Verano de 1478

Hago venir a mi hijo Eduardo, a mi otro hijo sir Richard Grey y a mi hermano Anthony a mis aposentos privados para despedirme de ellos. No soporto verlos partir estando en público. No quiero que me vean llorar al decirles adiós. Me agacho para darle un abrazo al pequeño Eduardo, como si no quisiera separarme de él, y él me mira con sus cálidos ojos castaños, me coge la cara con sus manitas y me dice:

—No llores, mamá. No hay por qué llorar. Volveré otra vez la próxima Navidad. Y puedes venir a Ludlow a verme, ¿sabes?

—Lo sé —respondo.

—Y, si vienes con Jorge, yo le enseñaré a montar —me promete—, y también puedes dejar que yo cuide del pequeño Ricardo, ¿sabes?

—Lo sé. —Procuro hablar con claridad, pero las lágrimas me lo impiden.

Richard se abraza a mi cintura. Ya es tan alto como yo, se ha hecho un hombre.

—Cuidaré de él —me dice—. Debéis venir a visitarnos. Y traed a todos mis hermanos y hermanas. Venid a pasar el verano.

—Iré, iré —le prometo; después me vuelvo hacia mi hermano Anthony.

—No os preocupéis, sabemos cuidarnos solos —me dice antes de que yo pueda empezar a enumerar las cosas que me dan miedo. Os prometo que el año que viene os lo traeré a casa sano y salvo. Y no pienso dejarlo solo, ni siquiera para irme a Jerusalén. No lo abandonaré hasta que él me lo ordene. ¿De acuerdo?

Yo asiento con la cabeza, parpadeando para contener las lágrimas. Hay algo que me angustia en la idea de que Eduardo ordene a Anthony que se vaya. Es como si sobre nosotros se hubiera abatido una sombra.

—No sé por qué, pero siempre temo mucho por él cada vez que tengo que despedirme de vosotros tres. Me cuesta mucho separarme de él.

—Lo guardaré con mi vida —promete Anthony—. Para mí es tan preciado como la vida misma. No sufrirá daño alguno mientras esté bajo mi custodia. Os doy mi palabra.

Me hace una reverencia y se encamina hacia la puerta. Eduardo, a su lado, ejecuta una copia de ese mismo gesto. Mi hijo Richard se golpea el pecho con el puño en un saludo que significa que me ama.

—Sed feliz —dice Anthony—. Tengo a vuestro hijo sano y salvo.

Y acto seguido los tres me dejan.