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Armonía y
cacofonía

Bebés musicales

Los bebés se divierten cantando pequeñas canciones que a veces constan de una sola nota repetida una y otra vez. A medida que van creciendo, aumentan el número de notas que usan, ya que las canciones de una sola nota son un poquito aburridas. Cuando aumenta el espíritu de aventura del bebé, descubrirá las notas más graves y agudas que pueden producir y observará que puede producir cualquier nota dentro de ese rango.

El bebé, cantando su canción de la la la, escogerá notas al azar dentro de su rango y pasará de unos tonos a otros sin cantar la misma nota dos veces. Una canción de este tipo puede incluir cientos de notas ligeramente distintas entre sí, y jamás podría repetirse. Cuando se hace mayor, el niño aprende que todos los demás cantan canciones que se pueden memorizar y repetir porque utilizan un número limitado de notas. Campanita del lugar, por ejemplo. El niño oirá a distintas personas cantando la misma canción y acabará por darse cuenta de que no es importante la nota desde la que empiezas, sino que lo importante son los saltos entre unas notas y otras. Para hacer reconocible una melodía, lo único que hace falta es hacer los saltos del tamaño adecuado con el ritmo apropiado.

Cuando un niño memoriza de esta manera algunas melodías, desarrolla un repertorio de saltos de tono melodiosos que podrá utilizar en cualquier canción. Por ejemplo, en Campanita del lugar, la distancia entre lu y gar es la misma que la de las primeras dos notas de Frère Jacques.

El niño ahora está usando escalas, esto es un número limitado de saltos de tono reconocibles. Como he indicado anteriormente, estos saltos se llaman intervalos. Los cantantes con formación y las personas con capacidad natural pueden cantar dichos intervalos con precisión, pero los demás nos apañamos acercándonos lo suficiente como para que la melodía sea reconocible.

El tipo de música más sencillo es el de una sola voz cantando una serie de intervalos uno detrás de otro para producir la melodía. El siguiente paso obvio sería reunir a varios amigos para cantar juntos, todos cantando las mismas notas. Este tipo de música ha existido desde que vivíamos en cuevas y esperábamos a que alguien inventara la calefacción central.

Los primeros hombres de las cavernas que cantaron juntos fueron seguidos pronto por los segundos hombres de las cavernas que cantaron juntos, que decidieron animar un poquito las cosas. Como todos los adolescentes, querían tener su propio estilo de música y no querían la basura pasada de moda que cantaban sus padres. Tuvieron mucho éxito con una técnica que consistía en que la mitad de la tribu cantaba la melodía mientras que la otra mitad cantaba una sola nota, llamada pedal. Descubrieron, además, que algunas de las notas sonaban mejor que otras con el pedal, aunque no hicieron mucho caso a este fenómeno. Finalmente, una mujer de las cavernas especialmente talentosa, llamada Ningy, la cantante especialmente talentosa, empezó a acompañar la melodía utilizando notas diferentes a las que cantaban todos los demás. Gracias a esto, se oían simultáneamente dos melodías y el pedal. Todo el mundo estuvo tan encantado que dejaron de angustiarse tanto por la falta de vidrio aislante doble.

Ningy, la cantante especialmente talentosa, sabía que tenía que escoger con cuidado las notas que cantaba para que sonaran bien con las notas que cantaban los demás: algunas combinaciones sonaban bien juntas mientras que otras tenían un sonido horrible. Esta elección cuidadosa de notas que suenan bien juntas nos da los acordes, y los acordes son la base de la armonía. Cuando digo que las notas suenan bien juntas, no me refiero únicamente a combinaciones bonitas y placenteras. Como veremos, las armonías no siempre son armoniosas, puesto que parte del trabajo del compositor es aumentar la tensión de vez en cuando y luego liberarla. El músico de rock estadounidense Frank Zappa resumió este asunto de forma brillante cuando dijo que una música sin subidas y bajadas de tensión sería como «ver una película en la que sólo hubiera buenos».

¿Qué son los acordes y las armonías?

Acorde: un acorde es el sonido creado por tres o más notas tocadas simultáneamente.

Armonía: una sucesión de acordes produce una armonía. La relación entre los acordes y la armonía, por tanto, es parecida a la que existe entre las palabras y las oraciones.

