Capítulo Veintiséis

Yvette cerró con fuerza la puerta de la sala detrás de ella, un gesto hecho simplemente hecho por el efecto, ya que la habitación podría haber estado mejor con un poco de aire. Había decididamente demasiada testosterona flotando en el aire.

Ver a Haven levantado y bien, la llenó de alivio, pero no lo demostró. Ya sus colegas le habían dado miradas raras cuando había llorado pensando que Zane había matado a Haven. Sólo cuando Francine se les unió y explicó que la poción que había preparado simplemente noquearía a cualquier brujo durante al menos doce horas, se secaron sus lágrimas.

¡Qué terriblemente humillante, uf! Mostrar tal debilidad frente a sus colegas, había sido un error. Pero cuando había visto caer a Haven, todo lo que había sido capaz de sentir era el dolor de perderlo. Había partido su corazón en dos, y se había dado cuenta de que sus sentimientos por él no tenían nada que ver con el odio.

¿Qué haría ahora? ¿Tenía ella incluso una opción cuando su cuerpo gritaba para correr a los brazos de Haven? Claro, él la cogería como se lo había prometido. Pero luego entraría en razón: odiaba a los vampiros. Él nunca se enamoraría de ella.

Poniendo una cara valiente, Yvette miró a sus colegas. Se sentía mejor después de haber estado en casa. Por desgracia, su perro se había ido. Y debido a que la luz del día se acercaba, ella no había sido capaz de salir a buscarlo. Todo lo que había sido capaz de hacer, fue enviar sus pensamientos a él y esperar que el estúpido perro pudiera escucharla y volviera. Había dormido, y luego se duchó y se cambió a unos pantalones de cuero y a un suéter de cuello alto… y cortó su pelo. Ella era la mujer fuerte de nuevo. Nadie podía conseguir atravesar su armadura ahora.

—Yvette, has pasado suficiente. ¿Por qué no te tomas unos días de descanso? —preguntó Samson—. Nosotros podemos manejar esto.

—No, gracias de todas maneras. Tengo una cuenta pendiente con esa bruja de mierda. —De reojo, se dio cuenta de que Haven la miraba de arriba abajo, su mirada caliente. Bajo su inspección, sintió que su temperatura corporal se elevaba y por una vez se alegró de que los vampiros no se sonrojaran, porque ella hubiese hecho que una cereza madura se viera pálida comparándola con ella.

Samson asintió con la cabeza—. Muy bien.

Incapaz de lograr acercarse a Haven para preguntarle cómo se sentía, ella miró a Kimberly—. ¿Cómo te sientes? Espero que la poción elaborada de Francine no tenga efectos secundarios.

—Me sentí un poco mareada cuando desperté. Pero estoy bien ahora.

—¿Tú elaboraste la poción Francine? —Haven gritó a la bruja—. ¿Por qué la desataste sobre nosotros? —Hizo un gesto hacia sus hermanos.

—Zane pensó que eras el enemigo —explicó Yvette, por primera vez mirando directamente a Haven. Dios, se veía sexy. Obviamente se había duchado y afeitado, y pese a la esencia de brujo aferrándose a él, su aroma masculino sexy dominaba todo lo demás. Le trajo recuerdos de su encuentro en el baño. Otra ola de calor viajó a través de su centro, amenazando con derretirla desde el interior.

Haven miró a Zane—. ¡Era de imaginarse!

Su colega, simplemente frunció el ceño y torció los labios en una fina línea.

—No tuve la oportunidad de explicarles…

—No te culpo a ti, Yvette. Lo estoy culpando a él. —Haven apuntó su puño hacia Zane, pero no quitó los ojos de ella. Su voz se suavizó cuando él continuó—. Me alegro que estés bien.

