier otra cosa. Y volver a Yvette loca de deseo se había convertido en su misión más importante.

Haven se embebió con los gemidos que lanzaba y disfrutó sus uñas que cavaban en su trasero, mientras ella lo instaba a penetrarla más profundamente. Detectando lo cerca que estaba, él inclinó la cabeza, ofreciéndole su cuello. Él no sabía por qué confiaba en ella, pero sabía con absoluta certeza que ella no le haría daño.

Un rayo de fuego atravesó su cuerpo cuando sus colmillos rozaron la sensible piel de su cuello y ella entrelazó sus manos detrás de él para mantenerlo quieto, como si tuviera miedo de que cambiara de opinión.

—Despacio, bebé —le susurró al oído—, no iré a ninguna parte. Soy todo tuyo. —Y maldición, si no lo decía en serio.

Cuando Yvette rompió a través de su piel y enganchó sus afilados colmillos en el cuello, todo pensamiento racional desapareció de su cerebro. Su control se hizo añicos al instante, su orgasmo explotó en él como un tsunami monumental sin previo aviso, destruyendo todo lo que había a su paso. El tiempo dejó de existir. La Tierra dejó de rotar sobre su eje. Pero en lugar de que su orgasmo fluyera y retrocediera, lo golpeó de nuevo como una ola que chocaba contra él. Y esta vez sintió un impacto aún más fuerte que antes: con los músculos de Yvette convulsionando alrededor de su pene, todas las sensaciones se intensificaron, duplicándose, triplicándose, hasta que de repente todo culminó en una explosión.

Haven exhaló. Nunca había tenido una experiencia sexual más poderosa en toda su vida.

* * *

Yvette se acurrucó… sí, se acurrucó… contra el pecho ancho de Haven, saciada como nunca lo había estado antes—. ¿Estás bien?

Él gruñó dramáticamente—. ¿Bien? —Presionó un beso en la parte superior de su cabeza—. Eso sería una descripción modesta. —Tiró de sus brazos para acercarla más, una mano deslizándose hacia abajo de su espalda, acariciándola perezosamente—. Si eso es lo que se siente cuando los vampiros hacen el amor, me pregunto cómo a tus colegas les queda energía suficiente para trabajar o pelear.

Yvette sonrió y levantó la cabeza para mirarlo. Sus ojos se abrieron y se mantuvieron fijos en ella con una mirada intensa, que de inmediato se volvió deseo. Bajo su muslo, que ella había colocado cerca de su cintura, sintió a su pene moverse—. Nunca ha sido así para mí.

—¿Nunca?

Yvette negó con la cabeza—. Quiero decir, ha sido bueno, pero… no tan bueno.

—¿Significa que me estás dando algo de crédito por esto? —Haven sonrió.

—Tal vez.

—¿O fue así porque me mordiste?

—Nunca he mordido a nadie durante el sexo. —Ella nunca había querido perder el control con ningún otro. El sexo siempre había sido suficiente. Pero lo que ella y Haven habían hecho juntos, era algo más grande, mejor.

La aprobación brilló en sus ojos—. Bien. —Luego puso la barbilla en su mano y bajó la cabeza hacia la suya—. Y sólo quiero que me muerdas a mí a partir de ahora. ¿Me entiendes?

¿Eran celos los que se detectaban en su tono áspero? El diablo la hizo preguntar—: ¿Por qué?

Su mandíbula se contrajo—. Porque esos labios sexys y colmillos sólo le pertenecen a mi cuerpo. Si haces esto con otro hombre, voy a matarlo.

Antes de que pudiera volver con una réplica, apretó los labios a los suyos y la besó apasionadamente. Ella se quedó sin aliento cuando él la soltó. Cuando ella le sonrió, Haven pasó la mano por el pelo y cambió de tema.

—Te cortaste el pelo otra vez.

Yvette se encogió de hombros—. ¿No te gusta?

—Sí, me gusta de ambas formas. —Acarició la mano por el pelo como si quisiera demostrar que él decía la verdad—. Simplemente me pregunto por qué lo haces.

—No hay ninguna razón en particular.

Un momento después se encontró de espaldas, Haven fijándola hacia abajo con su cuerpo de Hulk—. Bebé, ¿por qué tienes que mentirme después de lo que acabamos de experimentar juntos? ¿No merezco algo mejor?

No había enojo en su voz, sólo una dosis de resignación. Yvette levantó la mano, apartando un mechón de pelo de su frente—. Lo siento. Estoy tan acostumbrada a…

—… ¿mantener lejos a los demás?

Por un momento, cerró los ojos, tratando de desterrar el recuerdo, pero no desapareció, esta vez no—. Estoy tan acostumbrada a ser fuerte.

Él la alivió de su peso y rodó a su lado, atrayéndola hacia sus brazos en el proceso—. Eres fuerte, y no hay nada malo en ello. ¿Yvette?

—¿Mm?

—Has escuchado hablar mucho acerca de mi pasado hoy en día, y me siento desnudo frente a ti. Pero todavía estás tratando de esconderte detrás de esa pared. Por favor, déjame entrar.

—No sé cómo hacerlo. —Porque dejarlo entrar, significaba abrirse al dolor. ¿Qué pasa si la lastimaba? ¿Qué pasa si no le gustaba la mujer que era en su interior, la que necesitaba ser amada, pero tenía demasiado miedo de admitirlo?

—Estás a salvo conmigo.