Cuando los compositores (y por compositores me refiero a personas que escriben canciones pop o jingles publicitarios, no sólo a Mozart y compañía) escriben una pieza musical, normalmente utilizan la armonía como fondo para la melodía. Esta armonía puede modificar el estado de ánimo que transmite la melodía de la misma manera que el fondo de una foto puede hacer que un mismo retrato sea más alegre o menos. Los compositores de música para cine a menudo necesitan únicamente tres o cuatro melodías para todo un largometraje, aunque necesitan modificar las sensaciones que transmitirá cada melodía en cada una de las escenas donde se utilice. Entre las técnicas para alterar el estado de ánimo que transmite una melodía están la utilización de distintos instrumentos (si se trata de una escena que sucede en París, es posible que oigamos el acordeón de rigor) y el uso de versiones más lentas o rápidas de la melodía. Sin embargo, tocar la misma melodía con una armonía distinta es una de las formas más eficaces de manipular nuestras emociones.

Algunas combinaciones de notas dan un sonido placentero, mientras que otras suenan tensas o feas. Los compositores a menudo utilizan deliberadamente acordes con una sensación de ansiedad para acumular tensión antes de liberarla con algunas combinaciones armoniosas. Componer es parecido a contar una historia o un chiste, en cuanto que el compositor tiene que exponer una situación y luego resolverla de alguna manera. Cambiar el nivel de tensión de la armonía es una de las principales herramientas con las que cuenta el compositor para manipular las sensaciones que genera la música. Un ejemplo excelente de esto puede observarse en una pieza de Genesis llamada Watcher of the skies, que empieza con una serie de acordes lentos tocados por el teclista. En la primera parte de este solo no hay una melodía o un ritmo evidentes, sino que la tensión se genera muy eficazmente sólo a partir de la armonía. Si quiere contar los acordes, encontrará que el número trece nos introduce en un nivel de tensión totalmente nuevo, perfecto para acompañar el tipo de angustia existencial adolescente que yo intentaba experimentar cuando salió este disco.

Si está de humor para oír algunos acordes ansiosos de verdad, escuche La escalera del diablo, una pieza para piano de Ligeti. Dura tan sólo unos cinco minutos, pero al final no sabes si quieres tumbarte un rato en una habitación a oscuras o escucharla otra vez. Normalmente yo no me puedo resistir a oírla una segunda vez antes de empezar a buscar una tranquilizadora lámpara de lava.

Los acordes no armoniosos también se pueden utilizar para conseguir un efecto cómico; escuche, por ejemplo, el comienzo de la canción Driving in my car de Madness. En los primeros segundos tras los cuatro toques de bocina iniciales y antes de que intervenga el cantante, el pianista utiliza una serie de acordes irritantes que añaden al caos general.

En cuanto a los acordes agradables, hay tantos ejemplos que es difícil saber por dónde empezar. Los acordes armoniosos dominan nuestro paisaje musical, desde Miss Chatelaine de K. D. Lang hasta el Adagio para cuerdas de Samuel Barber.

Pero el tema de la armonía se puede resumir en una sola pregunta: ¿Por qué ciertas notas suenan bien juntas?

La siguiente ilustración muestra las ondas de presión que llegan al oído. Se trata de una enorme simplificación, ya que se muestra sólo la frecuencia fundamental de la nota, mientras que, como hemos explicado en el capítulo 3, una nota verdadera tendría una curva mucho más complicada. Pero utilizo estos dibujos simplificados para que las cosas queden tan claras como sea posible.

Una nota (ondas de presión de aire) viaja hacia el oído. Las ondas harán que el tímpano vibre hacia adentro y hacia afuera, como una cama elástica en minia­tura. Las vibraciones se repiten en un patrón regular, que es lo que hará que el cerebro la entienda como una nota.

La ilustración nos muestra el patrón de onda fundamental de una sola nota, pero si dos o más notas sonaran simultáneamente, se juntarían para formar un único patrón de ondas, como se muestra en la siguiente ilustración. Si las dos ondas se juntan de modo regular y ordenado, el sonido conjunto será suave y armonioso, que es lo que ha sucedido en este ejemplo.

El patrón de ondas resultante de la combinación de dos notas separadas en una octava se ve bien y suena bien, ya que la relación entre ambas frecuencias es muy sencilla: la frecuencia de una de las notas es el doble que la de la otra.

