—¿Qué garantía tenemos de que no nos va a traicionar? —Susurró Zane en el oído de Gabriel. Estaban en el pasillo de la casa de Samson, mientras el resto del equipo de Scanguards y Francine se encontraban en la sala de estar—. ¿Y cómo sabemos que realmente buscó a este Haven Montgomery y no sólo nos dio una ubicación falsa?
Gabriel negó con la cabeza—. No lo sabemos. Tendremos que creer.
—Eso no es lo suficientemente bueno.
—Zane, un día tendrás que aprender a confiar en alguien.
Zane entrecerró los ojos a su jefe—. Hoy no es ese día.
—Como lo veo yo, realmente no tenemos otra opción. Sé que estamos en contra de una bruja posiblemente muy poderosa… vamos a suponer que es Haven, ya que todas las pruebas apuntan a él… pero confío en Francine. Si ella dice que nos ayudará a atraparlo, siempre y cuando no lo matemos, yo le creo.
—No me gusta la parte de «no matarlo», en ese acuerdo.
—Cuidado, Zane. Si vas en contra de sus deseos, deberás estar preparado para la venganza. Francine puede no parecerlo, pero tiene un gran poder. Y ella es inteligente. O bien jugamos a su manera y aceptamos que ella nos ayude inmovilizándolo, o nos vamos con toda la artillería. Y sabes lo que eso significa.
Víctimas. Eso es lo que quería decir. Yvette podría ser herida, la actriz Kimberly muerta. Era un riesgo—. Aún así iremos con toda nuestra artillería.
—Claro, pero sólo con el poder de bruja de Francine, podremos incapacitarlo antes de que él pueda lanzar más hechizos. Entonces, usaremos nuestras armas de fuego.
—Aún así no me gusta. —Un cosquilleo incómodo en la parte posterior de su cuello le dijo que no estaban solos. Zane se volvió hacia la bruja—. ¿Nadie te ha dicho que es de mala educación escuchar las conversaciones de la gente?
Ella sonrió—. Igual que nadie te ha enseñado a no hablar mal de otras personas a sus espaldas.
—Tú no eres gente. Eres una bruja.
—Las brujas son seres humanos.
Como si a Zane le importara de cualquier forma. Le dio a Gabriel una mirada de exasperación—. Tú eres el jefe.
Gabriel asintió con la cabeza—. Tenemos dos horas hasta el atardecer. —Hizo un gesto hacia la sala, y los tres se reunieron con los demás.
No había ni un asiento disponible en la casa. Todos los que podrían ser de alguna utilidad estaban reunidos: Amaury, Thomas, Eddie, Maya, Nina, Samson, Oliver. Incluso Delilah estaba en el sofá, con su gran barriga sobresaliendo de manera prominente. No es que ella fuera a estar en modo alguno cerca del combate, pero Samson siempre la incluía en todos los debates.
¿Podrían seis vampiros, dos humanos (uno de los cuales era una mujer) y una bruja, derrotar a un brujo de gran poder y liberar a Yvette y a Kimberly, sin que nadie saliera muerto? ¡Demonios que sí! Y apostaba a que podrían hacerlo sin la bruja. Si Yvette estaba herida, podían curarla rápidamente, era por eso que llevaban a Oliver con ellos. Había sido uno de los donantes de sangre de emergencia en otras ocasiones y podría actuar como tal, una vez más. Y si Kimberly resultaba herida, cualquiera de los vampiros podía sanarla con su sangre de vampiro. Tenían propiedades curativas más potentes que cualquier antibiótico. Mientras Kimberly no recibiera ninguna herida mortal en la batalla, saldría en una sola pieza al final.
Zane mantendría una estrecha vigilancia sobre Francine. Un movimiento en falso y él la tomaría por el cuello.
* * *
La oscuridad, finalmente rodeaba el gran almacén en la zona industrial del sur de San Francisco. Zane había escogido ir en la camioneta polarizada que llevaba a Gabriel y la bruja. Él no la dejaba fuera de su vista, sin importar lo que su jefe le dijera.