Yvette asintió con la cabeza dejando atrás el nudo en su garganta, sintiéndose de pronto como la vergonzosa por excelencia, hablando torpemente con el quarterback en el pasillo de su escuela secundaria. Eso no era bueno. No podía permitir que ella misma se disolviera en un charco de necesidad, cuando lo tenía a su alrededor. ¡Qué patético! Eso es lo que era: completa y totalmente patética.

—Gracias —acertó a decir, antes de quitar su mirada de él y centrarse en las otras personas en la habitación. Se aclaró la voz, lo que la obligó a tener más fuerza en su voz—. Entonces, ¿cuál es el plan?

Samson asintió a Gabriel, que estaba de pie. Como Director de las Operaciones de San Francisco de Scanguards, tomará todas las grandes decisiones—. Samson y yo discutimos una serie de escenarios, y hemos acordado la más viable. Vamos a separar a los hermanos y…

—¡Basta, espera! Tú no nos separarás —interrumpió Haven con voz tensa.

Gabriel levantó la mano—. Lo siento, pero no podemos correr el riesgo de que los capturen a los tres juntos de nuevo. Es más seguro así. Y no será para siempre, sólo hasta que hayamos eliminado la amenaza.

—¿Hasta cuándo? —Presionó Haven.

—Pocos días, tal vez una semana. Gracias a Francine y el hecho de que conocemos el nombre de la bruja, ya tenemos una idea de quién es y cómo podremos encontrarla. Nuestra gente está buscándola. Una vez que la tengamos, estarán a salvo de nuevo.

—¿A salvo? Creo que estás pasando algo por alto.

—Créenos, una vez que la hayamos eliminado, tú, tu hermano y tu hermana estarán a salvo.

Haven negó con la cabeza—. Sí. De ella.

Con sus palabras, Yvette se dio cuenta de lo que quería decir. Estaba en lo cierto. Ellos no estaban a salvo. Nunca estarían a salvo.

—¿Qué hay de todas las brujas que hay por ahí que saben acerca de la profecía? ¿Qué te hace pensar que no vendrán por nosotros también?

Cuando Yvette escuchó las maldiciones colectivas de sus colegas, sabía que entendían la amenaza al igual que ella.

—La única manera de eliminar a la bruja y a cualquier otro que pudiera tratar de robar el Poder de Tres es si Wesley, Kimberly y yo, lo aprovechamos nosotros mismos.

Con la sugerencia de Haven, todos sus compañeros se levantaron, sus enojadas voces hablaban y gritaban entre sí.

—¡Imposible!

—¡Mierda, no!

—¡Sobre mi cadáver de mierda!

—Yo no lo permitiré.

—¡De ninguna manera!

—¡SILENCIO! —gritó Samson y todo el mundo se calló al instante. Miró alrededor y luego a Haven—. Me temo que no podemos dejar que lo hagas. Cualquier intento de aprovechar el Poder de Tres, y daré la orden de matar a uno de ustedes.

Yvette miró los ojos de Samson, dándose cuenta de lo duro que las palabras eran para él. Samson no era un asesino, pero tenía que proteger a sus amigos y a su familia. Ella lo entendía.

—Oh, ya veo —espetó Haven—. Ustedes quieren el poder para sí mismos, ¿no? ¡De esa manera ustedes serán los que gobiernen!

—Incluso si yo quisiera el poder, que no lo quiero, no hay manera de que lo pudiera tener. —Samson miró a Francine—. Explícale para que él entienda.

—Sólo un cuerpo humano puede aprovechar el poder de una bruja. Ningún demonio. Ningún vampiro. Samson está en lo correcto. Incluso si él quisiera el poder, su cuerpo de vampiro no sería capaz de contenerlo. Ningún poder de brujas puede sobrevivir en un cuerpo que no sea humano.

Una señal de alivio cruzó los hermosos rasgos de Haven, el ceño menos fruncido en su rostro, la mandíbula tensa relajándose un poco.

—Entonces, ¿por qué no la aprovechamos y nos aseguramos de que sea seguro para siempre? ¿O uno de nosotros moriría si lo hacemos?