¿Segura con el gran cazador de vampiros? Por extraño que sonara, cuanto más tiempo pasaba con él, más se filtraba en ella y le infundía un sentimiento de paz. ¿Estarían sus sentimientos realmente seguros con él?

—Yo confié en ti de que no me hicieras daño con tu mordida. Ahora confía en mí.

Yvette reconoció la sinceridad en sus ojos y asintió con la cabeza. Luego miró a la distancia, fijando su mirada en un cuadro en la pared del fondo, así no tendría que mirar a Haven, mientras le decía quién era.

—No siempre fui así. Yo era la esposa perfecta: cocinaba, mantenía la casa impecable, tenía una bebida preparada cuando mi marido llegaba a casa del trabajo. Yo le apoyaba en todo lo que hacía. Sus amigos tenían envidia de lo que ellos pensaban que era la vida perfecta. Bueno, no era perfecta. —Ella dejó escapar una risa amarga, incapaz de mirar la reacción de Haven.

Yo no era perfecta. Yo…

—¡No digas eso!

—Pero es verdad. Yo no era la esposa perfecta, porque no podía darle a Robert lo que quería. Después de la primera vez que perdí al bebé, estaba decepcionado, pero todavía me apoyó. Pero después del segundo, me odió. Me odió por matar a su hijo que estaba por nacer.

—Los abortos espontáneos ocurren todo el tiempo. Eso no es asesinato.

—Se sentía así. Él me acusó de no quererlo, porque si yo realmente hubiera querido al niño, tenía que haber hecho todo lo posible para prevenir la pérdida. Pero mi cuerpo lo rechazó. Mi cuerpo estaba defectuoso… es defectuoso. No soy una mujer de verdad, porque no puedo hacer lo que las mujeres reales pueden hacer: tener hijos.

Haven dejó escapar un profundo suspiro—. Eso es ridículo. ¡Espero que te hayas divorciado de ese idiota!

Yvette suspiró—. Él se divorció de mí.

—Él no te merecía.

—Pero él tenía razón. No era perfecta. Todavía no lo soy.

—Hay un montón de mujeres que tienen un hijo sano después de un par de abortos espontáneos. Si realmente quieres uno, no es demasiado tarde.

Ella sacudió la cabeza. Él no entendía—. Las mujeres vampiro son estériles.

Yvette sintió la sorpresa de su cuerpo rígido.

—Pero… la mujer de Samson… ella está…

—Delilah está embarazada porque ella es humana. Y los machos vampiros pueden aparearse con humanos. Los hombres vampiro pueden procrear. Las mujeres no pueden.

La mano de Haven acarició su cabeza—. Lo siento, cariño.

Ella tragó saliva, sabiendo que ahora que él sabía esto, se daría cuenta de que todo lo que tenían no podría llegar más lejos. ¿Por qué él, un ser humano sano, renunciaría a la posibilidad de tener hijos sólo para estar con ella?— Así que ya lo ves, soy defectuosa.

De repente, su mano se apoderó fuertemente de sus bíceps y acercó su cabeza hacia él.

—¡No digas eso! No es cierto. No eres defectuosa. No hay nada malo contigo. Por el contrario, eres la mujer más perfecta con la que he estado. Eres fuerte, inteligente, y eres hermosa. Y cuando estoy dentro de ti, me haces sentir completo. Mejor que completo. Eso por sí solo sería suficiente. Pero cuando hundes tus colmillos en mí y tomas mi sangre…

Haven cerró los ojos por un momento, como buscando las palabras adecuadas. Cuando los abrió, una calidez fluyó hacia ella—. Cuando haces eso, le das vuelta a mi mundo. Me haces olvidar todo: el dolor de todos esos años en busca de Katie, la muerte de mi madre —tragó saliva—. Incluso su traición.

Yvette tocó su mejilla con la palma de su mano, acariciando su barba. ¿Estaba realmente tratando de decirle que no le importaba si ella era capaz de tener hijos o no?

—Los años buscando a Katie y cazando vampiros, fueron impulsados por el deseo de venganza. No quiero volver a sentir ese tipo de dolor de nuevo. Yo prácticamente crie a Wes. Nos enviaron con un tío abuelo después de la muerte de nuestra madre. Pero Wes siempre me admiró como guía. Ahora, no estoy tan seguro de que lo que hice, estuviera bien. Alimenté el odio que había en él también. Me aseguré de que no lo olvidara, siempre manteniendo el deseo de venganza con vida. Me admiraba como a un padre. He tenido todo esto. He sentido las responsabilidades de un padre sobre mis hombros, y con la pérdida de Katie, sentí como si hubiera perdido a mi propio hijo.

Él apretó la mano contra la de ella, sosteniendo con más fuerza su mejilla—. Yo no quiero esa responsabilidad de nuevo. Porque no podría soportar perder a otro hijo.

A Yvette le tomó unos segundos procesar sus palabras y su significado. ¿Él no quería niños?

—Pero, tú no puedes saber eso. Nadie se…

Haven puso un dedo en sus labios—. No podrías ser más perfecta para mí. —Luego sonrió—. Y en cuanto a la razón por la cual te cortas el pelo tan corto, si estás tratando de ocultar tu feminidad, te contaré un pequeño secreto: no está funcionando. Nunca serás capaz de ocultar que eres una hermosura de sangre caliente, y mujer apasionada.

Antes que la última palabra hubiera dejado sus labios, ella apretó su boca contra él y lo besó.