—¿Por qué tienes el pelo largo?
Yvette se volvió por la pregunta de Kimberly y la vio meter las piernas debajo de ella cuando esta se sentó en el catre. Ella miró brevemente en dirección de Haven. Él y su hermano estaban en la esquina opuesta de la habitación, hablando en voz baja; sin embargo, Haven la miraba por debajo de sus largas pestañas oscuras. Un hombre no debería permitirse tal aspecto sensual con esas pestañas. Con un movimiento deliberado de su hombro, se volvió hacia Kimberly.
—Crece mientras duermo.
Kimberly frunció los labios—. También el mío, pero no treinta centímetros en una noche.
Yvette dejó escapar un largo suspiro, no estaba realmente interesada en entrar en las razones de su corte de pelo diario, pero por el interés de mantener a su encargo con calma, tendría que aceptar una charla sin importancia—. Vuelve a crecer del mismo largo que era cuando fui convertida. Y puesto que no me gusta largo, lo corto todos los días.
—¡Vaya! —Kimberly la miró con fascinación—. Pero ¿y por qué ya no te gusta largo? Es bonito.
Yvette no pudo reprimir la sonrisa amarga que se cruzó por sus labios. El pelo largo le recordaba a la mujer que había sido cincuenta años atrás: la mujer que no podía hacer feliz a su marido, que no pudo darle lo que él quería. El hijo que anhelaba. No quería recordar esos días. Tampoco estaba de humor para confiar sus secretos a un extraño. Demonios, ni siquiera sus amigos y colegas de Scanguards lo sabían—. Yo lo prefiero corto.
—Así que… ¿qué se siente ser un vampiro?
Yvette cerró los ojos por un momento. ¿Por dónde siquiera podría empezar? Era tan diferente, pero al mismo tiempo muchas cosas eran iguales. Ella tenía sentimientos y deseos como un ser humano, sin embargo, se amplificaban, por lo que los deseos insatisfechos y los sentimientos no correspondidos, eran más difíciles de soportar e imposibles de ignorar. Ella se encogió de hombros, incapaz de responder a la pregunta sin revelar las cosas que no quería compartir.
—¿Es cierto que muerden a las personas y les hacen daño?
¿Qué era esto? ¿Veinte preguntas?
De reojo, Yvette se dio cuenta de cómo la cabeza de Haven se giraba hacia ellas. Por primera vez, estaba agradecida por su pelo largo y deliberadamente lo dejó cubrirla como una cortina, bloqueando su mirada aparentemente casual. Entonces ella se rio forzadamente por causa de Kimberly—. No. Yo no lastimo a la gente. Diablos, ni siquiera muerdo a las personas. Bebo sangre embotellada.
La joven miró por un momento hacia los hermanos, luego regresó su mirada hacia ella. Bajó su voz cuando continuó—: Pero lo mordiste, ¿no? —Sus ojos se lanzaron donde estaba Haven, indicando que se refería a él. No es que fuera necesario—. Supongo que se lo merecía.
Yvette le dirigió una mirada atónita.
—Por secuestrarnos, quiero decir. Yo lo lastimaría también, si pudiera.
—Kimberly, la mordida de un vampiro no hace daño. Es… uh, agradable.
—Oh —dijo Kimberly y se ruborizó como una colegiala.
Un resoplido desde la esquina de atrás de ella, le dijo que el oído de Haven era mejor de lo que pensaba y que no quería admitir lo agradable que había sido. Yvette trató de bloquearlo, pero su presencia era demasiado abrumadora. De hecho, algo no se sentía bien del todo. Sus sentidos parecían estar hiper alerta, ahora que se había alimentado y parecía haberse recuperado por completo de la poción de la bruja. Y no sólo eso… olía cosas que no parecían posibles.
Yvette se adelantó un poco. Ahora que se acercaba a la muchacha, sintió el olor de algo que no había estado ahí antes: un olor latente de la bruja, casi como si la bruja se hubiera frotado toda en la joven…
Sin pensarlo, tomó el brazo de Kimberly y lo llevó hacia su nariz y la olió.
La joven dejó escapar una exclamación—. ¿Qué estás haciendo?