En este caso, la nota más aguda tiene una frecuencia que es exactamente el doble que la de la nota más grave. El intervalo entre ambas notas se llama octava. Si oímos ambas notas a la vez, se encontrarán tan cómodas juntas que será difícil diferenciarlas. De hecho, algunos psicólogos de la música de inmaculada bata blanca han llegado a la conclusión de que dos notas separadas por una octava están relacionadas tan íntimamente que son prácticamente idénticas en lo que respecta al cerebro humano.

Veamos un ejemplo para entender cómo funciona esto. El tercer Sol por la izquierda en el piano se llama Sol3. Si tocamos esa nota delante de un coro y les pedimos que la canten, muchos de los hombres con voz grave la cantarán una octava por debajo (Sol2) y muchas de las mujeres con voz aguda la cantarán una octava por encima (Sol4). Si les decimos que están cantando una nota que no es, se molestarán y nos dirán que no es verdad; les hemos pedido un Sol y eso es lo que nos han dado.

La razón por la que las notas separadas en una octava suenan tan parecidas es fácil de entender si nos volvemos a remitir a la naturaleza de las notas musicales. En el capítulo 3 hemos explicado que una nota se compone de una familia de vibraciones, la frecuencia fundamental junto con las frecuencias dos, tres, cuatro, cinco veces, etc. la fundamental.

Por tanto, veamos las frecuencias que oímos si tocamos la nota La2 (110 Hz) y la misma nota una escala por encima, La3 (220 Hz).

La2 (110 Hz) consta de: 110 220 330 440 550 660 770 880 Hz, etc.
La3 (220 Hz) consta de: 220 440 660 880 Hz, etc.

De modo que si oímos primero la nota de 110 Hz y luego las dos juntas, el cerebro no recibe ni una sola frecuencia nueva, sólo recibe doble ración de algunas de las frecuencias que oyó en la nota original. Por esta razón, el sistema de reconocimiento de frecuencias del que está dotado el cerebro oye las notas combinadas como si fueran dos versiones ligeramente distintas de la primera nota, que es la razón por la que las notas separadas en una octava suenan tan armoniosas.

Precisamente por esta fortísima relación familiar se da el mismo nombre a dos notas que estén a una octava de distancia entre sí. Bueno, casi el mismo nombre, ya que, como sabe el lector, les asignamos un nombre con un número que indica su ubicación en el teclado de un piano.

Puesto que las notas a una octava de distancia encajan perfectamente juntas, el resultado será tan armonioso que podría incluso considerarse un poco faltas de interés. Sin embargo, hay otras combinaciones que suenan bien sin que unas notas se traguen la personalidad de los otros. Podemos ilustrar esto utilizando las notas de Campanita del lugar.

Las notas de Campanita del lugar viajan hasta el oído.

Aquí podemos ver que las primeras dos notas son iguales entre sí y que las siguientes dos notas también forman una pareja, si bien son distintas a las primeras dos. Las cumbres de las notas de la segunda pareja están más juntas que las de la primera, por lo que harán que el tímpano vibre con mayor frecuencia, lo que hace que percibamos una nota más aguda.

Cuando escuchamos a una persona cantando esa canción, obviamente oímos las notas una detrás de otra, pero si tenemos dos can­tantes y le pedimos a uno que cante la nota de pa y el otro la de ni a la vez, sonarán muy bien juntos. En este caso, la nota de ni tiene una frecuencia una y media veces la de pa. Por esta relación sencilla, estas notas tienen un sonido casi tan agradable como el de dos no­tas separadas por una octava. La siguiente ilustración muestra cómo se combinan ambas notas para crear un patrón de ondas nuevo, lo bastante suave y repetitivo como para sonar bien, pero también lo suficientemente distinto como para sonar interesante.

La combinación de dos notas de camino al oído. Los patrones de ondas de las dos notas individuales se mezclan para convertirse en un solo patrón combinado. En este caso, la frecuencia de la nota de ni es una y media veces la de pa. Esta relación sencilla hace que la mezcla de ambas notas tenga un sonido dulce y agradable.

