Capítulo Cinco

Samson hizo una seña a sus amigos Gabriel y Amaury para que tomaran asiento en su estudio, mientras él seguía caminando.

—Él tiene que ser castigado —comenzó Gabriel.

Amaury sacudió su melena oscura—. No estoy de acuerdo. Castígalo y él se descarriará por completo.

—Un crimen como este no puede quedar impune. —Gabriel lanzó una mirada suplicante a Samson, solicitando apoyo en silencio.

—No estoy diciendo que no vamos a hacer nada al respecto, pero si castigamos a Zane, se volverá loco. Lo que necesita es rehabilitación. —Insistió Amaury.

Un golpe corto en la puerta los interrumpió.

—Pase —respondió Samson, sintiendo quién solicitaba la entrada.

La puerta se abrió y Thomas entró, sus botas pesadas de motociclista, raspando con fuerza contra el suelo de madera. Les dio una sonrisa de disculpa mientras se quitaba su segundo guante de cuero y los metía en el bolsillo de la chaqueta. A continuación, se peinó con los dedos su cabello rubio rojizo, sacudiendo lo que el casco había aplastado—. Siento llegar tarde, tuve algunos problemas con la moto.

Samson hizo un gesto hacia el sofá, y Thomas dejó que su cuerpo vestido de cuero cayera sobre él, haciendo que los muebles gimieran. Su atuendo de cuero, fácilmente añadía casi siete kilos a su peso.

—Creí que tu Ducati andaba bien —comentó Amaury.

—No tomé la Ducati. Tomé la R6 para dar una vuelta.

—Eso es un montón de basura —comentó Gabriel, sacudiendo la cabeza.

—Es una antigüedad de la Segunda Guerra Mundial —corrigió Thomas—. La he estado arreglando los últimos dos meses.

Samson hizo una mueca. La pasión de Thomas por las motocicletas era legendaria, y pasaba cada minuto libre jugando con una de sus muchas adquisiciones—. Por mucho que me gustaría hablar de tu talento como mecánico, tenemos cosas más urgentes de qué hablar.

Thomas asintió con la cabeza—. ¿Qué vamos a hacer con Zane?

—Amaury estaba pensando en rehabilitación en lugar de castigo. —Entonces Samson se dirigió a Amaury.— ¿Qué tienes en mente?

Amaury se acercó al borde de su silla—. Nosotros lo expondremos a las cosas más suaves de la vida.

—¿Perdón? —Gabriel dirigió a su amigo una mirada confusa, la cicatriz en su cara, la cual se extendía desde la oreja hasta la barbilla, saltó al mismo tiempo.

Thomas se burló—. Dale suave y lo va a hacer pedazos.

—Él lo escupirá en tu cara —añadió Samson.

Los ojos azules de Amaury brillaban—. No escupió en la cara de tu hija.

Samson no se molestó en contener su ceño fruncido. Delilah le había dicho al minuto que Zane se había ido de la casa, que Isabelle lo había mordido. La primera mordida de un bebé híbrido era un evento significativo. Eso significaba que su hija había escogido a su mentor, a su padrino. Samson tenía la esperanza de que eligiera a alguien como Gabriel o Amaury, o mejor, Thomas, que era un gran mentor para Eddie, el joven vampiro a quien protegía, pero no a Zane. Sin embargo, no había forma de evitar eso. Isabelle había probado la sangre de Zane y estaría instintivamente atraída hacia él para pedirle consejo. Mientras Samson y Delilah eran los encargados principales del cuidado de Isabelle, Zane jugaría un papel importante en su vida.

—Lo que hace aún más importante que tratemos con él ahora, antes de que esto se nos vaya de las manos. No puedo permitir que una bala perdida ronde a mi hija.

—Nadie quiere eso. —Gabriel ajustó la banda alrededor de su cola de caballo y se movió en su asiento.

—Sugerencias entonces —dijo Samson y le asintió expectante a Amaury.

