Capítulo Dos

—¿Qué diablos estabas pensando? —Samson, fundador de Scanguards, tiró con fuerza un periódico sobre el enorme escritorio de su estudio y se levantó. Tenía más de un metro ochenta de estatura y de hombros un poco más anchos que el delgado Zane, pero no menos letal que cualquiera de sus compañeros vampiros. Rara vez había visto a Samson enojado, pero esa noche su jefe humeaba.

Zane miró el titular: «Monstruoso asesino sacó a cortes el corazón de un inocente». ¡Qué montón de mierda! No le había cortado nada… los periodistas deberían de obtener la información correcta. Y su víctima estaba muy lejos de ser inocente—. Se lo merecía.

—¿Dije que podías hablar? —Samson se sulfuró, sus colmillos descendieron en el proceso y se asomaron más allá de sus labios—. No estabas pensando para nada, ¿no? ¿Qué fue, Zane, sed de sangre? ¿No podías parar esta vez? ¿No pudiste limitarte sólo a alimentarte de él?

Los latidos del corazón de Zane se aceleraban, mientras Samson arrojaba acusación errónea tras acusación errónea hacia él—. Yo no me alimenté de él.

Samson parpadeó sorprendido—. ¿Lo mataste a sangre fría?

Zane juró que aún podía oír los gritos de dolor y miedo del tipo. Recordarlo hizo que su encía le picara, un signo seguro de que sus colmillos estaban dispuestos a descender listos para jugar—. Y he disfrutado cada segundo de ello.

—Dios mío, no tienes corazón. —Samson tomó un paso instintivo hacia atrás, claramente sorprendido por su admisión.

—Yo no diría eso. Durante un momento, tuve dos.

Samson dio un puñetazo sobre la mesa, al parecer, no disfrutaba del sentido del humor de Zane. A Zane no le importaba, no era el bufón de la corte de Samson.

—¿Tienes alguna idea de cuáles son los riesgos que estabas tomando? ¡Esto podría ponernos al descubierto!

Zane se abalanzó sobre la mesa, apoyando las manos sobre ella—. ¿Qué habrías hecho tú? ¿Eh? ¡Ese pendejo de mierda estaba violando a una chica inocente! ¡Y a punta de cuchillo!

Con satisfacción, se dio cuenta de cuán grandes abrió los ojos Samson—. Sí, es cierto. Pero siempre tienes que asumir lo peor de mí, ¿no? —Así como todos los demás lo hacían.

—Era una joven inocente, y la violó, simplemente le puso un cuchillo en la garganta y la violó. ¿Y si esa hubiese sido tu esposa, o tu hermana? ¿Qué pasaría si alguien se lo hacía a tu hija? ¿Estarías entonces aquí, con superioridad moral hablando sobre ponernos al descubierto? ¿O le arrancarías otra cosa al idiota?

Zane alzó su barbilla desafiándolo, y sabía que esa ronda la había ganado.

Como un vampiro vinculado de sangre, Samson era ferozmente protector de su esposa humana, Delilah, y de su hija Isabelle de tan sólo dos meses de edad. De buena gana daría su propia vida para proteger a los suyos y no pensaría dos veces antes de matar a cualquiera que las amenazara.

Cuando Samson cerró los ojos por un momento y pasó la mano por su pelo negro azabache, Zane relajó su postura agresiva.

—Podrías haberlo matado limpiamente. No había necesidad de ser un carnicero.

—Había necesidad. —Él lo necesitaba. Necesitaba verlo sufrir. Una muerte limpia, no le habría satisfecho—. Romperle el cuello no lo hubiera herido. Tenía que dar el ejemplo.

—¿Un ejemplo de qué?

—Que el mal se erradicará, que los violadores pagarán por sus crímenes.

—¡No puedes hacer un ejemplo de alguien, cuando nadie sabe por qué lo hiciste!

Zane dejó escapar un aliento fuerte—. ¿El que tuviera los pantalones hasta los tobillos, no les dijo lo suficiente? ¿Qué es lo que ustedes quieren, un cartel colgado de su cuello que diga: «Violador»?

—El artículo no mencionaba nada sobre pantalones abajo.

—Entonces tal vez deberías comprobar los hechos con tu contacto en la policía, antes de acusarme de ser un asesino a sangre fría.