Hasta ahora nos hemos fijado en combinaciones de notas que tienen una relación sencilla, como multiplicar por 2 o por 1,5 la frecuencia original. Ahora veamos qué sucede si combinamos los patrones de ondas de dos notas que tienen una relación complicada entre sí. En la siguiente ilustración podemos ver que las ondas que se crean por la unión de una nota cuya frecuencia fundamental es 17/18 respecto a la otra. Dos notas adyacentes del piano guardan esta relación, y si se tocan juntas producen un sonido desagradable. Las notas adyacentes de un piano están separadas por una distancia de un solo semitono, que es el intervalo más pequeño que utilizamos en la música occidental. Si se tocan simultáneamente dos notas así de juntas, la combinación resultante suena simplemente como si las notas fueran iguales, pero un poco desafinadas. Compiten por nuestra atención de apoyarse mutuamente o aportar interés.

Un efecto de tocar dos notas que están muy juntas en tono es que el volumen de la combinación de ambas sube y baja varias veces por segundo. Esto se explica en la siguiente ilustración: el tamaño global de la onda de presión combinada continuamente aumenta y disminuye. Este efecto lo causa el hecho de que las ondas de ambas notas continuamente entran en fase y luego se desfasan. Para entender cómo sucede esto, imagínese que está caminando junto a un amigo que da zancadas un poco más largas que las suyas y a la vez da menos zancadas por minuto, de modo que en realidad caminan a la misma velocidad. Si empiezan con el mismo paso, gradualmente se irán desfasando, si bien después de un determinado tiempo sus pasos se volverán a sincronizar. Esto sucede en un ciclo repetitivo; digamos, por ejemplo que él da once pasos en cada ciclo y usted doce. Este ciclo fuera de fase-en fase-fuera de fase se da también en el patrón de ondas de dos notas musicales, como se muestra en la ilustración. El sonido resultante es un desagradable uauauaua oscilante a medida que el volumen sube y baja. Este efecto se conoce como batimiento.

La combinación de las ondas de dos notas que no tienen una relación sencilla entre ellas. En este caso, la frecuencia de una de las notas es 17/18 la de la otra (una relación parecida a la del intervalo entre dos notas adyacentes del piano). El sonido de esta combinación es tan complicado como su representación gráfica. Se percibe como dos notas discordantes y un efecto que se puede describir como WaWaWaWa, producido por las fluctuaciones del volumen global.

La combinación de notas con una relación complicada resulta áspera. Esta es la razón por la que los instrumentos desafinados tienen un sonido horrible. De hecho, desafinado significa que las relaciones agradables y sencillas que preferimos se ven sustituidas por otras más complicadas. No hace falta desafinar mucho para que se estropee la relación entre las notas; el sonido armonioso de dos notas con una octava de diferencia se puede arruinar si una de las dos frecuencias se desvía tan solo un porcentaje muy pequeño; la combinación de 100 Hz con 220 Hz suena bien, pero la de 110 Hz con 225 Hz produce un sonido desagradable.

Una última observación que quiero hacer aquí es que un acorde musical es una combinación de al menos tres, no dos, notas. En mis ejemplos he utilizado dos notas para simplificar. Tres notas se combinan entre sí de formas más complicadas que dos notas, si bien los principios que hemos señalado son los mismos.

¿Cómo usamos los acordes y las armonías?

Las bandas de rock y pop utilizan acordes en la guitarra rítmica la mayor parte del tiempo para proporcionar las armonías que acompañan la melodía de la canción. La función del guitarrista rítmico normalmente es pulsar varias cuerdas a la vez para producir un acorde, que se suele repetir varias veces antes de pasar a otro. Las notas que componen cada acorde se escogen para apoyar las notas de la melodía, lo que significa que muy a menudo los acordes y la melodía utilizan algunas de las mismas notas. Por ejemplo, si una sección de la melodía utiliza las notas La – Si – Do – Re – Mi, entonces un acompañamiento típico es el del acorde formado por las notas La – Do – Mi. No seguimos automáticamente cada nota que se utiliza en la melodía, sino que escogemos las que mejor funcionen. Este acorde obviamente daría el máximo apoyo a las notas que contiene (La – Do – Mi), de modo que lo usaríamos si fueran las notas que enfatizaremos en la melodía. Si quisiéramos dar prominencia a las notas Si y Re en esa sección, podríamos utilizar el acorde compuesto por las notas Si – Re – Fa.