Antes de que pudiera asegurarle a Kimberly que no le haría daño, Haven se abalanzó sobre ella. Yvette se levantó de la cama y giró sobre sus talones para defenderse de él, antes de que pudiera agarrarla. En la fracción de segundo antes de llegar hasta ella, su mente enloquecida comparó su acercamiento al de un toro envistiendo… ella podía sentir temblores débiles impactando a través del piso. No, nada sutil acerca de él… y entonces se abalanzó sobre ella.
—¿Mi sangre no fue suficiente para ti? ¿Ahora quieres también la de ella? —Él parecía evidentemente furioso, los ojos muy abiertos, su cuello tenso… Parecía a punto de darle un golpe mortal.
—Yo no la estaba atacando. —Yvette lo empujó, haciéndolo caer contra la pared detrás de él—. De seguro que llegas a conclusiones muy rápido.
Wesley corrió al lado de su hermano, con la estaca en la mano—. ¡No lo toques, perra!
Yvette giró los ojos.
—Yo puedo manejar esto Wes. —Haven apartó a su hermano, se puso de pie y se dirigió hacia Yvette otra vez, dando a su hermano una mirada rápida de reojo—. Sabes lo que hemos discutido.
Oh, ella ya los había oído hablar de la forma de cómo escapar. Ideas estúpidas, todas ellas: intentar atrapar a la bruja la próxima vez que les llevara comida. Y querían que Yvette los ayudara… era la única razón por la que Wes había acordado que la dejaría vivir. Por ahora. Como si su plan fuera a funcionar. Lo único que conseguirían era otra explosión de energía.
Yvette se quedaría con su propio plan. Ella tenía que burlar a la bruja. Después de haber reflexionado sobre ello en su cabeza, estaba bastante segura de que Bess, tal como había escuchado a Haven llamarla, tenía que estar dentro de sus propios conjuros para ejercer sus poderes sobre ellos. Por desgracia, esto eliminaba la idea de atacar mientras estuviera en la misma habitación con ellos, porque al estar dentro del encanto, sería capaz de contraatacar. Los intentos fracasarían. Tenía que haber otra manera. Sólo un ataque desde el exterior, podría funcionar.
—Por cierto, ninguna de las ideas que tienes para escapar van a funcionar —dijo casualmente Yvette.
Haven entrecerró los ojos hacia ella—. Y ¿qué es lo que sugieres en su lugar?
—Yo, por ejemplo, esperaré a que a mis colegas me rescaten. —Era el único plan viable. Pero Yvette tendría que tratar de advertirles acerca de los encantos y el tipo de poderes que la bruja poseía, para que estuvieran preparados.
—¿Qué colegas?
—Scanguards. ¿Has oído hablar de ellos? Pensé que hiciste tu tarea antes de secuestrarnos. Scanguards tiene los mejores guardaespaldas en este país. Y muchos de ellos son como yo: vampiros. Un grupo difícil de superar.
Los ojos de Haven se iluminaron con sorpresa—. ¿Qué te hace pensar que esas criaturas sin corazón vendrán por ti?
La indirecta dolió. Sus amigos no eran crueles. Yvette dio un resoplido impropio de una dama—. ¿Has oído hablar de los mosqueteros?, «¿Todos para uno y uno para todos?». Esa es la manera en que nos manejamos entre nuestra especie. Van a venir. —El saberlo le dio fuerzas.
—Bueno, no esperaré que una banda de vampiros entre aquí… ¿qué mierda crees que somos, suicidas? —gritó Wesley.
Haven la miró, sacudiendo la cabeza, su cuerpo se movió hacia ella—. Tengo que estar de acuerdo con mi hermano en eso. —Estaba a pocos metros de ella ahora. ¿Estaba pensando que podía dominarla? ¿Distraerla hablándole, y luego saltaría sobre ella? ¿Todavía pensaba que estaba tratando de hacerle daño a Kimberly?
