V

El Peque quería que ese mes pasara volando. Acababa de hablar con Rivero, quien le había dicho que dentro de un mes iban a tener una competencia de valentía. Así la llamó el técnico: competencia de valentía.

Rivero había esperado que los demás chicos se alejaran y se le acercó. Primero le dio algunas indicaciones de cómo marcar mejor a los delanteros que van a buscar el cabezazo y después pasó a hablarle de la competencia. Que se preparase, que en unas semanas iba a haber una nueva. Que ya sabía la fe que le tenía.

—Fe no, suena demasiado religioso. Lo que tengo es confianza. Porque sos el pibe más macho de esta ciudad.

El Peque le dijo que él no tenía problemas de competir más seguido. Todas las semanas si fuera necesario. Rivero le aclaró que siempre era una sola vez por mes. El Peque pensó que iba a tener que esperar como tres meses para comprarse los botines. Le preguntó si de nuevo iba a competir contra el Cholito.

—El Cholito ya perdió. Cocodrilo que se duerme es billetera. Cholito ya no puede competir más. Solo los que ganan continúan. Así que ya sabés… Ganá y seguís todo el año. —Y agregó—: Ojo que esta no va a ser fácil. Vas a jugar contra uno que ya ganó dos veces el año pasado.

En menos de una semana, en menos de tres días, se terminó todo lo que habían comprado con Dientes en el hipermercado. Ya no le quedaba ni un peso, así que empezó a soñar con la próxima competencia de valentía. Se vio saltando después del otro, ganando una vez más, llevándose los cien pesos. Tomó una decisión: no juntaría para los botines. Volvería a comprarse un montón de cosas. Cada noche contaba los días que faltaban. La última semana estaba tan ansioso como si fuera a jugar la final de un campeonato de fútbol. Mucho más, en realidad, porque aquí dependía todo de él. Y si bien tardó, finalmente la noche de la competencia llegó.