UN poco chasqueado, dejó que la «Sociedad de Elevación del Agua» siguiese su camino, y se dedicó, únicamente, a las cosas que él solo pudiese realizar.
Lo primero que intentó fue establecer en el Centro Obrero una biblioteca circulante de obras técnicas de cuestiones de oficios, de agricultura y de literatura amena y científica.
—Van a vender los libros —decían todos—; los llenarán de manchas, les arrancarán las hojas…
César mandó empastar los tomos, y al final de cada uno hizo poner diez o doce pliegos en blanco, por si el lector quería escribir alguna nota.
Se comenzó a hacer el ensayo; los pronósticos no se realizaron; los libros volvieron a la biblioteca sin roturas ni manchas y con algunas notas muy ingenuas. Había mucha gente que pedía libros.
Inmediatamente, el elemento clerical protestó; decían los curas en el púlpito que llevar un libro cualquiera a las casas de los menestrales sin examinarlo primero, era inducir a la gente al error. El doctor Ortigosa replicó que la Ciencia no necesitaba el visto bueno de los sacristanes. Como, a pesar de las recomendaciones del elemento clerical, se seguía leyendo, hubo varias personas que pidieron libros y los llenaron de dibujos obscenos y arrancaron láminas. El doctor Ortigosa advirtió a César en una carta lo que pasaba, y este contestó diciendo que limitara la entrega de los libros a los socios del Centro Obrero y a las personas conocidas.
Mandó sustituir los seis o siete libros ensuciados y siguió enviando otros nuevos.
El fermento iba agitando la ciudad; todas eran discusiones acaloradas; se habían dado conferencias en el Centro y renacía La Protesta, del doctor Ortigosa.
Yo estoy con ustedes en todo cuanto sea remover las ideas del pueblo —escribía César—; ahora, si se ponen a jugar a los oradores y a los revolucionarios y vienen ustedes con pedanterías, entonces yo, por mi parte, lo abandonaré todo.
César, cuando estaba en Castro, pasaba las tardes en el Centro Obrero. Se daban sesiones de cinematógrafo, y muchas veces bailes. César no faltaba a ninguna de las fiestas del Centro; los hombres le consultaban y las muchachas y los chicos le saludaban afectuosamente. Había un gran entusiasmo por él.