San Francisco, 22 años después.
Era una trampa… una trampa tan grande, que Haven nunca podría habérsela imaginado.
Después de recibir mensajes de texto de Wesley para reunirse con él en el almacén abandonado en uno de los barrios menos elegantes de la ciudad, revisó el área y se percató que al menos uno o dos asaltantes lo estaban esperando. Sería como quitarle un dulce a un niño, se imaginó.
No sería la primera vez que liberara a su hermano de las garras codiciosas de un usurero, o de cualquier otro estafador con el que se hubiese metido en problemas. Cualquiera que fuera la cantidad de dinero que quisieran extorsionarle por liberar a su hermano, no verían ni un centavo del mismo. Su arma oculta lo garantizaba.
La puerta del almacén estaba abierta. La empujó e ingresó, sintiendo el olor a humedad del edificio. Se fundía con una extraña mezcla de hierbas, evocando imágenes del Barrio Chino con sus olores y sabores extraños. El largo pasillo delante de él estaba oscuro, la única bombilla colgaba sobre su cabeza cubierta de telarañas y polvo. No había nada atractivo en el lugar.
Una mayor exploración del área fue interrumpida cuando una ráfaga de aire frío llegó hacia él. Un instante después, Haven sintió una fuerza similar a una ola de una gran marea presionar su cuerpo de un metro noventa y noventa kilos de músculo sólido, presionándolo y azotándolo contra la pared. A pesar de su fuerza y de su entrenamiento en todo tipo de combate cuerpo a cuerpo, no podía luchar contra el enemigo invisible.
¡Mierda!
Esta vez no se trataba de algún malandro delincuente.
A Haven no le gustaba la sensación de impotencia que se extendió por su cuerpo mientras el ataque por el campo de fuerza continuaba. Como un cazador de recompensas tan duro como mierda congelada, la vulnerabilidad no era una palabra en su vocabulario. Y no la iba a añadir ahora. Su lista de la letra V estaba llena: vagos, vampiros, vendetta. No había espacio para vulnerabilidad. Dejaría eso a la gente de Webster’s, tal vez ellos le darían un uso a esa palabra.
Y si alguna vez salía de este lío con vida, despellejaría a su hermano, pero no antes de que le hubiera quitado los mocos a golpes.
—Veo que te llegó mi mensaje de texto —comentó una voz femenina calmadamente. Un momento después, ella apareció a la vista. Era una hermosa mujer, con cabello largo de color rojo en cascada alrededor de la cara y los hombros. Sus pómulos eran altos, su piel blanca y los labios carnosos. A primera vista, la mujer era el sueño de todo hombre y Haven apostaba que cualquier situación en la que Wesley se encontrara, era porque esa mujer había hecho un corto circuito en su cerebro… asegurándose de que él usara más bien lo que tenía entre sus piernas. Haven no era tan susceptible a las mujeres hermosas como su hermano. Nunca se había permitido a sí mismo que jugaran con su cabeza de esa forma. Y él no era tan crédulo como su hermano menor. No, él era duro como una roca y firme como el acero, y de alguna manera tenía que salir de esto.
Haven apretó los dientes, mirando fijamente los ojos azul hielo de la diabólica belleza—. ¿Qué le hiciste a mi hermano, bruja? —Como no se había presentado, era justo llamarla por su profesión en lugar de su nombre. Y estaba seguro de su profesión: la fuerza que estaba usando en su contra, no era algo que un físico pudiera explicar. Era mágico. Y él reconocía la magia cuando le mordía el culo.
—Lo haces sonar como una mala palabra.
—¿No es así?
Ella sacudió la cabeza con desaprobación, sus rizos de cobre rebotaban alrededor de sus hombros—. Mi nombre es Bess, no es que deba interesarte. Y como el hijo de una bruja, yo habría esperado un mayor respeto de ti. ¿No respetas las habilidades de tu madre?
El recuerdo de su madre, mordió duro en sus entrañas. Él lo hizo a un lado, tratando de evitar las emociones que acompañaban ello, las emociones que él había tratado de suprimir desde su brutal muerte. No iba a permitir que esta maldita bruja lo debilitara, sacando a relucir las cosas que debían estar bien escondidas.
—Deja a mi madre fuera de esto. Ahora, ¿dónde está mi hermano, y qué quieres?
—Tu actitud de muchacho malo y cazador de recompensas, no funciona conmigo, así que déjala en la puerta y entra.
Haven la miró y apretó la mandíbula.
—A menos que no quieras volver a ver a tu hermano. Lo puedo dejar atado y dejar que se pudra.