Debido a la amistad de Samson con el alcalde, que era un híbrido… mitad vampiro, mitad humano… tenía una línea directa con el departamento de policía, un hecho que era muy útil en ciertas ocasiones. Tal vez Samson debería haber utilizado sus contactos, antes de que se enfureciera con él.

Zane se enderezó y giró hacia la puerta.

—Oh, no hemos terminado —dijo Samson con calma.

Zane alzó una ceja, mientras se daba la vuelta para mirarlo de frente.

—El hecho es que sacrificaste un hombre y dejaste su cuerpo para que alguien lo encontrara. Va en contra de todo lo que Scanguards representa.

Mientras Samson hacía una pausa, una sensación nauseabunda se propagaba por el estómago de Zane. ¿Su jefe estaba pensando despedirlo? Scanguards era su vida, su familia, su único vínculo con la humanidad. Sin él, caería en la oscuridad y eso daría paso a sus deseos más perversos. Él sólo viviría para la venganza y nada más, lo llevaría por un sendero que estaba seguro acabaría con él. Él era lo suficientemente inteligente como para saber, que si Scanguards no estaba ahí para mantenerlo con los pies sobre la tierra, en la realidad, por más tiempo, perdería el último pedazo de su alma y a su vez se convertiría en alguien tan malo, como los hombres responsables de transformarlo en un vampiro.

—No… —se ahogó, sintiendo que su garganta se contraía con la idea de perder todo lo que significaba algo para él. Las caras de sus colegas y amigos pasaron ante él: la cicatriz en la cara de Gabriel, el segundo al mando y el hombre que lo había contratado en Scanguards; y Thomas, el motociclista gay con el cerebro de genio de la Informática; Amaury, su amigo del tamaño de un jugador de fútbol americano, cuya enorme presencia no restaba el hecho de que él tenía el corazón más suave que cualquier hombre que Zane hubiese conocido nunca, sobre todo cuando se trataba de su compañera con vínculo de sangre, Nina; e incluso Yvette, la mujer remilgada, que había sido un dolor en el trasero hasta hace dos meses, cuando había encontrado su alma gemela, Haven, un brujo que se convirtió en vampiro.

Sus pensamientos vagaron más allá, de regreso a Nueva York y a su amigo Quinn, quien era el responsable de que él aun estuviese con vida. Si Quinn no lo hubiese sacado de la espiral descendente en la que había estado en ese momento y no le hubiese presentado a Gabriel, probablemente ahora sería polvo. No podía perder todo eso. Ellos eran sus amigos, las únicas personas en las que podía confiar.

—Siéntate —ordenó Samson.

—Prefiero estar de pie. —Si Samson iba a despedirlo, él lo tomaría como un hombre.

—Haz lo que quieras. Voy a discutir esta situación con Gabriel más tarde, pero estoy seguro que pensará lo mismo.

¡Tal como se lo imaginó! ¿Cuándo esos dos no estaban de acuerdo en algo, especialmente cuando se trataba de las sanciones que imponían a sus compañeros vampiros? ¡Puntillosos en cuanto a las reglas, ambos! Mierda, era un vampiro, no un humano idiota. Él tenía sus propias reglas.

—Mientras tanto —continuó Samson—, te retiraré de tu misión y te revocaré de tu estatus clase A.

Zane apretó la mandíbula. Después de haber tenido las autorizaciones más altas en Scanguards, revocarlo significaba que no podía ser elegido para ninguna misión peligrosa o de alta importancia. Significaba ser relegado a tareas de rutina. Samson mejor le hubiera cortado las manos.

—No puedes… —No sería un puto policía contratado con una panza abultada y un mal corte de pelo, sentado en el vestíbulo de un edificio abandonado durante toda la noche, vigilando las oficinas vacías.

Samson levantó la mano—. Antes de decir cualquier cosa que puedas lamentar más adelante, me gustaría que escucharas.

Zane resopló. El lamento, no era parte de su vocabulario. Ni lo era el remordimiento.

—No puedo arriesgarme a tener una bala perdida en mi personal. Hasta que hayamos descubierto la manera de mitigar el riesgo que tú representas, trabajarás en áreas de bajo riesgo y baja tensión. Tendrás mi decisión final en dos días.

Zane asintió con frialdad—. Bien —terminó diciendo, apenas separando los labios para no dejar al descubierto los colmillos, que habían descendido en el momento en que la rabia había empezado a apoderarse de él.