—En primer lugar, no le asignaremos más misiones de alto riesgo. Estuviste bien al sacarlo de la actual. Él no necesita estar en modo de asalto constante. Vamos a tener que condicionarlo a que use respuestas no violentas a la agresión.

—Interesante —resopló Gabriel—. Buena suerte con eso.

Thomas negó con la cabeza—. Seamos realistas: elimina la violencia de la vida de Zane y su caparazón se derrumbará. Es lo único que lo mantiene vivo.

Samson levantó la mano—. Tal vez Amaury tiene algo. ¿Qué más tienes?

—Tendrá que ver a Drake.

—¿Crees que él estará de acuerdo en ver a un psiquiatra? —Gabriel sacudió la cabeza—. Eso le caerá bien. Sólo asegúrate de que yo no esté cuando se lo digas, porque creo que me gustaría mantener mi cabeza pegada a mi cuello.

—Yo no dije que fuera a ser fácil conseguir que fuera. —Amaury se encogió de hombros—. Sólo tenemos que asegurarnos de que sepa lo que está en juego si no lo hace.

Samson dejó de caminar—. Tienes razón. La táctica del palo y la zanahoria. Mostrar lo que él puede tener, entonces amenazar con quitárselo. Podría funcionar.

—¿Y qué es lo que le vamos a quitar? —preguntó Gabriel.

—Su trabajo.

—A él no le dolerá la falta de dinero —respondió Gabriel.

Su segundo al mando estaba en lo cierto, por supuesto. Cualquiera que haya sido un vampiro durante unas pocas décadas, habría acumulado, invariablemente, riquezas simplemente por invertir el dinero en activos de bajo riesgo, tales como bienes raíces y bonos. Conociendo a Zane, probablemente había tomado una actitud más arriesgada y posiblemente había amasado una fortuna aún mayor.

—El dinero no es la razón por la que trabaja con nosotros —explicó Samson—. Somos su familia. Él nos necesita. —Al igual que ellos lo necesitaban a él. Todos y cada uno de los integrantes de Scanguards eran esenciales, sobretodo el núcleo interno, que constaba de Amaury, Gabriel, Thomas, Zane, Yvette, Quinn, y él mismo, eran vitales para la supervivencia de la empresa. Ellos eran la fuerza motriz.

Lentamente, Gabriel asintió con la cabeza—. Es cierto. Entonces tengo una sugerencia que hacer. Traeremos a Quinn desde Nueva York. Él es el más cercano a Zane. Quinn lo trajo hacia nosotros. Si alguien puede llegar a Zane, ese es Quinn. Él sabe lo que le mueve.

—¿Quién va a dirigir la sede de Nueva York, mientras tanto? —preguntó Samson.

—Nueva York es como una máquina bien engrasada, se maneja ella misma —afirmó Gabriel con confianza.

Thomas sonrió—. ¿Supongo que eso significa que puedes poner a un mono al frente y aún se manejará?

—Casi. —Asintió con la cabeza Gabriel—. Desafortunadamente, se me han acabado los monos. Vamos a tener que usar a alguien más arriba en la cadena alimentaria.

—¿A quién tienes en mente? —preguntó Samson.

—Quinn había mencionado a un vampiro prometedor el otro día. Su nombre es Jake y él ha estado trabajando con Quinn durante seis meses. Podría estar listo para asumir más responsabilidades.

—¿Responderá Quinn por él? —Samson contempló las palabras de Gabriel.

—Es diligente y ambicioso.

—Está bien, vamos a hacerlo —coincidió Samson—. Llama a Quinn y hazle saber. Ahora, tenemos que mantener a Zane ocupado. ¿Tenemos algún trabajo de oficina en donde lo podamos anclar?

Gabriel negó con la cabeza—. No hay nada abierto. Sin embargo, podría cambiar a algunos de puestos, a menos que… —Se rascó la cabeza antes de continuar—. Acabamos de recibir este trabajo de niñera.

—¿Niñera? —Amaury hizo eco.

—Tengo que escuchar eso —murmuró Thomas en voz baja.

