Capítulo Quince

La mirada incrédula de Haven, rebotó de Yvette a Kimberly y luego de vuelta a Yvette. Vagamente oyó el grito de su hermano con la sorpresa, un sonido que se hubiera hecho eco si hubiera sido capaz de hacer otra cosa que no fuera quedar boquiabierto. Apreció la figura esbelta de Kimberly y su cabello rubio. Él y Wes, ambos tenían el pelo oscuro, al igual que sus padres.

—No puede ser. Kimberly no se parece en nada a mis padres —señaló a su pelo—. Nadie en nuestra familia tiene pelo de color claro.

Kimberly se levantó, sus movimientos eran tentativos, como insegura de sí misma—. Yo no soy rubia. Ellos quisieron este color para la película. No lo he cambiado de vuelta todavía.

Haven parpadeó y trató de verla con ojos diferentes, bloqueando el pelo. Se centró en sus rasgos faciales: sus ojos, la línea de su nariz recta, labios, barbilla obstinada. Algunas cosas le resultaban familiar, y otras no. No había manera de saberlo con certeza. Él negó con la cabeza.

—No sé. —Miró a Wes, en silencio pidiendo confirmación, pero su hermano solamente se encogió de hombros.

—Sería demasiada coincidencia. La hemos buscado durante veintidós años. ¿Por qué ella…?

—¿Veintidós años? —preguntó Kimberly—. Me dejaron en un orfanato hace poco más de veinte y dos años. El hombre que me dejó nunca regresó.

—¿Dónde fue eso?

—En Chicago.

A pesar de que habían vivido en San Francisco al momento en que se habían llevado a Katie de ellos, el vampiro podría fácilmente haber viajado a cualquier lugar con ella. La búsqueda de la policía por el estado de California, no había encontrado nada en ese momento. Y las investigaciones posteriores de Haven una vez que tuvo la edad suficiente para buscar por sí solo, habían sido igualmente infructuosas.

—¿No sabes quién es tu familia?

La joven negó con la cabeza—. El estudio del ADN estaba en sus comienzos en aquel entonces. El personal del orfanato pensaba que mi madre podría haber sido una adolescente que había quedado embarazada y que el hombre que me dejó, era su amante casado.

Junto a él, Wesley tomó un tentativo paso hacia Kimberly. Un momento después, Haven sintió la mano de su hermano en el brazo—. ¿Podría ser? —Le preguntó a su hermano, dándole una mirada de esperanza.

El muro que Haven había hecho alrededor de su corazón, estaba firme a excepción de las pocas grietas que habían empezado a aparecer. Metió ese pequeño detalle molesto en la parte posterior de su mente, negándose a reconocerlo—. No pongamos nuestras esperanzas en ello. Esto podría ser una búsqueda inútil.

—Yo no lo creo —interrumpió Yvette. Cuando trató de contradecirla, ella levantó la mano—. Sólo escuchen antes de descartarlo. Cuando los conocí a todos individualmente, yo sabía que eran humanos. Estaba sola en el coche con Kimberly cuando nos fuimos a la fiesta. Su olor era de un ser humano. No hay duda de eso en mi mente. Y luego tú —ella miró a Haven—, cuando hablamos en la fiesta, tu olor era de un ser humano.

Haven sintió que su cara y cuello se acaloraban. Habían hecho más que hablar en la fiesta. Prácticamente se habían olido el uno al otro. El saber que había inhalado su aroma y tomó nota de cómo había olido, lo emocionó cuando supuso que no debería importarle. Se aclaró la voz, tratando de alejar sus pensamientos errantes—. ¿Y?

Yvette señaló a Wesley—. Lo mismo pasa con Wesley, pero no tanto, porque cuando lo conocí por primera vez, ustedes ya estaban aquí, tú y Kimberly. Todavía olía a humano, pero había algo un poco diferente. No presté mucha atención a eso, porque no estaba en mi mejor forma.

Haven le dio una mirada de sorpresa y se dio cuenta cómo ella se estremecía, como si no hubiera querido revelar su debilidad. Así que había estado hambrienta, justo de la misma forma en que lo había pensado—. Cuando necesitas sangre, ¿afecta tus sentidos?

—Por supuesto que no.

Él podía ver la mentira rodar por sus lindos labios, como demasiado brillo de labios de los 70.

—Me puse así por todo el veneno que utilizaste para noquearme. Mi sentido del olfato estaba apagado.

—Tal vez esté todavía apagado —se burló Wes.

Yvette lo miró con mala cara—. Estoy totalmente recuperada. —Su mirada se desvió de nuevo a Haven, más específicamente a su cuello, y él reconoció que ella estaba pensando en su sangre.

