SUSANA NO SE ENTERA

HE hablado a Susana de la pobre muchacha inglesa, que, según dicen, se muere, y me ha dicho que no le cuente cosas tristes. Ella no puede presenciar el sufrimiento ajeno. Dice que es más sensible que los demás. ¡Qué cosa más cómica!

Esta dama, que se cree tan espiritual y tan sensitiva, tiene una epidermis interior de hipopótamo; está acorazada con un magnífico egoísmo, que debe ser, por lo menos, de acero galvanizado. Su coraza la protege contra la acción de las miserias y de los dolores ajenos.

Esta mujer tan hermosa es de un egoísmo grotesco; se comprende que su marido la desprecie.

Yo la abandono con sus millones y me voy a España.