Sábado, 14 de junio. 23:30 h

Pöseldorf (Hamburgo)

La luz de la luna que entraba por los ventanales creaba formas geométricas en el suelo y las paredes del dormitorio de Fabel y acentuó las curvas del cuerpo de Susanne cuando se colocó sobre él. Proyectó su sombra en movimiento sobre la pared mientras el ritmo inicial suave y tranquilo de su apareamiento crecía en intensidad.

Después, se quedaron tumbados: Susanne boca arriba; Fabel de lado, descansando la cabeza en un codo y examinando el perfil de su amante bañado por la luz de la luna. Se incorporó apoyándose en un codo y la miró. Con ternura, le apartó un mechón de pelo de la frente.

—¿Te quedas a pasar la noche?

Susanne soltó un gruñido mimoso.

—Estoy demasiado cómoda para levantarme y vestirme. —Se volvió hacia él y le sonrió con picardía—. Pero no tengo sueño…

Fabel estaba a punto de contestar cuando sonó el teléfono. Le ofreció a Susanne una sonrisa de resignación y dijo:

—Recuérdamelo cuando vuelva.

Fabel se levantó y se dirigió desnudo hacia el teléfono. Era Karl Zimmer, el Kommissar que estaba de guardia en la Mordkommission.

—Siento molestarle, señor —dijo Zimmer—, pero ha surgido algo que debería saber.

—¿El qué?

—Hemos recibido otro mensaje de correo electrónico del Hijo de Sven.