Haven contuvo el escalofrío que corría traicioneramente a través de su cuerpo con su mirada, pero él no pudo controlar que su corazón latiera con fuerza. Incapaz de decir nada por miedo a que todo el mundo oyera la repentina excitación de su voz, se mostró agradecido cuando Wes hizo la siguiente pregunta.

—Por lo tanto, vamos a asumir que tu nariz está funcionando nuevamente, entonces ¿qué significa? ¿Por qué de repente todos estaríamos oliendo como brujas? Tal vez el olor de la bruja se hace presente sólo por frotarse contra nosotros, y eso te confunde.

Su hermano podría tener razón. Tal vez los sentidos de un vampiro podían confundirse como los de un ser humano. Nadie es infalible. Demonios, si un vampiro podía desmayarse por la falta de sangre, tal vez eran mucho más vulnerables de lo que siempre había asumido. Y cuando él había mirado a Yvette, mientras ella había estado inconsciente después de haberle dado su sangre, había detectado una vulnerabilidad en ella que no estaba presente cuando estaba despierta. Bueno, había en realidad un momento en que ella se había quedado sin defensas mientras estaba despierta: cuando la había besado y la había doblegado. Él la había sentido derretirse en sus brazos, sus gemidos le insistían para que la tomara. La valla que ponía a su alrededor había estado baja en ese momento.

—¿Qué piensas Hav? —Le preguntó a su hermano—. ¡Hav!

Se sobresaltó inmediatamente de su sueño despierto. Mierda, ¿cuánto tiempo había estado en el espacio? —Eh, sí, bueno.

Wes le lanzó una mirada extraña, y luego continuó—: Mira, hasta mi hermano está de acuerdo. Tiene algo que ver con lo que la bruja nos hizo en la cabeza.

—No —se opuso Yvette—. Es el hecho de que los tres están juntos. Casi como si juntos, fueran brujos y estando aparte no lo fueran.

—Absurdo —resopló Wes. Se pasó la mano por el pelo.

Algo en las palabras de Yvette se conectaba—. Espera, Wes. Creo que hay algo ahí. —Haven miró a su hermano y deseaba que escuchara.

—Pero tú sabes que nosotros no obtuvimos ninguno de los poderes de mi madre.

Él asintió con la cabeza—. Sí, eso es lo que siempre pensé. Pero la bruja parece pensar lo contrario. Cuando me resistí a su sondeo en mi cabeza, me preguntó dónde estaba la fuente de mi poder.

—Pero…

—Lo sé. Yo le dije que no tenía poderes, pero ella no me creyó al principio. ¿Crees que realmente me dejaría vencer, si yo tuviera alguna brujería para oponerme a ella? Puedes apostar a que no lo haría.

—Imagínate. —Los labios de Yvette se movieron en el comienzo de una sonrisa que trató de ocultar con un bufido, pero sin embargo él la atrapó. Cuando ella lo miraba así, y cuando entraban en esas ligeras disputas amistosas vocales entre ellos, casi podía olvidar lo que ella era.

—Así que la bruja se equivoca. No tenemos poderes —insistió Wesley.

Tal vez eso era lo que todos pensaban, pero había una cosa que la bruja había dicho antes de que se desmayara, que lo había hecho sospechar que se habían equivocado durante todos esos años—. Ella se preguntó si mamá alguna vez nos dijo.

—¿Nos dijo qué? —A veces, su hermano menor podía ser burro y lento para captar.

—Que ustedes sí tienen su poder. —Yvette empujó su pelo largo por encima del hombro.

—Pero entonces, ¿por qué no lo hemos sabido durante todos estos años? No tiene ningún sentido. Nunca he sentido ningún poder.

—Es la primera vez que los tres están juntos después de la muerte de su madre. Tal vez así es como ustedes reciben sus poderes, estando juntos. —Yvette se encogió de hombros—. No sé mucho sobre esto, pero sé lo que huelo. Y los tres son brujos. Lo que significa que Kimberly tiene que ser Katie.

El silencio absoluto acogió esa observación y tres pares de ojos miraron a Yvette con idénticas caras de sorpresa. Haven fue el primero en recuperarse—. Pero si ese es el caso, ¿por qué la bruja nos pondría a todos juntos si eso nos daría poderes? ¿Qué pasa si usamos ese poder para derrotarla?

Yvette se encogió de hombros—. ¿Se sienten diferentes? Quiero decir, ¿se sienten como si tuvieran algún poder ahora?

—¿Cómo diablos iría a saberlo? —gruñó Haven.

—Bueno, basta con pensar en mover algo. —Yvette miró alrededor, y luego señaló hacia el catre—. Mueve el catre con tu mente.

Haven tuvo que contenerse para no voltear sus ojos. ¿Cómo iba a ser capaz de mover objetos de repente? Ni siquiera David Copperfield podría hacerlo sin establecer de antemano su truco.

