El enorme éxito de Las minas del rey Salomón, primer volumen de esta serie, hizo famoso a Rider Haggard y le permitió escribir otra novela con el que sería su personaje favorito: Allan Quatermain.
Esta segunda obra, Allan Quatermain, apareció serializada en el Longman’s Magazine de enero a agosto de 1887, coinvirtiéndose de inmediato en un bestseller, apareciendo luego el libro en la misma editorial. La opinión crítica fue unánime y recibió encendidos elogios de J. M. Barrie e, incluso de Winston Churchill: «Me gusta más A. Q. que Las minas del rey Salomón, es más entretenida».
Allan Quatermain es un magistral ejemplo de las novelas africanas de Rider Haggard. Basada inicialmente en sus experiencias en Sudáfrica, la tierra de los bóers, la historia comienza con el lamento de Allan por la pérdida de su único hijo, Harry, que le decide a abandonar su casa en Yorkshire y volver a África, una vez más en compañía de sus compañeros de Las minas del rey Salomón: sir Henry Curtís y el capitán John Good, excomandante de la Armada Real. Esta vez el objetivo no es la búsqueda de un tesoro, sino averiguar si eran ciertos los rumores sobre una raza blanca que se decía habitaba al norte del monte Kenya. Así. la partida se pone en marcha desde el noreste de África, en compañía de un destacado guerrero zulú, Umslopogaas, que luego aparecerá en otras novelas de Rider Haggard: La venganza de Chaka (Nada the Lily) —que no pertenece al ciclo de Allan— y Ella y Allan, donde el escritor reúne a sus dos personajes más emblemáticos: Allan Quatermain y Ayesha. Estas dos novelas, aunque publicadas en 1892 y 1921, respectivamente, son cronológicamente anteriores a Allan Quatermain (véase «Allan Quatermain», en Las minas del rey Salomón, donde se exponen los dos órdenes de la serie, el de publicación y el cronológico).
La historia guarda similitudes con las primeras novelas de Defoe, Scott y J. Fenimore Cooper, pero explotando las regiones «exóticas» del Imperio Británico. Podríamos destacar en este estilo The Coral Island, de R. M. Ballantyne, y By Sheer Pluck, de G. A. Genty, un estilo que alcanza su cumbre en La isla del tesoro, de R. L. Stevenson.
El resto de la saga de Allan Quatermain son sus «diarios», publicados a título post morten por su «Editor». Al respecto, debemos decir que este libro tiene dos tipos de notas al pie: 1) las del autor, firmadas por A. Q. o su ficticio «Editor», e indicadas por asteriscos; y 2) las de esta edición, señaladas por números.
A. L.