Con sospecha, miró la botella de poción que Francine apretaba contra su pecho. Había exigido ser el que la llevara, pero ella se negó firmemente.
Zane deslizó la puerta para abrirla y salieron al frío de la noche. Estaba lloviendo. Casi podía saborearla. A su alrededor, aparecieron más sombras. Los vampiros estaban todos vestidos con sus oscuras ropas habituales para poder mezclarse fácilmente en la noche. Thomas llevaba su equipo motociclista habitual y se veía listo para su parte.
Debido a que las brujas eran en esencia seres humanos, las armas que habían traído en esta ocasión pretendían hacer daño a seres humanos solamente. Las armas estaban cargadas con balas regulares, no balas de plata como las que normalmente llevaban. Nadie quería arriesgarse a dañar a Yvette. En lugar de cuchillos de plata, cada vampiro tenía al menos un cuchillo con una hoja de metal y algunas estrellas de lanzamiento. Habían dejado sus estacas en el hogar, no querían arriesgarse que su oponente obtuviera en sus manos dicha arma mortal.
Ellos estaban listos para la batalla. Y si hubiera sido su llamado, Zane habría irrumpido en el lugar y lo hubiera arrasado. Pero Gabriel y la bruja tenían otros planes.
Zane observó de cerca como Francine bajaba de la camioneta y se acercaba al edificio. Estaba vestida con ropa igualmente oscura como la suya, y sin su visión nocturna superior, no habría sido capaz de distinguirla, porque todas las luces de la calle en la cuadra estaban apagadas. Thomas había cortado la red eléctrica de la ciudad y se aseguró de que no hubiera entrada de electricidad en la cuadra en la que el almacén estaba. Ya que sólo quitar la energía eléctrica en esa cuadra podría haber alertado a la bruja, Thomas había tomado la decisión de ampliar el radio a varias cuadras. Si Haven miraba por la ventana, simplemente habría asumido que toda una sección de la ciudad había perdido la energía y lo achacaría a los problemas habituales que PG&E estaba experimentando y no lo asociaría con un ataque inminente. Sin embargo, todavía tenían que ser rápidos. Los residentes sin luz, no se sentarían a esperar indefinidamente a que regresara, alguien llamaría y su trampa se acabaría.
—Deberías haber dejado que fuera con ella. ¿Y si nos traiciona? —Le susurró a Gabriel que estaba a su lado, sus ojos estaban pegados en Francine, quien se acercaba a la puerta de la entrada de la bodega.
—Si lo hace, sé que te tomará alrededor de un segundo alcanzarla. No te preocupes, no me he olvidado de lo rápido que eres. —Había un tono casi de burla en la voz de Gabriel, y Zane no lo apreciaba.
Maldijo entre dientes—. ¿Por qué soy tu segundo al mando, cuando no tienes en cuenta ninguna de mis sugerencias?
—Siempre considero todas tus sugerencias. —Gabriel no estuvo de acuerdo.
Zane le lanzó una mirada incrédula—. Nunca adoptas ninguna de ellas.
—¿En serio? —Gabriel le dio una sonrisa torcida, su cicatriz casi saltaba de su rostro. Sacó su celular y presionó la tecla de marcado rápido, antes de llevarlo al oído.
—¿Gabriel?
Zane podía escuchar ambos lados de la conversación.
—Estamos en posición. —Entonces Gabriel cerró su teléfono y lo guardó en el bolsillo.
—¿Qué fue eso?
—Es seguro.
Antes de que Zane pudiera preguntar lo que quería decir con eso, se dio cuenta de que más figuras salían de atrás de otro edificio. Otros sin embargo, salían de un callejón. Eran refuerzos.
Zane alzó una ceja con signo de interrogación.