¡Bajo riesgo! ¡Bajo estrés!

¿Qué mierda estaba insinuando Samson? ¿Estaba pensando que él tenía un ataque de nervios? ¡Esas cosas eran para maricas de mierda, no para hombres como él! Empujaría un ataque de nervios por sus culos, si lo seguían molestando con esa mierda.

Zane dejó el estudio de Samson y resistió la tentación de dar un portazo. Sus largas piernas reducían la distancia mientras se apresuraba a lo largo del oscuro pasillo de paneles de madera que conducía al vestíbulo. Estaba ansioso por salir de la casa victoriana, donde de repente se sintió opresivo. Tenía que romper algo.

—¡Baja tensión! —Maldijo en voz baja.

—¡Buenas noches, Zane! —Dijo la tranquila voz de Delilah a su izquierda.

Giró la cabeza hacia ella y la vio bajar por la escalera de caoba, con su pequeña hija en brazos.

—Delilah. —Él fue incapaz de ser más civilizado que eso. Después de todo, su compañero acababa de insultarlo.

Ella le sonrió cuando un sonido proveniente de la cocina, le hizo poner el ceño fruncido en su rostro—. Oh, no, las galletas, casi se me olvida.

Antes de darse cuenta de lo que quería hacer, ella extendió los brazos y puso al bebé contra su pecho—. Toma, sostenla un momento. Tengo que sacar las galletas o se quemarán.

Instintivamente, sus brazos se acercaron a sostener al bebé antes de que Delilah se precipitara hacia la cocina—. Pero, yo… —Su protesta fue demasiado tarde. ¡Mierda!

Bajó la mirada hacia el pequeño bulto en sus brazos sin saber qué hacer, cuando el bebé abrió los ojos. Eran tan verdes como los de su madre y simplemente hermosos. La niña lo miró directo a sus ojos. Ella era un híbrido, una niña mitad humano y mitad vampiro, y poseía los atributos de ambas especies.

Ella podría estar en la luz del día sin quemarse, sin embargo, tendría la fuerza y la velocidad de un vampiro, una vez que hubiera crecido totalmente. Ya como niña, era más fuerte y crecería más rápido que un niño puramente humano. Mientras ella podía comer alimentos humanos, también podía sustentarse con sangre. Y una vez que hubiera alcanzado la madurez, se detendría el envejecimiento como un vampiro de sangre pura.

Lo mejor de ambos mundos, ella era una pequeña maravilla. Sólo los hombres vampiros eran fértiles, pero podían procrear solamente vinculados por sangre con una hembra humana. Las mujeres vampiro eran infértiles. Sin embargo, esta niña tenía mucha suerte: sus genes humanos le aseguraban que sería fértil. Ella haría de Samson un abuelo algún día, y sus hijos serían híbridos como ella, sin importar quién fuese el padre.

Fascinado, Zane se quedó mirando el milagro en sus brazos y le pasó los nudillos sobre sus mejillas color rosa acariciándola. No había sentido tal suavidad y dulzura, desde que su hermanita había sido un bebé. Siendo él diez años mayor que ella, a menudo la cuidaba, le daba de comer, y la arrullaba para dormir.

—Eres una niña muy dulce —susurró y se dio cuenta que ella abría su boca para sonreírle. Pequeños colmillos se asomaban por su encía superior.

La manita de la bebé lo alcanzó, y él la aceptó y le permitió que capturara su dedo índice con el puño. Su apretón era fuerte, tirando fácilmente de su dedo hacia la cara. Antes de que pudiera darse cuenta de lo que estaba sucediendo, llevó el dedo hacia la boca y lo envolvió con sus labios. Sus colmillos afilados descendieron sobre la piel.

—¡Ay! —Él sacudió su dedo de ella. La sangre goteaba de él. Zane miró a la bebé y la vio golpear los labios como si quisiera más. ¡La pequeña diablito lo había mordido!

Él negó con la cabeza y levantó la vista, colisionando con la mirada de Delilah. Se quedó boquiabierta mientras miraba su dedo ensangrentado y luego a la boca de su hija.

—Ella te mordió. —No era una pregunta, era una declaración—. Ella nunca ha mordido a nadie antes. Sabes lo que eso significa, ¿no?

Ah, mierda, él lo sabía muy bien.