Quizá haya notado que no utilizo notas contiguas en mis acordes. Los acordes más sencillos no incluyen notas que estén juntas en la escala, precisamente porque las que están demasiado próximas producen combinaciones desagradables. Las notas consecutivas están separadas por un semitono o un tono y, como hemos mencionado antes, cuando están separadas por un semitono, las notas compiten por nuestra atención más que apoyarse entre sí. Esto también sucede, en menor medida, con las notas separadas por un tono, así que las notas contiguas dentro de una escala chocan entre sí si se tocan a la vez. Por esa razón, por ejemplo, un acorde compuesto por Do, Re y Mi crearía una sensación de angustia, puesto que el Re chocaría tanto con el Do como con el Mi. Este tipo de acorde no sería muy útil para acompañar una melodía, aunque podría encajar perfectamente en algo con mucha tensión, como La escalera del diablo.

Las notas en los acordes sencillos y armoniosos necesitan algo de espacio entre ellas si se han de apoyar unas a otras. El tipo más común de combinación agradable es el de tres notas alternas de la escala que se esté usando. Sin embargo, incluso en canciones pop, es corriente añadir un poco de condimento a algunos acordes por medio de primeramente construir un conjunto armonioso de tres notas y luego añadir una única nota discordante. Así, podríamos utilizar Do, Mi, Sol y entonces añadirle un Si que genere un poco de tensión, al chocar con el Do. El guitarrista rítmico (que en realidad debería llamarse guitarrista armónico) aporta estos grupos de notas como fondo a las melodías que interpretará el primer guitarrista o el cantante.

En otras situaciones musicales, no hay una persona que se encargue de la melodía y otra de la armonía. Un pianista solo, por ejemplo, desempeña ambas funciones a la vez, normalmente tocando la melodía con la mano derecha y los acordes y la armonía con la izquierda. Por otro lado, mucha de la música clásica exige un nutrido equipo de músicos que formen una orquesta. Cuando toca una orquesta, son unos pocos miembros los que tocan la melodía en un momento determinado; los demás tocan armonías de acompañamiento. El compositor a menudo pasa la melodía de un grupo de músicos a otro, para mantener el interés del público. En el Bolero del compositor francés Ravel, la música va aumentando de volumen gradualmente a medida que la melodía se pasa de unos músicos a otros y se van sumando instrumentos. Las armonías se mantienen placenteras y cálidas hasta cerca del final, cuando el compositor inyecta una enorme tensión para crear un clímax final de gran dramatismo.

Los acordes y las armonías suelen constituir un fondo para la melodía y también sustentan la puntuación del fraseado de la música. Por ejemplo, en cualquier canción se podría eliminar la letra y la melodía y sólo por la armonía podríamos detectar el final de cada estrofa.

Si la melodía la acompañamos con acordes, lo más sencillo que podemos hacer es tocar repetidamente todas las notas del acorde juntas. Otra opción para añadir una nueva capa de interés a la música es la de tocar las notas del acorde unas tras otras, creando una especie de flujo continuo de notas que se solapan. Un acorde que se ejecuta como una corriente de notas individuales se conoce como arpegio, que constituye la base de una técnica muy extendida en la música folk, la del finger-picking. Un guitarrista que domine esta técnica puede incluso tocar simultáneamente los acordes en arpegio y la melodía. Los arpegios añaden a la música un cierto grado de complejidad y sutileza, puesto que se puede escoger qué notas del acorde coincidirán con unas notas determinadas de la melodía y se puede también elegir un ritmo para el patrón de arpegios.

Los arpegios son muy comunes en todos tipos de música y se encuentran prácticamente en cualquier pieza clásica, pero sobre todo en todas aquellas que usan la palabra romance en el título. El conocido movimiento lento de la sonata Claro de luna de Beethoven es una sucesión de arpegios con una melodía encima. Sin embargo, el mejor ejemplo de una pieza compuesta exclusivamente de arpegios posiblemente sea el Preludio en Do mayor de J. S. Bach. No tiene una melodía real, solamente una serie de acordes ejecutados en arpegio. La mayoría de los compositores han considerado, con razón, la pieza de Bach como una joya preciosa que ha de admirarse hasta los celos. Pero Gounod, un compositor francés del siglo XIX tomó otra actitud: ¿Una pieza que consta sólo de arpegios? Qué desperdicio. ¿Dónde está mi cuaderno de melodías sobrantes? El resultado de esta subida de sangre a la cabeza es su Ave María, con acompañamiento de Bach y melodía de Gounod, y he de admitir que hizo un trabajo maravilloso.