Samson sacudió la cabeza—. No, sólo si el poder es robado, entonces el más débil de ustedes va a morir. Sin embargo, no se puede permitir que ninguna de las partes tenga un poder supremo.

—Les prometemos que no les haremos daño —afirmó Kimberly.

Samson le dio una suave sonrisa—. Eso es lo que dices ahora. Pero una vez que tengan el Poder de Tres, querrán usarlo. La tentación será demasiado fuerte para resistirse. Incluso si tú crees ahora que nunca nos harías daño, lo harás. No podemos correr el riesgo.

Francine asintió con la cabeza—. Samson está en lo correcto. Incluso resistir el poder cuando está tan cerca, será prácticamente imposible. Una vez que esté a tu alcance, querrás tenerlo. Y querrás usarlo para tus propios fines. Tienen que tener un corazón puro para ser capaces de resistirlo. Y seamos sinceros, nadie lo tiene.

Kimberly puso mala cara con la explicación.

—Entonces, ¿qué se supone que debemos hacer? —preguntó Haven, viéndose desalentado.

Sus ojos azules buscaron a Yvette. Un cosquilleo agradable se extendió por su cuerpo, cuando sus miradas se conectaron. Quería asegurarle de que no tenía nada que temer de sus amigos, pero con tanta audiencia en torno a ella que la estaba mirando a cada paso, se sintió paralizada, y no se atrevió a decir las palabras que él estaba buscando.

Gabriel se aclaró la voz, obligándola a romper el contacto visual con Haven—. Bueno, este es el plan: se separarán los tres. Kimberly se quedará aquí en la casa de Samson bajo la protección de Samson y Amaury. Wesley se vendrá conmigo, Maya y Oliver. Lo vamos a proteger en mi casa. Eso deja a Haven. Que estará protegido en la casa de Thomas. Zane y Eddie también estarán ahí.

Yvette notó que su nombre había sido convenientemente dejado fuera de la ecuación—. Yo me quedo en la casa de Thomas también.

Gabriel levantó una ceja—. Eso no va a ser necesario.

Yvette dio un paso hacia su jefe—. Si crees que voy a dejar a Haven bajo la supervisión de Zane, no me conoces en absoluto. Él trató de matarlo una vez. —Ella miró a su colega calvo de reojo—. Sin ánimo de ofender, Zane, pero eres un bala perdida.

Zane se limitó a contestar con un gruñido.

—Zane sabe que no debe hacer daño a nuestros invitados —le aseguró Gabriel.

—¿No te importa si puedo comprobar eso yo misma? —No sería convencida de otra cosa.

—Está bien. Un guardaespaldas más no hará daño.

Cuando Yvette se apartó de su jefe, sintió la mirada de Haven. ¿Habría adivinado que la única razón por la que quería estar en la casa de Thomas, era para que pudiera robar algo de tiempo a solas con Haven? ¿Era ella así de transparente para él?

* * *

Haven llevó aparte a Francine, mientras ella salía al pasillo de la casa de Samson—. Unas palabras.

Ella asintió y le sonrió—. ¿Alguien alguna vez te dijo lo mucho que te pareces a tu padre?

Sin querer hurgar entre sus sentimientos por su padre, Haven trató de luchar en contra de los recuerdos. Ahora comprendía por qué él y su madre, habían discutido antes del nacimiento de Katie. Pero él no estaba dispuesto a perdonar a su padre por dejarlos. ¿No los había querido a él y a Wes en absoluto?

—¿Por qué no luchó contra ella? ¿Por qué no nos llevó con él?

La mirada de Francine estaba llena de compasión. Haven desvió la mirada, sin querer mostrar cómo los recuerdos de su padre le afectaban.

—Jennifer lo amenazó.

La ira comenzó a hervir en él—. Él podría haber luchado por Wes y por mí.

Francine le puso la mano en el antebrazo y apretó—. Él lo hizo. Pero perdió.

