EL RECIBIMIENTO

POR la mañana César se dirigió al tocador y volvió poco después limpio y atildado como si fuera a un baile.

—¿Qué peripuesto vienes? —le dijo Alzugaray.

—Sí, es que saldrán a recibirme a la estación.

—¿De veras?

—Sí.

—¡Ja… ja… ja…! —rio Alzugaray.

—¿De qué te ríes? —preguntó César sonriendo.

—De que te hayas preparado un recibimiento y me traigas a mí de testigo.

—No, hombre, no —dijo César—; yo no he preparado nada. Saldrán los obreros del Círculo por agradecimiento.

—¡Ah! vamos. Entonces serán pocos.

En esto se abrió la puerta del vagón y apareció un hombre con traje sucio de mecánico.

—¿Don César Moncada? —preguntó.

—¿Qué hay? —dijo César.

—Soy del Círculo Obrero de Castro, y vengo a saludarle antes que nadie —y tendió su mano—. ¡Salud!

—¡Salud! Recuerdos a los compañeros —dijo César estrechándole la mano.

—Caramba, ¡qué entusiasmo! —murmuró Alzugaray. El empleado desapareció. Al llegar a la estación Alzugaray miró por la ventanilla y vio, con asombro, que el andén estaba lleno de gente.

Al entrar el coche en el recinto cubierto de la estación resonó un estrepitoso aplauso. César abrió la portezuela y saludó cortésmente con el sombrero.

—¡Viva Moncada! ¡Viva el diputado por Castro! ¡Viva la libertad! —se oyó gritar.

César, seguido de Alzugaray, bajó del vagón, y se vio rodeado por una porción de gente; había algunos obreros y campesinos, pero la mayoría eran vecinos bien acomodados.

Todos se apresuraban a estrecharle la mano.

Rodeados por esta multitud salieron al raso de la estación. Allí César se despidió de todos sus conocidos y entró en un coche con Alzugaray, mientras resonaban vivas y aplausos.

—¡Eh! ¿Qué te ha parecido el recibimiento? —preguntó César.

—Chico, ¡magnifico!

—No dirás que he estado populachero.

—Al revés. Has estado demasiado seco.

—Ya saben que soy así y no les asombra.

César tenía casa alquilada en Castro, y allí fueron los dos amigos. Durante toda la mañana y parte de la tarde no hicieron más que presentarse comisiones de los pueblos, que querían hablar con César y consultarle acerca de asuntos de sus respectivos Ayuntamientos.