—Un par de vampiros se mudaron aquí hace unos seis meses. Un padre con su hija híbrida. Ella es amiga con la hija de G. Va a la USF. Su padre se irá a un viaje de negocios por dos o tres semanas y nos necesita para cuidarla las veinticuatro horas, los siete días de la semana.

—¿Ella va a la universidad y necesita de una niñera? ¿Dónde está su madre? —preguntó Samson.

—Murió en un accidente automovilístico hace seis meses.

—¿Pero cuántos años tiene la muchacha, dieciocho, diecinueve? —Amaury preguntó, en su atractivo rostro había confusión, mientras apartaba hacia atrás su cabellera negra hasta los hombros.

—Veinte, casi veintiuno —informó Gabriel—. Sin embargo, según su padre, ella está desenfrenada: fiestas, muchachos, alcohol. Ella está portándose mal desde la muerte de su madre. Teme que esté al borde de un ataque de nervios. Él está muy preocupado por ella y más por dejarla sola. Es probable que se haga daño.

—Entonces, ¿qué es lo que quiere que hagamos? —preguntó Samson.

—Observarla y mantenerla alejada de cualquier mala influencia. Sin fiestas, sin muchachos, etc., será fácil. He puesto en el turno de día a Oliver. Va a ser un trabajo fácil para él asumirlo y acostumbrarse de a poco.

Samson asintió con la cabeza—. Supongo que no puedo tenerlo como mi asistente personal para siempre. Él tiene un gran potencial. —Oliver, un ser humano, había trabajado como su asistente durante el día por más de tres años, casi cuatro.

—Él lo hará bien. Su misión comienza al amanecer.

—¿No están pasando por alto algo importante? —Interrumpió Amaury.

Samson le dio una mirada inquisitiva—. Oliver está bien entrenado. Lo han visto en acción. Es un gran guardaespaldas. Ha protegido a Delilah muchas veces, y ustedes saben que nunca ofrecería a mi esposa seguridad de calidad inferior.

—Sí, pero tu esposa es humana. Este encargo es un híbrido. Ella es más fuerte que Oliver.

Samson asintió con la cabeza—. Estoy plenamente consciente de ello. Pero no podemos poner a un vampiro en el turno de día. Lo sabes tan bien como yo. Y, por desgracia, no tenemos un híbrido en el personal. Son todavía muy escasos. Tendrá que ser un ser humano.

—¿Y si ella lo engaña y utiliza el control mental para escapar? —desafió Amaury, no dejando que el tema termine.

Samson pasó la mano por el pelo, pero se salvó de responder cuando Thomas se aclaró la voz.

—Samson, ¿tengo tu permiso para decirles?

Samson se encontró con la mirada de Thomas. Los vampiros por sí mismos, no estaban sujetos al control de la mente, de hecho, se daría lugar a una lucha mental hasta la muerte si dos vampiros desataban el control de la mente el uno al otro. Sin embargo, Thomas había descubierto recientemente algo—. Adelante, Thomas.

—Esto está todavía en sus primeras etapas de experimentación, pero Oliver y yo hemos estado trabajando juntos durante las últimas semanas.

—¿Qué experimento? —preguntó Gabriel con presión, claramente molesto de no haber sido informado.

—Estoy tratando de enseñarle a resistir el control de la mente.

Gabriel se quedó sin aliento. Amaury parecía poco afectado por la revelación.

—Pero ¿cómo? —Gabriel quería saber.

—Como todos ustedes saben, el control mental es mi especialidad. Por lo tanto, he estado tratando de examinar las propiedades físicas subyacentes para saber si hay una manera para que un ser humano sea capaz de reconocer el control de la mente en su inicio, y luego romper la concentración del vampiro.

—¡No puedes hablar en serio! —Gabriel saltó—. Si eso funciona, entonces…

—Sé lo que estás pensando, Gabriel —dijo Thomas con calma—, pero esto no se convertirá en conocimiento público. Sólo los seres humanos con nuestra mayor confianza, sólo el núcleo interno, lo sabrá. Tuve la idea cuando Amaury me dijo que Nina era inmune a su control de la mente, incluso antes de que se vincularan por sangre.