—Pruébalo —instó Yvette—. Todos ustedes.

A pesar de la estúpida idea, Haven se concentró en la cama y quiso moverla. No pasó nada. Justo como lo había pensado.

Él no tenía poderes.

—Nada —dijo Kimberly.

—Lo mismo —confirmó Wes—. No tenemos poderes. Por lo tanto, no somos brujos.

Yvette se llevó un dedo hacia la boca, mordiéndose la uña—. Nunca he estado equivocada sobre mi sentido del olfato. Tal vez hay un hechizo o algo que tienen que hacer primero antes de poder usar sus poderes. —Hizo una pausa, claramente pensando mucho. Luego su cara se iluminó, y fijó su mirada hacia Haven—. ¿La bruja te preguntó de dónde provenían tus poderes?

—Sí lo hizo, de hecho, pero no tengo ni idea de lo que quiso decir con eso.

—Creo que tendrás que usar algo para acceder a tus poderes. Tal vez por eso se siente segura de que no puedes acceder al poder por ti mismo. Tal vez los está poniendo a prueba.

—Pero si yo no sé de dónde vienen mis poderes, entonces, ¿cómo lo sabría ella?

—Tal vez no necesita saberlo. Si ella quiere robar sus poderes, y en este punto tenemos que asumir que es por eso que ella quería a los tres juntos, entonces tal vez no tienen por qué saberlo. ¿Y si puede robarlo sin ese conocimiento?

La idea hizo que echara raíces en la mente de Haven. ¿Podría la bruja realmente haber tenido éxito de encontrar a Katie cuando él la había estado buscando sin éxito durante toda su vida? Y si lo había hecho, y si Kimberly era realmente Katie, ¿sería cierto lo que Yvette sospechaba? ¿Eran los tres brujos, con poderes aún sin explotar?

—¿Cómo podemos saberlo con seguridad? No es como si pudiéramos hacer un análisis de sangre aquí y revisar nuestro ADN. —Por mucho que Haven quisiera creer que por fin habían encontrado a Katie, no podía permitirse tener esperanzas para que luego se vinieran abajo de nuevo.

Él dirigió una alentadora sonrisa a Kimberly, quien recibió su mirada con ojos redondos—. Me encantaría que Yvette estuviera en lo cierto. Me encantaría que tú fueses nuestra hermana, pero no hay ninguna prueba, sólo coincidencias y suposiciones. Necesito más que eso.

Kimberly asintió con la cabeza, la desilusión estaba grabada en su rostro—. Yo entiendo. Sería bueno tener una familia. Supongo que es simplemente pedir demasiado. —Ella puso sus brazos alrededor de su cintura, y reconoció su necesidad de ser abrazada y consolada. Pero él no podía cruzar la distancia entre ellos y tomarla en sus brazos. Por lo que sabía, él era apenas un desconocido, quien la había secuestrado. Como un hermano, podría abrazarla y decirle que todo estaría bien. Como un extraño, él no tenía por qué hacerlo.

Haven volvió a mirar a Yvette, la tensión desgarrando su fuerza—. Lo siento, pero tengo que estar seguro.

—Hay una manera de estar seguros. —Los ojos de Yvette se movieron entre él, Wes, y Kimberly.

Intrigado, se acercó un paso—. ¿Cómo?

Fijó los ojos en él antes de que sus labios se entreabrieran—. Tendría que probar la sangre de ustedes tres.

La reacción de Wesley fue casi instantánea—. ¡De ninguna maldita manera!

El sentimiento de Haven era exactamente igual, pero por una razón muy diferente. ¿Yvette quería morder a su hermano, hundir sus colmillos en él y hacer que sintiera el mismo tipo de excitación que había sentido cuando ella lo había mordido? —¡Sobre mi cadáver!

Yvette le rodó los ojos, como si creyera que era un niño que estaba lanzando una rabieta. ¿Acaso no entendía la gravedad de la situación aquí? Ella no podía ir por ahí convirtiendo a su hermano en un idiota sumiso. ¿Esa era su intención? ¿Hacer que ambos babearan por ella para que no le pusieran más resistencia?

Acortando la distancia entre ellos, Haven se acercó a ella, sus cuerpos casi se tocaron. Yvette no retrocedió, y él sabía que no lo haría. La conocía tan bien ya. Usaría todas sus artimañas femeninas para tentarlo y luego haría lo mismo con su hermano. Y eso era una cosa que no podía permitir. Y por primera vez no era porque quería proteger a su hermano. No, él quería asegurarse de que su hermano no la tocara. Al igual que no quería que ningún otro hombre lo hiciera. Sí, así es como estaba de jodido. Quería a la vampiro en medio de ellos y lucharía contra cualquier hombre que traspasara su territorio… y eso incluía a su hermano.