—¡Pero él nos dejó!

Ella sacudió la cabeza—. No los dejó. —Hizo una pausa y suspiró—. Él te amaba y también a Wes. Incluso más de lo que la amaba a ella.

La confusión se alojó en el pecho de Haven—. Pero tú misma lo dijiste: le contaste a todos ahí que nos había dejado—. Hizo un gesto hacia la sala, donde los vampiros se estaban preparando para las tareas por delante.

—Tuve que mentir. Wes y Katie no pueden manejar la verdad. Pero tú, tú eres más fuerte. Siempre has sido el más fuerte, incluso cuando eras un niño.

Sabía la respuesta a su pregunta antes de siquiera preguntarle, sin embargo, las palabras se tambalearon de sus labios—. ¿Qué hizo con él?

—Ella lo mató.

Haven sintió que sus rodillas se doblaban y se agarró de la barandilla, los nudillos se le pusieron blancos debido a la tensión—. No, no puede ser verdad. —Pero en su corazón él sabía la verdad.

—Estaba obsesionada con la ambición de poder. Ella lo ocultó bien durante mucho tiempo. Pero yo pude verlo. Una vez que se apoderó de ella, no podía dejarlo ir. Era como una maldición. Como una enfermedad que se apodera y te estrangula. Una vez que estás aquejado, es sólo cuestión de tiempo hasta que sucumbas. Ella nunca tuvo la oportunidad. —Los ojos de Francine estaban húmedos de lágrimas—. Espero que tú, tu hermano y tu hermana nunca sucumban a ella. Tienes que parar antes de que sea demasiado tarde.

Haven negó con la cabeza, sus pensamientos estaban confusos. Su madre los había traicionado a todos y les había robado a su padre. ¿Cómo podría olvidarse de eso? Y durante todos esos años había odiado a su padre cuando él no lo merecía. Había luchado por ellos, dado su vida para protegerlos. La vergüenza se propagó en el corazón de Haven por los sentimientos que había albergado ahí durante tantos años. Desearía poder pedirle perdón.

—No tengo ningún interés por el Poder de Tres. Yo no lo quiero.

—Dices eso ahora, porque no sabes aún lo que es estar al alcance del mismo. —Sus ojos destellaron con el brillo de un niño bajo el árbol de Navidad—. Pero una vez que puedas sentirlo, probarlo, y saborearlo…

—Yo no lo quiero. —El Poder de Tres era la razón por la cual su padre había muerto, el por qué su hermana había crecido sin ellos. Nunca podría aceptar una fuerza tan destructiva.

—Entonces tienes que destruirlo.

—Pero…

—Encontrarás la manera. —Soltó su brazo e hizo un movimiento para irse.

—Espera, hay una pregunta que quería hacerte.

Ella lo miró, levantando su barbilla—. ¿Sí?

—Hablaste de una llave para el poder que mi madre selló. ¿Cómo puedo encontrarla?

Francine permaneció en silencio durante unos momentos, antes de que ella respondiera con una pregunta propia—. ¿Murió al instante cuando el vampiro la atacó, o ella tuvo la oportunidad de decir algo?

—Ella cantaba un conjuro.

Francine negó con la cabeza—. Eso no es lo que quise decir. Cuando supo que se estaba muriendo, estabas ahí con ella. ¿Dijo algo?

La mente de Haven viajó de nuevo a aquella fatídica noche en la cocina de su madre. Dijo algo entre dientes, pero las palabras estaban fuera de su alcance—. No lo recuerdo.

—Eso es una pena, Haven, porque a pesar de todo lo que te dije acerca de tu madre, una vez que supo que había perdido, te tenía que haber dado la clave para que pudieras defenderte en el futuro. Tienes que tratar de recordarlo.

Recordar el qué. Esas palabras desencadenaron algo en él… Trató de alcanzarlas, pero no fue lo suficientemente rápido, el eco de las últimas palabras de su madre se le escapaban una vez más.