Ninguno de los cuatro conocía a Juan García. Ni siquiera sabían que trabajaban para él. Ellos pertenecían al equipo del Doctor 0. Eran profesionales y jamás preguntaban por qué tenían que hacer este o aquel encargo. Cumplían. Y a la perfección. Ese día habían ya hecho un trabajo, pero los resultados no eran los esperados. Es cierto, habían conseguido vengarse del chino karateca, pero el traidor se había escapado. Ahora solo tenían que estar atentos y esperar el llamado del Doctor 0. Eso ocurrió unas horas después. Les dio una dirección en el barrio de Villa Crespo. Era un edificio de departamentos. Tenían que romper lo más silenciosamente posible la cerradura y subir hasta el 2° A. Ahí debía de estar el traidor y una mujer. Tenían que liquidar a los dos y volver lo más pronto posible. No debían matar a nadie más que se cruzaran, a no ser que intentara impedir cumplir la misión. El Doctor 0 les recomendó que no hicieran un baño de sangre. Que terminaran con el traidor, con la mujer y regresaran.
Verificaron que las armas estuvieran bien. 3 puso la dirección en el GPS y 2 se acomodó en el asiento del acompañante. 1 y 4 se sentaron atrás. A 3 le gustaba escuchar la radio mientras manejaba. Los demás no dijeron nada cuando la voz de un periodista cordobés atronó desde los parlantes del auto. Les gustaba viajar callados, concentrados en el trabajo que tenían que hacer.