—Otro paso más, y tu hermano tendrá que raspar lo que quede de ti en la pared. —Advirtió a Haven. Yvette notó el movimiento poco perceptible que pasó por él, y él hizo un buen trabajo en tratar de ocultar el hecho de que sus palabras estaban llegándole. Con la forma en que la había tratado antes, no había manera de que ella volviera a caminar sobre cáscaras de huevo alrededor de él. Él había elegido ser hostil, y ella simplemente estaba reaccionando a eso.
—Como si quisiera estar más cerca. —A pesar de sus palabras, su tono no era tan frío como ella lo había esperado. De alguna manera, oculto en esas seis palabras había una buena dosis de emoción reprimida. Era su problema, no el de ella, se dijo.
—Si no es mi cuerpo lo que deseas, ¿entonces qué es?
—¿Ves cómo está tratando de manipularte de nuevo? —Interrumpió Wesley y dio un paso hacia adelante.
Sin quitarle los ojos de encima a Haven, o mover su cabeza unos centímetros, emitió su advertencia—: Si tu hermano menor hace algo estúpido, pagará por ello.
—Y si tocas a Kimberly de nuevo y tratas de hacerle daño, entonces tú tendrás que pagar por ello. —Respondió el estúpido cachorro.
Yvette parpadeó dos veces. Así es como el último enfrentamiento había comenzado. Había tocado el brazo de Kimberly y olió su piel, luego Haven había interrumpido, pero ahora que estaba de vuelta en el tema, recordó lo que le había querido preguntar a Kimberly.
—Kimberly —dijo en voz alta, sin dejar fuera de su vista a ambos hermanos.
—¿Qué?
—Dime lo que la bruja te hizo.
—¿Qué tiene eso que ver con que estés tratando de atacarla? —preguntó Haven.
—Todo. —Ni siquiera trató de contradecirlo. ¿Cuál era el punto? No lo escucharía. Él ya había tomado una decisión sobre ella. Para él era una asesina sedienta de sangre sin tener en cuenta los sentimientos de los demás. Su suposición no podría estar más lejos de la verdad.
—Si estás tratando de poner excusas…
—Kimberly apesta a bruja. —Yvette respiró hondo, sus fosas nasales dilatándose en dirección a los hermanos. Sí, el hedor sin duda provenía de sus cuerpos también. No era algo que flotara en el aire porque la bruja hubiese estado ahí—. Y también ustedes dos.
* * *
Ser acusado de oler como una bruja, era lo último que Haven esperaba que saliera de la boca de Yvette. No es que llamarlo un brujo fuese un insulto en sí, sino la forma en que ella expulsaba la palabra «bruja» de su boca, lo hacía sonar como una mala palabra.
—¿Cuál es tu punto? —Dijo entre dientes, incapaz de mantener sus emociones bajo control. Yvette le crispaba los nervios sin ni siquiera hacer un gran esfuerzo. Solo el mantenerse alejado de ella y no tirarla a la superficie plana más cercana, le costaba toda la fuerza que le quedaba. Y su hermano le estaba dando mierda sobre eso. La erección que había tenido antes, no se le había escapado a Wesley, por lo que no había perdido la oportunidad de utilizarlo como una venganza por todas las veces que Haven lo había acusado de pensar con su pene.
¿Cómo podía haberse dejado ir así cuando Yvette se había alimentado de él? ¿Y por qué mierda ella no le había advertido sobre los efectos secundarios que tendría? ¿Estaba disfrutando tanto de su humillación?
—El punto es que ahora los tres huelen como brujas. Es débil, pero está ahí.
Wesley sacudió la cabeza—. Eso es mentira. Estás tratando de distraernos.
Yvette le cortó una mirada molesta, dando a Haven la oportunidad de que sus ojos se posaran en su hermoso rostro. Incluso enfadada, parecía sexy.
—¿Para qué? —Con una velocidad tan rápida que la mirada de Haven apenas pudo procesar, ella corrió hacia Wesley y lo aplastó contra la pared.
—Escúchame, tú pequeño insecto arrogante. Si yo te quisiera a ti… o a cualquiera… en este cuarto muerto, ya habría sucedido. —Su cabeza se volvió cuando vio a Haven acercarse—. Yo no soy una asesina. —Yvette se detuvo y lo miró a los ojos, y maldita sea si no sabía en ese instante que ella estaba diciendo la verdad—. No, a menos que esté obligada a hacerlo. Así que no prueben mi paciencia.