De repente, la presión en el pecho se alivió, y fue capaz de alejarse de la pared. Se sacudió el resto de sensación de claustrofobia y metió la mano en su chaqueta. La idea de matarla estaba muy presente en su mente, pero sin saber si ella tenía a Wesley en algún lugar de ese almacén, no podía dejar que las balas hicieran su trabajo. Todavía no, de todos modos.
—Y quita la mano de tu pistola.
No hacía falta ser un brujo para saber lo que su mano estaba por sacar. Haven resopló—. Adelante con ello. ¿Dónde está Wesley?
Bess entró en una habitación bastante amplia, un salón de clase. Él la siguió. Varias piezas de muebles que no combinaban, llenaban el espacio. Las alfombras se extendían sobre el piso de concreto, y pesadas cortinas de terciopelo grueso colgaban en las ventanas. Con la estantería llena de libros antiguos y tarros de horribles hierbas de mal aspecto y partes de animales, la habitación tenía un aspecto decididamente gótico. No era su elección de residencia de todos modos.
En sus ocho años como cazador de recompensas, trabajando para diferentes fiadores, Haven había visto su justa parte de rareza, por lo que no le sorprendió. Pero incluso sin ello, no se hubiera sorprendido por sus opciones de decoración. Ella tenía razón, él era el hijo de una bruja, y como tal, ya había visto suficiente. Más de lo que nunca hubiese querido ver… o saber.
Haven apartó los recuerdos—. ¿Dónde está Wesley?
La bruja se sentó en uno de los mullidos sofás y señaló hacia un sillón—. En algún lugar seguro. Siéntate.
—Yo no soy tu perro. —Bruja o no, no le gustaba recibir órdenes.
—Te puedo convertir en uno si lo deseas.
Gruñendo con desaprobación, se dejó caer en la silla, creando una nube de polvo a su alrededor—. Me sentaré.
La bruja dejó que la mirada viajara sobre su cuerpo. Una inquietud se apoderó de él, no le gustaba ser estudiado como si fuera alguna pieza de una exposición. O peor aún, un sujeto de algún experimento.
—Tu hermano no es como tú. Parece mucho más… gentil… No como…
—Estoy seguro que no me invitaste para una lección de psicología, además no me gusta el tipo de invitaciones que envías. —¿Por qué no se había imaginado que su hermano no había enviado ese mensaje? Tal vez porque se había originado del celular de Wesley, y sonaba como él: desesperado por obtener ayuda y plagado de errores. Su hermano no podía deletrear ni mierda, Haven no había puesto en duda su autenticidad.
—¿Habrías venido si te hubiera enviado una carta formal? De todos modos, dejando la broma de lado, tenemos asuntos que discutir.
Haven levantó una ceja. No tenía nada que ver con una bruja. A pesar de que su madre había sido una bruja, ni él ni su hermano habían heredado ninguno de sus poderes. Nunca le había molestado debido a la forma en que le gustaba matar a sus víctimas, viendo de cerca el miedo en sus ojos cuando se daban cuenta que había ganado, no tenía deseo de lograrlo a distancia usando la magia. Y sus víctimas habían sido siempre vampiros… no es que tuviera ningún reparo en incluir a una bruja al grupo. El que lo amenazara a él o a su familia, sería tratado con rapidez. En una forma mortal.
—¿Qué es lo que quieres de mí a cambio de mi hermano?
—Lo entendiste rápido. Dada tu profesión poco ortodoxa, lo que te preguntaré será sólo algo de rutina para ti.
Odiaba que jugaran con él, y el juego del gato y el ratón en el que ella lo estaba metiendo, era su pasatiempo menos favorito—. Dilo de una vez.
—Hay una muchacha, una joven actriz. Me gustaría que la trajeras para mí.
—Teniendo en cuenta que te las arreglaste para hacerme llegar a tu guarida sin ningún problema, no veo por qué no puedes conseguirla por ti misma.
Bess frunció los labios—. Ah, ahí es donde tengo el pequeño problema. Mira, la muchacha tiene un guardaespaldas. —La bruja hizo un gesto con la mano—. Tiene algo que ver con los paparazzi. —Ella rodó sus ojos, su desdén por las celebridades se mostró abiertamente en el color azul frío de los mismos.
—¿Y no puedes hacerte cargo del escolta? Has utilizado tus poderes para inmovilizarme. ¿De qué está hecho el hombre? ¿De acero? —Algo olía mal. Y no era el incienso que se quemaba en la habitación, robándole el oxígeno.
—Desafortunadamente, su guardaespaldas es un vampiro.
Haven escuchó. Las cosas habían comenzado a ponerse interesantes. Se inclinó hacia delante en su silla, intrigado por sus palabras.
—Veo que ahora tengo tu atención. Podrías matar dos pájaros de un tiro: liberar a tu hermano trayéndome a la muchacha y matar al vampiro como un bono. Es una situación en la que ganamos todos.