—Son todos de Scanguards —respondió Gabriel, sin dejar de mirar a Francine y al almacén—. ¿No pensarías que iba a dejar la vida de Yvette en manos de una bruja y sólo seis de nosotros? —Él chasqueó la lengua, y luego rio para sus adentros.
—Me alegro de que lo encuentres divertido —espetó Zane. El humor de la situación se había perdido en él.
Gabriel se encogió de hombros—. Francine sólo sabe acerca de seis de nosotros. Así que si ella está tratando de comunicarse con Haven y advertirle, él pensará que somos tan sólo seis y se preparará acorde a ello. Pero si llegamos a él con fuerza de otra docena, él se sentirá abrumado. Se irán alrededor del edificio tan pronto como Francine esté dentro.
—¿Y si ella no puede entrar?
—Ella tiene poderes suficientes para abrir una puerta. Por lo tanto, ten un poco de fe.
—¿Y se puede saber por qué estás dejando que se vaya en primer lugar?
—Haven podría reconocerla. Dado que ella era amiga de su madre y la conoció de niño, él no la percibiría como una amenaza. Ella es la única que será capaz de acercarse lo suficiente como para utilizar la poción que lo inutilice.
Zane odiaba admitirlo, pero la teoría tenía sentido. Pero mantuvo la boca cerrada. Él no elogiaba a los demás. Además, era demasiado pronto para decir si el truco funcionaría. Cerró los ojos por un momento y asimiló su entorno con sus sentidos restantes. Más de una docena de vampiros se encontraban en las inmediaciones, así como un ser humano, Oliver. Reconoció a varios de los otros vampiros de Scanguards, todos los guardaespaldas bien entrenados que harían cualquier cosa por sus colegas.
Mientras que el núcleo interior… Samson, Amaury, Gabriel, Thomas, Eddie, Yvette, y Zane eran como una familia muy unida, la otra docena de vampiros que trabajaban para Scanguards, eran los parientes que los rodeaban. Cuando las cosas se ponían feas, ellos podían ser de confianza.
El sonido de una puerta cerrándose hizo que Zane mirara de regreso hacia el edificio. La bruja se había ido. Ella estaba dentro. Con la señal de Gabriel, todo el mundo se acercó sigilosamente deslizándose a través de la noche. Se acercaron a su objetivo sin hacer ruido, reduciendo sus respiraciones, calmando sus pasos. Era como un ejército de sombras cayendo sobre el almacén en ruinas, que parecía haber sido abandonado y programado para su demolición años atrás, y luego olvidado.
Esperaron durante varios minutos, para que Francine tuviera el tiempo suficiente para hacer lo que ella necesitaba… inmovilizar a Haven con la poción. Una vez que estuviera fuera de combate, ellos podrían irrumpir y llegar a Yvette y a Kimberly. ¡Pero en lugar de ir después de Francine, la puerta de entrada se abrió de repente y Francine salió!
—¿Qué pasó? —susurró Zane, sorprendiéndola.
—Mierda, me has asustado —resopló fuera.
Vio el frasco con la poción en la mano… que estaba todavía lleno e intacto—. ¿Qué mierda ha pasado? —Gruñó. ¿Los había delatado a sus enemigos?
—Encantos.
—¿Qué?
—Ha puesto encantos alrededor de varias habitaciones. No puedo entrar más allá. Yo podía sentir que estaban ahí, pero no estoy segura de dónde. Llegué tan lejos hasta una especie de sala de estar, pero estaba vacía. Pero pude sentir la brujería en el edificio. Estaba por todos lados. —Hizo una pausa y respiró—. Necesitamos un perro o un gato.
—¿Un qué?
—Pensé que tenían una audición superior, así que ¿por qué me sigues pidiendo que repita? —Se mordió con los dientes apretados. Parecía que él la estaba sacando de quicio, al igual que ella lo estaba exasperando a él.
—¿Para qué necesitas un perro o un gato?
Ella lo miró primero a él y luego a Gabriel, que se había acercado a ellos—. Los animales no se ven afectados por la magia. Pueden pasar a través de los encantos.