Miércoles, 18 de junio. 15:00 h
Hamburger Hafen (Hamburgo)
El verano había llegado a Hamburgo, y la temperatura había subido. Paul, Werner y Fabel se habían quitado la chaqueta, y Maria estaba sentada en un muro bajo junto a las mesas altas, con las piernas cruzadas; llevaba unos pantalones elegantes, y los dedos entrelazados se cogían las rodillas; la luz del sol se reflejaba en la seda azul claro de su blusa. Habían dejado las fundas y las armas en el maletero del BMW descapotable de Fabel, y si no hubiera sido por las facciones duras de Werner y el aspecto neopunk de Anna, podrían haber sido un grupo de abogados de un bufete corporativo divirtiéndose en un Schnell-Imbiss de los muelles.
Después de que el siempre jovial Dirk les hubiera servido a cada uno una cerveza helada, ocuparon dos mesas lejos de la pareja de trabajadores del muelle, que eran los otros únicos clientes del establecimiento.
—Nuestro amigo Volker nos está ocultando muchas cosas, a pesar de que nos prometió que sería sincero. Me está dando más información mi fuente no oficial que la maquinaria de la inteligencia federal. —Todos sabían que Fabel tenía sus propios confidentes protegidos, igual que ellos, y sabían que no debían preguntar quién era la fuente de la nueva información—. Sin embargo, tengo que decir que no estoy seguro de qué relación directa tiene todo esto con nuestra investigación, pero es un elemento peligroso que como mínimo tiene puntos en común con nuestro caso. Hay muchas probabilidades de que esta gente sea la que mató a Klugmann. Y es casi seguro de que asesinaron a Ulugbay para quedarse con su enlace colombiano en el negocio de las drogas.
Nadie habló. Fabel bebió un sorbo de su Jever, que le sirvió para tragar un par de pastillas de codeína.
—El Equipo Principal, como lo llama Volker, está compuesto por exagentes del Spetznaz. No se trata de los matones habituales. Según mi confidente, son todos veteranos de Chechenia y Afganistán, dirigidos por un tal coronel Vasyl Vitrenko. Este tipo tiene una reputación terrible, y con sólo mencionarlo, las otras bandas ucranianas se cagan en los pantalones. Nadie está seguro siquiera de si Vitrenko está aquí, pero sí saben que el Equipo Principal está compuesto por agentes que sirvieron a sus órdenes. No tengo ni idea de lo que ha hecho este tipo, pero con la fama que tiene de cometer atrocidades nadie se atreve a creer que, en realidad, no esté aquí.
—¿Podría ser que este tal Vitrenko estuviera detrás de los asesinatos del Águila de Sangre? —preguntó Maria.
—Lo dudo. El Hijo de Sven se considera una especie de cruzado germánico. Y Vitrenko es extranjero. Pero lo que sí creo es que él, o el grupo que utiliza su reputación como instrumento de terror, era el verdadero objetivo de la operación de Klugmann y Kramer. Las medidas de seguridad y antidetección que se pusieron en marcha sugieren que se enfrentaban a un oponente muy organizado y profesional. Si las cosas fueran distintas, podríamos pedir a la división de crimen organizado que nos ayudara, pero Volker afirma que esta banda tiene contactos dentro de la policía de Hamburgo. Por eso quiero que esta información quede entre nosotros cinco.
—Dios santo, Jan —dijo Werner, sacudiendo la cabeza con incredulidad—. No te creerás en serio esa gilipollez.
—No estoy dispuesto a asumir ningún riesgo. Según Volker, esta gente tiene un historial especial en la policía de Ucrania. Y afrontémoslo, hay personas dentro del cuerpo incapaces de establecer si son soldados o policías. Ni siquiera puedo pedirle ayuda a Volker. Ya fue lo bastante sincero sobre el Equipo Principal, pero, como dijo, el jefazo no tiene ni rostro ni nombre. Si mi contacto puede ponerle un nombre, estoy convencido de que el BND también puede hacerlo. Y de todas formas, el informe que me dio Volker ha sido preparado para minimizar la importancia del Equipo Principal. Quiero que investiguemos si hay alguien dentro de la policía de Hamburgo que haya tenido contactos oficiales, semioficiales o extraoficiales con los servicios de seguridad ucranianos. Maria, ¿podéis encargaros Werner y tú? Ya sé que los dos estáis hasta los topes de trabajo, así que no lo convirtáis en una prioridad, pero aseguraos de que se hace. Y por el amor de dios, con discreción.
Maria asintió.
—Soy la discreción personificada —dijo Werner, y los cincos se echaron a reír.