Amaury asintió con la cabeza—. Y eso fue un dolor en el trasero.

Thomas sonrió—. Como si lo hubieras preferido de alguna otra manera.

—¿Sabías de esto? —Gabriel le preguntó.

Amaury se encogió de hombros—. Lo que Nina sabe, lo sé.

—Bromas aparte, he tenido largas conversaciones con Nina para averiguar qué siente cuando Amaury está tratando de usar sus poderes en ella. Y estoy haciendo progresos con Oliver. Es muy inteligente y de carácter fuerte. Eso ayuda.

—Así que, ¿puede defenderse del control de la mente? —preguntó Gabriel con impaciencia.

—No por completo y con consistencia, pero he visto momentos en él, donde he podido sentir su mente empujar contra mi poder. Está haciendo progresos.

—En cualquier caso —interrumpió Samson—, no tenemos otra opción que poner un ser humano en el turno de día. Prefiero que Oliver lo haga antes que cualquier otro de los guardias humanos. Confío en él. Él no nos defraudará.

Gabriel asintió con la cabeza—. ¿Y Zane? ¿Crees que esto va a funcionar?

Samson contempló las palabras de Gabriel. La misión sonaba de bajo riesgo y baja tensión—. ¿Qué tan difícil puede ser cuidar una muchacha de veinte años de edad? —Él captó la mirada dudosa de Amaury—. ¿Qué?

—Él pondrá el grito en el cielo cuando se entere. —Luego sonrió—. Estoy ansioso de verlo.

Thomas le dio un codazo—. Eres un buscapleitos, Amaury. —Entonces él miró directamente a Samson—. Esperemos que no nos salga el tiro por la culata y que nos reviente en la cara.

—Vamos a mantenerlo a raya —dijo Samson.

Unas voces llegaron desde el pasillo, mezclándose con los ladridos de un perro. Un momento después, sin golpear se abrió la puerta y Delilah irrumpió con un cachorro de labrador dorado en sus brazos.

—Perdón por interrumpir, pero tenía que mostrártelo Samson—. Su rostro resplandecía.

Detrás de ella, Yvette y Haven, su compañero, aparecieron—. Hola, muchachos.

Yvette se veía impresionante como siempre, y el hecho de que ella hubiera cambiado su corte de pelo, de corto en puntas a larga cabellera oscura, le daba un aspecto más suave y más femenino. Haven, el cazador de recompensas que ella había salvado de una malvada bruja, era responsable de que el lado femenino de Yvette emergiera. Después que Yvette lo había convertido en un vampiro para salvar su vida, Haven había hecho el vínculo de sangre con ella. Sin embargo, hasta ahora, no se había unido a las filas en Scanguards. Samson esperaba que lo hiciera un día. Un ex cazador de recompensas, sería de gran valor.

—Hola Yvette, Haven —respondieron Samson y sus amigos—. ¿Qué pasa?

—¡Mira lo que Yvette nos regaló para Isabelle! Uno de los cachorros. Tendrá su propio cachorro para jugar. —La cara de Delilah resplandecía de contenta, y el corazón de Samson se expandió. Dios, cómo amaba a esa mujer. Nunca había sido tan feliz en toda su vida.

—Isabelle estará encantada. —Él acarició con su mano la suave cabeza del cachorro, y el perro lo lamió con entusiasmo. Entonces se dirigió hacia Yvette y a Haven—. Gracias, es tan amable de su parte.

Yvette sonrió—. Tenemos cuatro más, por lo que… —ella miró alrededor— … si alguien quiere uno…

La cara de Amaury de repente se iluminó—. En realidad… —hizo un guiño a Samson, que inmediatamente entendió la idea de su viejo amigo— … creo que tenemos otro que lo tomará. ¿No te parece, Samson?

Samson hizo una mueca—. Estaba pensando lo mismo.