Ganamos todos, pero ¿quiénes?— ¿Estás tratando de decirme que no puedes derrotar a un miserable vampiro? —Haven sabía que era un hecho que la brujería funcionaba en vampiros tan bien, como en seres humanos. Y por lo visto, esta bruja parecía lo suficientemente fuerte como para luchar contra un vampiro con sus hechizos y pociones, y la forma en que era aparentemente capaz de controlar al menos un elemento: el aire. Él sintió que lo había usado en su propio cuerpo antes. Una bruja que controlaba los elementos, no era alguien con quien se podía jugar.
—Yo podría, si me acercara lo suficiente. Sin embargo, los vampiros pueden sentir a las brujas desde la distancia. Nunca podría acercarme lo suficiente como para hacer trabajar mi magia. Es por eso que necesito un ser humano, tú serás capaz de acercarte sin despertar sospechas.
Hundió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó un pequeño frasco. Estaba lleno de un líquido de color púrpura—. Una vez que estés lo suficientemente cerca, quiebras el cristal, y el gas dejará al vampiro inconsciente en cuestión de segundos. Y ya sabes qué hacer después.
Atravesarle una estaca.
Haven sonrió sin poder contenerse. Aunque no le gustaba la idea de recibir órdenes de una bruja quien tenía cautivo a su hermano, la idea de entregársele otro vampiro para matar, era atractiva. Desde la muerte de su madre, había buscado al vampiro que había matado y secuestrado a su hermanita. No lo había encontrado aún, pero había matado a muchos otros vampiros desde entonces.
Sin embargo, la idea de entregar a un ser humano inocente a esta bruja creó un incómodo nudo en su estómago—. ¿Quién es la muchacha?
La bruja hizo un movimiento de desdén con la mano—. Nadie que te importe.
Haven negó con la cabeza—. ¿Qué quieres de ella? Si ella es sólo una actriz como dices, ¿por qué estás interesada en ella? —Había mucho que Bess no le estaba diciendo. Tal vez no debería hurgar muy profundo, tal vez sólo debería aceptar la misión y liberar a su hermano de sus garras. Pero aún tenía un poco de conciencia.
—Eso no te importa —le espetó ella y se levantó—. Tráeme a la muchacha, o aplastaré a tu hermano.
—¿Y dónde está mi querido hermano? —preguntó con indiferencia. Una vez que él supiera dónde lo mantenía, podría determinar un plan de cómo ponerlo en libertad sin tener que hacer el trabajo sucio por ella.
—Incluso si te digo dónde está, no serás capaz de ponerlo en libertad. Su celda está protegida por conjuros. No serás capaz de atravesarlos.
Si Haven sabía una cosa de brujería, era que una vez que una bruja muriera, todas sus pociones y hechizos de alejamiento, se disolverían también. Ahora tenía una idea en proceso—. Por lo tanto, está aquí entonces —le dijo dando un rodeo y observando su rostro para detectar cualquier reacción que afirmara la verdad de su declaración. No era un excelente jugador de póquer para nada.
Su párpado izquierdo se movió, y él siguió la dirección. Casi se perdió de ver la puerta, se fundía muy bien con las estanterías junto a ella. Cuando él la miró, se dio cuenta de cómo sus labios se habían apretado en una fina línea.
Haven inclinó la cabeza hacia la puerta—. Ya veo.
—No te va a hacer ningún bien. Él está muy bien protegido. Nunca vas a poder romper los conjuros.
Él no tenía que hacerlo. Si la bruja estaba muerta, no habría conjuros.
—Está bien. Lo haremos a tu manera. —Se levantó de su silla y giró un poco, tratando de ocultar el movimiento de su mano derecha. Él tenía un desenfunde rápido y había ganado muchas competencias contra los mejores en el campo. Bess sería historia.
Haven deslizó su mano dentro de su chaqueta, envolvió sus dedos alrededor del mango de la pistola y la sacó de su funda.
—¡Ay! —Gritó él, soltando el arma de su mano un momento después y dejándola caer sobre la alfombra, donde hizo un ruido de golpe amortiguado. Sorprendido, miró furioso la piel de color rojo de la palma de su mano. El arma le había quemado la mano—. ¿Qué mierda?
—Es mejor que aprendas ahora que no se me engañas. Haz lo que yo diga… o tu hermano muere.
Haven la miró y reconoció impaciencia en sus ojos. Se tragó su ira y se obligó a calmarse. Perder la cabeza ahora, no le serviría a Wesley. Tuvo que hacer a un lado su orgullo y sus escrúpulos. Sólo importaba su hermano. Wesley era todo lo que le quedaba de su familia.
Por el momento, tenía que mantener la calma.
—Tú ganas. ¿Cómo se llama y dónde puedo encontrarla?