* * *

Yvette notó el brillo depredador en los ojos de Haven. Ella sabía lo que significaba: que lucharía con ese tema. Su cerebro machista como el tamaño de un guisante, ¿todavía no captaba el hecho de que no le dañaría ni a Wesley ni a Kimberly incluso si ella los mordía? No es que tuviera la intención de hacerlo. No había necesidad para que ella hundiera sus colmillos en ninguno de ellos. Un pinchazo en el dedo, podría producir suficiente sangre para que ella los degustara y los comparara con el sabor de Haven.

La sangre de hermanos tenía una textura, gusto, y olor similar. Era tan infalible, como una prueba de ADN. Y una vez que hubiera establecido que su hipótesis era correcta y que Kimberly era de hecho su hermana perdida hace mucho tiempo, entonces podrían tratar de salir de ese lugar. Tal vez con sus poderes latentes de brujos, podrían romper los hechizos.

Y tal vez entonces, Yvette finalmente se desharía de todos ellos. O al menos de Haven, que aún la miraba como si acabara de tragarse a su hámster. ¿Estaba contemplando cómo castigarla por no decirle acerca de los efectos sexuales secundarios de alimentarse?

A Yvette no le gustaba lo cerca que estaba. No había ni siquiera treinta centímetros de espacio entre ellos. ¿No había aprendido nada el hombre durante su primer encuentro? ¿Por qué estaría tan cerca cuando él tenía que saber que todo eso lo único que lograría era conseguir que ella estuviera toda caliente y mojada, y con ganas de presionarlo contra la pared y hundir sus colmillos en su delicioso cuello, mientras liberaba su pene y la atravesaba?

El calor dentro de su cuerpo hervía en la superficie, advirtiéndole de no dejar que su mente vagara en esa dirección. Demasiado tarde. Pronto su cuerpo se desbordaría como una olla con leche hirviendo sin que nadie lo vigile, quemando sus alrededores. Y no había nada que pudiera hacer al respecto. Era tan inevitable como un camión descontrolado por una pendiente.

—Mira, todo lo que necesito son unas cuantas gotas.

—Tus colmillos no se acercarán en absoluto al cuello de mi hermano —susurró Haven.

¿Cómo podría un hombre humano ser tan terco?— Yo ni siquiera necesito…

—Dije ¡NO! ¿No puedes procesarlo en tu cabeza? ¿No crees que es suficiente que hayas jugado con mi cabeza? ¿Ahora quieres hacer lo mismo con mi hermano?

¿Acababa de decir «jugar con su cabeza»? Ella debió haber entendido mal.

—No lo permitiré. Es suficiente con que no pueda pensar con claridad, con lo que me has hecho. Vas a tener que matarme primero antes de dejarte hacer lo mismo con Wes.

¿Lo que había hecho con él?— ¿Crees que te estoy controlando porque te mordí? No hay efectos posteriores a una mordedura que sean duraderos. Todo es temporal. Todo lo que sentiste a causa de ella, es cosa del pasado. —Yvette no permitió que la sonrisa que se formó dentro de ella, saliera a la superficie. Si todavía sentía una atracción por ella, entonces…—. Lo que sea que sientes es tu propia obra.

Haven dio un paso atrás como si fuese golpeado por un objeto pesado. Sus ojos estaban llenos de incredulidad, y su boca se abrió en señal de protesta. Sólo una palabra se apoderó de sus labios—. ¡Mierda!

—Así que hazte a un lado, me gustaría pinchar el dedo de Kimberly para poner a prueba su sangre. —Yvette miró en torno a su pesada estructura, sus ojos se movieron para encontrar a la muchacha que se quedó mirando su acalorado intercambio de palabras—. ¿Estás de acuerdo, Kimberly? Sólo será un pinchazo como una prueba de sangre en el consultorio del médico.

Kimberly se encogió de hombros—. Por supuesto. Si te ayuda.

Yvette ignoró a Haven, que todavía permanecía inmóvil en el centro de la habitación y se fue por su alrededor. Que piense en lo que ella le había dicho. Además, ella no necesitaba su ayuda en ese momento. Todavía podía sentir su sangre y no tendría ningún problema comparándola con la de Kimberly y Wesley.

Cuando llegó a la muchacha, Wesley se puso delante de ella—. Yo primero.

Yvette levantó una ceja. ¿Cómo el cachorro se había puesto de repente tan ansioso? Su mirada inquisitiva pareció provocar una respuesta.

—Si me hieres, no voy a dejar que toques a Kimberly.

Perfecto, otro hombre que quería rescatar a la damisela en apuros. Esto se estaba volviendo cada vez más cansador—. Bien.