***

Zane puso el par de pesas de casi veintitrés kilos en el suelo antes de caer al lado de ellas. Puso uno de los brazos detrás de la espalda, se impulsó del piso con la otra y empezó a contar. Flexión tras flexión, siguió hasta que el sudor caía desde su torso desnudo. Sus pantalones de gimnasia estaban empapados, pero se siguió esforzando. Cuarenta y nueve, cincuenta. Cambió de brazo y empezó a contar de nuevo.

Su cuerpo estaba en piloto automático, sus músculos se desgarraban y se reparaban a sí mismos mientras continuaba su extenuante entrenamiento. Esa noche, no podía detenerse. Sus dos horas habituales de extremo ejercicio físico no eran suficientes, porque la rabia que aún corría por sus venas como ácido, exigía herir a alguien. Y esa noche, ese alguien era Zane.

Para cuando llegó a cincuenta, un charco de sudor se había juntado sobre la alfombra debajo de él. Zane se detuvo y agarró la cuerda de saltar que colgaba en la pared.

Cuando se mudó a San Francisco, lo primero que hizo fue equipar su gimnasio privado, incluso antes de que le entregaran su cama. El dormir no era importante para él. Rara vez necesitaba más de tres a cuatro horas al día, lo cual le permitía contar con un montón de horas de luz, durante las cuales estaba confinado en el interior.

E incluso durante las tres o cuatro horas que dormía, una parte de él se mantenía alerta, siempre atento al peligro, consciente de que cuando estuviera a la caza de su enemigo, el enemigo podía ser el que lo cazara. Porque él era el único sobreviviente que podía destruir al hombre que había escapado de la justicia: Dr. Franz Müller. Había memorizado el nombre y el rostro, del mismo modo que lo había hecho con los nombres y los rostros de los colegas de Müller: Andreas Schmidt, muerto, Volker Brandt, muerto, Mathias Arenberg, muerto, y Erich Wolpers, muerto.

Las manos de Zane apretaron con fuerza los extremos de su cuerda de saltar, al recordar sus últimos momentos. Brandt había chillado como un cerdo cuando había encontrado a Zane de pie junto a él con ojos de asesino. Él se había asegurado de que su víctima recordara quién era y por qué Zane había venido tras él, antes de que lo matara. No es que Brandt necesitara un recordatorio: Zane no había cambiado ni un poco desde que Brandt lo había visto por última vez, y sólo tardó unos segundos para reconocer a su antiguo prisionero. Recordó cómo había disfrutado del miedo que había emanado de Brandt. Podía olerlo incluso ahora, y el olor lo llenaba de satisfacción. Sin embargo, los cuatro hombres que había ejecutado, habían desempeñado un papel menor en su tortura, en comparación con lo que Müller había hecho. Su líder, Müller, todavía estaba huyendo.

Tal vez sería lo más inteligente si Samson simplemente lo despedía. Por lo menos entonces, Zane no tendría que rendir cuentas a nadie y podría dedicar cada minuto del día y de la noche para localizar a Müller. Pero tan pronto como vino la idea, Zane la descartó.

Scanguards era su roca. Él no era lo suficientemente suicida como para dejar de lado el apoyo que le habían brindado. Al igual que él no admitiría a ninguno de ellos que los necesitaba para sobrevivir, del mismo modo en que necesitaba la sangre.

Zane colgó la cuerda de nuevo en su lugar después de contar cien saltos. Estaba a punto de tumbarse en el banco para hacer más flexiones de pecho, cuando un ruido turbó el silencio en el sótano de su casa.

Escuchó, permaneciendo inmóvil y se obligó a dejar de respirar. Pasaron unos segundos antes de que el sonido se repitiera: unos pasos sonaron en la escalera principal que conducía a la puerta de entrada.

Zane miró el reloj en la pared. Eran pasadas las cuatro de la mañana y afuera todavía estaba oscuro. Tomó una toalla de la estantería en la pared, se apresuró a secar la parte superior de su cuerpo y se dirigió hacia las escaleras. Sus pies descalzos no hacían ruido en el frío suelo, mientras se abría camino a la planta principal de su casa de dos pisos. Se saltó el último escalón, sabiendo que crujía y plantó su pie en el piso.