El ligero temblor en su voz fue apenas audible, pero sin embargo, Haven se dio cuenta. ¿Estaba a punto de tener una crisis?
Yvette soltó a Wesley y caminó tranquilamente de regreso hasta donde Kimberly seguía sentada, viéndose un poco aturdida.
—¿Estás bien? —preguntó a la muchacha.
Kimberly sólo le dio una mirada perdida—. Vamos a ver: yo estoy encerrada con dos hombres desconocidos, uno de los cuales me secuestró, los tres están constantemente peleando, la habitación está protegida por una bruja, que ha estado tratando de entrar en mi cabeza, mi guardaespaldas resulta ser un vampiro, y ahora tú me dices que huelo como una bruja. No, Yvette, no estoy bien —terminó en un sollozo.
Listo para intervenir si era necesario, Haven vio a Yvette sentarse a su lado y abrazarla, recordando muy bien cómo sus brazos podían consolar—. Shh, nena, todo estará bien. Te lo prometo. —Ella le dio una palmada sobre la espalda de Kimberly y puso su mano sobre su cabello para acariciarlo, mientras las lágrimas de la muchacha fluían.
Haven se quedó mirando a Yvette. No había esperado que ella mostrara compasión y que consolara a Kimberly. ¿Podría un vampiro sentir emociones como esas? ¿Eran sus acciones genuinas, o estaba simplemente fingiendo para beneficio de la joven?
Haven miró a Kimberly, sintiendo lástima por ella. Era inocente, y él era el culpable de esa situación. Quería llegar hasta ella y ayudarla de alguna manera. Fue sólo cuando Yvette le lanzó una mirada de advertencia, que él se dio cuenta de que se acercaba hacia ellas. Él asintió con la cabeza a Yvette, tratando de indicar que por fin había comprendido que ella no le haría daño a su encargo.
—Quiero ir a casa. —Se lamentó Kimberly.
—Sé que lo quieres. Espera sólo unas pocas horas. Una vez que esté oscuro nuevamente, mis colegas estarán aquí… lo sé. Ellos nos encontrarán.
Los ojos de Haven se conectaron con los suyos—. ¿Cómo puedes estar tan segura de eso?
—Ellos son mi familia. ¿No arriesgarías todo por tu familia? —le desafió.
Trató de ocultar el dolor que sus recuerdos le daban. Tenía sólo la mitad de su familia, y si no hacía algo pronto, los perdería a todos.
—¿Así que la sugerencia es que esperemos a que nos liberen? —preguntó Haven. ¿Cómo podía ser tan pasiva? La había visto pelear antes y se dio cuenta que no tenía miedo. ¿Qué la haría sentarse a esperar ahora?
—¿Nos sentaremos al igual que los patos? ¡Estúpido! Debemos de escaparnos ahora. —Interrumpió Wesley, pero su voz estaba más tranquila, no tan candente como antes. Miró a Haven y luego de nuevo a Yvette.
—Imposible. —Afirmó Yvette—. ¿No crees que yo ya hubiese probado si pudiera? No podemos atravesar el encanto protector. Ni siquiera mi fuerza me permite derribar la puerta o romper la ventana bloqueada. La brujería es una mierda. Y no juego con ella. Mis colegas atacarán desde el exterior. Es la única manera.
—¿Qué garantía tenemos de que tus amigos vampiros no nos matarán? No se te puede haber escapado que no tenemos ningún reparo en matar a cualquiera de tu especie. —Wesley enderezó los hombros.
—Wes —reprendió Haven, repentinamente incómodo con poner al descubierto su pasado frente a Yvette.
Pero Wesley no cedió—. Es cierto. No vamos a andar con rodeos. Sólo porque tengas escrúpulos.