A las bandas de rock y pop también les encantan los arpegios. El inicio de Stairway to Heaven, de Led Zeppelin, es una serie de arpegios, como lo es Hotel California, de The Eagles. Los miembros de Status Quo, por otro lado, consideran que los arpegios son una cursilería y un desperdicio de tiempo de grabación, así que optan por repeticiones rápidas de acordes completos, creando un efecto de gran energía. Beethoven y Status Quo están totalmente de acuerdo en cuanto a que repeticiones rápidas de acordes completos = energía. Esto lo podemos constatar si escuchamos los primeros segundos de la sonata Hammerklavier de Beethoven o de su quinta sinfonía (la que empieza: Ta-ta-ta chaan! Ta-ta-ta chaan!).

El tipo más complejo de armonía se conoce como contrapunto. Este término describe el recurso de acompañar una melodía con otra melodía. Se pueden escuchar dos, tres o incluso más melodías a la vez. Para la mayoría de nosotros, la única relación que hemos tenido con el contrapunto son aquellas canciones infantiles en las que dos o tres cantantes van empezando la misma melodía después de un intervalo determinado, así:

Esta técnica de repetir la misma melodía después de una determinada demora se llama canon. La demora hace que en cada momento se canten a la vez notas diferentes, que es como si se cantaran melodías distintas. Una versión un poco más compleja de esto es cantar la misma melodía tras una demora, pero empezando con una nota más grave o más aguda.

En el contrapunto a menudo se emplean estas técnicas, pero también se puede hacer con melodías distintas ejecutadas a la vez. Dichas melodías se apoyan mutuamente, y suelen ser bastante sencillas para evitar que el conjunto se convierta en un empaste incomprensible. No es posible tocar simultáneamente dos melodías cualesquiera, puesto que las combinaciones de notas en ocasiones resultarían muy desagradables.

Un compositor tiene que ser muy competente para escribir contrapunto. Una pieza que se apoya en la utilización del contrapunto como su contenido principal se conoce como fuga. Un maestro de dicha técnica, como Bach, puede hacer que suenen ocho o más melodías a la vez, pero eso nos resulta demasiado complicado a los meros mortales: nuestros oídos probablemente no pueden distinguir más de tres melodías a la vez. Si usted quiere escuchar un excelente ejemplo de contrapunto, le recomiendo el Concierto para dos violines en Re menor de Bach. Y si desea oír una gran fuga, lo mejor es una que se ejecute con un solo instrumento, para poder apreciar con claridad las distintas melodías (llamadas voces). La Pequeña fuga en Sol menor, de Bach, es un buen ejemplo. Empieza con una melodía tocada sin acompañamiento, pero antes de terminar, la misma melodía empieza en notas más graves, y después vuelve a empezar en notas todavía más graves. Hay otras melodías que se entremezclan, pero son cortas y simples por comparación. Un rasgo distintivo de la mayoría de las fugas es que utilizan melodías con un comienzo fácil de reconocer, de modo que cada vez que la melodía principal hace su aparición en la mezcla se distingue sin dificultad.

Al menos, una de estas técnicas básicas de la armonía (pedales, acordes, arpegios o contrapunto) se utiliza en casi toda la música occidental que jamás hayamos oído, desde los cantos gregorianos hasta los Sex Pistols. Excepto en el caso de las melodías sin acompañamiento, en la música occidental la armonía tiene casi tanta importancia como la melodía.

Como veremos, la fascinación occidental por la armonía desembocó en la necesidad de desarrollar un método peculiarmente científico de dividir la octava en doce escalones de igual tamaño, a partir de los cuales utilizamos un equipo de siete notas en cada momento. El trabajo teórico empezó hace más de dos mil quinientos años y nos tomó apenas dos mil años perfeccionar el sistema. El resultado final fue el sistema de Temperamento Igual, que forma la base del siguiente capítulo. Pero antes de entrar en el Temperamento Igual, es interesante dar un vistazo a los sistemas musicales que no han seguido esta senda dominada por la armonía.