Miró a través de la oscuridad en el vestíbulo. Para no llamar la atención sobre las horas poco habituales en las que se manejaba, él tenía la costumbre de no encender las luces si no las necesitaba. Se alegraba que ahora, la oscuridad a su alrededor, lo protegiera.

Ya no se escuchaban los pasos. ¿La persona se había ido o el visitante no deseado seguía ahí, con el plan de tenderle una emboscada si salía a investigar?

Zane se acercó a la puerta y respiró hondo, tratando de sentir el aroma de la persona que había subido sus escaleras, pero la puerta era demasiado gruesa y muy bien aislada para permitir que su sensible nariz captara algo más allá del olor de su propio sudor. Mierda, necesitaba una ducha.

Ni un sonido llegaba desde el exterior. ¿Estaba tal vez demasiado nervioso que últimamente había empezado a escuchar cosas? No le sorprendería. Demonios, la mitad del tiempo estaba en un mundo donde las fronteras entre la realidad y la fantasía eran confusas. Tal vez por fin había perdido su control.

Se maldijo a sí mismo por sus pensamientos estúpidos, tomó la perilla de la puerta y la giró. Sólo había una manera de averiguar lo que estaba sucediendo ahí fuera: enfrentando a cualquier puto de mierda que estuviera invadiendo su propiedad.

Zane abrió la puerta de un tirón y se apresuró por los cinco escalones que llevaban hacia la acera. Desde abajo, se giró, frente a la casa. Toda la acción le había llevado menos de un segundo. Sus ojos evaluaron la situación de inmediato. El atacante no lo estaba esperando. El área estaba vacía. Sólo el leve olor de un vampiro permanecía.

Tomó otro aliento y se llevó el olor a sus pulmones: Yvette. ¿Qué mierda había querido, y por qué no había tocado el timbre de la puerta como cualquier visitante decente? Molesto porque su rutina de ejercicios se había interrumpido, subió precipitadamente por las escaleras cuando otro olor llegó a sus fosas nasales.

Su cabeza giró a la izquierda de la puerta donde se encontraba una pequeña hornacina para guardar la escoba para barrer las escaleras y la entrada de autos. Esa noche, dicha escoba no estaba sola. A su izquierda había una pequeña jaula. De ella procedía el olor que había percibido. Zane se agachó y miró en su interior, cuando el animal enjaulado dejó escapar un grito lloriqueando. Un perro, en forma más precisa un cachorro, estaba ladrando para que se alejara, con la nariz apretada contra la reja metálica.

—¡Cállate! Vas a despertar a todo el maldito vecindario.

Pero el perro seguía ladrando, claramente ignorante de con quién estaba tratando.

—¡Ah, mierda! —Zane agarró la manija de la parte superior de la jaula y se la llevó dentro de la casa, cerrando la puerta detrás de él. Mientras accionaba el interruptor para iluminar el hall de la entrada, se dio cuenta de la nota en una tarjeta pegada al costado de la jaula, que había estado del lado de la pared antes. La arrancó y la leyó.

«Mi nombre es Zane, y yo soy tuyo».

Él reconoció la letra, también. ¡Puta de mierda! Ella se estaba deshaciendo de uno de sus cachorros con él. Debería haber esterilizado a su perra si no quería lidiar con crías. ¡Y qué descarada era, que incluso le había puesto su nombre a una de las inútiles criaturas! ¡Estaba dispuesto a cortarle la cabeza a Yvette!

Iba a regresar ese regalo no deseado, tan pronto como él se hubiera dado una ducha. No se saldría con la suya, mierda. No se extrañaba del por qué no había sonado el timbre de la puerta, porque ella sabía que la habría arrojado por las escaleras con la jaula en la mano.

—Así es —murmuró.

El perro aulló, y sus grandes ojos marrones se levantaron y lo miraron a los ojos.

—¿Qué quieres? —Le contestó gritando.

La pata del cachorro dio un golpe en contra de la jaula.