Lo cual era cierto. Él tenía escrúpulos, y se generaban con cada minuto que pasaba en compañía de Yvette. Ella no era en absoluto lo que él había pensado sobre los vampiros. Su lealtad hacia Kimberly y su garantía continua que la protegería, eran facetas de la personalidad de Yvette que no podía dejar de admirar. La ternura con la que acunaba a su encargo para consolarla y permitirle llorar sobre su hombro, era lo último que esperaba de un vampiro. Sin embargo, él vio en Yvette ternura y compasión. Mezclada con fuerza y determinación, parecía irradiar el aire de una madre que protegía a sus crías.
—No te harán daño si no tratas de hacerles daño. Pero tengo que advertirte: tendrás que asegurarte de que sepan que no eres un peligro para ellos, de lo contrario, se defenderán. Y teniendo en cuenta que hueles como las brujas, ellos te verán como enemigo.
Ahí estaba de nuevo, su afirmación de que eran brujos—. Debes estar equivocada. Tal vez el olor de la bruja está por ahí. Pero como te dije antes, Wes y yo nunca heredamos los poderes de nuestra madre. No somos brujos.
Yvette negó con la cabeza—. Eso es imposible, nunca se saltean una generación. ¿Y ni siquiera uno de los dos hijos de una bruja, heredan sus poderes? Eso no puede estar bien.
Wes se acercó más—. Tal vez Katie heredó los poderes de mamá.
—¿Katie? —preguntó Yvette.
—Nuestra hermana —explicó Haven—, la que fue secuestrada por un vampiro.
—Y nunca más se supo de ella —añadió Wesley.
Yvette les dio una mirada llena de compasión—. Lo siento. No es de extrañarse que nos odien tanto.
—Fue hace mucho tiempo, pero lo recuerdo como si fuera ayer. —Haven atrapó la mirada expectante de Yvette. Lo animó a seguir adelante—. Mamá fue atacada en su propia cocina una noche. Traté de ayudarla, pero no era lo suficientemente fuerte. Yo era apenas un niño. El vampiro le dijo que tenía que renunciar a uno de nosotros. Yo no entendí al principio lo que quería decir, pero cuando tomó a Katie después de que él había matado a mamá, lo entendí. Él había dicho que sólo necesitaba uno de nosotros tres. Sólo uno. Y Katie era la más fácil de tomar.
Todavía era difícil hablar de ello. Haven cerró los ojos por un momento y respiró estabilizándose un poco. ¿Había Yvette entendido ahora, por qué toda la atracción entre ellos no podía ir más lejos? ¿Que no podía manchar el recuerdo de su madre y hermana, involucrándose con un vampiro?
—Tres —susurró Yvette—. Tres. —La comprensión floreció en sus ojos mientras las piezas del rompecabezas de pronto parecían entrar en su lugar. Haven abrió los ojos y la miró fijamente. Ella tomó por los hombros a Kimberly y la mantuvo lejos de ella.
—El Poder de Tres. Eso es lo quería decir el vampiro. —Yvette miró hacia Haven—. Es por eso que él dijo que sólo tenía que tomar a uno de ustedes. Uno de los tres.
—¿Qué? —preguntó Wesley, su voz estaba tan confundida como la expresión de Haven. No tenía idea de lo que Yvette estaba hablando.
Se levantó de un salto—. ¿No te das cuenta? El vampiro quería separarlos a los tres: Wes, tú y Katie. Los tres hijos de una bruja.
—Y matar a mamá —gritó Wesley.
Haven negó con la cabeza—. No, él no quería matarla. Dijo que le habría permitido vivir, pero ella lo estaba peleando. La mató porque ella estaba tratando de hechizarlo. Murió por nosotros, porque no podía permitir que ninguno de nosotros se fuera.
Yvette asintió con la cabeza—. Todo lo que quería era separar a los tres hermanos. Destruir el poder.
—¿Y qué se supone que significa eso? —preguntó Haven, ahora intrigado.
—Hay una leyenda que los tres hijos de una bruja, alterarán el equilibrio del poder en el inframundo, el equilibrio entre vampiros, brujas y demonios. No sé mucho sobre eso, pero sé que si tú y tu hermano son dos de los hermanos, entonces creo que acabo de llegar a la razón, de por qué la bruja los ha capturado. A ustedes… —entonces Yvette regresó su mirada de nuevo a Kimberly, que se había levantado de su catre— … y a su hermana.