Viernes, 13 de junio. 23:00 h
Hamburgo-Harburg (Hamburgo)
La piscina vacía estaba iluminada por el disco brillante de la luna, que quedaba enmarcada en la gran ventana del tejado; la única ventana que, dada su inaccesibilidad, no habían roto los vándalos. El rayo de luz bañaba los azulejos agrietados de la piscina y las paredes. Hacía años que nadie utilizaba la piscina. Lo que se había pensado como un mural alegre, en el que se vieran delfines muy azules y niños con manguitos chapoteando en el agua, tan sólo era visible en las paredes de debajo de la mugre acumulada y las pintadas. Habían roto todas las ventanas del otro extremo de la piscina, y la propia cubeta, sin agua desde hacía mucho tiempo, estaba llena de basura y porquería. Había jeringuillas usadas por todas partes. Alguien incluso había defecado en un rincón.
—Antes éste era un barrio de gente decente y trabajadora. —Quien hablaba era el hombre que estaba en el otro extremo de la piscina, mirando a través de los cristales rotos. Enfocó una linterna en dirección a una puerta doble que ahora sólo tenía una hoja—. Comprueba que no haya nadie…
El más joven de los dos hombres se dirigió hacia la puerta y enfocó la linterna hacia lo que en su día había sido un vestuario.
—Nadie.
El hombre más viejo siguió con su ensimismamiento.
—Salí con una chica que vivía a una manzana de aquí. Incluso la traje aquí un día a bañarnos. —Al hablar, parecía que estuviera reconstruyendo el pasado, que intentara verlo todo como había sido antes, no como era ahora. Regresó al presente. Miró al hombre más joven, que ahora apuntaba con la pistola a la cabeza, cubierta con un saco, de una figura arrodillada en el borde de la piscina y que tenía las manos atadas a la espalda. El hombre más viejo respiró hondo. Cuando habló, lo hizo sin ira, sin malicia, sin emoción—. Mátalo.
El «¡No!» que gritó la figura arrodillada quedó interrumpido por el ruido sordo de la automática silenciada. Perdió la estabilidad y cayó a la piscina.
—Un barrio decente… —dijo el hombre más viejo mientras caminaba hacia la puerta.