CAPÍTULO XII

Aquellas uñas eran como garfios clavados en su piel, como pequeños arpones que le mantenían quieto junto a la mujer sin poder evadirse. Ray volvió a gritar mientras sus ojos se desencajaban y sus manos golpeaban en el vacío.

De pronto tuvo la certeza terrible de que iba a morir. De que había entrado en una especie de planeta del horror que empezaba y terminaba en aquella casa. También se dio bruscamente cuenta… ¡de que ahora el aliento que le enviaba la mujer era fétido! ¡Era un aliento de muerte!

Fue el horror lo que le dio fuerzas. Aun a riesgo de que las uñas le desgarraran saltó hacia atrás. Rodó por la alfombra mientras ella se ponía en pie.

Isadora no tenía prisa.

Se arregló la falda. Seguía enseñando muchas cosas, pero eso la divertía. Mientras Ray corría hacia la puerta ella sujetó con mano firme el atizador de la chimenea.

El fugitivo ya iba a llegar a la puerta. Tendió ansiosamente la mano hacia el pomo.

Isadora tiró de la alfombra.

Al fallar el suelo bajo sus pies, Ray cayó. Vio, con los ojos desencajados, que ella avanzaba poco a poco.

Jamás le había dado miedo una mujer. ¡Y sin embargo, ésta le aterrorizaba! ¡Era como la propia muerte!

Vio que el atizador caía sobre su cabeza.

—¡Nooo! —fue lo único que pudo aullar—. ¡Noooo…!

El primer golpe no le mató. Fue una lástima para él. Como entre una densa neblina roja le pareció que el cuerpo de la mujer se movía poco a poco para golpearle mejor.

—Piedad…

No supo si había pronunciado la palabra.

El próximo golpe le destrozó la cara.

Isadora quería alargar el suplicio. Se estaba divirtiendo. Aquello le recordaba otras épocas en que la gente ni para morirse tenía prisa.

Otro golpe.

Y otro…

Y otro…

La sangre empapó la alfombra. Isadora Graf se inclinó un poco mientras murmuraba:

—No debías tener ni veinte años…

Buscó el cuello de su víctima mientras alguien abría la puerta principal de la casa. Mientras en aquella zona quieta de Dallas se hacía más espeso y más inquietante el silencio.

Graf la vio y susurró al entrar:

—Las mujeres de ahora no perdéis el tiempo…