—No, no te dejaré fuera de la jaula. Vas a mear por toda mi casa. —Dio al perro una mirada severa, haciéndole comprender que lo decía en serio. No se dejaría manipular de esa manera.

Zane puso la jaula en el aparador del pasillo y se dirigió al cuarto de baño. El perro al instante, aulló de la manera más miserable que nunca hubiese oído llorar a un animal.

—¡Ah, mierda! —Maldijo y se volvió hacia la jaula. Soltó la cerradura y abrió la puerta. Extendió la mano hacia el perro y lo sacó, con la plena intención de ponerlo en el suelo para que pudiera deambular. Pero cuando sintió el suave pelaje del cachorro labrador entre sus dedos, instintivamente Zane llevó al animal a su pecho y con la mano le acarició sobre su espalda. El perro volvió la cabeza y lamió el pecho lampiño de Zane.

Disipó un poco su enojo. Él no podía culpar al perro por las acciones de Yvette—. No pienses que te quedarás. Será sólo por este día. —Miró el reloj de la pared—. No tendré tiempo suficiente para llegar hasta Yvette y volver aquí antes del amanecer. —Podía si se apuraba, pero él no estaba de ánimos en ese momento.

El perro dio un suave ladrido, como si entendiera.

—Y no te voy a llamar Zane. —Lo llamaría Z, pero sólo por hoy. Mañana por la noche, le devolvería el perro a Yvette y terminaría con ello.

Mientras caminaba hacia la cocina para conseguirle al perro un tazón de agua, su teléfono sonó. Él agarró el auricular al lado del refrigerador y lo contestó—. ¿Sí?

—Creo que ya debes haber encontrado tu regalo —dijo Samson con indiferencia.

—No me quedaré con él. Puedes decírselo a Yvette. Tendrá que volver mañana por el maldito perro o lo patearé hacia su calle.

El perro le puso ojitos de cachorro, y Zane le frotó el pulgar en su oreja. El pequeño Z probablemente tendría tierra en vez de sesos y no entendía una sola palabra de lo que decía, así que ¿por qué tenía la impresión de que acababa de herir los sentimientos del perro?

—Él es parte del paquete, así que trátalo muy bien, y eso es una orden.

Zane gruñó.

—Y hay un archivo con los detalles de tu próximo trabajo en su jaula. Te presentarás mañana después de la puesta del sol para relevar a Oliver. Buena suerte.

Un clic en la línea confirmó que Samson había desconectado la llamada, lo que no dio la oportunidad a Zane de comentar. Tiró el auricular.

—¡Idiota!

El perro aulló—. ¡No a ti! —Zane acarició su mano sobre la cabeza del perro y el hocico. Al instante, el perro rodó hacia un lado en sus brazos, dejando al descubierto su vientre. Zane entendió la indirecta y frotó los nudillos a lo largo del pelaje del perro.

Unos momentos más tarde, a regañadientes puso al perro en el suelo y tomó el archivo de la jaula.

A medida que leía las detalladas instrucciones, la rabia al instante empezó a desbordarse.

—Malditos idiotas —maldijo—. ¿Quieren que haga de niñera? —¿No podrían simplemente haberlo relegado a un trabajo de oficina para castigarlo? No, tenían que convertirlo en Nanny McPhee con una muchacha volátil, malcriada, y probablemente suicida que buscaba atención.

—¡Oh, yo les mostraré, idiotas!

El perro movió la cabeza, dándole una nueva dosis de sus ojitos de cachorro dulce. Zane se agachó hacia él y tomó su hocico en la palma de su mano—. Probablemente debes tener hambre, ¿no? Así que a menos que te gusten los enlatados de ciruelas de la señora Hernández, supongo que tendremos que ir de compras esta noche y conseguirte comida de perros.

Su vecina, la señora Hernández, lo había acorralado en el patio trasero un par de veces y le había entregado algunos frascos de ciruelas de su jardín. En lugar de tirarlos instantáneamente en la basura, los había escondido en uno de las muchas alacenas vacías de la cocina, sin saber qué hacer con ellos. No estaba acostumbrado a que la gente le diera cosas.