Algunas diferencias entre la música occidental y la no occidental

La mayor diferencia entre la música occidental y otros sistemas es que sólo la música occidental hace una extensiva utilización de los acordes y la armonía. Por esa razón hemos desarrollado instrumentos que permitan producir varias notas a la vez, como el piano y la guitarra. Además de estos instrumentos polifónicos (muchas notas a la vez), contamos con una gran diversidad de instrumentos monofónicos (una nota por vez), como la flauta y el clarinete, aunque la música occidental tiende a utilizarlos en grupos, de modo que puedan acompañar la melodía con armonías. Este sistema de armonía está fundamentado en notas que tienen un fuerte vínculo familiar. La relación entre las frecuencias de las notas se mantiene lo más sencilla posible para que las armonías puedan funcionar, lo que se traduce en un repertorio limitado de notas.

La música tradicional no occidental utiliza melodías a las que se permite variar más libremente el tono. Esto significa que la armonía de acompañamiento ha de ser mucho más sencilla, para evitar combinaciones desagradables. Imagínese que forma parte de un equipo acrobático de cinco aviones. Puede optar entre contar con un repertorio limitado de maniobras cuidadosamente organizadas de modo que todos los pilotos trabajen juntos, o se le puede dar a un piloto la libertad para hacer lo que quiera mientras los demás se mantienen volando a baja altura, como atracción de fondo. En cualquiera de los dos casos, el público quedará impresionado.

La música occidental se ha desarrollado en la primera de las dos maneras: las notas pueden volar en zigzag en torno a la melodía porque el número de notas con las que se trabaja es limitado y todos los músicos usan el mismo grupo de notas. La música no occidental ha optado por la libertad de la melodía, de modo que si tres o cuatro músicos intentaran moverse en zigzag en torno a los demás, con este nivel de libertad, alguno acabará haciendo zig cuando tiene que hacer zag, y el resultado será muy poco afortunado.

Por esa razón, la música tradicional no occidental se centra mucho menos en los acordes y la armonía. La música clásica de la India, por ejemplo, tiende a utilizar un instrumento melódico, o como mucho dos, en combinación con percusión y con acompañamientos bastante estáticos tipo pedal. Hay muchos buenos ejemplos en la mayoría de las grabaciones del subcontinente indio cuyo título contiene el término raga o rag, palabra que significa color o estado de ánimo en sánscrito, y es el nombre que se da a una pieza musical improvisada. Probablemente el intérprete más famoso de este género es el virtuoso del sitar Ravi Shankar, y un excelente ejemplo es Raga Anandi Kalyan, que interpreta con su hija Anoushka, también una sitarista de fama internacional.

Los instrumentistas de ese calibre participan en muchas giras por todo el mundo y tienen contacto con músicos occidentales, de modo que es frecuente que participen en colaboraciones musicales que fusionan Oriente y Occidente. Algunas son maravillosas (por ejemplo, Nusrat Fateh Ali Khan cantando Mustt Mustt en el álbum con el mismo nombre), otras son interesantes y otras más son… profundamente lamentables. Estas colaboraciones suelen basarse en algunas concesiones entre estilos musicales y sistemas de escalas, pero a los músicos les da igual, y los resultados pueden ser excelentes.

La principal ventaja de los sistemas no basados en el Temperamento Igual es que cuentan con más libertad para la expresión emocional en la melodía; los instrumentistas se entrenan durante años para deslizarse por encima y por debajo de las siete notas básicas de la escala que utilizan. Los músicos de blues y rock también se dedican a deslizar las notas de sus guitarras o armónicas, pero la gran diferencia es que el destino final del deslizamiento es una nota que está clara para los oyentes y para los otros miembros de la banda: la nota acabará siendo la que encaja con la armonía de los acordes de acompañamiento. En cambio, para un instrumentista indio hay muchas otras opciones para el tono final, que es una razón por la que sería muy difícil preparar una armonía adecuada. Sin embargo, durante los últimos cincuenta años aproximadamente, mucha de la música popular de la India y Japón ha seguido la norma europea y utiliza sistemas de Temperamento Igual con muchos acordes y armonías.